domingo, 14 de octubre de 2012

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Entorno con emisiones periódicas centra su información en el acontecer internacional. Contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4052

 

 

 

Año 10 Número 80 | Fecha 2012-10-11

TITULARES

Opinión

VENEZUELA DERROTA A LA SANTA ALIANZA DEL SIGLO XXI por Ángel Guerra Cabrera

EL IMPERIO Y SUS AMIGOS TRATAN DE DIGERIR LA DERROTA por Emilio Marín

CHÁVEZ, LOS MENTIROSOS Y EL INFIERNO DEL DANTE por Atilio A. Borón

TEMAS QUE ROMNEY Y OBAMA EVITAN por Noam Chomsky

OLIGARQUÍA, AUSTERIDAD Y REPRESIÓN por Alberto Rabilotta

GUERRA Y CANTO por David Brooks

Opinión

VENEZUELA DERROTA A LA SANTA ALIANZA DEL SIGLO XXI

por Ángel Guerra Cabrera

Coalición internacional es el nombre que le dio Hugo Chávez. Y es que a eso se enfrentó la Revolución Bolivariana en las elecciones presidenciales del 7 de octubre. No a una alianza de fuerzas locales, eso sí con mucho poder financiero, y un candidato que no le llega a Chávez intelectualmente ni a la suela de los zapatos. Sino a una potente agrupación de Estados imperialistas, oligarquías latinoamericanas y la derecha trasatlántica, que decidió echar toda la carne al asador para de una vez quitar del medio al incómodo presidente venezolano. Estaban en juego trascendentales intereses económicos y geopolíticos. Chávez encabeza al pueblo, que además de poseer las más grandes reservas petroleras del planeta e importantes recursos financieros, constituye el referente principal en la conquista de la segunda independencia, la unidad e integración de América Latina y el Caribe, animador de la Alba, Petrocaribe, Unasur y la Celac. Su liderazgo ha hecho de Venezuela el principal polo mundial en la lucha contra el capitalismo y su fase neoliberal, contra el imperialismo y las guerras, por la democracia participativa y el socialismo. Junto a otros proyectos latinoamericanos y caribeños demuestra que es posible una alternativa a las brutales formas de explotación neoliberal y creciente opresión política de los pueblos, extendidas hoy a Estados Unidos y Europa.

La Santa Alianza del siglo 21 encabezada por el norte revuelto y brutal se habría anotado su mayor victoria política desde el desplome de la Unión Soviética y el llamado socialismo real si hubiera conseguido derrotar al chavismo en las elecciones del 7 de octubre. De este tamaño es el significado del triunfo conseguido por el pueblo venezolano. Implica también el mayor revés sufrido por la contraofensiva lanzada por Washington contra las fuerzas populares de nuestra región. Iniciada con el ataque yanqui-uribista a Ecuador, tiene sus eslabones principales en los golpes de Estado en Honduras y Paraguay, el continuado freno en México al ascenso por vía electoral de una alternativa al neoliberalismo, el restablecimiento de la IV Flota y la proyección de poder militar hasta el sur del continente mediante nuevas misiones y bases militares y planes supuestamente contra la delincuencia organizada cuyo verdadero fin es sembrar el terror y criminalizar la protesta social.

La victoria bolivariana ha sido justo la que se necesitaba en este momento. No sólo ganar sino hacerlo por un margen de más de un millón seiscientos mil votos(11 puntos porcentuales) que hizo imposible la recurrente y mentirosa acusación de fraude de la contrarrevolución a un sistema electoral ejemplo de trasparencia en el mundo. Paralizó los planes para provocar el enfrentamiento y la violencia en las calles y dar el pretexto a la intervención militar imperialista. La maquinaria mediática del imperio propalaba en las últimas semanas la noción de que el candidato opositor ganaba terreno mientras Chávez lo perdía. Ya estaba a la mano el empate técnico que se produciría precisamente en los días de la veda electoral, argumentaban decenas de sesudos analistas políticos. Si tuvieran vergüenza no se atreverían a asomarse más a la luz pública; pero no, seguiremos viendo repetir las mismas mentiras y calumnias a los caraduras escribas y profetas frustrados de El País, CNN y sus homólogos en Latinoamérica.

