miércoles, 14 de octubre de 2015
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Benedicto XVI, el Papa Democrático
Jubenal Quispe
¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y entonces podrás ver la paja que tiene tu hermano en el suyo (Mt. 7:5).
Esta es la reprimenda que Jesucristo le haría a Benedicto XVI después de su discurso en Brasil
Mientras el Papa hablaba de autoritarismos todavía no superados, refiriéndose a gobierno civiles, mi mente se fue inundando de los dolorosos recuerdos del autoritarismo católico.
¡Cómo duele la violencia eclesial que soportan los católicos del Sur Andino del Perú, fruto de la imposición y de la prepotencia de los obispos del Opus Dei, Soladicius ! ¡Cómo olvidar el pasado y el presente del Cardenal Luis Cipriani, cómplice de la dictadura fujimontesinista, quien celebraba su misa en el Departamento de Ayacucho –Perú, acolitada por militares bien armados! Y ¿quiénes pastorearon el Plan Cóndor, cuyo costo humano todavía lloramos los sobrevivientes de América Latina?
Si explicitáramos el padecimiento de las mujeres y varones bajo el régimen del Vaticano, sólo sería un intento, porque no habría dedos que lo soporten, ni ojos que lo alcancen a leer completamente.
En la actualidad, de los cerca de 200 estados que coexisten en el planeta, 160 son estados democráticos, el resto está sometido a los tiranos o absolutistas medievales. Por su esencia cristiana, el Estado del Vaticano debería regirse con un sistema democrático y fraterno, pero no es así.
El Estado del Vaticano, concesión de Mussolini (1929, Tratado de Letrán), jamás conoció un régimen democrático. Y, entonces, ¿con qué autoridad el Papa Benedicto XVI, jefe del Estado Vaticano, nos puede enseñar sobre democracia? El régimen democrático para la elección de los obispos es un clamor católico antiguo. Basta revisar los escritos de San Cipriano, S. III y IV (Padre de la Iglesia, víctima de la tiranía romana). ¿Por qué será que el Papa guarda silencio sobre la tiranía norteamericana en América y el mundo?
Otra “verdad” proclamada por Benedicto XVI en Brasil, aparte de atacar a las otras expresiones eclesiales como “sectas”, fue que a los originarios de Aby Ayala no se les impuso la religión católica. Esta afirmación es como intentar negar la historicidad de la conquista y de la colonización de América Latina y África. Hoy, es una insensibilidad con el dolor colectivo de los pueblos indígenas, fruto de la extirpación y aniquilación de su espiritualidad. Parece que para Benedicto XVI, Bartolomé de las Casas y Francisco Montesinos, profetas defensores de los pueblos originarios frente a los conquistadores cristianos, nunca existieron.
Cuál de las dos actitudes será cierta: El perdón que pidió Juan Pablo II a los pueblos originarios por las atrocidades de la conquista española cristiana, con motivo de los 500 años de la conquista, o la negación de la violenta conquista cristiana que sostiene Benedicto XVI.
Muchos teólogos cristianos y misionólogos creemos que el cristianismo en el tercer milenio tendrá que ser más humilde, democrática, ecuménica e interreligiosa, o no será nada, pero Su Santidad no nos da muchas esperanzas. Estos tiempos ya son otros. La guerra frontal contra el condón o la santa cruzada por la virginidad no son esenciales ahora que la Madre Tierra está herida de muerte por los ecocidios y fundamentalismos.