Cuba. Pedro Suárez: “Santiago Álvarez hacía los materiales con la impronta del corazón”
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Texto y fotos: María Torrellas, Resumen Latinoamericano 27 de marzo de 2019
Foto: Pedro Suárez.
Con motivo del Festival de documentales Santiago Álvarez in Memoriam, entrevistamos a Pedro Suárez, editor de cine y de audiovisuales de forma general y como él mismo dice: “el audiovisual es desde un material muy corto de un minuto hasta un largometraje o una serie, todo es muy importante, todo hay que saber hacerlo y todo forma parte de conocer una profesión”. En la actualidad también se desempeña como supervisor y organizador de todo el proceso de postproducción de cortometrajes, largometrajes y documentales.
Suárez fue homenajeado en el Festival por sus trabajos, editor de Páginas del Diario de Mauricio ( Manuel Pérez, 2006) o de Conducta (Ernesto Daranas, 2014), pero también por ser el editor de Santiago Álvarez en sus últimos años. Justo desde este tema partió la entrevista que sostuvimos con él, en este centenario del nacimiento del cineasta revolucionario Santiago Álvarez.
– Escuché en tu homenaje en el comienzo del Festival que fuiste alumno de Santiago y como si él te hubiera descubierto. ¿Cómo fue eso?
-No creo que tanto, realmente lo que tuve fue el privilegio de estar ahí. Menos de tres meses de haber comenzado a editar me llaman y me preguntan si quería editar otro material audiovisual y dije que sí. Me dicen que vamos a ver al director en su oficina, dije “un director de cine cubano con oficina ¿quién será?”, abren la oficina y era nada más ni nada menos que Santiago Álvarez, dije: “Ay mi madre! en qué problema me he metido”, pero ya había dicho que sí, además me gusta ser arriesgado.
Era un pequeño documental que se iba a hacer con Santiago Álvarez, estoy hablando de finales de enero, principios de febrero del año 1996. Santiago me comentó todo lo que quería con el documental, filmó, y apenas unos días después estábamos sentados en el set de edición comenzando a hacer el trabajo.
-¿Qué documental era?
-Se llamó “El pasado que pervive”, un trabajo apenas conocido en la obra de Santiago. Te podrás imaginar que la presión sobre la silla del editor en ese trabajo fue muy grande. Santiago fue muy comprensivo con mi inexperiencia, simultáneamente era su primer experiencia que él se daba por primera vez, en un sistema digital en Cuba, y yo fui también comprensivo con él en la inexperiencia de cómo pedir y como eran los procesos en la edición. Nos llevamos muy bien en el trabajo, quedó como él quería, como lo habíamos planificado en aquella primera reunión en su oficina, y quedamos contentos, yo particularmente maravillado con la experiencia.
Unos días después, casi un mes, el día 14 de marzo se cumple el aniversario, se celebra en Cuba el Día del Periodista y Santiago me invita a su casa. Cuando llegó, no me lo imaginaba, la casa estaba llena de personalidades de la cultura cubana y, por supuesto, yo allí era un ser completamente insignificante, saludé a todo el mundo y me quedé parado al lado de Santiago. Al poco rato entra quien después fue ministro de Cultura en Cuba, en ese momento era el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Abel Prieto, llega y saluda a Santiago, yo estaba al lado, me saluda y Santiago le dice: “ mira Abel, él es Pedro Suárez, él es mi editor”.
-O sea, que ya por un trabajo él ya te consideró su editor.
-Si, para mi eso marcó un antes y un después.
-¿Cuántos años estuviste editando con él?
-El resto de lo que, desgraciadamente, le quedó de vida. Fueron aproximadamente dos años, pero dos años en que no sólo fue la relación de trabajo, sino una relación de amistad. Eso de que Santiago me presentara de esa forma determinó en mí que si él lo decía yo tenía que ser editor. Tenía muy poca experiencia en el medio y me puse a estudiar y a hacer muchísimos trabajos pensando sobre todo siempre en que no podía defraudar la opinión que había dado Santiago sobre mí, particularmente, de aquella primera experiencia de trabajo.