Otra cuestión a destacar del 7 de octubre es la concurrencia de más de 80 por ciento de votantes, que demuestra fehacientemente el interés en la política de los venezolanos, la confianza en que su voto es contado -y cuenta- y el arraigo en la población de una cultura política que ve las urnas como el medio para dirimir las diferencias de opinión. Esto es un importante logro del chavismo frente al golpismo y el desprecio al pueblo de numerosos líderes de oposición. Qué diferencia con el autoproclamado paladín de la democracia que nunca logra más de 50 por ciento de participación en elecciones presidenciales sobre un registro electoral en que muchos ni se interesan en inscribirse.

Claro que en Venezuela hay problemas. El presidente Chávez ha sido muy crítico de la gestión gubernamental antes e inmediatamente después de las elecciones y ya el chavismo debate el resultado electoral con vista a combatir errores, profundizar la orientación al socialismo y sacar lecciones de inmediato para las elecciones legislativas y de gobernadores de diciembre, también muy importantes.

Fuente: La Jornada

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EL IMPERIO Y SUS AMIGOS TRATAN DE DIGERIR LA DERROTA

por Emilio Marín

Victoria de Chávez, gran impulso al cambio de época regional

Se acabaron los pronósticos sobre las elecciones en Venezuela. El pueblo de ese país ya votó, en un comicio transparente, con mecanismos modernos, sin denuncias ni irregularidades, monitoreado eficazmente por el Consejo Nacional Electoral presidido por Tibisay Lucena y con representación de un rector de la opositora Mesa de Unidad Democrática.

Se llamaron a silencio las encuestadoras y hablaron los votantes. Los guarismos del CNE son muy claros. Hugo Chávez, del Gran Polo Patriótico, obtuvo el 55,11 por ciento (8.044.000 votos). Henrique Capriles, de la MUD, logró el 44,27 por ciento (6.461.000 votos), quedando detrás por casi 1.5 millón de sufragios y 11 puntos porcentuales.

 

Chávez llamó a eso la “victoria perfecta”. Los antichavistas deberían admitir que si no fue perfecta, al menos fue indiscutible.

Esa oposición puede reclamar la parte positiva que le toca. La amplia participación del electorado no puede ser atribuida únicamente al gobierno. Según el reporte de Lucena, hubo un 81 por ciento de participación, cuando el voto no es obligatorio. Es una marca extraordinaria de la democracia venezolana, tan vilipendiada por Washington y sus amigos.

Esos poderes capitalistas fulminan al sistema venezolano como si fuera casi una dictadura, pero el nivel de participación de los votantes es altísimo a la hora de decidir quién ocupa el Palacio de Miraflores. Y en cambio, en Estados Unidos, la capilla de la democracia universal, sufraga la mitad del padrón y quien gana obtiene la mitad de esa mitad, o sea el 25 por ciento real. Y con ese capital, dudosamente mayoritario, les alcanza para regir los destinos de esa superpotencia durante dos mandatos de cuatro años y del mundo, o de gran parte de éste, usando capital, marines y medios de comunicación.

Sobre el escaso apego del imperio a los mecanismos institucionales se puede traer a colación las 20 votaciones en la Asamblea General de la ONU donde fue instado a levantar el bloqueo contra Cuba. Sin embargo, el próximo 13 de noviembre será la 21, con igual pronóstico de paliza cubana, sin que la Casa Blanca se de por aludida. En su conferencia de prensa, Chávez dijo en el Salón Ayacucho, de Miraflores, que “si alguien quiere ver una democracia vigorosa, digna y sólida, venga a Venezuela”. Una elección modelo, supervisada por expertos y 10.000 periodistas extranjeros, sin que se denunciara ningún incidente ni irregularidad. El resultado fue dado por el CNErecién cuando la tendencia era irreversible, sin “sondeos a boca de urna” con resultados subjetivos y no ajustados a la ley, etc. Todo eso dio sólido pie a ese comentario presidencial. La CNN y demás detractores tuvieron que hacer mutis por el foro.


