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Hoy mi mamá,
Payita, cumple 93 años, vivió intensamente como si fueran mil.
Desde muy
joven tuvo que enfrentar, junto a su madre y hermanas, caminos muy duros y de
sacrificio, pero siempre logró salir adelante.
Tomó las
riendas del Socialismo y hasta el último día luchó para erradicar la
desigualdad.
Fue
consecuente y una gran luchadora, renunciando a todos sus privilegios y
convencida del camino por recorrer para soñar por una nueva sociedad.
Combatiente
de La Moneda hasta las últimas consecuencias, heroica soldado, sin vacilar a
pesar del sentimiento y la presión de un hijo detenido y asesinado por la
dictadura, dolor que en silencio arrancó sus lágrimas, pero no vaciló en
mantener sus principios.
Fue
protagonista en la solidaridad y lucha contra la dictadura.
Nos dejó
grandes legados, le dio continuidad y logró montar el Museo de la
Resistencia, hoy Museo Salvador Allende.
Fue
protagonista en el desarrollo del turismo en Cuba, cuyo aporte hoy es uno de
los principales recursos del pueblo de ese país.
Pero su gran
legado fue su ejemplo, su accionar, pero el más importante, su pensamiento
político y revolucionario.
Hoy, si
hubiese tenido el privilegio de ver a la nueva generación en Octubre del año
pasado, gritando sus reivindicaciones, luchando sin tregua y marchando sin
descanso por el derecho a vivir en paz, sus ojitos azules brillarían de
alegría y su sonrisa recorrería desde el Norte a Sur.
Qué mejor
regalo y homenaje para mi madre este gran movimiento social con el que
lograremos un mejor porvenir y una nueva constitución con una asamblea
constituyente y derrotar el neoliberalismo que tiene en la miseria a la
mayoría del pueblo.
Te dedico la
consigna que nos permitirá una nueva sociedad y cumplir con tu sueño:
El Pueblo
Unido Jamás Será Vencido
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Carta del
Doctor Max Ropert Contreras a su madre, secretaria de Salvador Allende y
luchadora incansable al servicio de los pueblos, hasta su muerte…
Fuente:
‘La Payita’
Valor y lealtad de mujer
Virginia Vidal
‘La Payita’ en
La Habana con Alejandro Fernández Allende, nieto del presidente Salvador
Allende.
Pocas veces, en la historia
de Chile, una mujer ha sido tan injuriada como Miria Contreras Bell, ‘La
Payita’. La saña contra ella sólo es comparable a la que emplearon Casimiro
Marcó del Pont, el capitán San Bruno y sus sicarios, contra las mujeres que
lucharon por la independencia de Chile.
Le asesinaron a un hijo; fue perseguida de modo implacable y hasta se puso precio a su cabeza; se usaron todos los medios de comunicación para denigrarla y alguien cometió la felonía de usarla como grotesco personaje de una novela. Pero nada, ni nadie, logró humillarla ni quitarle nobleza y dignidad.
Miria Contreras Bell nació
en 1928, en Taltal, hija de José Ángel Contreras, abogado, radical y masón.
Estudió interna en el Colegio de las Monjas Alemanas, del Barrio Bellavista, en
Santiago. Terminó la enseñanza media y entró a trabajar por la mala situación
de su casa y peor salud de sus padres. Conoció al ingeniero Enrique Ropert
Gallet y se casó, a los veintidós años. Cuando el matrimonio decidió comprar
casa, eligió una en la calle Jorge Isaacs, casi esquina de Guardia Vieja,
contigua a la de Salvador Allende, en la Comuna de Providencia. Buenos vecinos,
unieron por los patios las casas, abriendo una puerta medianera.
Todo el mundo la llamaba
‘Payita’. Comenzó a trabajar con Salvador Allende en 1964. Elegido Presidente,
fue su secretaria privada y la consejera más cercana. Su figura se acrecentó en
la Unidad Popular, al manejar en el palacio de La Moneda los vínculos con los
partidos de Izquierda, incluido el MIR. Además, estuvo a cargo de la pauta y
agenda presidencial y de coordinar las reuniones de importancia que el
Mandatario sostenía. Ella coordinó el Comité Internacional de Solidaridad
Artística con Chile –presidido por Mario Pedrosa, con Carlo Levi, José María
Moreno Galván–, el apoyo de artistas del mundo para fundar el Museo de la
Solidaridad.
