viernes, 23 de marzo de 2012

Juan Pablo II Benedicto XVI Cuba resiste

 

 

 

Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044

 

 

 

Año 10 Número 24 | Fecha 2012-03-23

TITULARES

Opinión

DE JUAN PABLO II A BENEDICTO XVI por Jesús Arboleya Cervera

BENEDICTO XVI Y LA HISTERIA CONTRARREVOLUCIONARIA por Angel Guerra Cabrera

¿POR QUÉ RESISTE CUBA…? por Pablo González Casanova

CUANDO EL AMOR A CUBA AFLORA EN UN PROFESOR Y EN UN CANTOR por Wilkie Delgado Correa

Opinión

DE JUAN PABLO II A BENEDICTO XVI

por Jesús Arboleya Cervera

Aunque Juan Pablo II se caracterizó por desplegar un proselitismo itinerante que lo llevó a muchos países del mundo, y Cuba fue uno de los últimos, en el caso de Benedicto XVI será el tercero de los visitados en América Latina.

Este interés por Cuba pudiera parecer desmedido, si se le compara con los dos gigantes latinoamericanos que ha visitado con anterioridad. Vale entonces que intentemos descifrar las razones, ya que, al margen de cuáles sean nuestras creencias religiosas o afinidades políticas, de la sabiduría acumulada por la Iglesia católica, todos tenemos mucho que aprender.    

Ya se le mire como una suerte propiciadora de beneficios o un “fatalismo geográfico” que determinó muchas de sus desgracias, la verdad es que Cuba ha estado en el vórtice de los procesos políticos que dieron origen a la modernidad y ello ha determinado los perfiles de su historia, potenciando su importancia relativa en estos acontecimientos, sobre todo cuando tuvo lugar la Revolución cubana, la cual, en buena medida, condicionó la política estadounidense hacia la región, hasta convertirla en un referente indispensable.

Nada extraño ocurre cuando América Latina en pleno exige la participación de Cuba en la Cumbre de las Américas, como tampoco lo fue que la OEA la expulsara de su seno en 1962, ambas cosas han reflejado, en su momento, los procesos en curso, así como cambios en la correlación de fuerzas respecto a la hegemonía norteamericana.

América Latina ha cambiado extraordinariamente en el tiempo histórico que marcan estos dos momentos. En 1962, la exclusión o la solidaridad con Cuba, definía a los bandos en pugna, enfrascados en una lucha a muerte. Incluso cuando Juan Pablo II visitó la Isla, el país apenas tenía un espacio regional en las Cumbres Iberoamericanas, donde le recomendaban renunciar a la utopía del socialismo, para salvarse del aislamiento mundial generado por la debacle del campo socialista europeo y el desmantelamiento de la URSS.

Otra debacle, esta vez la del neoliberalismo, colocó de nuevo a Cuba como referencial de la resistencia posible y la actitud hacia el país sirvió tanto para atenuar conflictos domésticos – con alguna que otra demagogia incluida –, como para alentar nuevas alternativas, algunas de las cuales, al margen de sus diferencias con el modelo cubano, retomaron el socialismo como meta de organización de la sociedad.

En algunos casos, estas relaciones se han traducido en una colaboración muy activa y se han desarrollado intereses bilaterales a largo plazo que tienen un valor por sí mismos, en la lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo humano. Quiero creer que incluso analistas y políticos sensatos de Estados Unidos comprenden que, bajo estos términos, la presencia cubana en América Latina aporta estabilidad a procesos sociales que tienden a resultar explosivos y, a la larga, ingobernables, como lo demuestra el caso de Haití. 

Pero incluso no existiendo intereses bilaterales concretos, ni afinidad en los proyectos políticos específicos, la presencia de Cuba en los actuales procesos integradores de América Latina, constituye un ingrediente indispensable para establecer una posición de soberanía e independencia respecto a Estados Unidos, sin la cual, en las actuales circunstancias, la credibilidad de estos gobiernos queda puesta en duda. 

En definitiva, resolver los problemas sociales más acuciantes, ensanchar el diapasón político latinoamericano y encontrar formas de cooperación regional, constituyen necesidades de todos, incluso de algunos sectores de las burguesías latinoamericanas, interesadas en ampliar sus opciones comerciales y financieras, más allá de los depreciados mercados de Estados Unidos y Europa.