-Dices que tenías amistad, pero ¿cuáles son los principales valores de Santiago al trabajar?
-En esa primera experiencia, Santiago Álvarez era una persona mayor, me llamó mucho la atención y me impactó las ideas tan frescas, tan juveniles, parecía como si fuera un muchacho de 15 años. Recuerdo en esto que se habla de la utilización de la música, que fui parte de eso, de cómo utilizar la música. Yo sabía y me resultaba fácil editar música, y eso venía muy bien con las ideas que proponía Santiago. Y cómo utilizar creativamente la banda sonora en un momento determinado, que Santiago te dijera “ahí viene esta música, pero vamos a tomar aquella que tenemos pensada para el final y vamos a poner un momentico aquí”, y cuando la poníamos funcionaba.
-¿A la hora de editar él también probaba? no era un guión fijo que tenía, sino que iba ensayando?
-Santiago, y es una experiencia que creo yo en la vida, no hacía los materiales con la lógica del cerebro, los hacía con la impronta del corazón, eso se nota en su obra, y a mí en lo particular me lo transmitió muchísimo.
Lo otro es que acostumbrado a toda una vida editando con moviola, de pronto estaba sentado en una sala con una súper computadora, para aquel momento, editando un sistema absolutamente excelente, donde nada se mueve, un sistema de edición no lineal, completamente digital. Cuan creativo hay que ser, cuan elástico en los modos de hacer, cuanta mente adaptada a futuro, como para decir me siento y sigo haciendo audiovisual y me va a quedar bien. Esa era otra de las cosas que me llamaron mucho la atención de Santiago. Esa capacidad de adaptación a los nuevos medios. Si hoy estuviera Santiago, estaría posiblemente haciendo documentales en 4 K y en Surround, no me cabe la menor duda.
Otra de las cosas que me llamaron mucho la atención es la capacidad de creer en los jóvenes, de creer en gente que no tuviera mucha experiencia, aunque él había trabajado con todo el mundo.
-¿Qué edad tenías cuando él decide que vayas a editar su película?
-Tenía 31 años. Llegué a este medio no muy temprano, y en lo particular llegué de pura casualidad porque jamás en la vida estudié arte, mi escuela fue realizar, hacer.
-Cuando dices a la juventud, estamos pensando en que la juventud se animara a realizar, en una forma de expresión que le llegara a la gente joven.
-Si, por supuesto, y confiar en los más jóvenes. Creo que el resultado de la Cátedra Santiago Álvarez que trabaja con los jóvenes, con la nueva generación de periodistas, mostrando la obra de Santiago para que se haga un periodismo cinematográfico y de documental, no diciendo lo que hay que hacer, sino mostrando el camino para que cada uno ande el suyo, eso hoy es el resultado de lo que pensaba Santiago. Y eso hoy, es lo que me impulsa a, tantos años después, ser profesor de la Cátedra, de un modo muy particular, jamás en la vida he cobrado por una clase, Santiago nunca cobró por enseñarme, puso todo de sí para enseñarme y tengo que seguir la memoria de Santiago.
Te voy a confesar una cosa, que no lo saben en la familia, después que falleció estuve yendo a la tumba de Santiago muchísimo durante años, le debía mucho a Santiago.
-Que emocionante eso que cuentas. Me interesa mucho el aspecto ideológico de Santiago, su internacionalismo, su defensa de la Revolución, su rescate de otras revoluciones, como sus viajes a Vietnam. ¿Ese legado de Santiago te parece que también hay que reivindicarlo ahora, como que falta un poco?
-Primero, Santiago era alguien con un conjunto de principios ideológicos no dogmáticos, pero absolutamente internos, de convencimiento. No porque alguien se lo dijera, él creía realmente en la necesidad de justicia social, creía realmente en un modo muy interno en la necesidad de luchar con los pobres de la tierra, como diría Martí, y eso lo expresa en su obra.
Pero me resulta impresionante una cosa, marzo de 2019 hay mensajes de sus documentales que parece que están hechos ahora mismo, parece que se hicieron para hoy, no para el momento. Eso implica hacer para el hoy y para el mañana la continuidad del trabajo de Santiago y la necesidad de continuarlo.