miércoles, 22 de abril de 2015

Experiencias de la Cumbre de Panamá Cuba EEUU Venezuela EEUU Bolivia EEUU Argentina EEUU Brasil EEUU ESTEBAN MORALES UNEAC capac2

De: Edel Suarez Venegas <esuarez001@gmail.com>
Enviado: Miércoles 22nd Abril 2015 9:12
A: leg <leg@prensa-latina.cu>; Victor Carriba <vc@prensa-latina.cu>; carmen <carmen@prensa-latina.cu>; mpm <mpm@prensa-latina.cu>; rmh <rmh@prensa-latina.cu>; norte <norte@prensa-latina.cu>; nacional@prensa-latina.cu
Asunto: LA EXPRIENCIA DE UNA CUMBRE/ESTEBAN MORALES/UNEAC
martes, 21 de abril de 2015
La experiencia de una cumbre

Por: Esteban Morales

UNEAC

Cuando nos encontrábamos apenas a cuatro meses de celebrarse la VII
Cumbre de las Américas, el presidente Obama declaró  como fracasada la
política seguida hacia Cuba durante los últimos más de cincuenta  años
y aceptó que en definitiva, con tal política,  el aislado había
resultado ser Estados Unidos.

Decidía, después de dieciocho  meses  de negociaciones secretas con
Cuba y de mutuo acuerdo con Raúl  Castro, comenzar a trabajar para
restablecer  las relaciones entre ambos países.

Finalmente decidía  negociar  con la Isla, pero le había tomado
administración y media hacerlo. Si son reales sus intenciones y piensa
en la irreversibilidad de la agenda, debe apresurarse.

Se trata de una declaración que conmocionó  las relaciones
internacionales y le granjeó las simpatías  en el hemisferio y del
mundo. Solo con declaraciones como esa, el Presidente,  habría podido
hace algunos años,  cancelar  la deuda que le creó recibir el Premio
Nobel sin haber hecho nada aun.

Se ponía en evidencia lo que ya la historia se había encargado de
demostrar. Estados Unidos perdía con Cuba  una batalla, que en su
última etapa había durado más de cincuenta  años.

Obama  decidía  además, participar en la VII Cumbre,  en medio de la
nueva situación creada respecto a Cuba.

Finalmente en la Cumbre de Mar del Plata, una verdadera rebelión
hemisférica  había conminado  a  liberar a Cuba  de la prohibición que
desde la Primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami  en 1994,
le impedía, por  voluntad de Estados Unidos,  participar a la Isla.

Pero si bien es cierto que ambas decisiones respecto a Cuba, fueron
inteligentes y hasta  podríamos decir  valientes por parte de Obama,
se sumaba otra que no resultaría tal. Y mucho menos bienvenida. El
presidente  decidía emitir una directiva por medio de la cual, meses
antes de la VII Cumbre a celebrarse en Panamá, atacaba a Venezuela,
considerándola como un peligro para la seguridad nacional  de Estados
Unidos.

He aquí los dos acontecimientos principales, claves,  que conformarían
  el contexto  en que  después se celebró esta última cumbre.  Ambas
decisiones de Obama,  sobre Cuba primero y Venezuela después,
levantaron  muchas, preguntas,   especulaciones y hasta expectativas,
entre las cuales podemos mencionar las siguientes:

- ¿Por qué  Obama decidía utilizar con Cuba la “zanahoria”  y con
Venezuela el garrote?

- ¿Buscaba Obama producir un contexto de contradicciones entre   estos
 dos  aliados?

- ¿Quería Obama dar una señal de fuerza para atender hacia el futuro
sus relaciones con  otros países del hemisferio, que le resultaban tan
incómodos como Venezuela?

- ¿Estaba Obama, sintiéndose en desventaja,  evitando asistir a la
cumbre sobre la base de sabotearla?

- ¿Respondía Obama de ese modo a las críticas internas que lo
señalaban como un flojo con Cuba y  en otros asuntos de su política
interna y exterior?

- ¿Trataba Obama  de cumplir su promesa de campaña con Cuba, en lo
cual creía desde sus días de senador?

Lo cierto es que la actitud de Obama se prestaba a múltiples
especulaciones, que  solo la cumbre misma,   podría ayudarnos  a
esclarecer.

Por fin, llegó la VII Cumbre y las preguntas comenzaron,
paulatinamente,  a ser respondidas. En lo cual, la firmeza de Cuba  y
la actitud combativa de Venezuela desempeñaron un papel de primera
línea.

