martes, 13 de abril de 2010

Hillary Clinton espía en la Habana jefa de la disidencia cubana

Hillary Clinton, jefa de la disidencia cubana

Gloria Analco - www.aporrea.org 11 Abril 2010


En el otoño de 1995, algunos integrantes de la prensa extranjera -acreditada
en La Habana- fuimos convocados a la residencia del representante
diplomático estadounidense sin que se nos señalara el motivo, como es
costumbre.

Nos recibieron con cocteles de bienvenida, y entre nosotros nos
preguntábamos, extrañados, sobre la sorpresa que nos tendrían reservada,
pues ante nuestras preguntas en tal sentido nos respondían que aguardáramos
con paciencia.

Al cabo de unos minutos, el vocero estadounidense avanzó hacia nosotros
acompañado de Néstor Baguer, presidente de la Asociación de Periodistas
Independientes, y otros miembros de ese grupo.

Algunos periodistas nos mantuvimos con muchas reservas, pues no era usual la
injerencia indebida de una representación diplomática en los asuntos
internos del país que fungía como su anfitrión.

Nos estaban poniendo en suerte a un grupo disidente, a todas luces
manipulado por ellos, en un ambiente aparentemente relajado, y actuaban a
sabiendas de que la prensa internacional no iba a juzgar esos hechos.

Aquellos eran tiempos en que se intentaba mantener oculto que Estados Unidos
mantenía estrecha alianza con los opositores internos y que los financiaba.
Además creaba el ambiente propicio para que esas situaciones no fueran
recreadas por la prensa, pero que sí sirvieran para promover a los
"disidentes".

Más tarde, en abril de 2003, en otro escenario muy distinto, Néstor Baguer
volvería a ser protagonista ante la prensa acreditada en Cuba, pero esta
vez, ¡oh sorpresa!, él estaría del lado del régimen cubano.

¿Qué había sucedido para que las cosas dieran ese vuelco?

La administración Bush se estaba empleando a fondo para desestabilizar a
Cuba, ya sin miramientos.

Nombró a James Cason, un experto agitador, como Jefe de la Sección de
Intereses de Estados Unidos (SINA) en La Habana, quien al asumir su cargo,
en septiembre de 2002, dijo que su propósito era hacer de la representación
estadounidense "el estado mayor de la contrarrevolución en Cuba".

Para marzo de 2003 él ya estaba organizando a los opositores al régimen de
Fidel Castro, y no escatimó en recursos ni en acciones para intentar
propiciar una guerra civil en la isla.

Entre otras cosas, impulsó a los disidentes a violar las leyes cubanas;
intensificó el reclutamiento de disidentes entre aquellos más proclives a
sumarse a los dictados de la Casa Blanca, y los organizó de disímiles
maneras.

Fue cuando sobrevino la detención de los 75 disidentes que fueron juzgados y
sentenciados por colaborar con Estados Unidos en maniobras
desestabilizadoras.

James Cason creó entonces el movimiento de las Damas de Blanco, emulando a
las Mujeres de Negro de Belgrado, con las esposas de los detenidos.

Fidel Castro no tuvo más remedio que poner al descubierto a dos de sus
agentes infiltrados en esos grupos, para poder exhibir pruebas sobre la
forma en que eran captados y financiados los opositores por parte de la
SINA.

Néstor Baguer resultó ser uno de esos agentes, quien declaró que las
personas juzgadas en abril de 2003 se dejaban reclutar por la SINA y que su
tarea era escribir historias que reflejaran supuestas violaciones a los
derechos humanos.

"Cuanto más crasa la noticia mejor se paga", dijo Baguer, testigo de esos
hechos, en rueda de prensa que ofreció a los periodistas extranjeros el 14
de abril de 2003, y que la prensa internacional acalló junto con las pruebas
exhibidas por Fidel Castro, razón por lo cual las detenciones fueron
consideradas como una violación a los derechos humanos.

Para capitalizar el descrédito del gobierno cubano, producto de la
propaganda desplegada en su contra, la administración Bush consideró que el
cambio en Cuba se debía producir a través de la disidencia interna.

Entonces Bush creó -en octubre de 2003- la Comisión de Ayuda para una Cuba
Libre bajo esa premisa, al frente de la cual quedó oficialmente el propio
secretario de Estado, en ese entonces Colin Powell, pero luego asumió la
misma responsabilidad Condoleezza Rice.

Ahora corresponde a Hillary Clinton estar al frente de todas las decisiones
que se adopten en función de los disidentes, que se han convertido en la
mejor carta de los estadounidenses para descalificar al régimen cubano y así
justificar medidas en contra de la isla.

Con el caso Zapata, el trabajo de James Cason está ahora rindiendo sus
frutos, ya que las Damas de Blanco, su creación, es el principal estandarte
de los estadounidenses.

Estados Unidos creó una red de financiamiento y propaganda que involucra a
la propia prensa internacional, ya que según un informe a los congresistas
estadounidenses, para marzo de 2005 ya se habían destinado 8.4 millones de
dólares para el trabajo de propaganda contra Cuba alrededor del mundo.

El mismo informe dio a conocer que de los 29 millones de dólares destinados
a "una ayuda activa, robusta y sin precedentes a los disidentes", ya se
habían proporcionado 14.4 millones, y transferido una suma importante a la
USAID para "expandir dramáticamente su trabajo".

Para estas fechas, esas sumas de dinero son ya irrisorias, pues las ha más
que multiplicado.

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