miércoles, 3 de febrero de 2010

Haití es ayudada por Cuba la reina del caribe

laarena.com.ar

LO QUE EL TERREMOTO EN HAITÍ PONE SOBRE EL TAPETE

La clase de ayuda que hay que dar a los países empobrecidos por dictaduras, como Haití

Después del 12 de enero es fácil, casi automático, que los gobiernos del mundo se rasguen las vestiduras por un pueblo pobre como Haití. ¿Pero qué hicieron antes y qué harán después? Cuba es un ejemplo positivo de ayuda.

EMILIO MARÍN

Sobre llovido, mojado. Haití, el país más pobre del continente y al mismo nivel paupérrimo que el Africa subsahariana, ya estaba en el fondo de la tabla de los índices de desarrollo humano de la ONU y agencias internacionales.

Estaba en el fondo del abismo no por caprichos de la naturaleza sino por dos siglos de saqueo imperial y casi medio siglo de dictaduras como las de Papá Doc Duvalier y su hijo Baby Doc. Los huracanes y terremotos no fueron responsables de esas plagas sino las multinacionales y oligarquías.

Encima de sufrir esos dramas, también a veces la naturaleza se empecina en castigar al pueblo haitiano. En 2004 el huracán Jeanne provocó inundaciones en Gonaives, la segunda ciudad, y 3.000 muertos. Cuando no había concluido la primera quincena del primer mes del año, vino la puñalada al bajo vientre con un terremoto, 7.3 en la escala de Richter, el segundo de los últimos 200 años, con epicentro a 20 kilómetros de Puerto Príncipe.

La muerte, la destrucción, la desolación, el hambre, el dolor de los sobrevivientes, los heridos y los escombros están a la vista de todos.

Se discute si el número de víctimas fatales es entre 40.000 y 50.000 como declaró la Cruz Roja Internacional y el presidente René Preval. O si son 1000.000, como había cuantificado al día siguiente del sismo el primer ministro, Jean Max Bellerive. El senador Youri Latortue, afirmó que podrían ser 500.000.

Los muertos, cuando las cifras tienen tantos ceros, hacen que los vivos pierdan noción exacta. Son muchos muertos, no se sabe exactamente cuántos. Muchísimos.

Determinados países, por estar en el lugar equivocado del mapa, suelen sufrir más seguido que otros los fenómenos naturales. Así como a los huracanes se los llama con nombres de mujeres, todo un dejo de machismo científico, se podría bautizar a los terremotos. Al cronista se le ocurre ponerle a éste "Papá-Baby Duvalier", para estigmatizar al par de dictadores que arruinó la vida de la mitad occidental de la Isla La Española por cuatro décadas, con dictadura, saqueo, corrupción, entrega, represión, oscurantismo, etc.

Un huracán, tsunami o terremoto le pueden tocar a cualquier nación; hay mucho de azar, en dependencia del lugar geográfico que habite. En ese sentido, un número equis de muertos y de viviendas destruidas es inevitable y no tiene que ver con el régimen político o social.

Pero si se trata de un país avanzado, con un gobierno organizado, con sensibilidad social, con redes sanitarias y educacionales suficientes, infraestructura adecuada, profesionales entrenados, etc, el número de víctimas no irá más allá de aquel piso. Al contrario, en naciones como "Ayití", habrá heridos que mueran por falta de atención, atrapados que podían salir y no salieron, medicinas y alimentos que no llegan o no tienen cómo distribuirse, autoridades sin planes de emergencia y que se roban los fondos, etc.

Rol de Estados Unidos

Nada más negativo para los haitianos que la política de EE UU, que intenta ser maquillada por la administración Obama y las agencias internacionales.

Y no se trata de historias ya antiguas como el apoyo clave del imperio a los Duvalier, sino de hechos más recientes como el golpe de Estado contra Jean Bertrand Aristide en 1991, con evidente apoyo político y militar del Pentágono, y vuelto a derribar en 2004, cuando fue secuestrado y condenado al exilio forzoso en Sudáfrica.

Con la crisis política, humanitaria y las olas de violencia que sucedieron a ese último derrocamiento, Washington prometió mucha ayuda que llegó en cuenta gotas o directamente se evaporó en la ruta aérea a Puerto Príncipe. Esto pese a que se trata de un vuelo de pocas horas. Desde Miami menos aún.

Con ese panorama, indigna leer el cable de ANSA-AFP-AP y DPA, publicado en Clarín (15/1) titulado: "Obama mandó 3.500 soldados y u$s 100 millones". La noticia afirmaba: "Estados Unidos se puso ayer a la cabeza de la ayuda internacional a Haití".

