viernes, 3 de diciembre de 2010

Tatu médicos argentinos clonados a la cubana revolución médica

                   

Luchador por la independencia de Cuba fue deportado muy joven a España por sus actividades políticas. Luego se trasladó a Estados Unidos, donde comenzó a reclutar trabajadores cubanos emigrados para la lucha independentista. En 1875 conoció en México la problemática indígena, que ahondó después en Guatemala. Regresó a La Habana en 1878, siendo nuevamente deportado a Europa, de donde retornó a Estados Unidos. Conoció "al monstruo en sus entrañas", sobre todo a raíz de la lucha de los anarquistas de Chicago, perdiendo ciertas ilusiones que se había forjado de la democracia norteamericana.

José Martí

Martí no era obviamente socialista y, al parecer, no había leído a Marx ni a Engels. No era partidario de "una revolución de clases",

1 ni de un gobierno de trabajadores sino de un Estado que asegurara "más justicia en el reparto social (...) una parte más equitativa en los productos del trabajo".2

Martí fue un nacionalista revolucionario que comprendió la necesidad de concretar un gran frente anticolonialista, de carácter policlasista, para lograr la ruptura del nexo colonial con España. Su visión fue haber comprendido que los trabajadores manuales e intelectuales constituían la columna vertebral del movimiento. Por eso, tuvo especial preocupación en ganar para esta causa a los obreros cubanos que laboraban en Estados Unidos y, fundamentalmente, a los que eran explotados en su tierra. De ahí sus estrechos contactos con Carlos Baliño, el primer marxista cubano.

Esta relación tan estrecha entre Martí y Baliño fue el resultado de una confluencia ideológica excepcional para su tiempo: la de un nacionalista democrático que comprendió el papel de la clase trabajadora en la lucha anticolonial y la de un precursor del marxismo que entendió la necesidad de combinar la lucha de clases con la liberación nacional. Fue la primera vez en la historia de América Latina que un demócrata de avanzada coincidía sin reservas con un pensador y luchador marxista.

El proyecto de Martí se diferenció del resto de los movi-mientos anticolonialistas latinoamericanos por tener una con-ducción política de carácter partidario. Fue la única revolución contra el imperio español dirigida por un partido, no por un caudillo ni por un grupo escogido de la burguesía criolla, como fueron las revoluciones de 1810-20. Otra especificidad importante fue que el Partido Revolucionario Cubano no tenía un liderazgo burgués, sino que era un partido policlasista donde la dirección hegemónica estaba en manos de la intelectualidad, de sectores obreros de avanzada y de jefes militares nacionalistas que, como Maceo y Gómez, habían participado en la primera guerra de liberación de los Diez Años.

En las bases del Partido Revolucionario Cubano también se expresaba un profundo planteo latinoamericanista al decir que no sólo se luchaba por la Independencia de Cuba sino también para "fomentar y auxiliar la de Puerto Rico". La estructura de partido no era verticalista sino que daba bastante autonomía y posibilidad de una práctica de democracia horizontal. El

1

JOSE MARTI: Obras Completas,

IV, 244, Ed. Nacional de Cuba, 1964.

2

Ibid., XI, 335 y 339.

PRC "funcionará por medio de las Asociaciones Independientes, que son la base de la autoridad, de un Cuerpo de Consejo constituído en cada localidad con los Presidentes de todas las Asociaciones".

En la Conferencia Monetaria Panamericana de 1891 señaló las características fundamentales de lo que posteriormente se ha denominado dependencia económica. "Quién dice unión económica, dice unión política (...) Hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad (...) El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político (...) el pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios".

3

Martí remarcaba este punto porque Cuba sufría la doble dependencia de España y Estados Unidos, que desde principios del siglo XIX había desplazado a la metrópoli colonial del comercio de importación y exportación de la Isla. Martí sabía que no bastaba con romper el vínculo colonial español sino que también era necesario quebrar la dependencia económica respecto de Estados Unidos. Dicha dependencia había ya rebasado el intercambio comercial a fines del siglo XIX, expresándose en el control de los ingenios azucareros y de la producción taba-calera, como resultado de las fuertes inversiones de capital monopólico. Por eso, el anticolonialismo de Martí era a la vez antiimperialismo.

