viernes, 19 de junio de 2020

El Cura de la Basura Mauricio Silva barrendero se lo llevo un Falcon Blanco al cielo de los desaparecidos que niegan algunos Veremundo Fernández museo Che Guevara Caballito Toto


RECORDAR ES VOLVER A PASAR POR EL CORAZÓN
Queremos agradecer a los compañeros y compañeras, amigos, familiares, ex-trabajadores, vecinos y vecinas que se sumaron de todas partes del mundo para recordar y homenajear a los trabajadores desaparecidos del Corralón de Floresta. En un emotivo encuentro de más de 90 personas compartimos experiencias, lectura de poemas, recuerdos y sobre todo destacamos la importancia de resistir al negacionismo impuesto durante décadas por aquellos que prefieren el olvido.
Desde la Asamblea de Floresta, militamos la importancia de la Memoria y la reivindicación de aquellos que, como nosotros, soñaban con un país mejor.
Aún en tiempos de pandemia, la Memoria está más viva que nunca.

Les compartimos el video de la actividad.
NESTOR SANMARTINO - JULIO GOITIA - MAURICIO SILVA
¡PRESENTES AHORA Y SIEMPRE!

Adjuntamos la invitación a la misa que en su memoria será celebrada el martes 16 por el " Toto" de Vedia por quinto año consecutivo. Debido a la pandemia, tendrá lugar en instalaciones del sindicato de camioneros donde pertenecen barrenderos y  recolectores, y transmitida por facebook.
A continuación dejamos el texto de Veremundo Fernández dedicado a Mauricio Silva...


M A U R I C I O   S I L V A
(Cura  Barrendero)
14 de Junio: Día del Barrendero Municipal

Conocí a Mauricio Silva al comienzo del otoño de 1974 y compartí mi vida con él durante casi un año en el Conventillo de la Calle Malabia, al 1450, de la Ciudad de Buenos Aires.
Mauricio era un hombre en la plenitud de la vida, de mirada penetrante,  sonrisa fácil y  palabra cariñosa de amigo; además, era Cura y logró un puesto como  Barrendero Municipal, asignado al Corralón de Floresta.
Sin duda alguna, Mauricio era el referente natural de cuantos vivimos con él en la Fraternidad del Conventillo de Malabia. Su personalidad cautivante logró que, al pasar los meses, aquel lugar se fuera convirtiendo en centro donde convergían las miradas de muchos. Mauricio era acogedor en extremo, de conversación animosa, con una sensibilidad especial para  introducirse en el alma de quien lo buscaba; además, atrapaba  a todos por la firmeza de sus convicciones, la alegría de vivir  pobre,  la naturalidad de sus plegarias y  la facilidad  de su contemplación silenciosa, sin ayuda de formularios o libros, motivado solamente por la lectura previa de un texto breve del Evangelio.
Otra característica destacada de Mauricio fue una gran predisposición para la amistad con los Barrenderos del Corralón al que pertenecía y con sus familias. El brindaba a los pobres la amistad y la entregaba entera; pero, necesitaba también la de ellos a su persona, para sentirse asumido como uno más, con los mismos intereses, necesidades, sentimientos, alegrías y pesares; solamente entonces, transmitía con su palabra el mensaje del sentido  trascendente de la vida, anunciando la buena noticia de la salvación que viene de Dios y el Programa de Vida  de Jesús de Nazaret, contenido en las Bienaventuranzas.
Pero eran muchos más los  amigos de Mauricio. El sentía como hermanos a muchos miles de trabajadores de la limpieza de la ciudad de Buenos Aires; por ello,  se comprometió cada vez con más decisión en los movimientos gremiales  y asociaciones políticas, para defender las reivindicaciones de los pobres y luchar por una sociedad más justa. El amor político a los compañeros de clase era para él una exigencia de la  fe cristiana y de su condición de sacerdote. Fueron aquéllos unos tiempos muy convulsionados, de grandes confrontaciones de los movimientos revolucionarios contra quienes se empeñaban en mantener los privilegios de los poderosos. Mauricio nos decía con frecuencia que optar  por los pobres significaba jugarse por ellos  y participar activamente en la luchas  populares. Yo aprecié muy de cerca cómo asumió Mauricio el compromiso de colaboración en los grupos  radicalizados de izquierda, dentro del partido gobernante, acosado él internamente  por dudas cruciales sobre la guerrilla, el terrorismo y  la violencia armada; y sé que resolvió sus problemas de conciencia sin traicionar al Pueblo y al Evangelio, asumiendo el carácter profético de su consagración cristiana, para denunciar en su ambiente la injusticia, proclamar la verdad y anunciar el Mundo Nuevo de la Fraternidad entre todos los Hombres. Por todo ello, Mauricio se hizo notar enseguida, a pesar del anonimato como sacerdote; despojado de sí mismo, asumía en todo la identidad de los pobres con quienes trabajaba, pero ponía su cultura, su palabra y su coraje al servicio de las causas nobles de aquel tiempo, razón por la cual el nombre de Mauricio fue circulando más y más entre los Barrenderos, asociado a otros líderes de las luchas populares; claro  que  esos nombres se escribieron también en las listas negras, elaboradas por los personeros de López Rega  y sus secuaces, para abortar de cuajo cualquier movimiento de liberación, que se interpretaba en las altas esferas  como desestabilización institucional.
Mauricio es un Mártir de Cristo, igual que miles en el mundo a lo largo de la historia y durante la década infame de 1970 en nuestro País. Desde sus  profundas convicciones religiosas, como cristiano y sacerdote, dio testimonio de Jesús de Nazaret ante los hombres, primero con su vida y después con su palabra. Los poderosos de este mundo no pudieron resistir la verdad de su mensaje y pretendieron silenciarlo para siempre. Pero la voz de Mauricio, amigo y hermano del hombre, sigue resonando en las conciencias de aquellos que continúan luchando por el triunfo de sus ideales  y  por el establecimiento sobre la tierra de la Fraternidad Universal. No solamente es su voz, es el clamor ardiente de 30000 Desaparecidos, anteriores y posteriores a él, que mantienen encendida la antorcha de la Libertad, la Verdad, la Justicia y el Amor entre los Hombres.
Dos Compañeros de Trabajo de Mauricio, del   Corralón de Floresta, Néstor Sanmartino y Julio Goitía,  desaparecieron  en la primera semana de mayo de 1977; el 14 de junio del mismo año, Mauricio fue   levantado en un Falcon Blanco por Agentes Secretos de la Dictadura, cuando barría el cruce de las Calles Margariños  y Terrero de Buenos Aires. Nunca más se supo de ellos, a pesar de las Causas Judiciales pertinentes.
En su Memoria, el 14 de Junio  fue declarado Día del Barrendero Municipal, primero por la Legislatura Porteña en 2003 para la Ciudad de Buenos Aires, y luego por el Congreso de la Nación en 1914 para todo el País.
   
Veremundo Fernández





En rojo la traducción de lo que Jorge Lanata escribió para ese libro de poesías que se vende en Londres y en el aeropuerto de Islas Malvinas.     informa Eladio González toto 




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