Como puede apreciarse, Cuba no ha sido reacia a “abrirse al mundo”, como aconsejara Juan Pablo II, y es justo reconocer que la mayor parte del mundo también se ha abierto a Cuba, especialmente en América Latina. La excepción más notoria es Estados Unidos, pero parece que ni los papas pueden con la tozudez de los imperios.

En el plano doméstico cubano también muchas cosas, entre ellas las relaciones entre creyentes y no creyentes, han cambiado en el transcurso de estos años. Una generación no había nacido cuando se produjo la visita de Juan Pablo II y otra apenas puede recordar el acontecimiento. Sin embargo, han crecido sin los conflictos religiosos de antaño y hasta los mayores nos hemos acostumbrado a expresar creencias o negaciones divinas sin el temor al rechazo del otro. Incluso en el Partido Comunista hay católicos, protestantes y santeros confesos, mezclados con ateos convencidos, y la mayoría ahora nos preguntamos por qué alguna vez tuvo eso algo de malo.

Creo que después de muchísimos años, fue visto por primera vez el cardenal Jaime Ortega en la televisión cubana cuando anunció la visita de Juan Pablo II y las misas que Su Santidad celebró en Santiago de Cuba y La Habana también fueron las primeras en transmitirse de esa manera. Hoy es más frecuente la presencia de eventos y autoridades eclesiásticas de diversas denominaciones en los medios de difusión. Es cierto que la apertura informativa no es tan amplia como se quisiera, pero de eso se queja hasta el presidente Raúl Castro. 

Mucha gente, católicos o no, acompañaron a la Virgen de la Caridad del Cobre por todo el país. Tal acto constituye una reafirmación de tradiciones históricas y culturales que se integran en nuestra propia nacionalidad y deben servir al bien de la nación. Por eso atañe a todos los cubanos, particularmente a la Iglesia católica, máxima responsable de difundir esta cultura desde que plantaron la primera cruz en un suelo al que llegaron por error y se quedaron para siempre. La visita de Benedicto XVI debe contribuir a este propósito.

Fuente: Progreso Semanal

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BENEDICTO XVI Y LA HISTERIA CONTRARREVOLUCIONARIA

por Angel Guerra Cabrera

Desde la visita del papa Juan Pablo II a Cuba (1998) las relaciones entre la iglesia Católica y el gobierno han experimentado una mejoría sustancial y constante. Por sobre desencuentros anteriores, principalmente cuando en los sesentas una generación de pastores se alió mayoritariamente a la contrarrevolución, ambos han construido relaciones de respeto y confianza durante más de una década. Ellas propiciaron un diálogo fluido, representado paradigmáticamente por el intercambio entre el presidente Raúl Castro y el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana. La buena voluntad mostrada por Ortega en Julio de 2010 al coadyuvar con el gobierno cubano –junto al entonces canciller español Miguel Ángel Moratinos- en la liberación de 52 presos contrarrevolucionarios parecen haberlo cimentado notablemente.

En este contexto se inserta la próxima visita a Cuba, de Benedicto XVI, sucesor de Juan Pablo II, quien partirá en la mañana del lunes 26 a Santiago de Cuba, en cuanto se despida de México. El viaje es el primero de este papa a naciones hispanoparlantes de América Latina. Anteriormente estuvo en Brasil en 2007 con motivo de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Contrastes de los dos países visitados, México es el que tiene mayor población católica en América Latina, mientras Cuba es el que tiene menos, puesto que una gran mayoría de los isleños profesan los ritos afrocubanos.

Mientras en México se han librado dos guerras civiles de inspiración religiosa, la primera de ellas conducente a la intervención francesa de 1862, hechos que permanecen en la memoria colectiva, en Cuba no ha ocurrido nada parecido. En México hay una arremetida en curso contra el Estado laico alentada abiertamente por la jerarquía católica. En Cuba la iglesia no se plantea una meta semejante, aunque reclame y haya obtenido paulatinamente espacios de presencia pública que se corresponden con la legitimación por las autoridades de la pluralidad y diversidad contenidas hoy en la sociedad cubana.

