jueves, 25 de febrero de 2010

Amar amando Elogio del Amor. Max Heindel Susana Merino Ecupres

 

Elogio del Amor.

Por Susana Merino.
Buenos Aires.


Max Heindel señaló que en el amor "primero se enamoran las almas". Según este filósofo del siglo XIX, el acercamiento sentimental de dos personas se suscita por haberse "reconocido" esas almas como afines.

Estoy absolutamente convencida de que el Amor con mayúsculas constituye en sí mismo un profundo misterio que puede o no complementarse con la atracción física, pero que la supera y puede prescindir de ella cuando la afinidad espiritual nos permite ignorar todas las barreras imaginables las edades, las distancias, los prejuicios, los convencionalismos, los condicionamientos humanos y toda clase de circunstancias externas.

El Amor puede manifestarse tanto en la calidez de un abrazo, en la entrega de unas manos recíprocamente estrechadas, en un beso pero también en el recóndito mensaje que transmiten las palabras, ese maravilloso instrumento que nos vuelve humanos y nos permite trascender más allá de los simples gestos corporales y nos une y nos reúne en el goce y en la aproximación espiritual con nuestros semejantes.

Encontrar ese Amor profundo y sin límites es seguramente como encontrar una perla espléndida y solitaria en el mar de los sargazos, en esos enmarañados bosques marinos en los que se cruzan y entrecruzan los misterios y desaparecen las cosas perdidas. Un amor así va más allá, aunque los contiene, de los sentimientos naturales del afecto, de la ternura, de ese inexplicable temblor que, entre risas y lágrimas, convoca a la felicidad pero los ilumina, sin embargo, al mismo tiempo con luces y colores jamás imaginados.

Un amor así resucita la espera cotidiana, desempolva el olvido, la soledad, el silencio y echa al vuelo las campanas del asombro, descubre otros mundos, nuevos e inesperados y reescribe la historia y reinventa el presente y proyecta el futuro por más pequeño y previsible que fuere.

No creo equivocarme si afirmo que un amor así es el amor total, porque no exige nada, aunque espere impaciente, porque no niega nada aunque no tenga mas riqueza que la que pueden transmitir las palabras, porque no reconoce límites, y porque teniendo solo a Dios por testigo cumple con creces su mandato primero.+ (PE)

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12/02/2010 - PreNot 8726

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