Precisamente allí reside la principal diferencia entre la lucha anticolonialista de los revolucionarios de 1810 y la lucha de liberación nacional de Martí. Por haber vivido fases distintas de la dominación capitalista, Bolívar y otros grandes fueron anticolonialistas, mientras que Martí no sólo fue eso en su combate contra el imperio español sino también antiimperialista, porque Cuba sufría al mismo tiempo la opresión de Estados Unidos.

A principios del siglo XIX, la Cuestión Nacional priori-taria para nuestros países latinoamericanos fue la ruptura del nexo colonial con España. Y seguía siéndolo para Cuba y Puerto Rico, todavía colonias a fines de siglo; pero para Martí la Cuestión Nacional no se agotaba en la lucha contra España sino que tomaba una dimensión nueva al tener que enfrentar, al mismo tiempo, al imperialismo norteamericano. En tal sentido, se adelantaba dos décadas a las apreciaciones de Lenin sobre la cuestión nacional. Sin alcanzar la sistematización de una teo-ría, Martí hizo apreciaciones tan relevantes sobre el tema que puede ser considerado como el precursor de la teoría de la Cuestión Nacional para América Latina.

Sin ser marxista comprendió antes que los marxistas lati-noamericanos que la Cuestión Nacional no se limita al problema antiimperialista sino que también abarca a las minorías nacio-nales oprimidas.

Consecuente con su expresión "de América soy hijo y a ella me debo", Martí hizo una profecía: "Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que se apartan de Estados Unidos (...) Jamás hubo en América, de la Independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados

3

Ibid., I, 254 y 255.

Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América hacen a las naciones americanas de menor poder (...) De la tiranía de España supo salvarse América española, y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segun-da independencia".

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El dominicano Máximo Gómez, que peleó junto a los cubanos durante las dos guerras anticoloniales. También cabe destacar al ecuatoriano Eloy Alfaro que, estando desterrado en Panamá en 1873, expresó su solidaridad formando la Sociedad Amigos de Cuba. En su calidad de presidente, luego de la revolución de 1895, Alfaro encargó al coronel León Valles Franco la organización de una expedición militar para apoyar la lucha de Maceo y Martí. Al mismo tiempo, envió una nota a la reina María Cristina, regente de España, para manifestarle en nombre del gobierno ecuatoriano su respaldo a la Independencia de Cuba. Chilenos expresaron también su solidaridad activa: Benjamin Vicuña Mackenna que llegó a organizar una expedición para la liberación de Cuba; posteriormente, Gabriela Mistral llamó a Martí "guía de los hombres"; y Manuel Rojas: "La figura es única en la América; en él se reunen y combinan dotes que rara vez o nunca se reunieron y combinaron en los demás libertadores de nuestras repúblicas (...) Es un hombre que reune a varios continentes; es un continente con varios y valiosos contenidos.

5 En su tiempo, Martí era conocido en Chile a través de 11 artículos publicados en "El Mercurio" de Valparaíso, 3 en "El Ferrocarril" y 4 en "La Libertad Austral", todos entre 1884 y 1895, según la investigación de Jorge Benítez E., en su libro "José Martí y Chile", La Habana, 1994.

4

JOSE MARTI: Nuestra América (1889), en Antología Mínima, op.cit., I, 238.

5

Manuel Rojas en la Revista "Anales de la Universidad de Chile", N° 89, Santiago, 1959, Pg. 9.
 

 

 

 

Cuba: Tiempos de cambio -

Atilio A. Boron *

26 de noviembre de 2010

 

En Cuba se está generando un gran debate sobre el futuro económico de la Isla. Entre los cubanos se ha hecho carne la convicción de que el actual ordenamiento económico, inspirado en el modelo soviético de planificación ultra-centralizada, se encuentra agotado. Tal como lo advirtieron Fidel y Raúl, su permanencia pone en entredicho la supervivencia misma de la revolución. Si se la quiere salvar será preciso abandonar un esquema de gestión macroeconómica que, a todas luces, ya pasó a mejor vida.