De lo que no cabe duda es que tanto el gobierno cubano como la iglesia Católica local y el Vaticano desean que la visita papal redunde en la continuidad del diálogo y la profundización de las cordiales relaciones que se han forjado. Todo ello está sustentado ya por el acompañamiento crítico, responsable y constructivo de la iglesia Católica a los importantes cambios económicos, sociales y políticos que se producen para fortalecer y perfeccionar el socialismo cubano. Igualmente la estrecha coordinación, ya sea en empeños menores como en algo tan trascendental como la visita del pontífice con los preparativos de las dos misas masivas que oficiará en las Plazas de la Revolución de Santiago de Cuba y La Habana, así como su visita al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, de la cual se celebra el 400 aniversario de la aparición de su imagen. Las modificaciones en la relación con la iglesia Católica han ido desde la supresión de las procesiones en los sesenta a una gira multitudinaria de la imagen de la virgen del Cobre por toda Cuba en 2011.

Todo esto es motivo de gran contrariedad para una contrarrevolución que sólo desea la intervención militar yanqui en Cuba puesto que significa exitosa, pacífica y fecunda relación del poder con una importante fuerza de filosofía distinta, alegría popular no sólo de los fieles católicos sino también de los de ritos sincréticos que se identifican con la señora del Cobre, distensión y diálogo democrático. De allí la creciente histeria en las últimas semanas de la mafia de Miami y de la quinta columna de Washington en Cuba. ¿Cuánto estarán cobrando las mercenarias por cada marcha?

La contrarrevolución de Miami ha llegado al extremo de condicionar la visita del obispo de Roma a que se sume a sus consignas antipatrióticas, o que de lo contrario la cancele. A pesar del apoyo que tienen de los desvergonzados pulpos mediáticos como CNN o The Washington Post, que ha llegado a acusar al cardenal Ortega de “socio” de Raúl Castro, todos los intentos por montar una provocación le han fracasado. La sola presencia del jefe de la iglesia Católica en Cuba, sin contar sus entrevistas con el presidente Raúl Castro, es una condena al bloqueo y no pueden soportarlo. No en balde el Arzobispado de La Habana denunció “…una estrategia preparada y coordinada por grupos en varias regiones del país. No es un hecho fortuito, sino bien pensado... "

Fuente: La Jornada

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¿POR QUÉ RESISTE CUBA…?

por Pablo González Casanova

A Armando Hart Dávalos

Un día, conversando con un amigo en La Habana, nos preguntamos ¿por qué resiste Cuba… cuando el capitalismo ya se restauró en Rusia, China, Vietnam?

Mi amigo dio una respuesta contundente: “Cuba es la mejor prueba de la existencia de Dios”…

Como yo soy lego en argumentaciones teológicas preferí plantear la pregunta con el rigor de un problema científico. En ese sentido quiero recordar algo que dijo Martí: “Hasta aquello de lo que está cierto hasta allí llega la ciencia del hombre”.

Yo tengo algunas respuestas en las que estoy cierto; pero necesito expresarlas para que otros me ayuden a resolver un problema que quiero plantear en términos científicos, y en el que busco excluir cualquier intención laudatoria.

En el intento mismo de plantear el problema científico, descubro que mi análisis va a ser necesariamente incompleto. Pienso que otros tendrán que completarlo. También advierto circunstancias concretas por las que el Movimiento 26 de Julio triunfó en Cuba, y por las que Cuba resiste hasta hoy, y que no son generalizables. De hecho corresponden a un tiempo y a una Isla.

Como muchas de esas circunstancias no se dan en todo tiempo y en todo lugar, el movimiento revolucionario cubano ha insistido en que no debe tomársele de ejemplo. Su propuesta resulta razonable si se hace extensiva la famosa expresión de Mariátegui, y se afirma que ninguna revolución puede ser “calca y copia” de otra.

Eso no quiere decir que todas las experiencias cubanas se limiten a Cuba y que ninguna de ellas tenga carácter universal. Al contrario muchas experiencias de Cuba tienen carácter universal y en ese carácter merecen ser más exploradas.

Cabe otra aclaración y es el peso mayor o menor que algunas de las medidas y circunstancias tienen en el triunfo y la resistencia de Cuba. Pretender calcular el variable peso es imposible. Su alcance corresponde a fenómenos que los matemáticos consideran “extremadamente no lineales”, con lo que quieren decir que en ellos una acción mínima puede producir efectos colosales, incalculables.

