AL QUE HA DE LLEGAR
Hijo que has de venir,
peldaño por peldaño,
despaciosamente,
haciendo crujir ternuras sin embargo,
hijo que has de venir
de mujer en mujer, hasta la mía,
la que ahora
calienta en su vientre las piedras al rojo vivo,
para quemar en ellas
la sarta de mis besos.
Hijo que has de venir,
descalzo y grave,
con tu constantinopla de talcos y pañales,
con tu hambrecita que te irá creciendo
hasta hacerse colmillo;
tu lámpara tatuada en plena frente
que ha de interrogarme:
“¿Esto es el mundo?”
Hijo que has de venir desde mi abuelo hasta mí,
con el trébol de mi nombre en tu risa:
mientras escarbo el mundo por hallarte
ha muerto un miliciano;
tu nacerás teñido en su silencio
y con tu voz escribirá su mano.
JUAN GONZALO ROSE