La experiencia histórica ha enseñado que la irracionalidad y el derroche de los mercados pueden reaparecer en una economía totalmente controlada por planificadores estatales, los que no están a salvo de cometer gruesos errores que producen irracionalidades y derroches que afectan al bienestar de la población. Ejemplos: en un país con un déficit habitacional tan grave como Cuba el ente estatal a cargo de las construcciones registra 8.000 albañiles y 12.000 personas dedicadas a la seguridad y a custodiar los depósitos de las empresas constructoras del estado. O que los informes oficiales del gobierno consignen que el 50 % de la superficie agrícola de la isla está sin cultivar, en un país que debe importar entre el 70 y el 80 % de los alimentos que consume. O que casi la tercera parte de la cosecha se pierda debido a problemas de coordinación entre los productores (sean éstos organismos estatales, cooperativas agrícolas o empresas de otro tipo), las empresas de almacenaje y acopio y los servicios estatales de transporte que deben llevar la cosecha hasta los grandes centros de consumo. O que actividades tales como la peluquería y los salones de belleza sean empresas estatales -¿en qué página de El Capital recomendó Marx tal cosa?- en las cuales los trabajadores reciben todos los implementos y materiales para realizar su labor y cobran un sueldo, pese a lo cual cobran a sus clientes diez veces más que el precio oficialmente establecido, fijado décadas atrás, y sin pagar un centavo de impuestos.

 

Estos son unos pocos ejemplos que conversando con los amigos cubanos se multiplican ad infinitum. Pero plantean una cuestión de importancia práctica y también teórica: el proyecto socialista, ¿se realiza al lograrse la total estatización de la economía? La respuesta es un terminante NO. Si en la Unión Soviética (que sólo tuvo como precursora a la heroica Comuna de París) las condiciones específicas de su tiempo no le dejaron otra alternativa que fomentar la estatización integral de la economía, nada indica que en las condiciones actuales se deba obrar de la misma manera. Tal como con perspicacia lo anotara Rosa Luxemburgo a propósito precisamente del caso soviético, no hay razón alguna para hacer de necesidad virtud. Y si la estatización total y la planificación ultracentralizada pudo haber sido necesaria -y aún virtuosa- en su momento, al hacer posible que en un lapso de cuarenta años Rusia, el país más atrasado de Europa, pudiera derrotar al ejército Nazi y tomar la delantera en la carrera espacial, hoy ya no lo es. Dicho en términos del marxismo clásico, el desarrollo de las fuerzas productivas decretó la obsolescencia de formas e intervenciones estatales que siendo eficaces en el pasado ya no tienen posibilidad alguna de controlar la dinámica de los procesos productivos contemporáneos, decisivamente modelados por la tercera revolución industrial.

 

Cuba se interna en un proceso de cambios y de actualización del socialismo. Los primeros borradores del proyecto, un documento de una veintena de páginas aparecido como suplemento especial del Granma y Juventud Rebelde, fue distribuido masivamente en la población. Se tiraron 500.000 ejemplares que fueron inmediatamente adquiridos por la población, invitada reiteradamente a leerlo, discutirlo y hacer llegar sus propuestas. Van a hacer otra gigantesca tirada más, porque el ansia de participación es enorme. El documento será examinado críticamente por todas las organizaciones sociales, sin distinción alguna: desde el Partido Comunista hasta los sindicatos y el enjambre de asociaciones de todo tipo que existen en la isla. Por eso se equivocan quienes se ilusionan con que la introducción de las reformas de inicie a un indecoroso -¡y suicida!- retorno al capitalismo. Nada de eso: lo que se intentará hacer es nada más y nada menos que llevar adelante reformas socialistas que potencien el control social, es decir, el control popular de los procesos de producción y distribución de la riqueza. El socialismo, correctamente entendido, es la socialización de la economía y del poder, más no su estatización. Pero para socializar es necesario primero producir, pues en caso contrario no habrá nada que socializar. Por lo tanto, se trata de reformas que profundizarán el socialismo, y que no tienen absolutamente nada que ver con las que plagaron América Latina desde los años ochentas.

 

Va de suyo que el camino a recorrer por la Revolución Cubana no será nada fácil y se encuentra erizado de peligros. A las dificultades propias de toda transición se le agregan los derivados del infame bloqueo impuesto por Estados Unidos (y mantenido por el Premio Nóbel de la Paz Barack Obama), el permanente bombardeo mediático y las presiones a que se ve sometida la isla procurarán por todos los medios hacer que las reformas socialistas degeneren en una reforma económica capitalista.