El triunfo de Cuba es incalculable. Cuba es un pequeño país, que cuando inició la Revolución tenía seis y medio millones de habitantes y como todos saben la Isla se encuentra a unas cuantas millas del imperio más poderoso y agresivo en la historia de la especie humana.

Resulta difícil entender cómo esa pequeña Isla y sus habitantes han resistido el inhumano bloqueo y el permanente asedio de más de cincuenta años, que Washington ha acompañado de constantes amenazas, agresiones, conspiraciones e intentos de magnicidio, y otros hechos, entre los que destaca el intento de invasión y el triunfo en Playa Girón donde Cuba puso en derrota a las fuerzas invasoras, armadas y apoyadas por Estados Unidos. También son de recordar la entereza que mostró la Isla, con su gobierno y pueblo, en “la crisis de los cohetes” que llevó el chantaje nuclear a sus extremos, y –para no extenderme más-- los indecibles sacrificios del “período especial” en que tras la disolución de la URSS Cuba perdió una inmensa fuente de sus ingresos y la población entera decidió de todos modos continuar en la lucha por la independencia y el socialismo a sabiendas que eso significaría una grave reducción de los niveles de vida y consumo durante largo tiempo.

Semejantes hazañas –y muchas más-- obligan a plantearse con la mayor seriedad el problema de saber. ¿Cómo se explica la resistencia de Cuba?

Y evocando a Martí enuncio otros “hechos ciertos” que también caen en el orden del conocimiento científico y que incluyen la herencia del propio Martí, muerto en batalla por su pueblo y su Patria en 1895 a la edad de 42 años: Es más, en estas palabras, me voy a limitar a algunas reflexiones con que Martí contribuyó a esa capacidad de revolución y de resistencia.

UNO. José Martí es considerado como “el autor intelectual de la Revolución Cubana” por quienes al mismo tiempo se identifican como marxista-leninistas. La aparente contradicción entraña relaciones muy precisas entre un pensamiento, un sentimiento y una expresión que enriquecen al liberalismo radical y al marxismo desde la perspectiva de los pueblos coloniales y sus luchas por la independencia. Liberalismo y luchas por la independencia se expresaron desde Martí como luchas contra el antiguo colonialismo y contra el imperialismo, es decir contra un capitalismo que se rehizo al impulso de los monopolios y que hizo suya “la renta colonial”.

Expresión de las luchas humanistas del liberalismo radical de su tiempo, Martí es admirador de la gran corriente de la Ilustración que en Cuba tuvo a notables filósofos cristianos impulsores del pensamiento ético y crítico y del humanismo más avanzado de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Martí logró ser una de las más altas expresiones de quienes en el siglo XIX latinoamericano forjaron los espacios laicos de la pregunta, los espacios laicos del diálogo, de la discusión y el consenso y una capacidad reflexiva y poética capaz de comprender y expresar el mundo propio y el ajeno.

En la múltiple lucha por nuestra expresión como expresión universal, Martí no sólo vivió en las entrañas del imperialismo como colonialismo, sino como reestructuración monopólica de un capitalismo al que se enfrentaban los trabajadores encabezados por Marx… Martí no sólo anunció que “se viene encima amasado por los trabajadores un universo nuevo”, ni sólo hizo ver que Marx “merece honor…por haberse puesto del lado de los débiles”, ni nada más citó en el homenaje póstumo a Marx, una bella frase que dice “La libertad ha caído muchas veces; pero se ha levantado más hermosa de cada caída…”, sino que también hizo otro llamado plenamente válido hoy, en que dijo: “Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas se ha de hallar la salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde y espante”. (Parece como si estuviera hablando de hoy en que se quiere abestiar al hombre, en que la bestia se desborda y espanta y en que todos estamos buscando salida a la indignación).

Martí no expresó sus afirmaciones sobre la lucha de clases y la lucha por la independencia de las naciones en frías formas filosóficas o en tratados o sistemas teóricos. Las expresó en formas a la vez racionales y emocionales buscando de manera profunda, y con una pasión intensa, la “claridad” y la “sinceridad”, muy fuertes ambas en su vida, y muy vinculadas a su lucha por “la vida nueva” en esa forma a la vez emocional y práctica que expresó con su “fe en el mejoramiento humano” y... en lo que llamó “la utilidad de la virtud”, expresiones ambas que ensamblan los motivos de una pasión intensa y las preocupaciones de una lucha en que se piensa cómo ganar, cómo lograr lo que se quiere.