Casa Blanca a oscuras

Ese domingo a la noche el ganador salió al Balcón del Pueblo y habló a la multitud, incluyendo a la oposición entre sus agradecimientos. Al día siguiente tuvo una conversación con Capriles, que nobleza obliga, admitió su derrota y desactivó cualquier protesta que pudiera estar pergeñando algún ultra.

Chávez insistió en su convocatoria a la unidad nacional y admitió que tendrá que mejorar aspectos de su política hacia la oposición. Empero, puso énfasis en las que ésta deberá corregir de su visión catastrofista, según la cual todo lo que hace el gobierno está mal.

Cualquier parecido con lo que dice y hace la oposición conservadora en Argentina no es pura coincidencia.

Desde muchos rincones del mundo llegaron los plácemes al ganador, que gobernará entre 2013 y 2019. El Departamento de Estado no felicitó al presidente sino sólo “al pueblo” y abogó por la oposición, para que sea tenida en cuenta por el gobierno. “Felicitamos al pueblo venezolano por la alta participación y la forma generalmente pacífica en que se llevaron a cabo estas elecciones. Creemos que las opiniones de los más de 6 millones de personas que votaron por la oposición deben tenerse en cuenta de ahora en adelante”, planteaba el comunicado del vocero del Departamento de Estado, William Ostick.

Para Hillary Clinton, Chávez sería un dictador: tiene un origen democrático, pero esa condición se evapora durante la gestión. La teoría es repetida entre nos por Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Federico Pinedo, Patricio Bullrich y otros, alimentados en ideas por Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Jorge Lanata y la embajada de EE.UU. en Palermo. El viajero Pinedo, coherente con ese enfoque del PRO, sostuvo el 9 de octubre en  “La Nación”: “me parecía estar en una campaña electoral en la Unión Soviética. La utilización de los recursos del Estado para hacer personalismo presidencial es abierta y absoluta; el Estado monopoliza medios y los partidiza sin disimulo; el poder no está sujeto a reglas; las fuerzas militares usan divisas partidarias y patrullan la ciudad motos con milicianos aparentemente irregulares vestidos de verde y portando casco; hay persecuciones a los que votan en contra”.

 

La realidad muestra que desde 1998 hubo 16 elecciones y todas menos una fueron ganadas por Chávez, quien perdió el plebiscito de 2007, por 1.5 puntos. Si eso es una dictadura, “La Nación” sería “Iskra” (La Chispa, bolchevique).

El ganador contó que el primer llamado que recibió esa noche de gloria fue de Cristina Fernández de Kirchner, antes del informe de la CNE, “porque ella era como que no aguantaba, ante los rumores que algunos medios echaron a correr de que había empate o Capriles estaba ganando”. Después CFK tuiteó, feliz, que aquél había arado en la tierra y recogido la cosecha, en alusión a la amargura de Simón Bolívar que alguna vez dijo haber “arado en el mar”.


“Viva el cáncer”

Si alguien imagina que la oposición venezolana va a entender razones y valorar las muchas cosas positivas de la actual gestión, es casi seguro que se va a equivocar. No tanto con Capriles, sino en cuanto al grueso de la oposición nucleada en la MUD pero también en la constelación de medios privados, el mundillo financiero y empresario, y la corte de amigos de Washington en la Caracas rica y Miami.

