lunes, 24 de junio de 2019

Chilenos salvaron el Diario del Che en Bolivia que Antonio Arguedas les entregó a riesgo de morir museo Che Guevara de Buenos Aires Toto

Chile. Adiós Hernán Uribe / Rescate del Diario del Che

José Dos Santos / Resumen Latinoamericano / 23 de junio de 2019
No por natural y esperada, máxime a los 94 años de intensa vida, la desaparición física de determinadas personas deja de doler profundamente. El hecho obliga a repasar –y afianzar con ello—los valores que la hicieron muy importantes para muchos. Ese es el caso de Hernán Uribe Ortega, prestigioso periodista chileno de nacimiento pero
latinoamericano y universal en su obra y pensamiento.
Muy destacado en los círculos de periodistas progresistas latinoamericanos (y bien conocido en otros ámbitos), Hernán fue un baluarte en defensa de principios de solidaridad, justicia social y ética, conducta que se expresó por donde quiera que estuvo.
Su entrañable amigo y compatriota Ernesto Carmona, a quien debo la ya esperada noticia, resalta su “vasta trayectoria profesional y docente en Chile,  México y otros países, así como en la dirección de organizaciones gremiales y políticas de la profesión, entre ellas el Círculo y el Colegio de Periodistas de Chile, y en el plano internacional en la desaparecida Organización Internacional de Periodistas (OIP) y, durante las últimas cuatro décadas, en  la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), en cuyo congreso fundador participó en 1976, en México”.
Tomé contacto con él cuando comencé a relacionarme con FELAP, en la década de los años 90, y pronto nació una relación camaraderil entre nosotros que llegó a la amistad, basada en el respeto y admiración que siempre le profesé y en rasgos de carácter comunes, entre ellos ser medio bromista en situaciones serias y muy serio cuando las
circunstancias lo requerían.
Él ya había integrado el equipo fundador de la revista Punto Final a mediados de la década de 1960 y luego fue director del desaparecido vespertino Noticias de Última Hora, del partido Socialista, en la época de Salvador Allende.
En sus andanzas como periodista coincidíamos en haber trabajado en agencias de noticias (en su caso ADN (República Democrática Alemana) y Xinjuá (República Popular China) y tener como hilo conductor común, con años de diferencia, el haber laborado para Prensa Latina, de la que fue fundador en su terruño.
Al intercambiar con él en las reuniones de FELAP, conocí que había sido secretario de Pablo Neruda antes que este fuera elegido senador en la década de 1940 y que estuvo a cargo de las comunicaciones de la reunión de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), efectuada en Santiago en la década de 1970. Después del golpe
pinochetista, en 1973, fue detenido y terminó exiliándose en México hasta la caída de la dictadura.
Pero hay un aspecto poco divulgado de la labor de Hernán, más allá del periodismo: su contribución a que el Diario del Che en Bolivia llegara a manos de Cuba. Al respecto, él aportó su testimonio (ver texto al final).
Su vertical defensa de la Revolución Cubana era consustancial a una firme conciencia de lo correcto, lo valioso en el ser humano. Así lo puso de manifiesto durante sus mandatos al frente de la Comisión de Investigación de Agresiones a Periodistas (CIAP), de la FELAP, a la que estoy vinculado desde hace varios lustros.
Como medida de sus posiciones, agudeza analítica y profundidad de pensamiento, reflejados en su trabajo profesional, cabría ir a los artículos que le publicara Rebelión desde el 2004 al 2015.
“Londres: hace 17 años declararon reo a Pinochet” fue el último registrado a finales del 2015.(P) Entre los que le antecedieron cabe mencionar “Septiembre de 1973: Pinochet inventa una guerra para asesinar a los chilenos”, “La Paz en busca del mar perdido”, “Obama y Cuba”, Tíbet, otra bushiada de Obama. Dalai Lama: un político con disfraz
religioso”, En el aniversario de su muerte. John Reed, un periodista que estremeció al mundo”, “Remembranzas de la infamia. Cuando Teitelboim y otros fuimos desnacionalizados”, “El colonialismo de estos días. Chile reniega de sus pueblos aborígenes” y los reportes periódicos de la CIAP, entre otros.
Esta selección muestra la diversidad de intereses y enormes inquietudes de este gigante del periodismo latinoamericano, alguien que sin gustarle las tribunas predicó con su profesión y su verticalidad ética; que mostró el camino a seguir a hornadas de periodistas de la región, sin asomo de titubeos ni dejarse amedrentar por los
poderosos; que enfrentó siempre a los dueños del dinero para que la verdad
prevaleciera.
Así recordaré siempre –y seguro lo harán todos los que lo conocieron– a ese gran
maestro, hermano mayor, Hernán Uribe Ortega.
—–
14-10-2004
36 años después
El diario del Che, o como burlar a la Cia
Paralelo 21
A comienzos de enero de 1968, transcurridos unos 90 días desde el asesinato aleve de Ernesto Che Guevara, tuve la oportunidad de convertirme en el primer periodista chileno que conoció la intención de Antonio Arguedas para entregar a Cuba el Diario de Campaña del guerrillero.