El rico legado de Martí corresponde a una estrecha vinculación entre el concepto, la palabra y la acción. Sin esa vinculación, lo que Martí dice no se entiende bien, se entiende a medias, se entiende mal. El legado, en su versión escrita y vivida, no sólo alcanza una gran belleza sino una gran fuerza. El pensamiento estrechamente vinculado a la acción le da otro sentido a la palabra. Funde la palabra con la cosa. Quien escucha la palabra sabe quien la dice. Y por quien la dice entiende que como promesa va a ser cumplida, y que como descripción o explicación de lo que pasa corresponde a hechos ciertos sobre lo que ocurre y sobre lo que es necesario hacer para lograr un objetivo. Y si la validez de lo que dice depende tanto de la moral de quien lo dice como de su saber y experiencia, el que oye entiende que lo que dice es en principio válido y confiable. Y esta junta de moral en la lucha y de la experi encia en el luchar y pensar es base de una fuerza especial: de confianza que integra las acciones colectivas por metas comunes. Y que se enriquece todavía más con la invitación de quien se expresa a que lo corrijan quienes lo oyen si tienen otra visión o información…

Martí como fuente de una cultura más que de una ideología, hoy se enfrenta mejor que nadie a seguir luchando en plena crisis de las ideologías tras los procesos de restauración y recolonización del capitalismo. El gran triunfo de los neoconservadores no sólo consistió en la restauración mundial del capitalismo –con excepción de Cuba- sino en la eliminación de la lucha ideológica (como quería Daniel Bell) y en su sustitución por luchas de grupos de interés y grupos de presión, grupos de corrupción y grupos de intimidación dentro de la llamada “clase política”. Al ver cómo todos los partidos políticos votan por la misma política del saqueo y la represión neoliberal, ya sean comunistas, socialistas, populistas, demócratas o conservadores… Al ver tan inusitado espectáculo se da una f uerte crisis de las luchas ideológicas. Y en ese momento la “utilidad de la virtud” y todo el realismo político-moral de la lucha por “la nueva vida” adquieren una importancia enorme.

Es más, hacer “que la palabra sea la cosa” y “la utilidad de la virtud” permiten redefinir y recuperar el pensamiento profundo de Marx y de su crítica creadora. Llevan a vincular esa otra fuente del pensamiento y la acción con la cultura de un pueblo en el que se difunde el poder de la virtud como base de la cooperación y la confianza y de la creación histórica. Desde la vida misma de Martí se enriqueció la profunda intuición de lo que en forma sistemática proviene del marxismo. En el Partido Revolucionario del Pueblo Cubano se incluyó a quienes serían fundadores del primer partido comunista, quienes por su parte contarían entre sus herederos con algunos de los teóricos más brillantes del comunismo latinoamericano, y entre ellos, con Julio Antonio Mella.

El éxito de la Revolución Cubana y su inmensa capacidad de resistencia serían inexplicables sin la fuerza que significan la moral de lucha y el valor en el combate para la construcción de un mundo que se encamine a la justicia y la libertad, practicándolas al andar. Martí planteó la posibilidad de convencer “con el valor sencillo y la palabra franca” a quienes tienen valor y de suyo respetan la franqueza. Anunció así que: “del valor oculto crecen los ejércitos del mañana”. Pero no se quedó en eso: hizo el elogio de Marx como “organizador incansable.”

Y esta es otra razón por la que resiste y triunfa la revolución cubana: el mito del foco guerrillero en que veinte jóvenes valientes pueden cambiar la historia, nada tiene que ver con el carácter de “organizadores incansables” que tuvieron los dirigentes del “26 de Julio” con las organizaciones de base en Santiago a cargo de Frank País, la de La Habana que originalmente promovió y articuló Armando Hart, o las de la sierra y las playas, éstas últimas a cargo de Celia Sánchez, que fueron quienes descubrieron y salvaron a los náufragos del Granma, y entre otros a Fidel.