 

Esos sectores piensan, con lógica gorila, que Chávez es “un orangután” y un dictador. Que ganó porque se gasta el petróleo venezolano en alimentar “a vagos y mal entretenidos” del país y financiar a Cuba y otras “dictaduras populistas” del ALBA. Y que los beneficiarios de los programas sociales del gobierno son una manga de corruptos y cobardes, que votan presos de esos beneficios.

 

El español Daniel Lozano, columnista desde Caracas de “Gaceta Ganadera”, y otros medios de la SIP, escribió la columna “Programas sociales, medios y dinero, algunas de las nueve claves de la victoria”. Allí trató de explicar el resultado debido a “los 34 programas de asistencia emprendidos por Chávez fortalecieron su músculo social. Gracias a las misiones, las zonas marginales del país se sienten protegidas: subsidio alimentario y servicios básicos (Misión Mercal y Pdval), salud (Barrio Adentro), educación (Misión Robinson y Ribas) y vivienda, la nueva estrella de estos programas. Se calcula que los beneficiarios directos de las misiones son 4,5millones de venezolanos”. ¿Serían 4,5 millones de votos cautivos? Así se desprendería de la visión sesgada de este periodista, tan falsa contra Chávez que fue dejado cesante en abril de este año por el medio español Público. El gurka antichavista centró su ataque en la Misión Hábitat: “Otro programa con el que se garantiza una lealtad a prueba de bomba”.

Ese mismo odio e incomprensión de las razones materiales y espirituales del voto venezolano alcanzan también a próceres del periodismo local. Morales Solá publicó el 9/10 su nota “Kirchnerismo y chavismo, cada vez más parecidos”. Según el amigo del general Bussi, “los dos gobiernos, surgidos legítimamente de elecciones democráticas, se consideran "revolucionarios" y esa condición los coloca por encima de las reglas de la democracia. Pierden en el ejercicio, por lo tanto, la legitimidad que tuvieron en el origen”.

 

Golpeados políticamente por Venezuela, son más papistas que el Papa. Washington está mal por esa victoria chavista, pero sus amigos se sienten aún peor. Ahora, desorientados, van a volver a poner el acento en el cáncer que sufrió Chávez, con la esperanza de que la enfermedad resurja y de por tierra con el proceso bolivariano. A su manera, ellos también escriben, como en 1952, “Viva el cáncer”.

Esa es la coalición internacional de mucho poder que cayó derrotada, como subrayó Chávez. Si siguen embistiendo con proyectos neoliberales apenas embozados, seguirán cosechando fracasos. Esta vez son los enemigos de Bolívar los que araron en el mar y se fueron al fondo.

 

Lozano escribió: “Todo periodista internacional que trabaja en Caracas sabe cómo son las presiones del poder… Y sí, espero no correr riesgos, más allá de los habituales en la ciudad más salvaje del mundo”. Sólo Jorge Lanata comparte esa afrenta a Caracas: no es el paraíso pero tampoco la capital mundial del salvajismo.

Fuente: La arena.com.ar

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CHÁVEZ, LOS MENTIROSOS Y EL INFIERNO DEL DANTE

por Atilio A. Borón

En La Divina Comedia Dante Alighieri describe con artesanal minuciosidad los diferentes círculos del Infierno. Son nueve, pero nos interesa el octavo porque es el que está destinado a castigar a los mentirosos, entre los cuales sobresalen los malos consejeros, los charlatanes y los falsarios, gentes que mienten a sabiendas y sin escrúpulo alguno. Si el gran florentino tiene razón en su descripción las recientes elecciones venezolanas sumaron una enorme cantidad de candidatos a penar para siempre en ese círculo infernal.

Pocas veces nos tocó soportar tanta cantidad de mentiras como las que leímos y escuchamos en estos días. La “dictadura chavista”, “ataques a la libertad de expresión” en la República Bolivariana, el “fraude electoral” fueron algunas de las más recurrentes en el fárrago de acusaciones descargadas sobre Chávez con tal de impedir su inexorable victoria.