El quid de la cuestión está en la brújula política, la orientación que tendrán estos procesos de cambio. Y el pueblo y el gobierno cubanos disponen de una muy buena brújula, probada por más de medio siglo, y saben muy bien que es lo que deben hacer para salvar al socialismo de las mortales amenazas que le plantea el agotamiento de su actual modelo económico. Y saben también que si hay algo que liquidaría las conquistas históricas de la revolución, que las barrería de un plumazo, sería la re-mercantilización de sus derechos y su conversión en mercancías. Es decir, la reintroducción del capitalismo. Y nadie quiere que tal cosa ocurra.

 

*  Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina.


 

 

 

Reflexiones del compañero Fidel 

Noticias del cólera en Haití

Hay muchas cosas de las cuales hablar cuando Estados Unidos está envuelto en un colosal escándalo como consecuencia de los documentos publicados por Wikileaks, cuya autenticidad -independientemente de cualquier otra motivación de ese sitio web- nadie ha puesto en duda.

Sin embargo, nuestro país en este instante está inmerso en una batalla contra el cólera en Haití, que a su vez se convierte en amenaza para los demás pueblos de América Latina y otros del Tercer Mundo.

En medio de las consecuencias de un terremoto que mató o hirió a más de medio millón de personas y causó una enorme destrucción, se desató la epidemia que, casi de inmediato, fue agravada por el azote de un huracán.

El número de personas afectadas por la enfermedad se elevaba ayer, 29 de noviembre, a 75 mil 888, de las cuales la Brigada Médica Cubana atendió a 27 mil 015, con 254 fallecidos para el 0.94%. El resto de las instalaciones hospitalarias estatales, ONGs y privados, atendieron a 48 mil 875, de las cuales fallecieron 1 721 para el 3.03%.

Hoy, 30 de noviembre, la Misión Médica Cubana, que cuenta por cierto con 201 graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina, atendió a 521 pacientes de cólera para sumar un total de 27 536.

El pasado domingo, 28 de noviembre, llegaron al Centro de Tratamiento al Cólera del hospital de referencia comunitario situado en la comuna L’Estere del Departamento Artibonite,  18 personas en estado muy crítico, procedentes de una subcomuna llamada Plateau, las que fueron atendidas inmediatamente por los 11 médicos y 12 enfermeras de la Brigada Médica Cubana que allí labora. Afortunadamente, pudo preservarse la vida de todos.

 El lunes 29 llegaron desde la misma subcomuna

11 casos más, entre ellos, un niño de cinco años cuyos padres habían fallecido por cólera. Pudo de nuevo preservarse la vida de los mismos.

Ante tal situación, el Dr. Somarriba, jefe de la Misión Médica, decidió el envío de un vehículo todo terreno con

5 médicos, 2 enfermeras, un enfermero y un rehabilitador a la subcomuna, con los recursos necesarios para atender con urgencia los casos.

De los cinco médicos, cuatro son graduados de la ELAM: una uruguaya, un paraguayo, un nicaragüense, un haitiano y el jefe de la brigada cubana del departamento de Artibonite.

 Recorrieron seis kilómetros por carretera, caminaron  seis más por terraplén, y finalmente otros dos kilómetros por terreno abrupto con todo el equipamiento y los recursos encima para llegar a la subcomuna.

Plateau está situada entre cinco montañas con casas humildes agrupadas en tres puntos; se calcula que el número de habitantes se aproxima a cinco mil.  No hay calles, ni electricidad, ni comercios según informaron, y solo una iglesia protestante.

La población, de pobreza extrema, se dedica fundamentalmente al cultivo de maní, millo, frijol y calabaza.

Cuando llegaron a Plateau, el pastor de la iglesia se brindó para organizar dentro de la misma el Centro de Tratamiento, con seis catres y cuatro bancos de los fieles, que permite ingreso de urgencia a 10 personas.

Hoy ingresaron ocho, tres en estado crítico.

Los vecinos comunican que han fallecido alrededor de 20. Esos datos no aparecen en la cifra oficial de fallecidos. Durante la noche trabajarán con las linternas que portaron.

La Misión decidió crear un Centro de Atención al Cólera en esa intrincada comunidad, que tendrá 24 camas. Mañana se enviarán todos los recursos, incluyendo la planta eléctrica.

Informa igualmente que los camarógrafos acudieron a la comuna al conocer la noticia.

Hoy no hubo fallecidos, y se abrió un centro más en el norte, para un total de 38 centros y unidades de tratamiento al cólera.

Relato el caso para explicar las circunstancias y los métodos con los que allí se libra la lucha contra la epidemia, que con decenas de fallecidos diariamente se va aproximando a 2 000 víctimas mortales.

