miércoles, 16 de mayo de 2012

Marcos Aguinis cipayo en CNN contra el Che contra Cristina contra la Argentina como siempre

El doctor Alberto Granado centro del afecto y admiración de quienes compartieron la

proyección de "Diarios de Motocicleta" a su alrededor en el Shopping Abasto.  Al "petizo"

ó "Mial" como le decía su amigo Ernesto se lo ve flanqueado por las bellas Susana Sanguinetti

(a su izquierda) e Irene Perpiñal, del Museo Che Guevara a su derecha.            (foto Toto)

 

 

15 de Mayo de 2012  Buenos Aires.    Argentina

 

Los ángeles de la motocicleta    por Eladio González   toto

 

Dos angeles argentinos recorren, montados en su motocicleta, caminos celestiales. 

Se han vuelto a reunir tras cuarenta y cuatro años.  El más joven había partido

primero y le tocó entonces a Alberto el cordobés dueño de la moto eterna,

transformarse en un ser humano de culto.  Como un escudero solitario itinerante

recorrió multitud de geografías.  No llegaba trayendo a su "caballero andante", sino

que por el contrario su tarea fue la reconstrucción del héroe ante emocionados

aspirantes a emularlo.  Prestidigitador histórico mayúsculo fue hasta coguionista

para el premiado cineasta argentino, dueño de un Oscar de la Academia (La Historia

Oficial) Luis Puenzo.   Sí, la película del histórico viaje en moto se estuvo haciendo  

aquí pero esa extraña imposibilidad que les nace a los argentinos, cuando del Che

Guevara se trata hizo inútiles los tres meses de labor, en los que en la intimidad de

mi hogar fui emocionado testigo de los ires y venires de Puenzo y Alberto Granado.  

Por las noches, tras la cena, oficié de ayudante para Alberto que ensimismado y

buceando en sus recuerdos me escuchaba leer el "guión" de "Diarios de Motocicleta",

aprobando con movimientos de cabeza ó interrumpiendo a veces, para de puño y

letra insertar una acotación, corrección ó eliminar algo.  Una docena de libros cubanos

comprados por Irene en la isla, o que nos habían obsequiado en el viaje se los prestamos

a Puenzo y tuvo tan mala suerte que su oficina sufrió un incendio, en el que se hicieron

cenizas los libros entre otras cosas.  Tiempo después en La Habana Alberto fue convocado

esta vez por el director brasileño Walter Salles quien con la ayuda de Robert Redford y su

fundación hicieron posible la filmación.  El actor mexicano Gael García y nuestro Rodrigo

de la Serna actuaron como Ernesto y Alberto y un buen día me encontré en una sala

del cine Shopping Abasto entre ochenta personas, que no sabían que el simpático hombre

mayor sentado entre Irene y yo era el dueño de la "Poderosa".  Antes que comenzara la

película fui a la pantalla, dí palmas, atraje la atención de los espectadores y los felicité por

la suerte que tenían de compartir el momento con uno de los personajes de la vida real.

Pedí a Alberto que se pusiera de pié, cosa que hizo en medio de los espontáneos aplausos

de todos. No alcancé a llegar a mi butaca junto al petizo y el operador apagó las luces de la

sala y largó la proyección.  Cuando esta terminó y tras los merecidos aplausos se encendieron

las luces y todos confluyeron alrededor del hombre imán, se sucedieron ochenta choques de

diestra, centenares de preguntas, risas, exclamaciones. Las miradas arrobadas de jóvenes,

adultos y ancianos a ese motoquero que parecía haberse bajado de la pantalla y compartía

sonrisas y comentarios a granel, mostraron el no saciado apetito de la sociedad argentina, a

la que hace cuarenta y cinco años le asesinaron un hijo, lo desaparecieron durante treinta

años bajo tierra, al tiempo que lo  prohibieron, opacaron, escondieron, disimularon y

calumniaron, para que sus compatriotas no tengan interés en saber de él, de sus sesudos

escritos, enternecedores poemas, épicos combates e intransigencia con lo mal hecho. 

Hace un año Alberto en medio de uno de sus sueños nos dejó para reencontrarse con Ernesto,

el "Pelao", ó "Furibundo Serna" a quien los hermanos cubanos bautizarían como "Che".

Anoche recordé todo, tras ver el reportaje que en CNN le hicieron a Marcos Aguinis.

Aguinis contó sus propios antecedentes familiares, estudios, escritos, avatares editoriales

y como estaba pactado no se inmutó, cuando el conductor de la entrevista se colocó la mano en

la frente y dijo "Pioneros por el comunismo seremos como el Che" agregando: "Marcos,

quiero saber su opinión del Che Guevara, aunque yo personalmente no quiero saber nada

de esa persona".  Marcos abrió el baúl de la mentira y la calumnia (su boca) y aseveró

de que convertido en mito el Che ya era inexistente, agregando… para apartar a los argentinos

de la justa, sana y conveniente curiosidad sobre Che un lapidario…. "Era un gatillo fácil", odiaba

a los homosexuales y asesinó personalmente a muchos jóvenes de esa condición".  El guión

dictado por el Departamento de Estado norteamericano obligó a Aguinis a manifestar que los

países que desordenaban la paz mundial eran: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba y que

gradualmente lo estaba haciendo Argentina su patria, acusándola de estar avanzando hacia el

desastre a causa del populismo de la Presidenta.   El personaje de la doctora cubana Hilda

Molina le sirvió para mezclarlo con su último libro sobre León Trotsky  y desvalorizar a una

Cuba en la que confesó, jamás había puesto el pié. 

Añadió que no todos lo felicitaban pero que quienes lo insultaban era porque no tenían

elementos razonables de disenso ni capacidad para debatir. 

Por lo que yo Eladio González toto, director fundador del primer Museo Suramericano en

Argentina dedicado a Ernesto Che Guevara de la Serna, no lo insultaré de mi boca para afuera.

Espero y solicito invitación al mismo medio, o sea CNN en Español para que democráticamente

"al Washington Style" pueda otro argentino (yo) desmentir educadamente al cipayo intelectual

y mercenario Marcos Aguinis, que con sus mentiras y calumnias de ayer y hace años, ha inferido

otra grave herida a la hermosa y transparente herencia guevarista, que los jóvenes de América

tanto necesitan recibir para emular al joven médico rosarino, que con sus jóvenes veintidos

años tenía como referente, ícono e ídolo a otro médico el Dr. Albert Schweitzer, Premio Nóbel

de la Paz suizo.  Claro eran épocas cuando un Nóbel de la Paz no arrastraba las botamangas, no

tiraba de sisa, no tenía joroba, no mostraba colmillos sanguinolentos y no le crecía la Pinochesca

nariz negra mintiendo "Cerraré la cárcel de Guantánamo".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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