¿Por qué tanto odio, tanta sed de venganza que hizo que políticos y comunicadores sociales que supuestamente deberían caracterizarse por su equilibrio y sensatez se convirtieran en voceros de las peores calumnias en contra de este personaje? La razón es bien sencilla: mienten porque los intereses de clase que representan, asociados a –y articulados políticamente con- los intereses imperiales exigen borrar al chavismo de la faz de la tierra, y para ello cualquier recurso es válido.

Venezuela, que encierra en sus entrañas las mayores reservas petroleras de la Tierra, es una presa que suscita los apetitos incontenibles del imperio, impaciente por reapropiarse de lo que una vez fue suyo y dejó de serlo por obra y gracia de Chávez. Como se trata de un propósito inconfesable, por ser un simple acto de latrocinio, se requiere apelar a retorcidos argumentos para que el delito aparezca como un acto virtuoso.

Por eso los mentirosos tienen que decir que el chavismo instauró una "dictadura" en un país que desde 1999 hasta ayer convocó a su población a las urnas en quince oportunidades para elegir autoridades, diputados constituyentes, miembros de la Asamblea Nacional o para refrendar con el voto popular la nueva constitución o para decidir si se le revocaba o no el mandato al presidente.

De las 15 contiendas electorales Chávez ganó 14 y perdió una, el referendo constitucional del 2007, por menos del 1 por ciento de los votos, y de inmediato reconoció la derrota. Curiosa "dictadura" que obra de esa manera, como lo recordara Eduardo Galeano hace ya unos años. No sólo eso: resulta que esta "dictadura" extendió los derechos políticos (amén de los sociales y económicos) como jamás antes lo habían hecho los regímenes supuestamente democráticos que gobernaron Venezuela desde el Pacto de Punto Fijo de 1958 instaurando una insípida alternancia sin alternativas entre democristianos y socialdemócratas que murió de muerte natural en 1998.

Cuando Chávez llega al poder, en febrero de 1999, uno de cada cinco venezolanos mayores de 18 años no existían políticamente: no podían votar porque no se los inscribía en los padrones y ni siquiera poseían documentos de identidad. Hoy la "dictadura" chavista redujo esa cifra al 3.5 por ciento. Además, en la Cuarta República (1958-1998) el abstencionismo de quienes sí podían votar fluctuaba en torno al 30 o el 35 por ciento llegando, según lo afirmara Daniel Zovatto, director del Observatorio Electoral Latinoamericano, a picos del 80 por ciento en la década del sesenta.

En la elección del pasado 7 de octubre se registró la más alta tasa de participación, con una abstención de apenas el 19 por ciento. Por si lo anterior fuera poco, mientras en la “ejemplar” democracia norteamericana se vota en un día hábil (el primer martes de noviembre, año por medio) y  la tasa de abstención ronda el 50 por ciento, en la "dictadura" chavista se lo hace en días domingos y con transporte gratis para que todos puedan acudir a los centros de votación. Fue por eso que el ex presidente Jimmy Carter aseguró que el sistema electoral de la Venezuela bolivariana es mejor que el de Estados Unidos y uno de los mejores del mundo. Sin embargo, los condenados al octavo círculo del infierno insisten en que lo que hay es una "dictadura" y que lo que faltan son libertades.

Su servil empecinamiento se refleja también en sus constantes críticas a los supuestos límites a la libertad de expresión en Venezuela: era ridículo, y hasta daba un poco de lástima, ver a esos severos custodios de la libertad de expresión denunciando públicamente las supuestas limitaciones a tan fundamental derecho sin que nadie en Venezuela interfiriera en su labor.

¡Decían públicamente y a los gritos que no había libertad! ante la mirada entre socarrona y perpleja de venezolanos que no entendía lo que proclamaban estos energúmenos en plena calle y a la luz del día. Basta con ojear los periódicos venezolanos para comprobar el tenor de las feroces críticas y perversas difamaciones que disparan a diario en contra de Chávez y su gobierno. Por supuesto, estos santos varones (y beatas mujeres) que fueron a la patria de Bolívar a custodiar la amenazada libertad de expresión jamás se inquietaron o manifestaron la menor preocupación por los 25 periodistas asesinados por el régimen títere que el imperialismo norteamericano instaló en Honduras luego del golpe de 2009.