Con los métodos de trabajo que se están aplicando y el refuerzo programado, será más difícil que el número de fallecidos continúe al ritmo que llevaba.

Conociendo las pasiones con que los procesos electorales tradicionales se desarrollan, aparte del abstencionismo típico que caracteriza a muchos de ellos, nos preocupaba lo que pudiera ocurrir en Haití en medio de la destrucción y la epidemia. Un principio básico y jamás violado es el respeto a las leyes, los partidos y las creencias religiosas de los países donde prestan sus servicios nuestros médicos o la Brigada “Henry Reeve”.

Nos inquietaron, sin embargo, las versiones ampliamente divulgadas por los medios internacionales de prensa que presentaron un cuadro de violencia generalizada en el país, que estaban lejos de ser realidad. Los observadores internacionales estaban asombrados de aquellas noticias que se divulgaban en el exterior, cuando en verdad los hechos que dieron lugar a los mismos fueron aislados, afectando solo en un reducido porcentaje a los electores que ejercieron su voto.

Los propios líderes que llamaron al pueblo a salir a las calles comprendieron que no era correcto, en medio de la trágica situación del país, la realización de acciones que podían estimular enfrentamientos violentos que harían imposible controlar y derrotar la epidemia. Si tal objetivo no se logra, esta podría convertirse en endémica y dar lugar a un desastre sanitario en Haití y a una amenaza permanente para el Caribe, así como para la América Latina, donde millones de personas pobres en número creciente se acumulan en las grandes ciudades; también para otras muchas naciones pobres de Asia y África.

No olvidar nunca que Haití debe ser además reconstruido desde sus cimientos, con la ayuda y la cooperación de todos. Es lo que esperamos para su noble y abnegado pueblo.

  Fidel Castro Ruz Noviembre 30 de 2010

 

 


  

Qué es el imperialismo

François Houtart

Históricamente, el imperialismo es la dominación política de un Estado sobre varios otros para establecer una hegemonía política, económica, cultural. Muchos ejemplos existen en el transcurso de los siglos: el imperio de Asoka en la India, que se extendió desde Afganistán hasta Indonesia; el imperio romano sobre el Mediterráneo y Europa central; el imperio inca en el centro del continente americano; el imperio de Carlomagno en Europa; el de España tras la conquista; el de la Francia de Napoleón, etc.

A partir de principios del siglo XIX, la función económica se vuelve predominante porque corresponde a la lógica misma del capitalismo, que busca el control de las materias primas y de los mercados. Sin embargo, su carácter nacional es todavía central en este período, y es Gran Bretaña el prototipo de este tipo de imperialismo. Las conquistas coloniales de Africa en particular fueron características de la partición del sur entre zonas de influencia y explotación. Después de la Segunda Guerra Mundial es EEUU quien toma el liderazgo del imperialismo, con una cierta competencia con los dos otros polos de la triada: Europa y Japón.

El análisis del fenómeno ha tenido su desarrollo. Ya Carlos Marx señaló en El Capital la tendencia a la concentración del capitalismo, lo que implica necesariamente su tendencia a adquirir un carácter internacional. En su obra de 1904 El imperialismo, J.A. Hobson estableció la diferencia entre el capitalismo de libre intercambio, que caracterizó el siglo XIX, con bases predominante nacionales, y el capitalismo de monopolio, que se desarrolló después con exigencias de dominación internacional. R. Hilferding, en 1910, insistió sobre el carácter creciente del capital financiero y sobre la importancia del Estado para apoyar el desarrollo capitalista. Rosa Luxemburgo estudió el expansionismo y la agresividad de los grandes poderes, desembocando en el militarismo, todo ello en función de la lógica de la acumulación del capital.

Evidentemente, es Lenín quien publicó el libro más conocido al respecto: El imperialismo, fase superior del capitalismo - Ensayo de vulgarización, en 1917. Explicó el imperialismo como el resultado de la fase monopolista del capitalismo: más y más concentración y cárteles para apropiarse de los recursos del mundo; exportación de capitales y no solamente de mercancías; parasitismo de las burguesías; explotación de las naciones oprimidas... Insistió sobre la vinculación entre el sistema económico predominante y los problemas políticos del tiempo, en particular la guerra.