En la lucha actual, “vaciada de ideologías” por el imperialismo norteamericano con la política preconizada por Teodoro Roosevelt de “la zanahoria y el garrote”, hoy en todo su apogeo, la moral es arma vital contra la corrupción. Y el valor y entereza son valiosos recursos contra la intimidación y el terror. Que moral y valor aparezcan entre contradicciones de corrupción y traición no es la característica general de la revolución. Si lo fuera ya habría sido derrocada. La característica general es la valentía reflexiva y la honestidad incorruptible de los líderes del proceso revolucionario, y de la inmensa mayoría del pueblo cubano, moral, política y militarmente organizado para defender la justicia social y la independencia nacional en una fusión o “complejo” del pueblo que gobierna mediante un inmenso entramado de colectivos y agrupacion es donde el diálogo, la discusión y el consenso convalidan, corrigen, practican y enriquecen las decisiones fundamentales del poder popular nacional y social con su partido y su gobierno, hechos difíciles de entender en el discurso a que estamos acostumbrados. Y si bien “el hombre nuevo” sigue siendo un hombre con contradicciones, se trata sin embargo de un hombre que aprende a encauzar o contener sus contradicciones y a confluir en los consensos y las acciones concertadas.

Dicho de otro modo: Cuba ha podido resistir porque su población sabe muy bien lo que significaría perder la independencia y la justicia social que defiende como poder del gobierno-pueblo, un poder que se enfrenta con éxito al poder articulado del “complejo” militar-empresarial-y-político del imperialismo, con sus asociados y subordinados…

La democracia en Cuba consiste en que el pueblo sabe que si no defiende a su propio gobierno pierde la soberanía y la justicia social que con los servicios de educación, salud, vivienda y trabajo sigue impulsando el pueblo-gobierno día a día, no sin verse obligado a hacer algunas concesiones como la zona de turismo destinada a allegarse divisas, o el incremento de la propiedad privada y los empleos comerciales que buscan disminuir el peso de una excesiva burocracia, reforma en parte limitada y corregida tras una inmensa auscultación que en este año del 2012 frenó en gran medida los proyectos privatizadores excesivos y desestabilizadores, aunque no haya todavía dado el peso y la importancia necesaria a las cooperativas, y más que nada a los sistemas de cooperativas de actividades múltiples: agrícolas, industriales y de servicios, horno y escuela de culturas solidarias, y freno de la cultura individual ista del mercado… Y como de contradicciones se trata, ¿por qué no señalar la redoblada lucha, contra la corrupción que genera la economía informal, o en que han caído algunos altos funcionarios hoy encauzados judicialmente, e incluso aprisionados, medidas que sin dar fin a esos graves problemas frenan su peso y el peligro que representan por débiles que sean… Reconocer y enfrentar a las necesarias contradicciones de toda lucha de los pueblos por la independencia y la justicia social forma parte también del legado martiano y explica por qué resiste y avanza Cuba.

Es indudable que en las condiciones señaladas la lectura de los clásicos del pensamiento emancipador cobra una inmensa originalidad y supera la simple perspectiva del mundo y el capitalismo global visto desde las metrópolis. Las experiencias y percepciones que se dan en el mundo colonial o recolonizado siguen reformulando conceptos y viviendo experiencias que enriquecen la lucha ideológica por la independencia, la democracia, la justicia social y el socialismo. Entre las aportaciones más significativas a nivel mundial destacan con las de Cuba, los planteamientos que “desde abajo y a la izquierda” hacen los pueblos mayas del sureste mexicano, conocidos como zapatistas, con sus aportaciones universales a las autonomías de los pueblos discriminados y oprimidos, a la pérdida del miedo como un elemento epistemológico fundamental, al enaltecimiento de la dignidad y la autoestima frente a las “acciones cívicas” de la guerra contrainsurgente que se ha convertido en guerra de recolonización al servicio del capital corporativo.

También destacan las aportaciones de los pueblos indios descendientes de los Incas y su rica filosofía del “buen vivir”, y a ellas se añaden las experiencias y reflexiones que desde fuera y desde dentro del Estado se dan en Bolivia y Venezuela, y cuyo futuro sólo es viable si entre contradicción y contradicción los pueblos van adquiriendo un creciente poder en los gobiernos, que les permita como “complejo de poder popular-gubernamental” resistir al asedio de las corporaciones y sus apoyos del imperio y de las oligarquías.

