viernes, 15 de abril de 2011

para León Ferrari de Josefina Salgado

Josefina Salgado y su hijo.jpg Josefina y su eterna sonrisa, sobre el pecho su hijo José Salgado

Secuestrado, torturado y asesinado en 1976.

 

Carapachay 15 de Diciembre de 2004.

 

Al señor León Ferrari

 

Mi querido y bien recordado profesor:     soy Josefina Salgado, alumna suya del curso de ética y religión

                                                                           del Seminario de Análisis Crítico de la Realidad Argentina,

(1984 – 1999) en un curso de verano,  en la Universidad de las Madres.

 

Quería enviarle estas líneas, solidarizándome con usted en estos momentos, porque aunque no asistí

A la exposición por problemas de movilización y visión muy limitada, he leído sus obras y me siento

Identificada con su pensamiento.

 

El miércoles 8, salía de mi casa, para participar simbólicamente en la Marcha de la Resistencia y una

vecina me preguntó si iba al “desagravio” a la Virgen.      

Le contesté que no puede organizarse un desagravio, si no está probado el agravio, como figura jurídica.

 

Lo inverso ocurrió cuando Bush invadió Irak, masacrando toda una cultura, proclamando que Dios estaba

de su lado.   Ningún discípulo de Torquemada levantó su voz para acusarlo de satánica soberbia.

Al igual que Lucifer, se estaba equiparando a Dios.   Volviendo al tema del agravio, tan bien manejado por

El sector reaccionario siempre pensé que no estaría ofendiendo a la Santa Madre de Dios, la profusión de

Cultos a tantas vírgenes “milagrosas”, casi todas ellas rubias, de ojos claros, maquilladas y ataviadas como

para un desfile de modelos.  La auténtica, la “ única ” virgen elegida por Dios para Madre de su Hijo, según

anunciaron los Profetas, y corroboraron los Evangelios, es una humilde jovencita campesina, semita y por

eso, no es de tez blanca como las imágenes que se exhiben en los santuarios, que más se asemejan a un

“ shopping “, que a un templo religioso.

 

Como podrá ver, soy también una “transgresora”.  Al convertirme en madre de un revolucionario, cambió

mi vida.  Aprendí a razonar.  No me someto a los reglamentos del Imperio Romano, que organizaron a su

Placer a la Iglesia Católica.

 

Jesús mismo fue un transgresor.  Nos conmueven sus milagros, entre ellos la curación de los leprosos, pero

desgraciadamente, muy pocos reconocen que para sanarlos, contradice la Ley Mosaica, acercándose hasta

Tocar al enfermo.   Ponía al ser humano encima de frías disposiciones sectarias.

 

En estos momentos, después de más de medio siglo de aceptarlos incondicionalmente, cuestiono los

Famosos “Mandamientos de la Santa Madre Iglesia”, invento romano, que siguen manejando como títeres

a los feligreses católicos.

 

Por ejemplo, soy partidaria de la Legalización del aborto, a pesar de que, en mi caso particular, fui madre

De seis hijos, tengo diez y seis nietos, y cinco biznietos, pero aprendí a entender la realidad.  No seamos

Hipócritas.   El aborto (ilegal) existe abundantemente , en lujosas clínicas para las mujeres pudientes, en

Horrorosas condiciones para las pobres.   Otra necesidad urgente, es la separación de la Iglesia del Estado

Y dejo para el final, dos problemas, tanto o más grandes que la misma Deuda Externa:  el “Control de la

Natalidad” y la “Educación sexual”.   Parece mentira que seamos tan atrasados en esos temas “tabú”.

 

Agrego a estas líneas, cosas sencillas que escribí: en la Navidad del 2000, un pesebre nada convencional,

para el tercer milenio.

 

Una oración inspirada en el Padre Nuestro, para todos los revolucionarios, y la razón de la lucha de nuestros

Hijos, vinculada con el Sermón de la Montaña.

 

Disculpe mi atrevimiento, pero en estos momentos, necesitaba comunicarme con mi admirado profesor.

 

Lo saluda con respeto y mucho cariño. 

                                                                                                         Josefina  Salgado