viernes, 23 de octubre de 2015

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Carta Abierta a Ernesto Che Guevara Frei Betto

Querido Che:

Ya han pasado cuarenta años desde que la CIA te asesinó en la selva de
Bolivia, el 8 de octubre de 1967. Tenías entonces 39 años. Pensaban tus
verdugos que, al meterte balas en tu cuerpo, después de haberte
capturado vivo, condenarían al olvido tu memoria. Ignoraban que, al
contrario de los egoístas, los altruistas nunca mueren. Los sueños
libertarios no quedan confinados en jaulas cual pájaros domesticados. La
estrella de tu boina brilla más fuerte, la fuerza de tus ojos guía a
generaciones por las rutas de la justicia, tu semblante sereno y firme inspira
confianza a quienes combaten por la libertad. Tu espíritu trasciende las
fronteras de Argentina, de Cuba y de Bolivia y, cual llama ardiente, inflama
aún hoy el corazón de muchos revolucionarios.

En estos cuarenta años ha habido cambios radicales. Cayó el muro de
Berlín y sepultó al socialismo europeo. Muchos de nosotros sólo ahora
comprenden tu osadía al señalar, en Argel en 1962, las grietas en las
murallas del Kremlin, que nos parecían tan sólidas. La historia es un río
veloz que no ahorra obstáculos. El socialismo europeo trató de detener las
aguas del río con el burocratismo, el autoritarismo, la incapacidad para
llevar a la vida cotidiana el avance tecnológico derivado de la carrera
espacial y, sobre todo, se revistió de una racionalidad economicista que no
hincaba sus raíces en la educación subjetiva de los sujetos históricos: los
trabajadores.

Quién sabe si la historia del socialismo no sería distinta hoy si hubieran
prestado oído a tus palabras: "El Estado se equivoca a veces. Cuando
sucede una de esas equivocaciones se percibe una disminución del
entusiasmo colectivo debido a una reducción cuantitativa de cada uno de
los elementos que lo forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido
a magnitudes insignificantes: es el momento de rectificar".

Che, muchos de tus recelos se han confirmado a lo largo de estos años y
han contribuido al fracaso de nuestros movimientos de liberación. No te
escuchamos lo suficiente. Desde África, en 1965, le escribiste a Carlos
Quijano, del periódico Marcha de Montevideo: "Déjeme decirle, aún a
costa de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por
sentimientos de amor. Es imposible pensar en un auténtico revolucionario
sin esta cualidad".

Esta advertencia coincide con lo que el apóstol Juan, exiliado en la isla de
Patmos, escribió en el Apocalipsis hace dos mil años, en nombre del Señor,
a la Iglesia de Éfeso: "Conozco tu conducta, el esfuerzo y la perseverancia.
Sé que no soportas a los malos. Aparecieron algunos diciendo que eran
apóstoles. Tú los probaste y descubriste que no lo eran. Eran mentirosos.
Ustedes han sido perseverantes. Sufrieron por causa de mi nombre y no se
desanimaron. Pero hay una cosa que repruebo en ti: abandonaste el primer
amor" (2, 2-4).

Algunos de nosotros, Che, abandonaron el amor a los pobres, que hoy se
multiplican en la Patria Grande latinoamericana y en el mundo. Dejaron de
guiarse por grandes sentimientos de amor para ser absorbidos por estériles
disputas partidarias y, a veces, hacen de los amigos, enemigos, y de los
verdaderos enemigos, aliados. Corroídos por la vanidad y por la disputa de
espacios políticos, ya no tienen el corazón encendido por ideas de justicia.
Permanecieron sordos a los clamores del pueblo, perdieron la humildad del
trabajo de base y ahora cambian utopías por votos.

Cuando el amor se enfría el entusiasmo se apaga y la dedicación se retrae.
La causa como pasión desaparece, como el romance entre una pareja que
ya no se ama. Lo que era 'nuestro' resuena como 'mío' y las seducciones
del capitalismo reblandecen los principios, cambian los valores y si todavía
proseguimos en la lucha es porque la estética del poder ejerce mayor
fascinación que la ética del servicio.

Tu corazón, Che, latía al ritmo de todos los pueblos oprimidos y expoliados.
Peregrinaste desde Argentina a Guatemala, de Guatemala a México, de
México a Cuba, de Cuba al Congo, del Congo a Bolivia. Todo el tiempo
saliste de ti mismo, encendido de amor, que en tu vida se traducía en
liberación. Por eso podías afirmar con autoridad que "es preciso tener una
gran dosis de humanidad, de sentido de justicia y de verdad, para no caer
en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las
masas. Es necesario luchar todos los días para que ese amor a la
humanidad viva se transforme en hechos concretos, en gestos que sirvan
de ejemplo, de movilización".