Tan insólito propósito, pues Arguedas era nada menos que el Ministro del Interior de Bolivia, me fue trasmitido personalmente en Santiago por Víctor Zannier, abogado y periodista boliviano, a quien había conocido yo en La Paz en mayo de 1967, un tiempo en que allí se hablaba y especulaba mucho acerca de la guerrilla.
La decisión de Arguedas, que se concretaría en breve plazo, afianzó, entre otros efectos, la corriente literaria del realismo mágico de García Márquez y otros, o de los real - maravilloso que instauró Alejo Carpentier.  Pues, ¿que otro episodio podía estar más impregnado de tanta fantasía y al mismo tiempo realidad, como este en que el segundo hombre del gobierno, Arguedas, decidía así reivindicar la personalidad del aparente enemigo?
La valiente misión de Zannier buscaba los contactos requeridos para hacer realidad el impulso razonado de su amigo el ministro quien se había hastiado de la interferencia de la CIA y otras entidades estadounidenses en Bolivia, muy específicamente en las tareas de la seguridad a cargo de la secretaria del Interior.
Si en Europa o Estados Unidos, la información del mensajero, casi con seguridad habría sido desechada calificándola tal vez de trampa, aquí fue aceptada. Sirvió, además, como motivación para armar un aparato mínimo que fuese capaz de llevar a la práctica una misión objetivamente muy difícil y arriesgada.
Así emergió la Operación Tía Victoria en la que participamos periodistas y abogados todos ligados con la revista Punto Final dirigida - hasta hoy -  por Manuel Cabieses.  Este grupo se reunió con Zannier, luego contactó con las personas correspondientes de Cuba y finalmente triunfó en el acto final:  Victor trajó copía del Diario a Chile y desde aquí los trasladó a La Habana uno de los confabulados, el periodista Mario Díaz, fallecido en 1985.   La CIA, al parecer, estaba demasiado dedicada a…Bolivia.
El golpe maestro
El 29 de junio de 1968, el diario Granma (La Habana) anunció : Edita el Instituto del Libro el Diario del Che en Bolivia. Estará a disposición de nuestro pueblo a partir del próximo lunes. Un grupo de editoriales de varios países en América y Europa editará simultáneamente en francés, inglés, español y otros idiomas el trascendental documento histórico. En Chile lo hizo Punto Final.
En el prólogo de la edición, escribió Fidel Castro: Desde el punto de vista revolucionario la publicación del Diario del Che no admite alternativa; y acerca de cómo había sido posible obtener el documento, dijo simplemente que algún día se sabrá.
Inicialmente, el régimen dictatorial de René Barrientos, negó en La Paz que el texto fuese auténtico y acusó a La Habana de editar un diario falso. Mas, la evidencia era tal que el 9 de julio y dejando en la estacada a Barrientos, el ejército admitió la autenticidad del texto y afirmó que tomaría medidas para ubicar a los culpables.
Influyó también en el reconocimiento el emplazamiento que el 3 de julio y hablando por cadena de radio y televisión, hizo Fidel Castro a que probaran que el diario era falso.
Junto con aparecer como un arma póstuma del Che, la revelación de su diario frenó bruscamente las intenciones de negociar la publicación ya hechas públicas por círculos castrenses bolivianos y, al mismo tiempo, desnudó los manejos de la CIA para editar un texto falsificado.   (Agentes de la CIA que portaban credenciales del ejército boliviano, fotografiaron y conocieron el Diario antes que los bolivianos).
Transcurrida una semana desde la circulación del Diario la seguridad militar señaló acertadamente al todavía ministro Arguedas como el culpable de lo que era para ellos un grave delito.  Según lo pudo relatar después Arguedas estaba convencido de que lo matarían.   Optó pues por huida y lo hizo hacia Chile.
El 19 de julio de 1968, Arguedas y un hermano que lo acompañó llegaron al poblado de Colchanes, sitio en las alturas de Los Andes a unos 300 kilómetros al norte de Iquique.
Barrientos, en La Paz, proseguía su carrera de dislates.  Dijo primero: Yo no sé si es un secuestro o una fuga y al día siguiente:  quizás Arguedas se ha puesto al frente de los guerrilleros sobrevivientes.
Pronto fue trasladado a la capital chilena donde se encontró con la hostilidad de la policía local y de las autoridades encabezadas por el ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic.   Estuvo , en los hechos, encarcelado, aunque fue defendido por el abogado Jaime Faivovich, uno de los integrantes de la Operación Tía Victoria.
Fue en este paso fugaz por Santiago que pudimos conocer personalmente al ahora ex ministro Arguedas y antes de que fuera prácticamente expulsado del país.   Nos confirmó que en Chile también había sido interrogado por agentes de la CIA que él había conocido antes.
En los días que técnicamente estaba bajo custodia de la policía política, se le permitió una dudosa conferencia de prensa dirigida por un detective.   Allí declaró: Nunca tuve el honor de conocer al comandante Ernesto Che Guevara y no soy un agente comunista internacional.   Soy un revolucionario de la gran patria latinoamericana.
Hernán Uribe es periodista chileno, autor del libro;Operación Tía Victoria; editado en
México, Chile y Cuba.
MAPOCHO PRESS
Santiago – Chile