Venezuela desplegó, junto al concurso de otros países  del hemisferio
y fuera del mismo, una fuerte campaña contra el ataque de Obama y
casi por unanimidad se producía  la crítica a la orden ejecutiva
dictada por el Presidente.  Cuba, por su parte,  dejaba más que
esclarecida su posición contraria a la actitud de Estados Unidos hacia
Venezuela. Así se rompía el primer nudo.  Estados Unidos no podría
esperar una posición contemporizadora de Cuba con respecto a la
agresión  que Obama le  hacia Venezuela,  e incluso, asomaba el
peligro de  que el proceso de negociación iniciado con la Isla
quedara bloqueado como resultado del ataque norteamericano   contra
Venezuela.

Estados Unidos, había  comenzado a tratar de arreglar el asunto,
primero,  cuando su representante en la reunión de la OEA, previa a la
Cumbre, decía que se trataba de “un mal entendido”. “Que la decisión
del Presidente había sido mal interpretada”. Casi a punto de comenzar
la  VII Cumbre, Obama enviaba a un emisario, para conversar con la
Secretaria de Relaciones Exteriores y  el Presidente Maduro, tratando
de suavizar las consecuencias del error cometido.

Sin embargo, no fue posible  evitar  que en la Cumbre llovieran  las
críticas   sobre Obama y particularmente los presidentes Correa, Evo
Morales, Cristina Kirchner, Daniel Ortega y Raúl Castro,   harían
mención  explícita de su desagrado con la medida adoptada por Obama
contra  Venezuela.

Obama resistió la andanada hasta el discurso de Raúl Castro, después
se retiró, para reaparecer más tarde en la foto de familia, con “cara
de pocos amigos”. En realidad,  no recuerdo  cuántas veces hemos visto
a un presidente norteamericano recibiendo una  “paliza”  como la  que
Obama tuvo que soportar en la Cumbre.

Finalmente el Presidente norteamericano diría explícitamente que
“Venezuela no representaba ningún peligro para la seguridad nacional
de  Estados Unidos, como  tampoco Estados Unidos lo representaba para
Venezuela”. Zanjado el incidente, la Cumbre continuó desenvolviéndose
dentro de un ambiente  que en general resultó favorable. Al final , la
reunión de Obama con Raúl Castro y posteriormente con Nicolás Maduro,
servirían para reafirmar el espíritu pacífico y de cierta conciliación
 que primo en la Cumbre. No sé cuántas veces Estados Unidos ha dado un
ejemplo de diplomacia conciliatoria como el que dio en la Cumbre. No
recuerdo ninguno. Creo que se trata de un síntoma de los tiempos que
corren. En los que Estados Unidos no podía sentirse cómodo. Porque en
realidad,  nunca este país ha tenido que negociar en igualdad de
condiciones ni con respeto para  la soberanía de nadie.

Solo ello quedó manchado por el incidente con la delegación cubana en
el Foro de la Sociedad civil.

En medio de algunas dificultades organizativas reales, pero
manipuladas por determinados  elementos de derecha dentro  del cuerpo
organizativo de  la Cumbre, parte de la delegación  cubana al Foro de
la Sociedad Civil,    enfrentó serios problemas con las credenciales
que le permitirían su participación. Esas dificultades no se
solucionaron y buena parte de la delegación quedó fuera de ese evento.

Mientras,  un grupo de derecha, que había viajado  desde Miami y que
pretendía usurpar  la real representación de la sociedad civil cubana,
ocupaba asientos en el fórum.

Como resultado de todo ello, hubo fuertes protestas por parte de la
verdadera  representación  cubana, que al final decidió retirarse del
Foro de la Sociedad Civil, para evitar incidentes mayores a la
dirección  panameña de la Cumbre.

Tanto por lo ocurrido, como por la forma en que parte de la prensa
reflejó el incidente, (sobre todo el de la extraña prisión del
“disidente” Antúnez) no cabe dudas de que   elementos de derecha
infiltrados en la organización de la cumbre, tenían las cosas
preparadas  para tratar de impedir la participación de la delegación
venida desde Cuba al Foro de la Sociedad Civil  y para que los  que
tomaran asiento en el mencionado foro  fueran los elementos venidos de
Miami.