Hoy día, imperialismo significa la articulación de todas las partes del mundo en un sistema mundial único, caracterizado por las desigualdades de desarrollo, desigualdades no en función de lo que algunos llaman un "retraso" de ciertas naciones frente al dinamismo de otras, sino como exigencia de la lógica misma de la acumulación del capital (el intercambio desigual). Es lo que Samir Amín, un economista egipcio, llama el "imperialismo colectivo", constituido por las grandes empresas transnacionales, muchas veces con capital de varias partes del mundo.

Frente a la tendencia -típica del sistema capitalista- de una degradación de la tasa de ganancia (que Marx ya había señalado), la salida es encontrar siempre nuevas fronteras de acumulación del capital. Durante mucho tiempo eso significó conquistar territorios. Hoy es diferente y por eso el capital no se opuso a la descolonización. Hoy el papel del capital financiero es predominante. La extracción del sobreproducto se hace por medios financieros (pago del servicio de la deuda, tasa de intereses, paraísos fiscales, etc.) o jurídicos (reglas de la Organización Mundial del Comercio, programas de ajuste estructural, establecimiento de "zonas de libre comercio", como el ALCA). Nunca antes, aun durante el tiempo más duro de la colonización, las metrópolis del norte extrajeron tantas riquezas de sus periferias del sur como hoy día.

Sin embargo el capital debe apoyarse sobre el Estado para garantizar su estabilidad, asegurar el respeto de la propiedad y de las ganancias, crear condiciones favorables a la acumulación, como la exención de impuestos, el establecimiento de infraestructuras, la formación de la mano de obra, la reducción de su precio, etc. Eso se verifica en particular en períodos de crisis, donde se favorece el dirigismo político, hasta las dictaduras, y la militarización (buen medio de corregir las crisis de consumo y de sobreproducción, sin hablar de la función muy positiva de la fabricación de armas, manera de hacer pasar fondos públicos a manos privadas). Frente a la internacionalización de los procesos económicos, las grandes instituciones financieras como el Banco mundial y el FMI juegan hoy día un papel similar, al servicio del proyecto neoliberal.

Hoy es EEUU quien, como única superpotencia mundial, asume este papel a escala internacional, siendo la "globalización", precisamente, la fase superior del desarrollo del imperialismo. EEUU no solamente arbitra la mayoría de las empresas transnacionales, sino que domina políticamente las instituciones financieras internacionales (derecho de veto con 17% de los votos), se niega a aprobar la mayoría de los tratados internacionales (Kioto a propósito del clima, el Tribunal Penal Internacional, las minas antipersonales, el trabajo de los niños, la prohibición de armas químicas y biológicas, etc.) y tiene bases militares en 121 países del mundo.

La guerra en Irak es un producto directo del imperialismo. El control de los recursos naturales, petróleo y gas (Medio Oriente, Asia central, Africa del Este, Bolivia), minerales (Africa Central), biodiversidad (América Central, Amazonia), agua y oxígeno, es una necesidad para la producción capitalista. Las luchas contra el terrorismo, el narcotráfico, el despotismo... sirven de pretexto (útil) para justificar las empresas imperialistas.

Pero hay mas todavía en la fase actual de la construcción del imperio estadounidense. El documento del PNAC (Proyecto para un Nuevo Siglo Americano: http://www.newamericancentury.org) es muy explícito a este respecto. Publicado en 1997 y completado en 2000, este plan sale de la constatación de que EEUU es la única potencia mundial y que por eso tiene el deber moral de establecer "una hegemonía benévola" sobre el mundo. Sólo EEUU puede determinar quiénes son los buenos y los malos. No puede permitir que ninguna otra nación, aun regional, sea una potencia rival.

Por eso EEUU debe aumentar su armamento y su presupuesto militar, desarrollar una nueva generación de armas nucleares, hacer de las Fuerzas Aéreas una fuerza de primer disparo en el mundo. Para establecer la "Pax Americana" debe construir bases sólidas e indiscutibles, lo que va exigir, según el documento, un largo proceso, a menos que ocurra un evento catastrófico y catalizador comparable al ataque de Pearl Harbor. ¡Era una visión casi profética! El PNAC fue la obra de un pequeño grupo de neoconservadores, un "think tank" minoritario. Pero ahora es este grupo el que está en el poder con la administración de George W. Bush. Las firmas que encontramos bajo este documento son: Dick Cheney (vicepresidente), Donald Rumsfeld (ministro de Defensa), Paul Wolfowitz (vicesecretario de Defensa), etc.

