martes, 31 de julio de 2007
Cuba segunda posición en los Panamericanos de Río de Janeiro a un paso de EEUU
CUBA MANTUVO SU SEGUNDA POSICIÓN EN EL RANKING CONTINENTAL
EMILIO MARÍN
En los Panamericanos se vio que Cuba sigue siendo una potencia deportiva mundial. En la cita panamericana de Río de Janeiro se confirmó que -como en otros órdenes- Cuba goza de buena salud en los deportes. Su segundo lugar en la tabla general es una proeza deportiva pero también política. Tanto en los Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá) en 1999 como en Santo Domingo (República Dominicana) en 2003, Cuba había terminado en segundo lugar entre los 36 países americanos. Tenía que revalidar ese título de potencia deportiva mundial en la edición número XV de los Juegos de Río de Janeiro, que culminaron el pasado domingo. Y lo logró. En el medallero de oro se ubicó en segundo lugar, con 59 preseas, detrás de Estados Unidos que tuvo 97 y por primera vez desde 1955 bajó del piso de los 100. La Mayor de las Antillas también atesoró 35 medallas
de plata y 41 de bronce, para totalizar 135. En cuanto a las "doradas", tuvo 5 más que Brasil, una nación de 190 millones de habitantes, que fue local y por lo tanto puso en cancha deportistas en las 324 competencias que se desarrollaron en la ciudad del carnaval. Cuba en cambio tiene 11 millones de habitantes y su delegación no intervino en todas las pruebas sino solamente en 245. Esos datos ya servirían, como punto de comparación, para poner en su justo y elevado lugar lo hecho por los atletas del único país socialista del hemisferio occidental. Pero hay más elementos a considerar: es el único donde sus atletas no son profesionales, o sea no cobran por ser deportistas. En un mundo tan mercantilizado --cuyos ejemplos aberrantes son las fortunas pagadas a golfistas como Tiger Woods o futbolistas como David Beckham-, el modelo cubano es un ejemplo. El deporte es eso, más cuando se defienden los colores de la patria, y no una mercancía que rinde plusvalía. Se dirá que los cubanos son antiguos y su delegación portó el politizado lema de "Idea, Honor y Dignidad". Pero una serie de maniobras en su contra, que sufrieron fuera de las pistas pero con consecuencias adentro de las mismas, mostró que ese abroquelamiento ideológico era necesario. A modo de comparación, y sin acusar de falta de patriotismo a nuestros basquetbolistas que actúan en la NBA y otras ligas, hay que recordar que "Manu" Ginóbili y grandes jugadores se automarginaron de la selección con el argumento de que necesitaban descansar. Argentina, que allí podría haber disputado el oro, perdió incluso el bronce frente a Uruguay. Fue como si en la balanza hubiera pesado más el platillo de la obediencia debida a los contratos millonarios de los Spurs que la camiseta celeste y blanca. El otro rasgo del equipo caribeño fue estar integrado sólo por atletas suyos. ¿Cómo? ¿Se puede hacerlo con otros ajenos? Y sí, por emigración o por robo de talentos, lo cierto es que hay países que ponen en su equipo a quienes fueron descubiertos, entrenados y llevados a un nivel de competencia mundial por otras naciones, generalmente más pobres. Cuba, como se verá más adelante, es un semillero de glorias deportivas al que quieren devastar, en ciertos casos como una forma de hacerle daño político o bien directamente para llevarse sus mejores deportistas y amasar fortunas. Si hasta Argentina ganó en tenis de mesa con un chino nacionalizado, Liu Song... Maniobras contra Cuba
Nadie puede sostener que el gobierno cubano sea avaro y haya pretendido exclusividad de la "patente" sobre cómo se pueden fabricar campeones panamericanos e incluso olímpicos en béisbol, voley, boxeo, salto en alto y largo, maratón, gimnasia artística y otras disciplinas. La base está en su régimen político y social, que atiende a la niñez, la salud, la cultura y el deporte, e invierte en el rubro, con planes de largo plazo. Sus acuerdos de país a país para que entrenadores isleños trabajen temporalmente en ciudades latinoamericanas así lo demuestran. Ellos practican aquello de que socialismo es compartir. Más aún, hace años fundaron la Escuela Internacional de Educación Física y Deportes, donde estudian gratis, becados, 1.300 jóvenes latinoamericanos, incluso varios argentinos. Esa potencia deportiva solidaria y amateur, es acosada por