¿A quiénes representaron estos elementos, que se fotografían con
criminales como Posada Carriles, connotado terrorista y confeso autor
intelectual de la bomba que hizo explotar un avión civil cubano en
1976 y con Félix Rodríguez, participante activo por encargo de la CIA
en el asesinato de Ernesto Guevara en 1967?

Cuando Obama hizo su intervención en el Foro de la Sociedad Civil,
solo se estaba dirigiendo, en lo referente a Cuba,  a los que no son
parte realmente de la sociedad civil cubana. Allí  estaban sentados
supuestamente como sociedad civil cubana, parte de  los representantes
del  fracaso  al que se refirió Obama el 17 de diciembre y  de los que
habían resultado  aislados con la política seguida por Estados Unidos.
Hasta hoy, Estados Unidos le continúa  pagando  para representar
semejante papel. Al terminar la cumbre, todos regresaron a Miami, su
cuartel general.

Ello  puede querer decir, que la llamada disidencia ya no  resulta una
pieza funcional en la política de Estados Unidos hacia Cuba. Porque
por demás, la mayoría de ellos, no comparte la actitud negociadora de
Obama  con la Isla.

En realidad,  la contrarrevolución cubana no existe ni nunca ha
existido, la política seguida por Estados Unidos la ahogo en la cuna,
al nacer, por eso es que no tienen programa, masa,  lideres, ni
legitimidad,  no pueden representar a nadie, mucho menos a la sociedad
cubana, civil, cultural ni política. Deviniendo en simples mercenarios
al servicio de una potencia extranjera. Serian muchos los muertos con
lo que estos se tendrían que sentarse  a tratar de dialogar; pero para
responder de sus crímenes.

Por tanto, no se trataba en la cumbre de conversar con gentes de ideas
diferentes a las nuestras, eso se hizo con creces en todos los foros
en que la delegación salida de Cuba participo;   sino de ocupar el
mismo techo con criminales o gente que no tiene el menor  pudor en
fotografiarse junto a criminales y hacerse acompañar por ellos.

Porque tendría que la delegación cubana caer en la trampa de
preguntarnos si eran  sociedad civil o no los que allí estaban
representando a Cuba. Porque hablar con un lenguaje que nunca hemos
necesitado para ser legítimos,  ni  es expresión de las
características de nuestro sistema político, logrado y defendido con
éxito  por más de 50 años.

No se trata de lo mismo cuando Raúl y Obama se sentaron a dialogar,
pues  se trataba  de dos enemigos conversando para buscar
entenderse. Representantes de dos entidades no inventadas sino
legítimas: Cuba y Estados Unidos.

Sin dudas, aun antes de comenzar, ya se avizoraba claramente que la
Cumbre sería un éxito para  los países del ALBA, para la CELAC, en
particular para Cuba y Venezuela y un fracaso para Estados Unidos.

Dentro del conclave, el papel más destacado para un jefe de estado
lo tuvo  Raúl Castro, cuyo discurso movió al auditorio y a la prensa,
hizo honor al conclave y resarció a Cuba por todo lo que no le habían
permitido decir en  estos años,  en que contra su voluntad,  estuvo
ausente. Además, porque Cuba resultó ser la clave del proceso de
cierta “reconciliación” que se dio en la Cumbre. Para Cuba el salto
resultaba inmenso, desde su expulsión de la OEA en 1962,  a su
participación en la VII Cumbre en el 2015.

Aunque siendo objetivo, hay que decir que también Estados Unidos
extrajo provechos  de la cumbre. Ojalá los sepa utilizar para mejorar
sus relaciones en el hemisferio.

Primero, porque con posterioridad al error cometido con Venezuela,
Obama  trató de  trasmitir una visión positiva  sobre  cómo debe
arreglar sus asuntos  con el hemisferio y dar atención a sus
relaciones dentro del mismo. En realidad, Obama lució mucho menos
arrogante que otras veces. Aunque si siempre como si tuviese la clave
de la salvación y del éxito.

Segundo, porque América Latina y El Caribe, sintieron la importancia
que tiene actuar  cohesionados frente a  la política norteamericana.
Señal que no deja de tener importancia también para este último, que
puede sopesar  esa capacidad.

En tercer lugar, porque tanto el prestigio de Cuba,  como el  de
Venezuela se vieron incrementados dentro del hemisferio y frente a la
política norteamericana en general.

