martes, 25 de septiembre de 2007
36 Billares, tango, milonga, Demián González, Malvinas, Jorge Luis Borges, Ernesto Che Guevara, Inglaterra, Argentina, Bolivia y Cuba
Habrá sido el documental donde hablaba la pediatra hija del Héroe, que terminábamos de aplaudir en el Bauen Hotel, ó tal vez los dos bandoneones, el violín, el piano y la voz de la paica que lunfardeaba tangos desde el escenario, sin descartar la profesional parejita que con ochos, cortes y quebradas giraban alrededor de la mesa que ocupábamos Irene, una pareja de hermanos chilenos y yo.
Tal vez quise impresionar (invadiendo territorio) a mi hijo Demián que conduce el espectáculo y dirigia allí el sonido en el Bar Notable de la Ciudad de Buenos Aires
" Los 36 Billares ".
La cuestión es que me trepé al escenario y expliqué micrófono mediante a los presentes, el significado de las efemérides del día 14 de Junio que estabamos viviendo.
Planteé que imagináramos a:
Jorge Luis Borges muriendo en Ginebra en 1986.
a Ernesto Che Guevara naciendo en Rosario de Santa Fé en 1928,
y a las Fuerzas Armadas argentinas rindiéndose a las inglesas en 1982.
y que por ello quería declamarles un poema dedicado a todos los artistas y mozos, cocineros y trabajadores del bar y a turistas y no turistas presentes. Y así arremetí con .............
JUAN LÓPEZ y JOHN WARD
Les tocó en suerte una época extraña, el planeta
había sido parcelado en distintos países.
Cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias,
de un pasado sin duda heróico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de bronce,
de aniversarios, de demagógos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil.
Ward en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer “El Quijote”.
El otro profesaba el amor a Conrad, que le había sido revelado
en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez, cara a cara,
en unas islas demasiado famosas y cada uno de los dos
fue Caín y cada uno Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges
al terminar, agradecí, bajé, me dirigí a la mesa, y me sentí muy bien. Toto.