La Asamblea General Constituyente de 1813 suprimió la efigie del Rey de España en las monedas, sustituyéndola por el Escudo del país. Las primeras monedas se acuñaron en Potosí, ciudad que gracias a los triunfos del general Manuel Belgrano (victorias de Tucumán y Salta) había vuelto a ocupar el ejército revolucionario. Fué Chile el primer país donde circularon las nuevas monedas argentinas enviadas como obsequio. El gobierno chileno contestó el envío manifestando que lo consideraba "un hecho glorioso demostrativo de la independencia absoluta de las Provincias Unidas" y señalando que dichas monedas circularían en el territorio chileno "con igual precio". Ese año la misma Asamblea adoptó una resolución que indirectamente hizo crear el papel moneda, desconocido hasta entonces. Apremiada por problemas económicos urgentes (la mayoría de ellos resultado de los gastos militares impuestos por la guerra), hubo que solicitar a los capitalistas un préstamo de 500.000 pesos. Los de Buenos Aires debían facilitar 200.000 pesos; el resto, las demás ciudades. Los capitalistas percibirían un interés del seis por ciento y a cada prestamista se le daría un "pagaré sellado"; como garantía, la Asamblea se comprometía a hipotecar las rentas generales del Estado y devolver, al cabo de un año, todas las sumas que hubiera recibido. Estos pagarés circularon, en definitiva, como vales de tesorería; y puesto que el Estado siguió teniendo necesidades, dejaron de devengar interés y resultaron a la postre, semejantes a billetes de banco. Así nació en la Argentina el papel moneda: el país cuyo nombre deriva de la palabra latina argentum (plata metálica) fue, entre todas las naciones del mundo, una de las primeras en liberarse de la circulación en metálico.
(del libro Historia Argentina del autor Gustavo G. Levene)