En cuarto lugar, porque es de esperar que Estados Unidos, haya
extraído la experiencia de que ya no está en condiciones de considerar
al hemisferio como su traspatio seguro.

En quinto lugar, creo que la Cumbre, trasmitió la impresión de que a
los que se mueven en el hemisferio, aún a los propios aliados de
Estados Unidos, de que pueden disfrutar de unos espacios de poder que
antes les  estaban solo reservados a ese país.  Contando con  más
oportunidades, pues el bloqueo les afecta a todos y las tormentas que
crea Estados Unidos con sus  políticas también.

En sexto lugar, porque la percepción de  la afectación  a la hegemonía
de Estados Unidos puede ocupar un espacio en el debate político
interno y dentro del mismo, puede haber  fuerzas que estén de acuerdo
en contemporizar con una política más aceptable y  menos egoísta por
la parte  estadounidense.

No obstante, se pudo observar, en los propios discursos de Obama, que
los peligros para la hegemonía de Estados Unidos, no provienen solo de
las pérdidas de espacio que este va teniendo de manera creciente en el
ámbito internacional, sino  también desde dentro y  no son solo
económicos  o políticos,  sino también  culturales e  ideológicos,
aspectos estos últimos, en que se puso de manifiesto que han entrado
en una crisis que se proyecta con varias manifestaciones.

Un ejemplo muy claro, está en el hecho en que desde principios del
siglo XIX ,  parecía que la sola cercanía de Cuba a sus costas, daban
lugar a un sin número de metáforas, por medio de las cuales se hacía
evidente, por  el principio de vecindad, que Cuba les pertenecía. La
“doctrina  de la fruta madura”   y la del   “destino manifiesto”
ponían prácticamente a Cuba dentro del territorio  del naciente
imperio.

No pensamos que esa ideología y concepción geopolítica haya sido
superada aun, pero parece que los líderes políticos norteamericanos
se verán cada día más obligados a variar  las filosofías y
concepciones  que han informado la política  exterior norteamericana
por casi   trescientos años.

Las metáforas, el pragmatismo excesivo, el  ahistoricismo, las
prepotentes  concepciones geopolíticas,  que  han  informado siempre
el proceso de formulación de política en Estados Unidos, le están
creando ya problemas a  la   política estadounidense.

Como se puso de manifiesto en la VII Cumbre, las concepciones a que
nos hemos referido  ya están desfasadas de la realidad. Lo cual se
expresa en algunos asuntos  muy importantes:

- Los fracasos que ya acumula la política exterior norteamericana.

- Como  la academia  y la ciencia tienden  a separarse de las
concepciones políticas de la burocracia gubernamental.

- La resistencia que ya enfrentan las argumentaciones y
justificaciones de la política gubernamental.

- La inutilidad creciente de ver al mundo real a  través del prisma de
los intereses geopolíticos elaborados por la burocracia  y no al mundo
como es en realidad.

- La resistencia, contradicciones y divisiones que ya provoca de
manera creciente, en el debate interno,  la imposición de políticas
que no se justifican. Reflejo de la contradicción entre  cómo la
sociedad tiende a verse a sí misma y cómo quieren verla los intereses
políticos y  de poder.

- Lo relativamente inestables que se comportan las políticas
adoptadas, las que  tienden a ser ajustadas  continuamente a un ritmo
hasta ahora desconocido.

- La pérdida de credibilidad creciente en las políticas de Estados
Unidos a nivel internacional.

Hacia el futuro, ninguna política, como la desplegada hacia Cuba,
volverá a permanecer sin cambio por  más de cincuenta años   y la del
tipo de   declarar a Venezuela como un peligro a la seguridad nacional
de Estados Unidos, no volverá a durar más que  unos meses.

Ahí están las consecuencias de los casos de Saddam Hussein en Irak  y
la declarada contra Khadafi en Libia.

La demonización de Fidel Castro, que no se logró y la de Nicolás
Maduro  que ha comenzado a desmoronarse. Las consecuencias de la lucha
contra el terrorismo, que lejos de ser una solución, ha traído más
terrorismo y una aguda sofisticación del mismo.

Es decir,  Estados Unidos se encuentra  dentro de una situación que va
mucho más allá de tener que variar o no una política exterior.
Tropieza con un problema de concepción filosófica al formular sus
políticas exteriores.

