martes, 25 de septiembre de 2007

Poesía prohibida por el diario catamarqueño La Unión autora María Emilia Azar de Suárez Hurtado


La primera que se atreve es...

María Emilia Azar de Suárez Hurtado.


Espera


Hombre que me darás un niño.
Hombre Dios que cargarás mi vientre
y llenarás mi cuerpo de cariño.

Hombre un poco fiera
que ahuecarás las carnes
de mi primavera.

Hombre que me darás la vida
de tu vida y la mía.
¿Quién te detiene el paso hacia mi encuentro?
¿Quién prolonga la culpa
de este regazo hueco?

¿Dónde escondes las formas
de mi deformación
negándome la masa
de tu mismo color?
Hombre altivo y fuerte
que me darás la gloria de quererte.

Hombre que me sabrás mujer
con tu sangre y mi sangre en ese nuevo ser.

¿Dónde estás que no llegas?
Dónde, Hombre Dios de esta espera.

Poesía incluida en el libro "Mi Tierra Azul", fue publicada en Clarín y en la Revista Catamarca (de Buenos Aires) y rechazada por el diario La Unión (de Catamarca).

Ausencia

No me dobla el cansancio,
me dobla la tristeza.
Es como si tocara
con mi frente la tierra.
Ya han comenzado a irse.
Nos quedan los recuerdos y las fotografías.
Un hijo que está lejos
nos divide la vida.
Mañana será otro…
Oh Dios ¿Sabes lo que he pensado?
Que si esta noche me quedase muerta
mi corazón continuaría viajando.
No hay distancia más larga
que la ausencia del hijo.
Y sin embargo lo aprieto entre los brazos
mientras rezo mirando el crucifijo.
Por cuántas madres yo tiemblo esta noche.
Y también por la mía.
(Mamá, recién comprendo
tu soledad dolida).
Un rosario de lágrimas rezo
por todas ellas.
No me dobla el cansancio.
Me dobla la tristeza.
¡Yo que tenía solamente primaveras!
-Una cama vacía.
-Un lugar en la mesa.
-La caña de pescar.
-La guitarra sin cuerdas.
Y este deseo de correr más que la luz,
que me desvela.
¡Yo que tenía todo entre los brazos!
Tengo ahora un vacío
que se llama tristeza.

Poesía del libro "Montemar".

La encomienda

Como todos los viernes
va la encomienda hijo.

En un paquete, encima, a la derecha,
van los primeros nísperos.

Llevan el sol de Julio
y el olor del romero vecino.

Cuando la abras,
sentirás la tierra y el agua y el viento en el camino.

Y en los bolsillos la redondez casi silvestre
del amarillo hinchado -son los mismos-.

Con su agridulce pintón, por el apuro
de enviarte en albricias
la primavera en Julio.

Un pájaro picotero
probó la madurez
y en uno de ellos, va también el mensaje
del canto
que te envían los pájaros.

Van también el patio y la dama de noche,
que trepaba con sus pañuelos blancos.

Y el olor de la menta pisada,
y el verde ceniciento del olivo,
y el rosal.

Y el lapacho y las siestas sin olvido.

Va la acequia, va el naranjo.

Va la casa en los nísperos.

Van las palabras que el corazón pronuncia
sin poder acallar:

-¡Hay nísperos maduros, mamá!

Entre tantas cosas que lleva la encomienda
nada será tan nuestro y tan mío,
como el beso redondo de los primeros nísperos.

María Emilia Azar de Suárez Hurtado. Nació en Valle Viejo, Catamarca, en 1918. Comienza a escribir a los 14 años y publica en el periódico Renovación de esta provincia. En 1942 aparece su primer libro, Origen Líquido. Ese mismo año, la Revista Catamarca (editada en Buenos Aires) incluye la poesía Espera, la cual fuera objetada en esa misma época por el diario local La Unión. En el número siguiente de la publicación, esa misma revista señala: "María Emilia Azar surge como valor auténtico entre la intelectualidad catamarqueña en el género que cultiva. La poesía en cuestión, así como otras que nos enviara, colocan a la autora al lado de las dos poetisas a quienes la crítica literaria de América ha elevado a los primeros rangos, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou".
Poeta reconocida por su sencillez, su humildad y su voluntario apartamiento. El amor en todas sus expresiones es la constante que se mantendrá a lo largo de toda su producción: amor fraternal, amor erótico, amor maternal, amor por los seres de la naturaleza, sensibilidad y ternura por las cosas más sencillas de la vida. Más adelante, escribe desde el otoño de su vida y, junto al amor, asoma con fuerza el sentimiento de añoranza del pasado, de su juventud y de la infancia de sus hijos. Busca recuperar la paz del hogar y se aferra al corazón de cada uno de sus seres queridos.
Su obra: "Origen Líquido" (1942), "Retoños de Amor" (1960), "La cuna en rama" (1966), "Montemar" (1977), "Y ella dice Malela" (1981), "Mi Tierra Azul" (1992), "Senderos del Corazón" (1997) y "Antología" (2006).