CANTATA PARA LA ESCUELA DE HUONG PHUC
A
To Hnu, Che Lan Vien y Cu Huy
Can, Poetas del Pueblo de Viet Nam.
Ese aire ciego de cisternas profundas, olvidadas,
Ese relente de sal triste enterrada,
Y esa densa oquedad en la colina
De sonrisas quemadas
¿Es Huong Phuc?
Es Huong Phuc, provincia de Ha Tinh
Al norte de Viet Nam
Lo que está señalado, fue una escuela.
Yo quisiera contar bien, contar fielmente
La historia de la escuela Huong
Phuc.
- Capitán James Sanawic ¿Quisiera Ud. ayudarme a
relatar fielmente la historia de la escuela
Huong Phuc?
El Capitan James Sanawic no responde.
-
Piloto Cole Black, ¿Quisiera usted ayudarme a narrar
esta historia de Huong Phuc?
El piloto Cole Black inclina la cabeza y no responde.
-
Piloto Thomas Mitchel Mc Nish, ¿Tal vez ud. pudiera
ayudarme a contar – quiero contarla bien – la
historia de la escuela
de Huong Phuc?
El piloto Thomas
Mitchel Mc Nish vuelve
la cara, mirando a otro lado y calla.
- Teniente James Hutton, piloto Edward Anthony Davis,
capitan Bruce Seber, comandante James Bond
Stockdal, teniente Wendell
Risner, piloto de la Armada Richard
Taymond, reservista naval
David Renmann, capitán Murphy
Neal Jones, mayor
Gedeón Willard, ¿Quisiera uno
de uds. ayudarme
a contar bien la
historia de esta
escuela?.
Nadie responde, todos
inclinan la cabeza, miran hacia
otro lado, cierran
los ojos, callan.
-
¿Es que acaso
no pueden ayudarme? ¿Acaso no
reúnen todas las
condiciones para hacerlo?.
Pueden hacerlo. Todos
las reunen.
-
¿ Es que tal
vez hay historias
que no pueden contarse
aunque se haya
podido ser su protagonista? ¿O
historias tan terribles, que
no pueden ser
puestas en los libros ?
Interrogo, demando, busco,
inquiero, pregunto. Son muchos,
decenas y decenas, centenares tal
vez, los silenciosos
prisioneros de Hanoi.
Todos callan.
Pero uno como
ustedes, tal vez
uno de ustedes, el
9 de Febrero
estuvo allí.
Todos callan.
-
Pero uno como
ustedes, tal vez
uno de ustedes fue
quién buscó la
casa de la escuela,
quien la buscó
entre todas las casas
de Huong Phoc, porque
traían sus bombas señaladas,
marcadas, destinadas:
“Bombas U.S.A. para la
escuela ”.
Era uno de
ustedes, tal vez
uno como ustedes.
Todos callan
Era uno como
ustedes, tal vez
uno de ustedes, el
que llevó a
la muerte de
la mano, cuando
la pequeña Thi Noa,
de pie junto
al pupitre, decía su
lección, de la
mano de ustedes,
la muerte, cuando
entró en la
escuela de Huong
Phuc.
Teniente, Capitán, Mayor,
Piloto, Reservista naval,
Comandante, mano con mano,
ustedes con la
muerte. Thi Noa no pudo
terminar su lección,
teniente, no pudo terminarla capitán,
no pudo comandante, porque la
muerte había entrado
en la escuela
de Huong Phuc.
Fue el 9
de Febrero, cuando
uno como ustedes, tal
vez uno de
ustedes..........
Los nazis
no pudieron lograr
tanto, teniente, capitán, mayor,
piloto, reservista naval:
ASESINADOS : 34
NIÑOS
Y 24 MAS
HERIDOS, MUTILADOS, MORIBUNDOS.
Los nazis
no pudieron lograr
tanto.
Ahora todos responden,
todos en coro hablan,
recobran de repente
la palabra:
-
Cumplíamos
órdenes, somos militares.
-
¿ Dónde
escuchamos antes esas
palabras? ¿ Quién usó ese
argumento como máscara ? ¿ Quién
ante sí lo
puso como escudo protector ?
