domingo, 24 de octubre de 2010

12 de octubre de 1492 genocidio americano

 

 

12   DE OCTUBRE   DE  1492.

 

Por Eduardo Pérsico.

                                       
Llegaron con sus cruces y lanzas asesinas,

y nosotros sólo éramos personas.


Y un imprevisto amanecer vinieron y llegaron,

jineteando en el lomo del mar estrepitoso.

Del mar, motín de sal y oquedad milenaria

inmemoriales hombres pisaron nuestra playa.


Aquí vagaría el sol desflorando la sombra,

satinando la pampa que era una resonancia.

Interminable y sola extraviada en los mapas,

la pampa indoblegable de todas las centurias.


De metales y arneses vinieron y llegaron,

y aquí sólo el silencio de Dios y sus verdades.

Esa verdad en silencio que repiten los tiempos

sin sermones confusos ni discurso inventado.


La inmensidad, un delirio, ensueño y desmesura

quebrada por navíos que llegaron de lejos.


Y dicen, no se sabe todavía,

que por casa no había eco de los galopes

de caballadas potras, crin al viento y relincho.


Ni siquiera el arrullo rasguido de una viola

conmovería la calma de los anocheceres.


Llegaron esos hombres de metales y arneses

a tanto territorio de soledad muy sola.

A esta incesante fragua de agobiadores soles

y enrojecida siesta demorando el paisaje.


Vinieron y llegaron cuando cada montaña,

peldaño de misterio,

colgaba de los aires su racimo de aroma.

Y los ríos libertarios disponían del reflejo

y el contracanto al canto de pedregal y orilla.


Sí, aquí soltaría el viento su natural capricho

cargando los pulmones de albedrío pajarero.

Bailaba la hojarasca del repleto follaje

y tronaba el prodigio de la mágica lluvia.


Esos hombres llegaron y en la playa, nosotros.

Nosotros en la playa del tiempo que les digo,

achicados de asombro por la grandiosa nave

y metálicos seres venidos desde el agua.


Tanto temor callamos. Y tampoco dijimos

que tal vez allí mismo haya empezado el hambre.


Y ciertamente digo: de una choza a la otra

con palabras invictas hablamos del suceso.

Contamos la noticia.

Porque había aquí palabras que unidas a las nuevas,

traídas en los barcos,

son memoria y enigma del saber quienes somos.

 

_________________Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.