Conviene recordar lo
sucedido a la familia del presidente Salvador Allende tras su muerte: su hija
Beatriz salió rumbo a La Habana, en las primeras horas del jueves 13 de
septiembre de 1973, junto a su marido, el diplomático cubano Luis Fernández
Oña, y Maya, la hija de ambos, nacida en septiembre de 1971. En Cuba tuvo a su
otro hijo, Alejandro Salvador; antes de suicidarse, dejó a ambos niños al
cuidado de ‘La Payita’ y su hermana, Mitzi Contreras Bell.
Hortensia Bussi, con sus hijas Isabel y Carmen Paz y sus nietos Marcia, Carmencita, Gonzalo y Andrés, más decenas de exiliados chilenos y el embajador mexicano Gonzalo Martínez Corbalá, partieron en el avión que aterrizó, el 16 de septiembre de 1973, en el aeropuerto de Ciudad de México. Esperaban a la viuda de Allende y a su familia el presidente Luis Echeverría y su gabinete. Poco después, el presidente de México, acompañado por Hortensia Bussi, ofreció una conferencia de prensa. Fue impresionante la solidaridad que le brindó el pueblo mexicano a la familia Allende.
EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA
Antes del Golpe, ‘La Payita’
y Allende, cuando él ya era Presidente y ella estaba separada de su marido,
compartían los fines de semana en la parcela de El Cañaveral. En La Moneda,
como su secretaria, ella lo acompañó en todo momento, aun en el bombardeo, el
martes 11 de septiembre de 1973. Llegó el momento decisivo y Allende ordenó a
las mujeres abandonar el Palacio. Poco después que Marta Silva, secretaria de
Daniel Vergara, subsecretario del Interior, ‘La Payita’ salió por Morandé 80.
Por encargo del presidente Allende, llevaba en el bolsillo de su chaqueta el
Acta de Declaración de la Independencia de Chile, de enero de 1818,
para salvarla del incendio. En el primer piso, antes de llegar a la calle, un
soldado le arrebató el pergamino y lo destruyó, pese a los gritos de ella
diciéndole que ese documento histórico era sagrado.
Una vez en la calle, cuando
todo el grupo fue obligado a tenderse en el pavimento con los pies hacia la
cuneta, y mientras helicópteros pasaban disparando, un soldado la hizo ponerse
bajo una cornisa para que se resguardara de las balas. Incluso, le dijo que se
tapara la cara con las manos. Gracias a ese soldado, que la separó del grupo,
fue vista por el hermano del secretario del presidente Allende, Osvaldo Puccio:
el mayor de Sanidad del Ejército y dentista del personal de La Moneda, Jaime
Puccio, quién había llegado temprano a La Moneda. Por petición de Allende,
Puccio había ido a su casa a vestirse con el uniforme que tenía –el de gala– y
regresó a La Moneda en momentos en que los compañeros de Allende salían por Morandé
80. Cuando Jaime Puccio vio a Miria Contreras, tendida en el suelo y a un
soldado encañonándola, le dijo que se hiciera la muerta y de inmediato ordenó
al soldado llamar a la ambulancia que estaba en la esquina, diciendo: “Esa
mujer está herida”. Los camilleros la tomaron de pies y manos y la echaron
en la parte de atrás de la ambulancia, que partió rumbo a la Posta Central.
Cuando los médicos se acercaron para atenderla, ella les dio su nombre y les
dijo que venía de La Moneda y que debía salir de allí. Pero, el doctor Álvaro
Reyes y una enfermera se lo impidieron y decidieron protegerla.
Miria anduvo días peregrinando de casa en casa, sin poder comunicarse con sus hermanas ni con sus hijos Isabel y Max, militantes del MIR y, peor aún, ignorando la suerte corrida por su hijo Enrique. A él y a nueve miembros del GAP, que partieron con ella del Cañaveral a La Moneda, los tomaron prisioneros en la Intendencia y fueron inútiles los esfuerzos para que los liberaran.
SU HIJO ENRIQUE
Enrique tenía veinte años,
era estudiante de Economía en la Universidad de Chile y fue detenido, en la
esquina de Morandé y Moneda, por Fuerzas Especiales de Carabineros, cuyo
cuartel se encontraba en la Intendencia. El grupo de prisioneros fue conducido
en un bus de Carabineros a la Sexta Comisaría y, desde allí, al Cuartel de
Investigaciones. El 20 de septiembre, el cuerpo de Enrique Ropert Contreras
apareció bajo el Puente Bulnes del Río Mapocho, acribillado a balazos. El 3 de
octubre, su tía Mitzi encontró el cadáver en la morgue.