¿A la cabeza de qué? Es una falsedad monumental. Mandar 3.500 soldados de la 82º División Aerotransportada, un portaaviones y un buque hospital de la Marina, más el módico anuncio de dinero -que habrá que ver cuándo y cuánto se hace efectivo-, no es ser vanguardia de la solidaridad. Mucho menos teniendo presente aquella historia yanqui de saqueo y complicidad con las dictaduras y golpes en la nación caribeña.

Sería bueno que las Naciones Unidas y su secretario general Ban Ki moon, informaran al calor de esta catástrofe cuánto dinero aportaron EE UU, Francia, Canadá y otras potencias comprometidas con la crisis haitiana, desde 2004 a la fecha. Saltaría a la vista la estafa de unas cifras dichas para la prensa y poco dinero contante ingresado al país en llamas.

La deportación del presidente Aristide generó una situación de mucha violencia. George Bush impuso una administración títere, al estilo de la instalada en Bagdad, asentada en los fusiles de sus marines y soldados canadienses y franceses. Luego, para escabullir un poco el bulto a las críticas, dejó el rol militar más visible a la Minustah (Misión Internacional de Estabilización de Haití), votada por Naciones Unidas y bajo jefatura militar brasileña. Según su página web, ese contingente bélico tiene 6.957 militares, 2.008 policías y 700 civiles extranjeros y voluntarios de la ONU.

La concepción norteamericana, aceptada por los países que integran la misión, pone el acento en lo militar. El terremoto mostró cuán equivocada es esa política, cuán lejos está de las necesidades más acuciantes de Haití.

Cuba un ejemplo

Lamentablemente Argentina es parte de la Minustah con 556 efectivos militares y gendarmes, cuya mayor parte está radicada en Gonaives. En 2004 ese contingente fue despedido en el puerto de Buenos Aires por el entonces obispo castrense, el fascista Antonio Baseoto. Este vio luego congelada su misión por defender la constitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y entrar en cortocircuito con el gobierno de Néstor Kirchner.

En ese grupo argentino de la Minustah hay de todo. Algunos, como el gendarme que murió este martes, han recibido honores. Otros, como un capitán de navío que enviaba correos electrónicos defendiendo a los genocidas de la ESMA, debieron ser retirados por la ministra Nilda Garré.

Uno de los componentes de la fuerza argentina en Haití es el Hospital Reubicable de la Fuerza Aérea, con 57 médicos y enfermeras. Numéricamente hablando no es la mayoría del destacamento, que como quedó consignado, tiene 556 militares. Ese hospital tenía como objetivo curar a militares de la Minustah heridos en enfrentamientos como los habidos en 2004 y 2005. No estaba en sus planes atender a la población civil, aunque ya el paso del Jeanne obligó a curar civiles. Esto se ha producido nuevamente, y por suerte para el prestigio argentino, con el terremoto "Papá-Bay Duvalier".

Pero el hospital es militar y está pensado para el conflicto  militar, derivando hacia un uso social de modo errático. Por supuesto, eso no importa al fin de cuentas porque si han operado a centenares de personas en estos días en Puerto Príncipe, y trabajado duro y profesionalmente, su labor debe ser destacada.

Lo que está pésimo es que los medios argentinos afirmen que ese nosocomio es el único que opera en el cataclismo. Fue tapa de Clarín (14/1) y título más destacado en página 21: "El hospital argentino, el único centro de ayuda a las víctimas".

Esa pretendida exclusividad es una errónea pues hay otros hospitales funcionando a la par o en forma superior a la de los militares argentinos.

Es odiosa la comparación porque todas las ayudas sirven pero lo afirmado por Clarinete, más la CNN y el ejército mediático del imperio tratando de silenciar la ayuda cubana, ameritan poner algunos números sobre la mesa.

La isla socialista ayuda al país devastado desde 1998 con 650 médicos y alfabetizadores, que han trabajado en regiones inhóspitas y peligrosas donde no se atreven a llegar profesionales locales. Luego de los huracanes de aquel año y por iniciativa de Fidel Castro se fundó la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde se han graduado ya unos 600 médicos haitianos.

Buena parte de esos profesionales, junto a los 400 profesionales cubanos que siguieron trabajando en Haití, montaron hospitales de campaña y atendieron incluso en los centros donde viven a mil heridos y enfermos. Muchas de esas intervenciones fueron complejas.

Además desde La Habana fueron fletados 60 médicos extras de la brigada médica de solidaridad "Henry Reeve", la misma que Bush rechazó cuando le fue ofrecida a raíz de la catástrofe de Katrina.

Una pequeña muestra de la actuación de los galenos cubanos se puede ver en un video de 3 minutos en http://yohandry.wordpress.com/2010/01/15/labor-de-los-medicos-cubanos-en-haiti-video/

A diferencia de los norteamericanos que mandan muchos militares y poca plata, los cubanos siempre pensaron que Haití necesitaba asistencia social, médicos y maestros, y actuaron en consecuencia. Esa es la solidaridad que hacía falta.

 
 
 
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