Fue en Nuremberg. Fue en
1945. Fueron los nazis, ya sin
arrogancia, ya sin uniformes con negros correajes, ya sin cruces gamadas en el brazo, ya sin
alegar su origen ario, ante el Tribunal para los Crímenes de Guerra.
Pero no, capitán, no comandante, no piloto naval:
No dudamos que la orden, fuera dada:
El Tribunal de Nuremberg no exterminó al nazismo. Su espíritu de tinieblas se desplazó a
Washington, encontró un nuevo cuerpo en el Pentágono. La orden fué, pero ¿Quién la cumplió?
-
Somos militares.
Recibimos órdenes.
¡NO!
Ya ustedes no son hombres. Los
grandes asesinos del aire y de la tierra de Viet Nam,
Con sus propias manos se arrancaron la condición humana.
Pero eran hombres todavía
Cuando las órdenes fueron impartidas
Y en el nombre del hombre, en su defensa,
Les decimos: “A un hombre solo puede obligársele a morír”.
Solamente a morir
Ustedes, en Saigón, solo pudieron
Obligar a Van Troi
A nada más pudieron
Y nadie, nadie puede,
Nadie, obligar a un hombre a remontarse
Al cielo de Huong Phuc
Al cielo de Huong Phuc con una carga
De bombas señaladas, marcadas, destinadas
A convertir en polvo, en sangre, en llamas
La casa de la escuela en el momento en que Thi Hoa, de pié junto al
pupitre
La sonrisa en los labios, decía su lección.
Nadie, teniente, nadie, capitán, puede obligar a un hombre ser el
asesino de 34 niños
Y esto, incontables veces
Lo han hecho ustedes en Viet Nam
No, Mayor Willard,
No, Teniente Hutton,
No Capitán Seeber,
No, Comandante Bona Stockdal
No, Piloto Mitchell Mc Nish
No, todos ustedes, los centenares
De miembros de U.S. AIR FORCES, prisioneros en Hanoi
NO.
Hay órdenes que nadie está obligado a cumplir
Hay órdenes que un hombre verdadero nunca podrá cumplir.
¿ Es que usted,
mayor Willard, o
usted , teniente Hutton, o
usted, capitán Seeber,
o usted piloto Richard
Taymond las cumpliría siempre ?
¿ Siempre mayor, teniente,
capitán, comandante, piloto, reservista
naval ?
¿ Siempre ?
¿ Aún si esta
orden fuera la de
arrojar las bombas sobre
la casa de
la escuela, allá
en el pueblecito de
Nevada, de Tenessee
ó Wisconsin, de Carolina
o de New York, donde estuvieran
sus pequeños hijos estudiando gramática
ó historia ?
¿ En el momento
en que su
hija Nelly, - o
Mary, o
Betty, o Sarah,
o Nancy, o Jane
– de pie
junto al pupitre,
sonriendo, decía su lección ?
¿ Cumplirían esa orden ?
De nuevo, todos
callan.
Hay órdenes a las que
un hombre verdadero siempre dice
que no.
Dennis Mora
dijo que no.
David Samas
dijo que no.
James Johns
dijo que no.
El pentágono quiso
enviarlos a Viet
Nam, quiso que ellos
hicieran lo que
ustedes hicieron, quiso ponerles
en el pecho,
la medalla de 34 niños
asesinados.
Pero David Samas,
James Johns y
Dennis Mora, dijeron que
no.
Dijeron: “Preferimos ir
a la cárcel,
a que ustedes
nos conviertan en
asesinos”.
Los tres eran
militares del ejército
de los Estados
Unidos.
Los tres sabían
que a un
hombre, no se le
puede obligar más
que a morir.
Los tres dijeron
que no al
pentágono.
Muchos como ellos,
han dicho que
no al pentágono, porque
hay órdenes que
nadie está obligado a
cumplir, órdenes que en
defensa del hombre,
un hombre verdadero
no cumplirá jamás.
FELIX PITA
RODRIGUEZ
Recibió desde Cuba y difunde Toto,
del Museo Ernesto Che Guevara – calle
Rojas 129 Capital tel. 53720744
email: museocheguevara@fibertel.com.ar Lunes
a Viernes de 9 a 19 hs., doná sangre, doná órganos, se solidario, podés derrotar
a la muerte, dando vida.