En la imposibilidad de referirme en este breve espacio a las reestructuraciones de la lucha de clases y las luchas por la independencia y la democracia que se dan en nuestro tiempo, termino con otro legado de Martí que explica la sorprendente capacidad de resistencia y revolución que muestra Cuba; me refiero al nivel cultural y educacional de su población. Escojo uno entre los muchos pensamientos de Martí sobre la educación y la cultura:”Se debe enseñar conversando, como Sócrates, de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”. Así dijo. Y eso es lo que hace la Revolución Cubana a lo largo de su historia, no sólo en Cuba, sino en África, en América Latina…

Sólo que en Cuba la organización de las conversaciones para enseñar y aprender, para preguntarse y responderse, para informar e informarse se realiza en colectivos de aldeas, de ciudades, campos, fincas, fábricas, casas, y es parte de la compleja trama para la toma de decisiones en el ir y venir de las líneas de mando del pueblo—gobierno. Con un añadido a lo prescrito por Martí, que desde los primeros discursos al triunfo de la Revolución –y aun antes- Fidel Castro le enseña al pueblo a gobernar, le enseña a tomar decisiones para gobernar, y él por su parte aprende y aprende como construir el sistema de actividades varias y de estrategias para una resistencia de “espectro amplio” que hacen de Cuba hoy –con la impresionante participación de su pueblo-- el país más avanzado del mundo en la difícil lucha por la soberanía nacional, por la democracia y por el socialismo.

Estos son algunos de los “conocimientos ciertos” que permiten comprender por qué resiste Cuba. Muchas gracias.

Pablo González Casanova es un eminente sociólogo, filósofo y crítico mejicano.

Fuente: Rebelión

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CUANDO EL AMOR A CUBA AFLORA EN UN PROFESOR Y EN UN CANTOR

por Wilkie Delgado Correa

Este mes recibiremos en Cuba al Sumo Pontífice. El Papa nos dirá de muchas formas: "A Cuba yo la visito”. Y comprobará lo que nosotros le diremos: "En Cuba tenemos todo lo que amamos”.

Cuando se arriba a un nuevo año muchas cosas pueden suceder, y todo el mundo puede, a nivel personal o colectivo, desear o vaticinar una miríada de alternativas que luego la realidad tozuda, mezcla del azar y las posibilidades, se encargará de poner en su sitial más evidente. Este 2012 no escapa a esa aseveración.

Por ejemplo, ya es una realidad el anuncio de que el Papa visitará a Cuba del 26 al 28 de marzo, y en torno a ello han surgido y surgirán los más variados juicios, las más discrepantes opiniones, los más controvertidos análisis y, en fin, lo que cualquiera persona convertida en pitonisa quiera pronosticar como realidad posible en el contexto de una visita normal de un jefe de estado, en este caso del Vaticano, y guía supremo de la Iglesia Católica. Es como si lo trascendente y extraordinario no coexistiese siempre con lo normal y cotidiano en un pueblo cualquiera del planeta, y, por lo tanto, el cubano no es una excepción.

Tanto los enemigos de Cuba y su Revolución, externos como internos, maquinan para entorpecer o deslucir la visita pastoral, mientras el pueblo cubano y su gobierno aprestan sus mejores sentimientos para recibirle en forma respetuosa, amable y cariñosa, como ha sido tradicional la recepción de visitantes a nuestro país, especialmente de los jefes de estado.

Comparto con los lectores dos historias breves, representativas de un anecdotario infinito, en que los malintencionados y los ingenuos de toda laya, acostumbran intercambiar con los cubanos, pero que ambas tienen en sí mismas, una gran riqueza espiritual.

Hace cierto tiempo el profesor titular y profesor consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, doctor Raúl Rizo, se encontró casualmente con un joven cubano residente en Miami a quien conocía. Parece que como una manera de halagarle personalmente y ponerle de manifiesto la valoración sobre el precio material de su labor profesional, le preguntó:

-¿Profesor, Ud. sabe que en Miami Ud. podría ser millonario?

El profesor le miró con una ligera sonrisa. Resaltaba en él todo el cabello cano, y la mirada vivaz a través de los espejuelos. Tenía la existencia cargada de satisfacciones plenas y también de necesidades como cualquier mortal de nuestra tierra. La respuesta fue dictada por sus convicciones, en que se mezclaban todas las experiencias y acontecimientos de su vida, y fue tan inmediata como escueta y contundente, aunque condescendiente con aquel joven médico que había sido su alumno años atrás.

