De: antoniobrailovsky=gmail.com@e9.newslettersender9.info [mailto:antoniobrailovsky=gmail.com@e9.newslettersender9.info] En nombre de Antonio Elio Brailovsky
Enviado el: sábado, 21 de marzo de 2015 05:29 p.m.
Para: eladiogonzaleztoto@gmail.com
Asunto: Los ritmos de la naturaleza - El otoño
Queridos amigos, compartimos la vida en una sociedad que ha olvidado nuestra pertenencia a la naturaleza. Seguimos autorizando la edificación en zonas inundables. Seguimos construyendo centrales atómicas, sabiendo que les dejamos serios problemas a las próximas mil generaciones.
Nuestros medios de comunicación dedican más espacio al divorcio de un conductor de televisión que al desastre climático que afectó a varias provincias. Les importa más un olvidable romance, una alianza política que durará unos días, que el incendio de miles de hectáreas de los bosques patagónicos que tardarán un siglo en recuperarse.
Ante cada desastre se buscan culpas personales, y se esconden las responsabilidades institucionales. Mañana volveremos a culpar a otras personas de las mismas negligencias.
Tal vez esta perversidad sea intencional. Los que lucran con la destrucción de nuestro ambiente prefieren tenernos ocupados discutiendo el color de un vestido, el tamaño de un escote o las injurias que se dijeron dos políticos que ayer fueron aliados, hoy enemigos y mañana volverán a ser aliados.
Por eso nuestra intención de mantener una continua sensibilización acerca de los ritmos de la naturaleza.
En esta entrega ustedes reciben:
· Una página del antropólogo escocés James Frazer, conocido por su obra La Rama Dorada, que fue una de las mayores inspiraciones de Sigmund Freud. En este texto Frazer describe un paisaje rural de Grecia y los sentimientos que le despierta. Hombre de cultura clásica, lo asocia con los mitos y leyendas a cuyo estudio le dedicó la vida.
· Una ilustración del artista checo Alphonse Mucha, de su serie dedicada a las estaciones del año. Mucha es uno de los grandes ilustradores del Art Nouveau. Su obra se caracteriza por las figuras femeninas intensamente sensuales, el diseño asimétrico y la fuerte presencia de elementos de la naturaleza. Este mundo de idealizada delicadeza del Art Nouveau se hizo pedazos con la llegada de la Primera Guerra Mundial.
· El recordatorio de mi libro "Ésta, nuestra única Tierra", utilizado para la educación ambiental en la enseñanza media.
Quiero saludarlos en el comienzo del otoño (y de la primavera, para los amigos del Hemisferio Norte)
Un gran abrazo a todos.
Antonio Elio Brailovsky
Alphonse Mucha: El Otoño, 1896
Era un día cálido de finales de otoño -el día primero de noviembre- y, tras el prolongado verano sin lluvias de Grecia, la cañada se hallaba completamente seca; de sus laderas cubiertas de matorrales no rezumaba el agua, pero en el fondo encontré tierra rojiza y deleznable, reliquia quizás de la arcilla con la que Prometeo modeló a nuestros primeros padres. El lugar era solitario y desierto: no se veía ni un ser humano, ni señales de población humana; solamente la línea de torres y almenas desmoronadas que coronaba la cima del cerro hablaba de la vida animada desaparecida en un pasado remoto. El paisaje, al igual que tantos otros de Grecia, era apropiado para despertar en el ánimo de quien lo contemplaba el sentimiento de lo transitorio en la breve y agitada vida del hombre sobre la tierra, comparada con la permanencia de la naturaleza y, por lo menos, con su aparente tranquilidad y paz. La impresión que ejercía en mí se hizo más profunda cuando al aumentar el calor del día me tendí a descansar en la cima del cerro, bajo la sombra de unos hermosos robles, y me quedé contemplando el panorama distante, lleno de recuerdos del pasado, mientras perfumaba el aire el suave aroma del tomillo silvestre.
(James Frazer: "Memorias de un viaje a Grecia"
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