Operación cónclave
Mientras en Alemania se vela "el papado fallido de Benedicto XVI", Bergoglio
intenta lavar su imagen en espera de un eventual nuevo cónclave. Las partes
más significativas de su libro y los documentos que contradicen esa versión
angelical. El rechazo de Emilio Mignone a los pastores que entregaron a sus
ovejas y la mutilación de documentos para ocultar el apoyo episcopal a la
dictadura.
Por Horacio Verbitsky
La llaga abierta
Publiqué la historia en esta misma columna, el 25 de abril
de 1999. Además de la opinión de Mignone, la nota incluyó la de quien fue su
colaboradora en el CELS, la Abogada Alicia Oliveira, quien dijo lo que ahora
repite en el libro: que su amigo Bergoglio, preocupado por la inminencia del
golpe, temía por la suerte de los sacerdotes del asentamiento y les pidió
que salieran de allí. Cuando los secuestraron, trató de localizarlos y
procurar su libertad, así como ayudó a otros perseguidos. A raíz de aquella
nota, Orlando Yorio se comunicó conmigo desde el Uruguay, donde vivía. Por
teléfono y correo electrónico refutó las afirmaciones de Bergoglio y
Oliveira. "Bergoglio no nos avisó del peligro en ciernes" y "tampoco tengo
ningún motivo para pensar que hizo algo por nuestra libertad, sino todo lo
contrario", dijo. Los 2 sacerdotes "fueron liberados por las gestiones de
Emilio Mignone y la intercesión del Vaticano y no por la actuación de
Bergoglio, que fue quien los entregó", agregó Angélica Sosa de Mignone,
Chela, la esposa durante medio siglo del fundador del CELS. Sus testimonios
se incluyeron en la nota "La llaga abierta", que se publicó el 9 de mayo de
1999. También se transmitieron allí las posiciones de Bergoglio y del otro
cura secuestrado aquel día, Francisco Jalics.
Cuestion de Estilo
En su libro, Bergoglio dice ahora que Yorio y Jalics
"estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron el primer
borrador de las reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la
copia que me dieron". Bergoglio también me entregó una copia a mí. Expresa
el tipo de dudas y conflictos que fueron comunes en un alto número de
sacerdotes a partir del Concilio Vaticano II, con "la crisis de las
congregaciones religiosas, los signos de los tiempos modernos, la
coincidencia con el sentir de la búsqueda de los jóvenes y la confirmación
espiritual que sentimos en nuestro actual modo de vivir".
El problema en este caso era cómo compatibilizar "el estilo ignaciano de la
vida religiosa" con "la vida moderna [que] pedía un estilo nuevo". La minuta
agrega que las Congregaciones Apostólicas están organizadas de modo que sus
superiores "parecen preocuparse más por las obras que por la atención
espiritual de sus súbditos".
En cambio ellos idealizan el modelo de las fundaciones monásticas y plantean
que "la comunidad se una en torno de una búsqueda espiritual y de un
proyecto de vida y no en torno de obras". Esto plantea una "incompatibilidad
personal" a los sacerdotes subordinados a la disciplina de su congregación.
En su carta al Padre Moura, Yorio menciona esa minuta como
respuesta a la presión de Bergoglio para que disolvieran la comunidad en el
Bajo Flores. Agrega que a Pironio, Zazpe y Serra les dejaron "un esbozo de
estructuración de vida religiosa en caso de que no pudiéramos seguir en la
Compañía y fuese posible realizarla fuera", lo cual no implica que quisieran
salir de ella.
En un viaje posterior a la Argentina, Pironio le dijo que no había
consultado el tema en Roma porque Bergoglio "lo había ido a ver para decirle
que el padre general era contrario a nosotros".
Zazpe respondió que "el provincial andaba diciendo que nos echaba de la
Compañía" y Serra le comunicó que le retiraban las licencias en la
Arquidiócesis, porque Bergoglio había comunicado "que yo salía de la
Compañía".
Según Bergoglio, el superior jesuita Pedro Arrupe dijo que
debían elegir entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús. "Como
ellos persistieron en su proyecto y se disolvió el grupo, pidieron la salida
de la Compañía". Agrega Bergoglio que la dimisión de Yorio fue aceptada el
19 de marzo de 1976. "Ante los rumores de inminencia del golpe les dije que
tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser
conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de
la Compañía", dice Bergoglio. Agrega que nunca creyó que estuvieran
involucrados en actividades subversivas. "Pero por su relación con algunos
curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la
paranoia de la caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y
Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje."
Papelitos
Bergoglio también niega haber aconsejado a los funcionarios
de Culto de la Cancillería que rechazaran la solicitud de renovación de
pasaporte de Jalics, que él mismo presentó. Según Bergoglio el funcionario
que recibió el trámite le preguntó por "las circunstancias que precipitaron
la salida de Jalics". Dice que le respondió: "A él y a su compañero los
acusaron de guerrilleros y no tenían nada que ver". El Cardenal agrega que
"el autor de la denuncia en mi contra revisó el archivo de la Secretaría de
Culto y lo único que mencionó fue que encontró un papelito de aquel
funcionario en el que había escrito que yo le dije que fueron acusados de
guerrilleros. Había consignado esa parte de la conversación pero no la otra
en la que yo le señalaba que los sacerdotes no tenían nada que ver. Además
el autor de la denuncia soslaya mi carta, donde yo ponía la cara por Jalics
y hacía la petición".
Nada fue así
En notas publicadas aquí y en mis libros "El Silencio" y
"Doble juego", narré la historia completa y publiqué todos los documentos,
comenzando por la carta por cuya omisión Bergoglio reclama. Luego sigue la
recomendación del funcionario de Culto que lo recibió, Anselmo Orcoyen: "En
atención a los antecedentes del peticionante, esta Dirección Nacional es de
opinión que no debe accederse". El tercer documento es el definitorio. Ese
papelito, firmado por Orcoyen, dice que Jalics tenía actividad disolvente en
comunidades religiosas femeninas y conflictos de obediencia, que estuvo con
Yorio en la ESMA (detenido, dice, en vez de secuestrado) "sospechoso
contacto guerrilleros". El punto más interesante es el siguiente, porque
remite a intimidades de la Compañía de Jesús, vistas desde la óptica de
Bergoglio, que no había ninguna necesidad de confiar al funcionario de la
dictadura: "Vivían en pequeña comunidad que el Superior Jesuita disolvió en
febrero de 1976 y se negaron a obedecer solicitando la salida de la Compañía
el 19/3". Agrega que Yorio fue expulsado de la Compañía y que "ningún obispo
del Gran Buenos Aires lo quiso recibir". La Nota Bene final es ilevantable:
dice Orcoyen que estos datos le fueron suministrados "por el padre Jorge
Mario Bergoglio, firmante de la nota con especial recomendación de que no se
hiciera lugar a lo que solicita".
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