- Sí, lo sé. Pero aquí en Cuba tengo todo lo que amo.

Su interlocutor pareció no comprender ni sentirse satisfecho con la respuesta. Y es que algunos no están aptos, por naturaleza o por reflejo condicionado propio de amaestrados, para comprender el valor de la virtud como escudo de resistencia, de los ciudadanos de la nación cubana, con sus grandezas y pequeñeces, y por supuesto, con sus abundancias y escaseces.

Esta fue una simple confrontación entre dos concepciones, dos vivencias, dos ópticas, dos caminos, dos escogencias, entre dos personas que se encuentran e intercambian casualmente, y que es algo que ocurre muy frecuentemente dentro y fuera de Cuba.

La otra historia ocurrió fuera de Cuba, precisamente en Miami, y tuvo mayor connotación pública porque se trataba de una actuación por TV.

Este fue el pie forzado que pretendió poner en aprieto al cantor sonero y excelente repentista Cándido Fabré, en su visita a Estados Unidos el pasado año: "A Cuba yo no regreso”.

Al respecto el cantor ha confesado: "Viví un momento de gran tensión, pero tranquilo. Era el tiempo justo para descargar mi capacidad de improvisar ante lo inesperado, sobre todo con un tema cargado de intencionalidad.”

Finalmente la ovación prolongada del público asistente aprobó el mensaje del cantor, que enumeró los elementos queridos que entrañaría olvidar y renunciar, para escoger la opción de no regresar a su patria. Citó en primer lugar a su madre Sixta, en segundo lugar al terruño natal San Luis, y luego en una sucesión coherente los paradigmas de su nación, como su Héroe Nacional José Martí, de su cultura, con nombres señeros y sus manifestaciones artísticas, autóctonas, y finalmente su convicción de fe patriótica y estima de sí mismo. He aquí la improvisación referida:

Si olvido a mi vieja Sixta / Si me olvido de San Luis / Si yo me olvido del Benny, / Si me olvido de Martí / Si yo me olvido del son, / De las claves y el bongó, / Si me olvido de la rumba / Y olvido este guaguancó, / Si olvido a Sindo Garay, / A Matamoros y a Chepín, / Si olvido a Enrique Jorrín / Y también a Rafael Lay, / Si me olvido del Compay / Y acaso pierdo la fe / Si me olvido de Fabré / Y que yo vengo en progreso / Entonces diré que: a Cuba yo no regreso.

En una entrevista para la prensa en Cuba reflejó en forma brillante su opinión sobre la identidad y la cubanía. Estas fueron las preguntas y respuestas.

-¿Qué es para ti identidad?

-No dar pie a la duda, exteriorizar los valores con los cuales te educaron, nunca renunciar a tus principios ni a tus rasgos distintivos. Tener sentido de pertenencia, el modo de entregarte a la vida durante la vida, de proyectarte como persona dondequiera que estés, en el mayor sentido de la palabra: es ser original.

-¿Y la cubanía?

-Son los patrones que rigen y tipifican el pensamiento del cubano, los elementos naturales que definen nuestro paisaje. La palma, la mariposa, el tocororo... Es tener presente la representatividad, la gracia y el sabor de donde provienes. No existe identidad sin cubanía, ambas categorías se encuentran estrechamente unidas.

Es una realidad que tanto los cubanos de la Isla como miles de cubanos residentes fuera de su país, son capaces de vibrar por ese sentimiento filial de amor a Cuba. Y aspiran lo mejor para su patria, incluyendo la paz y la prosperidad. Sólo en las personas de espíritu canijo y vil, obnubilados por el odio y la ruindad, se manifiesta un antagonismo tal, que les lleva a desearle la peor a su tierra de origen.

Pero en fin, este mes que recibiremos en Cuba al Sumo Pontífice, Papa de la Iglesia Católica, Benedicto XVI, podremos mantener un diálogo sintético con el, como éste, utilizando dos frases de las historias narradas. El Papa nos dirá de muchas formas: "A Cuba yo la visito”. Y comprobará lo que nosotros le diremos: "En Cuba tenemos todo lo que amamos”.

Fuente: Adital

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