Cuántas veces, Che, nuestra dosis de humanidad se ha resecado,
calcinada por dogmatismos que nos hincharon de certezas y nos dejaron
vacíos de sensibilidad para con los dramas de los condenados de la Tierra.
Cuántas veces nuestro sentido de justicia se perdió en escolasticismos
fríos que proferían sentencias implacables y proclamaban juicios
infamantes. Cuántas veces nuestro sentido de verdad cristalizó en el
ejercicio de autoridad, sin que correspondiésemos a los anhelos de quienes
sueñan con un trozo de pan, de tierra y de alegría.

Tú nos enseñaste un día que el ser humano es el "actor de ese extraño y
apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble
existencia de ser único y miembro de la comunidad". Y que éste no es "un
producto acabado. Los defectos del pasado se trasladan al presente en la
conciencia individual y hay que emprender un continuo trabajo para
erradicarlos". Quizá nos ha faltado destacar con más énfasis los valores
morales, las emulaciones subjetivas, los anhelos espirituales. Con tu agudo
sentido crítico cuidaste de advertirnos que "el socialismo es joven y tiene
errores. Los revolucionarios carecen muchas veces de conocimientos y de
la audacia intelectual necesarios para enfrentar la tarea del desarrollo del
hombre nuevo por métodos distintos de los convencionales, pues los
métodos convencionales sufren la influencia de la sociedad que los creó".

A pesar de tantas derrotas y errores, hemos tenido conquistas importantes
a lo largo de estos cuarenta años. Los movimientos populares han
irrumpido en todo el Continente. Hoy en muchos países están mejor
organizados los campesinos, las mujeres, los obreros, los indios y los
negros. Entre los cristianos, una parte significativa ha optado por los pobres
y engendró la Teología de la Liberación. Hemos sacado considerables
lecciones de las guerrillas urbanas de los años 60; de la breve gestión
popular de Salvador Allende; del gobierno democrático de Maurice Bishop,
en Granada, masacrado por las tropas de los Estados Unidos; de la
ascensión y la caída de la Revolución Sandinista; de la lucha del pueblo
de El Salvador. En México los zapatistas de Chiapas ponen al desnudo la
política neoliberal y se propaga por América Latina la primavera
democrática, con los electores repudiando a las viejas oligarquías y
eligiendo a aquellos que son a su imagen y semejanza: Lula, Chaves,
Morales, Correa, Ortega, etc.

Falta mucho por hacer, querido Che. Pero conservamos con cariño tus
herencias mayores: el espíritu internacionalista y la revolución cubana. Una
y otra cosa se presentan hoy como un solo símbolo. Comandada por Fidel,
la Revolución cubana resiste al bloqueo imperialista, la caída de la Unión
Soviética, la carencia de petróleo, los medios de comunicación que
pretenden satanizarla. Resiste con toda su riqueza de amor y de humor,
salsa y merengue, defensa de la patria y valoración de la vida. Atenta a tu
voz, ella desencadena un proceso de rectificación, consciente de los
errores cometidos y empeñada, a pesar de las dificultades actuales, en
hacer realidad el sueño de una sociedad donde la libertad de uno sea la
condición de justicia del otro.

Desde donde estás, Che, bendícenos a todos nosotros los que
comulgamos en tus ideales y tus esperanzas. Bendice también a los que se
cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en su
propio beneficio. Bendice a los que tienen vergüenza de confesarse de
izquierda y de declararse socialistas. Bendice a los dirigentes políticos que,
una vez destituidos de sus cargos, nunca más visitaron una favela ni
apoyaron una movilización. Bendice a las mujeres que, en casa,
descubrieron que sus compañeros eran lo contrario de lo que ostentaban
fuera, y también a los hombres que luchan por vencer el machismo que los
domina. Bendícenos a todos nosotros los que, ante tanta miseria que siega
vidas humanas, sabemos que no nos queda otra vocación más que la de
convertir corazones y mentes, revolucionar sociedades y continentes.
Sobre todo bendícenos para que, todos los días, estemos motivados por
grandes sentimientos de amor, de modo que podamos recoger el fruto del
hombre y la mujer nuevos.

Frei Betto es escritor, autor de "La mosca azul. Reflexiones sobre el poder",
entre otros libros.

Traducción de J.L.Burguet

Las citas del Che tienen como fuente el texto "El socialismo y el hombre en
Cuba", publicado en "Ernesto Che Guevara, escritos y discursos", Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, pp.253-272

QUIÉN ES FREI BETTO

El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido
internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 53 libros de
diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles
y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- en 1985 y en el 2005 fue
premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986
fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores.

Asesor de movimientos sociales, camo las Comunidades Eclesiales de
Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa
activamente en la vida política del Brasil en los últimos 45 años. En los
años 2003 y 2004 fue asesor especial del Presidente Luiz Inácio Lula da
Silva y coordinador de Movilización Social del Programa Hambre Cero. ___________________________________________________________
Enviado por:
Armando Rama Martell
Oficina del capítulo cubano
"En defensa de la humanidad"