Lo cual quiere decir, que más allá de las políticas concretas, su
efectividad o no, Estados Unidos, particularmente en su llamado
histórico traspatio, tropieza con problemas que tienen que ver con las
bases filosóficas e ideológicas con que formula su política exterior y
la VII Cumbre de las Américas ha puesto de manifiesto esto también. No
se trata solo de un fracaso de las  políticas, sino de la
obsolescencia de las bases teóricas con que estas han sido formuladas
históricamente. Razón por la cual la credibilidad de las políticas de
Estados Unidos,  han  sufrido también un deterioro creciente.

Lo que acontece hoy con la política exterior de Estados Unidos, no es
solo un problema para la sociedad  norteamericana y sus políticos sino
también para sus aliados, interlocutores potenciales y para el mundo
en general.

Porque si un imperio, como lo es aún Estados Unidos, se encuentra
atravesando por una crisis de sus concepciones políticas, ello
encierra un gran peligro que implica  potenciales consecuencias que
aún no se definen ni se sabe a dónde pueden llegar. Por lo pronto el
fenómeno esbozado más arriba, ya tiene consecuencias  del tipo
siguiente:

- Una división dentro de la sociedad norteamericana que es cada día
mayor, en que un cierto debate entre nación e imperio se está abriendo
paso.

- El  temor de las derechas políticas y sus clases subalternas, que
cada día se complejiza, llevándolas a rebelarse contra cualquier
intento de apreciar más objetivamente la realidad del mundo y de
ajustarse a los cambios que van teniendo lugar.

- Un debate ideológico que se agudiza  y adopta formas y derroteros
cada vez más caóticos,  reaccionarios y peligrosos.

- El  peligro que un ambiente político como el esbozado encierra en
contra de una potencial  convivencia pacífica mundial.

De modo que se trata de una crisis que puede arrastrarnos a todos y a
la cual debemos hacerle tenaz resistencia.

Esa concepción desplegada por Obama  en sus discursos,  que concibe la
historia como  una simple justificación para quejarse, para justificar
los males y las deficiencias del presente y que llama a mirar hacia
adelante, sin desear explorar el pasado, es de una peligrosidad
extrema.

Es cierto que no se debe utilizar la historia como única causa de lo
no alcanzado, pero tampoco es posible  ignorarla. Por supuesto, no
quisiera Obama que le recuerden los crímenes, los genocidios y los
errores abismales  de la política norteamericana;  pero si bien es
cierto que  no son de su responsabilidad personal, Obama representa al
imperio y ello tiene que asumirlo en toda su magnitud. Pues no pocas
veces los presidentes norteamericanos se comportan solo como si su
responsabilidad, con lo que hace Estados Unidos, comenzara el día que
lo eligieron, lo cual los sitúa siempre en una posición muy cómoda
para  no tener que rendir cuentas por lo pasado.

La VII Cumbre de las Américas, recién concluida, aportó la fórmula
para reaccionar  ante esos fenómenos .Puede que no sea la única forma,
pero  ya dentro de la propia  Cumbre probo  su efectividad y le mostró
a  Obama, que no es con presiones, prepotencia,  amenazas ni intentos
de hegemoniza ion,  como debe enfocar la política norteamericana hacia
el hemisferio.

Para los pueblos del hemisferio, le mostró la necesidad de actuar
unidos,  de manera coherente y con la mira puesta en la integración
económica verdadera,  que tan vital  resulta, para obligar a Estados
Unidos  a rectificar en los  intentos imponer sus políticas.

Es muy pronto para conocer  si Estados Unidos aceptaría el embate de
los países de América y el Caribe, solo  para tomar impulso,  ganar
tiempo y  salir de los  malos momentos -que considera  como simples
coyunturas  y por tanto superables- o si realmente se propone
rectificar.

Si tal estrategia mencionada surtió efectos en la Cumbre, habría que
continuar con ella, pues al menos, hasta ahora, ha permitido a Cuba y
los demás procesos sobrevivir, porque no hay nada más cierto de que
“con muertos no se negocia”.

No obstante, hay que reforzar sobremanera la soberanía política
lograda,  con orientaciones económicas fuertes, cohesionadas  y
progresivas, que terminen de dar al traste con el neoliberalismo, aun
fuertemente presente en  la realidad hemisférica,   de lo contrario
el retroceso continua  siendo un peligro inminente para todos aquellos
que se han atrevido a cuestionar la hegemonía de Estados Unidos en el
hemisferio.

La Habana, Abril 17 del 2015

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