jueves, 29 de marzo de 2012

Chicago, New York en bolas, Argentina a los gritos, Harris como Tarzán Yaciretá Walter Mondale Toto Chaubloqueo

Harris: Así torpedeé un negocio entre EE.UU. y la Marina”

El 29 de marzo de 2012  

Astilleros argentinos- Los cables dejaron de ser seguros –cuenta Harris–. Tuve que empezar a usar aerogramas, memorandos y cartas oficiales clasificadas.” Sin embargo, cuando Harris intentó torpedear la concesión de un crédito estadounidenes que iba a ir a parar a los bolsillos de los almirantes que eran dueños de la vida y de la muerte en los sótanos de la Esma, se convirtió en un testigo molesto para sus colegas de la embajada que hicieron todo lo posible para que ese informe no llegase a tiempo a Washington.

El informe de Harris sobre la relación de la Marina con el proyecto Astilleros Argentinos fue retirado de la bolsa diplomática. “Me advirtieron que no iba a ser despachado porque contenía información que perjudicaría a un holding subsidiario de la Marina que dependía de un seguro para Astilleros Argentinos. Es decir, para los mismos que manejaban la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma)”, relata Harris.

“Un viernes de 1978, yo estaba almorzando un sándwich en mi escritorio en la embajada. En ese momento, el Banco Export-Import (Eimbank) del gobierno de Estados Unidos estaba considerando otorgarle un préstamo multimillonario (en dólares) a una compañía norteamericana llamada Allis-Chalmers, para que ésta construyera una fábrica de turbinas en Argentina.

Una vez finalizada, la fábrica sería entregada a Astilleros Argentina, una compañía en Buenos Aires. Dado que se trataba de un préstamo muy importante, durante mi hora de almuerzo solicité la carpeta con información sobre esa transacción a la secretaria de la sección económica y comercial de la embajada. Ella dijo: ‘No hay problema, pero no pierda nada’. Me llevé la carpeta a mi oficina –que no tenía ventanas– y la hojee mientras almorzaba. Me sorprendió encontrar un memorando interno de la embajada, ¡que decía que Astilleros Argentina era una subsidiaria de la Marina Argentina! Por alguna razón la embajada norteamericana en Buenos Aires se había olvidado de informar ese pequeño detalle a Washington.

Cerré la carpeta, terminé mi sandwich y le devolví la carpeta a la secretaria. Luego, escribí una carta de acuerdo con las reglas especiales que habían acordado el Departamento de Estado y la embajada. En mi carta sobre el préstamo Exim, simplemente pregunté: ‘¿Uds. sabían que el beneficiario del préstamo Exim en Argentina es la Marina argentina?’. La Marina estaba entusiasmada –sigue Harris– con la posibilidad de recibir el préstamo porque obtendría una industria de nivel mundial que valdría medio billón de dólares, y le permitiría producir turbinas que serían vendidas por millones de dólares. La Marina sería la dueña de una nueva industria. Además, mientras que la Marina haría turbinas hidroeléctricas enormes y se transformaría en un jugador de nivel internacional porque solamente había tres o cuatro productores de turbinas hidroeléctricas en el mundo, el Ejército, por el contrario, continuaría produciendo ropa interior, medias y productos de baja tecnología.”

“Coloqué las cartas para el Departamento de Estado en una oficina que se encargaba de enviarlas a Washington y le entregué su copia al embajador. Esa tarde, mi jefe (el consejero político) vino a mi oficina, me entregó las cartas que yo quería enviar a Washington, y me dijo que formábamos parte de un equipo y debía comportarme como un buen jugador. El vicejefe de misión (porque el embajador estaba de viaje) había decidido que la información sobre el verdadero beneficiario del préstamo del Exim no debía llegar a Estados Unidos. Hablamos durante cuarenta minutos y al salir de la oficina me dijo ‘al menos no podrá ser enviado esta semana’. En ese momento, yo no sabía que la reunión en Washington, para decidir el préstamo del Exim, se llevaría a cabo el martes siguiente, pero el Vicejefe de Misión sí lo sabía.”

“Volví a la oficina de la cual salía la correspondencia diplomática de la embajada y luego de una dura negociación, convencí a la persona que trabajaba allí que volviera a introducir mis cartas en la valija diplomática que iba a ser enviada a Washington –cuenta Harris–. Esa persona debía abrir la valija diplomática que ya se encontraba cerrada y sellada, y rehacerla. Si bien podría haberse negado, colocó mis cartas en una de las valijas diplomáticas. Por supuesto, cuando las cartas llegaron a Estados Unidos se desató el caos. El préstamo del Exim se suspendió. Era un proyecto muy importante para La comunidad de empresarios de Estados Unidos; el Departamento de Comercio y el Tesoro estaban furiosos porque veían que la política de derechos humanos de Carter equivalía a una disminución en las exportaciones y en los puestos de trabajo norteamericanos.

Mientras tanto, en Argentina la Marina enloqueció porque su futura ‘vaca gorda’ iba a ser suspendida por la decisión del gobierno de Estados Unidos de no extender las garantías para el préstamo Exim. Sin estas garantías, Allis-Chalmers ni siquiera consideraría el proyecto. El Congreso norteamericano organizó audiencias sobre este tema y, más importante aún, el préstamo del Exim se convirtió en un elemento central de las negociaciones entre el vicepresidente Walter Mondale y el Jefe de la Junta militar, Videla. Durante esas negociaciones, acordaron que si Argentina autorizaba la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos al país, el préstamo del Exim sería aprobado. Eventualmente, el préstamo del Eximbank fue aprobado, pero la fábrica nunca se construyó”, concluye Harris.

El giro final de esta historia es que el consejero comercial en la embajada norteamericana estaba tan enojado que renunció al servicio exterior y fue a trabajar como representante de Aliss-Chalmers en Paraguay. Allis-Chalmers proporcionó, más adelante, las turbinas hidroeléctricas para la represa de Yacyretá, pero éstas fueron construidas en Pennsylvania y no en Argentina.