EEUU y países europeos y de otras latitudes, así como por empresarios privados. Todos ellos están a la caza de campeones cubanos para hacerlos desertar de su patria con el ofrecimiento de dinero y otros bienes materiales. Río de Janeiro no fue la excepción. "En la primera semana de las competencias de los Panamericanos, faltaron un jugador de balonmano y un entrenador de gimnasia", reconoció Fidel Castro en una de sus reflexiones publicadas en Granma. Agregó que "el 22 de julio dos de los más destacados atletas de boxeo, Guillermo Rigondeaux Ortiz y Erislandy Lara Santoya, no se presentaron al pesaje. Sencillamente los noquearon con un golpe directo al mentón, facturado con billetes norteamericanos. No hizo falta conteo alguno de protección". En referencia a lo sucedido con los boxeadores, el líder cubano apuntó a una mafia alemana que compra campeones cubanos para que peleen en las competencias deportivas internacionales. " Usa métodos psicológicos refinados y muchos millones de dólares", denunció. Los enemigos de Fidel podrán decir de él varias cosas menos que no sea una persona muy informada. Al día siguiente de su protesta, se supo que los dos desertores habían firmado un contrato por cinco años con la empresa alemana Arena Box Promotions TV. "Fui yo quien lo organizó todo" admitió el turco-alemán Ahmet Öner, propietario de la compañía en declaraciones al diario Folha de Sao Paulo. Öner pagó medio millón de dólares por esta operación y ya había oblado 1,5 millón en años anteriores por otros cuatro boxeadores cubanos captados para sus negocios en Hamburgo. La deserción de los laureados Rigondeaux y Lara tuvo su impacto negativo en el ánimo del resto del equipo que subía al ring en esos días. Pero eso no impidió que sobre nueve categorías, en cinco el oro fuera para púgiles de Cuba. Ellos y los demás atletas que competían con los colores nacionales rellenaron los podios vaciados por el par de tránsfugas.
Vencedores y vencidos
Desde los Juegos Olímpicos de 2004 se intensificó la campaña para robar atletas a La Habana, particularmente boxeadores porque la ley del valor por la que se rigen los capitalistas valora más a éstos que, por ejemplo, a las jóvenes que hacen gimnasia artística. Rigondeaux Ortiz fue doble campeón olímpico de peso gallo y entre 1999 y 2003 ganó 142 combates consecutivos. Por eso su pérdida debe doler mucho a Cuba, aunque no tanto como para que ese púgil sobresalga en la comparación a Teófilo Stevenson, Félix Savón y otros grandes campeones que no desertaron pese a millonarios y repetidos ofrecimientos. Que sobre 250 atletas cubanos en Río hayan abandonado el barco dos da una pauta objetiva de lo lamentable pero a la vez de lo reducido del fenómeno. En este sentido se palpa la mala intención política de la agencia AP, que ayer despachó: "la fuga de dos estrellas del boxeo cubano obligó a que la delegación protagonice un retorno precipitado ante el riesgo de una deserción masiva". La idea del rebaño, de la cárcel, de la dictadura, etc, está detrás de esa información supuestamente objetiva, reproducida por La Voz del Interior de Córdoba ("No le hicieron ni cosquillas a EE UU", Deportes, 30/7). En realidad, la superpotencia norteamericana, si bien ocupó el primer lugar de los Panamericanos, terminó con 20 medallas doradas menos que en Santo Domingo y, por primera vez en cincuenta años, con una cosecha de menos de cien áureas. Entre los que tendrían que hacer un replanteo de su política de deportes está Argentina, que tuvo 5 doradas menos que la vez anterior y mantiene un mediocre séptimo lugar general, aunque con diez medallas menos que Venezuela en el total. En ese necesario balance y búsqueda habría que incluir una atención de la niñez - o más aún, desde el vientre materno - pues así habrá no sólo campeones en potencia sino sobre todo seres humanos completos y sanos de cuerpo y alma, o al menos todo lo sanos que tendrían que ser en el siglo XXI. Mal que les pese a los políticos de derecha como Mauricio Macri y Carlos Menem, si nuestro país se decidiera por un programa deportivo de masas, con proteínas, afecto y atención estatal al ser humano; presupuestos, planes de largo plazo, espíritu de sana competencia y no de matar al rival, valores patrióticos sin xenofobia, etc, se tendría que aprender de lo hecho por la isla desde 1959 en adelante.