‘La Payita’ no pudo asistir
al entierro de su hijo, como tampoco su ex marido, Enrique Ropert Gallet (1913-2013), que estaba
preso. Este ingeniero civil, militante del Partido Socialista y consecuente
hombre de izquierda, abandonó la empresa privada para ayudar al gobierno de
Allende. Durante el gobierno de la Unidad Popular trató de formar la Empresa
Nacional de la Construcción en el Ministerio de Obras Públicas, lugar donde fue
detenido, el 20 de septiembre de 1973, trasladado al Estadio Nacional y, luego,
a la Cárcel Pública. En julio de 1974, fue expulsado a Francia.
Miguel Orellana Benado,
doctor en Filosofía, en Oxford, licenciado en Ciencias y consultor en Educación
de organismos chilenos y extranjeros, profesor de la Universidad de Chile,
testimonia: “Pocos días después del golpe de Estado, mientras discutíamos
con unos amigos si quedarnos en Chile o irnos a Israel, apareció mi mamá en la
puerta de la habitación. Estaba muy seria. Me dijo lo que nunca antes me había
dicho: que mis amigos tenían que irse, de inmediato. Y que, después, pasara a
saludar. Nunca había ocurrido algo semejante. No hice preguntas. Les dije a mis
amigos que se fueran, y pasé a saludar. En un sillón en el salón del fondo
estaba sentada Miria Contreras Bell, ‘La Payita’, secretaria personal del
presidente derrocado, la mujer más buscada del País. Ella venía a pedir
refugio”.
SOÑANDO CON LA PAYITA
Después del golpe, visité a
Mario Carreño (1) y a su mujer,
Ida González. A ella la conocía desde que estábamos en el liceo, donde ya había
demostrado sus dotes de pintora. Los esposos habían sido víctimas de Matías
Vial, designado decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de
Chile por la Junta Militar, quien llegaba en su moto, todo vestido de cuero
negro, y orinaba la puerta y muros de su casa, profiriendo groserías contra
ellos y contra Cuba.
En el patio de esa casa pude
ver numerosos cuadros del artista, inspirados en los mascarones de Pablo
Neruda. Idita trajo una jarra de refresco y Mario me contó: “Soñé, antes del
11 de septiembre, que ‘Payita’, mi comadre, madrina de una de mis hijas,
llegaba de madrugada con un delantal blanco… algo terrible. Pero, no imaginé
que mi sueño se iba a repetir en la realidad. Una noche golpearon. Abrí la
puerta y ahí estaba ‘La Payita’, con delantal blanco…”.
En esos días, Mariana, una
de las hijas de los Carreño, había obtenido el primer premio en el concurso
infantil de pintura convocado por El Mercurio. Cuando la
entrevistaron, dedicó su premio a su madrina. Felizmente, no le preguntaron
quién era… Se trataba de Miria Contreras, ‘La Payita’.
Fugada de la Posta Central, ‘La Payita’ llegó hasta la casa de sus compadres y comenzó su ocultamiento en diversos lugares. El embajador de Suecia, Harald Edelstam, la rescató y llevó a la Embajada de Cuba. Allí, permaneció asilada durante meses, hasta que logró salir del País, en junio de 1974. Exiliada en Cuba trabajó en Havanatur, la empresa estatal de turismo, y fue su representante en París y Miami.
El 15 de
diciembre de 1975 se conmemoró el Año Internacional de la Mujer y en
México se celebró la conferencia principal, que terminó convirtiéndose en
congreso, con participación de María Esther Zuno de Echeverría. Tuvo como
sede la Secretaría de Relaciones Exteriores. Asistió Delia Vergara, directora
de la revista Paula, quien me contó lo ocurrido, testimoniando la
intromisión obscena de Alicia Romo, delegada oficial de la Junta Militar.
Cuando Hortensia Bussi terminó su intervención, la Romo se atrevió a proclamar
a voces que ‘Tencha’ no era viuda ni era esposa de Allende, pues este tenía
como querida a Miria Contreras, ‘La Payita’. Laura Allende, cuya presencia de
mujer bella y muy frágil por la enfermedad que la invadía resultaba
conmovedora, con voz firme impuso silencio e intervino diciendo que nadie tenía
derecho a injuriar a sus hermanas, ‘Tencha’ y Miria, y exigió respeto por sus
deudos…
Han pasado cuarenta años y
la emérita Alicia Romo descansa sin contratiempo, luego de haber sido
dueña de la primera universidad privada de Chile [Universidad Gabriela Mistral] y haber
lucrado hasta el hartazgo, no sólo con la Educación sino, también, con negocios
inmobiliarios.
