domingo, 6 de julio de 2008

Che Guevara su aniversario y una pluma de mujer argentina le rinde homenaje. Rosario de Santa Fé y su gigante épico












CHE, RESISTENTE PIEDRA DEL HOMBRE NUEVO.

Ernesto Guevara no es sólo el soñador idealista revolucionario, el corazón teórico de la edificación socialista de la Revolución, o el bohemio aventurero que dio todo por un ideal.

A 80 años de su nacimiento este 14 de junio, el Che "siempre vive" configurando el ejemplo íntegro, ético y generoso en ideas y valores internacionalistas correspondientes con su apasionado impulso de vivir, combatir y morir luchando por la definitiva y verdadera Independencia de Nuestra América.

Cabal sembrador de universalidad sobre todas las naciones del mundo, Ernesto Guevara globaliza no una usurera economía de mercado, sino la ética bolivariana y martiana y surgidas con naturalidad desde las acciones heroicas, el pensamiento humanista y las razones políticas que lo unieron al grupo de patriotas cubanos encabezados por Fidel Castro en su gesta liberadora de la dictadura de Fulgencio Batista.

Toda nación que intenta resguardar su soberanía, requiere arduos proyectos para disgregar las maldades de la fría especulación capitalista y el Che es el ejemplo militante de este logro alcanzado por su firme moral, internacionalismo dinámico y antiimperialismo extendido.

Si Argentina, país que lo vio nacer, reflexiona sobre la deslumbrante obra de su nativo universal más célebre y acreditado, debe esforzarse en entender el largo itinerario de su siembra diseminada con ternura por todo el continente.

El Che no conforma sólo un monumento, por afectivo que sea, si no viene articulado con la enseñanza que expone su legado heroico.

Puesto entre la espada y la pared, arrinconado en los deméritos de un capitalismo global y usurero, nuestro pueblo intuye, todavía adolescente y en crecimiento, que es necesario, imprescindible y urgente empaparse de la moral revolucionaria de Ernesto Che Guevara sazonada desde la infancia por la ternura de sus padres.

Argentina está aún en tiempos de comprender el contexto de una personalidad desbordante cuya existencia, articulada por el marxismo leninismo en su cosmovisión de hombre y sociedad, lo arrastró lejos de familia, afectos y cultura nativa para unirse al puñado de luchadores cubanos y sellar su estampa de Guerrillero Heroico abriendo los portales de la Habana a una Revolución que el 1º de enero cumplirá felizmente 50 años.

Consolidada esta gesta sin parangones, Ernesto Guevara ocupó altos cargos y responsabilidades ministeriales. Aún así decidió renunciarlos partiendo hacia Bolivia para enfrentar militares entrenados en los Estados Unidos que lo asesinaron vilmente sin respetar convenciones sobre prisioneros.

Esta elección, profunda y nacida desde una conciencia individual y social se denomina ética revolucionaria, y él la cumplió a semejanza de los brigadistas internacionales, muchos argentinos, que convergieron en 1936 en la España Republicana para luchar contra el fascismo.

Qué diría hoy el Che Guevara a los que porfiamos buscando rutas diferentes sin hallar el camino por nuestras fallas conductistas y el porfiado y egocéntrico individualismo:

Que encontremos una moral sincera y no hipócrita como la de las clases autoritarias negadoras y enemigas del ejemplo revolucionario. Que vivamos una existencia cuyas ideas se extiendan a la práctica de nosotros mismos y nos convierta en el escudo de una voluntad nacida de acciones inteligentes por la libertad, la igualdad, lo humano. Que detestemos la explotación, los ásperos antagonismos de clase, el racismo, la discriminación de cualquier otro ser. Que nuestro cometido se destaque como derivación de la profunda necesidad social, de la cálida aspiración, de la enérgica voluntad de lo diferente y opuesto a todo lo que existe y es caduco. Que incitemos fuerzas transformadoras para luchar contra el ordenamiento capitalista transformándonos en poderosas palancas de acción y pensamiento.

Que la moral revolucionaria no sea sólo negación y contradicción, sino el medio válido para impulsar la operatividad de las clases oprimidas. Que debe sostenerse una estrecha unidad dialéctica entre individuo y masa, y empujar a la masa como conjunto interrelacionado con los dirigentes.

Que como producto inacabado, lo negativo del pasado debe trasladarse al presente de la conciencia individual y erradicar la falsa sabiduría mediante un trabajo continuo, teniendo como actor a una sociedad educada y al individuo continuamente en proceso de formación o auto educación.

"La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela"-decía el Che, y en la construcción del socialismo "se puede ver al hombre nuevo naciendo con su imagen no concluida porque el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas".

"Así logrará - continúa- la total conciencia del ser social y su realización plena como criatura, rotas las cadenas de la enajenación a través del trabajo liberado y la expresión de su propia condición humana de cultura y arte".

Marcaría que no pensemos en la construcción del socialismo como un dogma o un teorema. Tampoco como una forma de capitalismo de Estado. Que es joven y tiene errores. Que los revolucionarios carecemos de los conocimientos y la audacia intelectual para encarar el desarrollo del hombre nuevo por métodos diferentes a los convencionales, porque sufrimos la influencia de la sociedad capitalista que nos creó.

"Nosotros, socialistas, somos más libres porque somos más plenos; somos más plenos por ser más libres". "El camino es largo pero haremos el hombre del siglo XXI. Un Hombre Nuevo con nueva técnica y la movilización encarnando altas virtudes y aspiraciones del pueblo".

Que lega su moral revolucionaria a las futuras generaciones latinoamericanas y entrega la resistente piedra del hombre nuevo como adecuada obra, desinterés económico, patriótica abnegación.

Que murió en combate a los 39 años cuando aún podía esperar lo mejor de su inteligencia revolucionaria, pero ya disfrutando de grandes logros encaminados por el pueblo cubano y por Fidel. Que no desea ser icono sino pensamiento extendido en busca de la liberación de los pueblos.

Que no es sólo ponderable su mensaje de libertad para la pobreza, los hombres y mujeres de Nuestra América, los pueblos y naciones oprimidas del mundo, sino también una gran lección para su Argentina, que tanto la necesita.

Que su CHE no descansa y en alas de los pueblos camina junto a nosotros horadando, regando, humedeciendo, empapando, sosteniendo, podando, mezclando la tierra libre de los latinoamericanos, ya que por fortuna y como dijo Fidel, su amada Revolución está sembrada y crepita encendiendo una mañana luminosa en la centellante fogata de los hornos.

ADRIANA VEGA

14 de junio de 2008