sábado, 21 de agosto de 2010

cubano peligroso armado con lápiz desde su celda nos alegra y alerta Rosa Baez La Polilla

TONY GUERRERO: PÁGINAS DE UN DIARIO

por Rosa C. Baez

                              Con su pura herencia de alegría

A veces, uno se pregunta de qué madera se hacen los héroes.

A veces, uno no entiende cómo pueden postergar su vida por defender otras vidas; cómo pueden postergar sus sueños para defender otros sueños…

A veces, uno se pregunta cómo pueden…

Entonces, uno conoce -por que es ya como si los conocieramos personalmente, como si formaran parte de nuestra vida-  a René, a Fernando, a Ramón, a Gerardo. A Tony.

Tony, que no sabemos de dónde sacó animos y coraje, y llenó su celda de pinturas, y atrapó por un ala la poesía y la amarró a sus barrotes y sin embargo, le permitió volar, prestandole alas nuevas… Porque, qué hombre es este que en la obscuridad del hueco imaginó poemas?

¿Qué hombre es este que mejorando sus condiciones de vida -esas migajas de bienestar que le han permitido, como moneda falsa a cambio de la libertad que le están robando- no sólo se detiene y dice “a ratos pienso cómo estarán por ese vecindario”, recordando a sus antiguos compañeros de penitenciaría, de allí donde “habían pocas opciones para cambiar el ritmo del día”, si no que es capaz de convertirse en -ahora, también- en una especie de narrador deportivo, mientras tiene palabras de solidaridad para la tragedia familiar que sufriera Nelson Mandela o un emocionado recuerdo para el 10º aniversario del rescate de Elián hacia estas tierras a las que él tiene aún negado el regreso o las palabras de felicitación para Julián por su cumpleaños… Julián, que media vida diera por traerlo… traerlos -a los cinco- con nosotros…

No se equivoquen los que leen sus notas diarias… No hay trivialidad en ellas, si no el victorioso empeño del que le gana la principal batalla al imperialismo: la de no haber permitido que le robaran la ilusión, la de no haber permitido que sellaran su sonrisa… la de sentirse, aún entre las recias murallas que lo cercan, un hombre libre,  tal como nos dice en su poema “La Verdad me nombra”:

    Quiero nombrar la integridad blandida

    por mi envencible y única ternura

    con el sabor a muro y cerradura

    impregnado en mi boca desmedida.

    

    Nombrar el patrimonio de mi vida

    que se estrelló contra la roca dura

    y supo conservar su herencia pura

    a pesar del gran golpe y de la herida.

Y así, con su pura herencia de alegría, se nos da cada día, y nos enseña, casi sin darnos cuenta, a mantener intactas la esperanza y la ternura!!!.

Fuente: La Polilla Cubana

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