SU ROL EN LA LUCHA DE
RESISTENCIA
Mientras ‘La Payita’
permaneció oculta en la Embajada de Cuba –a cargo de Suecia, cuando ya todos
los diplomáticos cubanos se habían ido–, escribió una carta a ‘Tati’ Allende,
contándole lo sucedido en La Moneda, el día del Golpe, como lo vivido con
posterioridad (documento reproducido por The Clinic, 4 de septiembre, 2003,
distribuido por Isabel Ropert). Se trata, al mismo tiempo, de una carta personal y
de un escrito histórico, testimonio de lo visto por un testigo privilegiado.
Una crónica despojada de adjetivos, vívida en la relación de los sucesos, que
expresa su pensamiento sobre ‘Tencha’ Bussi: “Tu madre tiene locos a la
Junta y fascistas en general, con sus giras mundiales en busca de solidaridad.
No hay día que no salga una foto y un artículo respecto a ella. Para qué te
cuento lo que le inventan; pero, la verdad es que los saca de quicio. Vayan
para ella nuestros más sinceros agradecimientos y felicitaciones por su
trabajo, lo mismo para ustedes todos”.
Durante su permanencia en el
extranjero, ‘La Payita’ desempeñó un rol fundamental en el contacto y amparo a
chilenos exiliados. Pendiente del Museo de la Solidaridad, se preocupó por
acrecentar su patrimonio y fue determinante en la creación de los Museos de la
Resistencia, junto a los organizadores-fundadores Mario Pedrosa, Miguel
Rojas-Mix, Pedro Miras, los artistas plásticos exiliados y Carmen Waugh. Todas
esas obras se fueron exponiendo, desde 1977, en numerosas ciudades de Francia,
España, Suecia bajo el nombre del Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
También, se preocupó de reunir las arpilleras, cuadros y otras obras de Violeta
Parra para trasladarlas a La Habana, donde se cuidarían hasta que fuera posible
retornarlas a Chile. Cuando estuvo en Belgrado, la acompañamos a una reunión
con los artistas yugoslavos, que aportaron sus obras al Museo de la
Solidaridad.
Tuve el
privilegio de compartir varias jornadas con el pintor cubano Wifredo Lam (2) y
entrevistarlo en La Habana, en 1981. Lo acompañaba, como asistente y secretaria
la fotógrafa chilena Adela Gallo, quien fue destacada dirigente de las mujeres
durante el periodo de la Ley Maldita [Oficialmente Ley de Defensa
Permanente de la Democracia del traidor González Videla, en 1948, para
perseguir al Partido Comunista, que había sido fundamental para su elección
como Presidente de la República]. Lam era amigo de Miria Contreras; durante la Unidad
Popular donó una obra suya al Museo de la Solidaridad y, ahora, colaboraba con
ella, en París, para el Museo de la Resistencia.
Perseveró en su silencio
durante veintisiete años. Lo rompió una sola vez, en marzo de 2000, cuando
presentó una querella criminal contra Augusto Pinochet por su responsabilidad
en la muerte de su hijo Enrique Ropert Contreras. Sus otros hijos son Max,
combatiente internacionalista, médico de profesión, trabaja en el Hospital San
José, e Isabel, la dueña de El Cañaveral. ‘La Payita falleció el 23 de
noviembre de 2005, a las 12.30 horas. Sus restos fueron velados en el Museo de
la Solidaridad Salvador Allende, cuando tenía su sede en calle Herrera. Ningún
empeño en silenciarla puede resultar, porque está viva en la memoria del pueblo
que admira su valor, su lealtad, su señorío, su entrega absoluta a una causa.
Notas
(1) Mario Carreño nació en La Habana, el 24 de mayo de 1913. Se radicó en Chile, en 1958. Al año siguiente, con Nemesio Antúnez y otros artistas fundó la Escuela de Arte de la Universidad Católica. Obtuvo la ciudadanía chilena en 1969. Premio Nacional de Arte de Chile, 1982. Murió en Santiago, el 20 de diciembre de 1999.
(2) Wifredo Lam
nació en Sagua la Grande, Las Villas, Cuba, en 1902; hijo de madre africana y
padre chino. En 1924, viajó a España para estudiar en la Academia de San
Fernando, de Madrid. Murió en París, en 1982.