La intervención en Irak estaba planeada desde antes del 11 de septiembre de 2001. Las mentiras para legitimar la militarización del imperio estaban bien pensadas: armas de destrucción masiva, compra de uranio en Níger, vinculación entre Sadam Hussein y Bin Laden, etc.

Hoy más que nunca, el imperialismo es "el estadio más avanzado del capitalismo", o del neoliberalismo armado, y vemos que se manifiesta en guerras reales, con su cortejo de horrores y barbaridades. Por eso es bastante extraño constatar el éxito del libro de Michael Hardt y Antonio Negri, El Imperio, dentro de parte de la izquierda latinoamericana.

El mundo actual, según esta perspectiva, vive un "un imperio sin imperialismo", como dice Atilio Boron, director de CLACSO en su critica del a obra, frente al cual se opone "la multitud" como un contrapoder, como fuente de resistencia. Si es verdad que las resistencias al modelo dominante se multiplicaron durante los últimos años (resistencias de las cuales el Foro Social Mundial de Porto Alegre es una expresión importante), no se debe olvidar que el imperio utiliza la fuerza y la violencia para imponer sus fines. Atilio Boron recuerda la historia reciente de las dictaduras en América Latina, el embargo a Cuba, la guerra del Vietnam, las contrarrevoluciones en Nicaragua, El Salvador, y Guatemala, el golpe de Estado en Venezuela, la guerra contra Afganistán e Irak...

Es verdad que los medios del imperio son ahora enormes, militares y políticos. La manera de afrontarlo va ser tal vez bastante diferente a como fue antes. Sin embargo, debemos ser conscientes de que él está también débil y de que puede ser derrotado. Lo vemos en Irak, de manera inesperada para un imperio que sufre de un pensamiento lineal, típico del cinismo de las clases dominantes que creen que les está permitido todo lo que les sirva a sus intereses. Pero esta debilidad provendrá ante todo de las fuerzas de resistencia, y éstas deben organizarse. Que sea en una lucha política (contra el ALCA por ejemplo) o en una lucha armada, no depende de ellas, sino de las circunstancias en las que se encuentren y que, evidentemente, deberán juzgar con mucho discernimiento para no servir de pretexto fácil al imperio ni para autodestruirse.

Hoy debemos construir colectivamente a escala mundial un nuevo polo, con todos los grupos víctimas de la acumulación del capital (del imperio), un polo capaz de representar una fuerza real, basada en una visión humanista, ética y espiritual del mundo, sobre un análisis en términos de intereses opuestos, sobre compromisos de transformación profunda y no de simple acomodación -el imperialismo no se humaniza-, y sobre estrategias a largo y corto plazo.

Bibliografía

BORON, Atilio, Poder, "contrapoder" y "antipoder", Revista Temas, 33-34(abril-septiembre 2003) 28-42, sobre: "¿Qué imperialismo?"
HARDT, Michael y NEGRI, Antonio, Imperio, Paidós, Buenos Aires 2002.
LENIN, Vladimir I., El Imperialismo, fase superior del capitalismo, Ed. Progreso, Moscú 1976.
LUXEMBURGO, Rosa, La Acumulación del Capital, Routledge, London - New York 2003.
MANDEL, Ernesto, El Capitalismo tardío, Ed. Era, México 1975.

 

 

A SEMBRAR MAS SUEÑOS. MAS VIDAS, MAS DERECHOS.

A SEMBRAR EL FUTURO CONSTRUIDO ENTRE TODOS

A SEMBRAR PODER POPULAR

 

  PROPUESTA  TATU   P.T. - 3

 


 

 
Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"
Moderadora Lista e-mail Cuba coraje

"Nosotros somos una idea; nosotros somos una esperanza; nosotros somos un ejemplo". Fidel Castro, 28 sept. de 1960

"Cuando una sociedad vive entre dos extremos, el uno audaz -que adelanta- y el otro tenaz -que no camina- no se puede ser oportuno para todos" / José Martí en carta a Valero Pujol, 27 nov. 1877

“La derecha avanza -como la maleza en la selva- por las grietas que deja la izquierda en sus hermosos proyectos” / Fernando Báez

"Los malos no triunfan si no donde los buenos son indiferentes” / José Martí