Lo que significa el retorno del Peronismo en Argentina
Por: El Duende
La derecha latinoamericana acaba de sufrir una aplastante derrota moral con el triunfo electoral de los Peronistas en la Argentina, un vuelco político que sin duda alguna tendrá repercusiones de igual signo de izquierda en toda América Latina.
Por otra parte las cosas no andan bien para los adoradores del "capitalismo salvaje" en otras naciones del continente americano, como en Chile, donde el gobierno del Presidente Piñera se tambalea ante el repudio popular masivo volcado en la calles de ese país austral, tal como antes había ocurrido en Ecuador contra el tránsfuga Lenin Moreno , o en Perú ante un Congreso corrupto y reaccionario divorciado de las ansias de cambios económicos y sociales sustanciales a los que aspira el pueblo peruano.
Por otra parte aunque la derecha grite y patalee en Bolivia, Evo Morales ganó su reelección presidencial en Primera Vuelta, a la vez que el Frente Amplio de Uruguay quedó en primer lugar en las elecciones del pasado domingo, algo que le viene muy bien al gobierno Bolivariano del Presidente Maduro en Venezuela, que cuenta con el apoyo y reconocimiento de la izquierda continental, encabezada por México, Cuba, Bolivia y Nicaragua, algo que está haciendo fracasar el cerco diplomático y económico orquestado contra Caracas por el gobierno norteamericano de Donald Trump con la complicidad manifiesta del lacayuno e impopular Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, un hombre de pocas luces y malas entrañas que donde único cosecha aplausos en todo el continente es entre los cubanos recalcitrantes de la extrema derecha de Miami.
A decir verdad a esa derecha latinoamericana solo le quedan como esperanza de sobrevivencia dos afilados y peligrosos colmillos, el impresentable Bolsonaro de Brasil y el impredecible Donald Trump en la Casa Blanca.
Pero sin duda alguna que el triunfo peronista en Argentina marca un nuevo rumbo en el continente americano. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y la derecha más que ciega es estúpida. Digo yo.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.