Tampoco se toman la molestia de informar que de los 111 canales de televisión existentes en Venezuela sólo 13 son públicos, y que tienen una audiencia de apenas el 5.4 por ciento como lo demostraran Jean-Luc Mélenchon e Ignacio Ramonet en una nota reciente. Y en los medios gráficos la situación es aún peor, porque el 80 por ciento está en manos de una oposición radicalmente enfrentada al gobierno. Diarios que, como los dominantes en la Argentina, violaron la veda electoral venezolana propalando subrepticiamente versiones vía twitter en los que aseguraban el triunfo irreversible de Henrique Capriles. Patricia Bullrich, una diputada argentina “tuiteaba”, con base en esas fuentes, “ 52.8 Capriles, 47.2 Chávez” y Federico Pinedo, otro diputado argentino, escribía alborozado “Gana @Capriles!”. Ninguno de los dos pidió perdón por haber engañado a miles de personas con tamañas falsedades. Es más, en declaraciones posteriores se enorgullecen en haber actuado como lo hicieron librando, como estaban, un duro combate en contra de la “tiranía chavista.”

Contrasta con estas infames actitudes la seriedad, neutralidad y el profesionalismo del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, un organismo público con representación multipartidaria, que tal como lo había anticipado sólo comunicaría los resultados de las elecciones cuando las tendencias del voto fueran irreversibles. Así lo hizo unas pocas horas después de terminado el comicio cuando un 90 po rciento de las actas confirmaba una ventaja inalcanzable a favor del presidente Hugo Chávez (con 54 por ciento de los votos), misma que se amplió hasta llegar al 55 por ciento al finalizar el escrutinio. Con una diferencia de más de 1.600.000 votos la discusión sobre el fraude tuvo que ser discretamente archivada. Mejor no pensar en lo que hubiera sido el escenario si Chávez triunfaba por un 2 o 3 por ciento de los votos.

Desilusionados y derrotados, los voceros del imperio sacaron de la manga el nuevo tema con el cual acosar a la Venezuela bolivariana: la salud de Chávez. Las usinas del imperio se encargaron de reconfigurar la agenda, y seguramente insistirán con este asunto mientras buscan nuevas formas de desestabilizar a su gobierno. Ya antes habían aludido a esto, pronosticando como decía la presentadora de CNN, Patricia Janiot, que a Chávez le quedaban entre 9 y 12 meses de vida. Esa fue una de las hazañas del venezolano: derrotar al cáncer. La otra: sostener una enorme inversión social que cambió para siempre las condiciones de existencia -tanto objetivas como subjetivas- de las clases populares, más allá de la necesidad, reconocida por Chávez, de mejorar la gestión de la cosa pública.

Derrotados en las elecciones ahora vuelven a la carga porque el líder bolivariano ha demostrado ser un formidable aglutinador de la tradicionalmente dispersa dirigencia latinoamericana, lo que le ha permitido neutralizar con eficacia la regla de oro de cualquier imperio: “divide et impera”, como enseñaban los romanos. Y ese sí que es un pecado imperdonable, que merece mucho más que descender al octavo círculo del Infierno para hacerle compañía a tantos pseudo-periodistas (en realidad, publicistas de grandes empresas que utilizan los medios de comunicación para facilitar sus negocios) y supuestos republicanos cuya preocupación excluyente es garantizar la continuidad de la dictadura -aunque se vista con ropajes democráticos- del capital.

El pecado de Chávez, murmuran por lo bajo (y a veces lo vociferan, como lo hace el impresentable Mitt Romney) es intolerable e imperdonable, y habrá que acabar con él cuanto antes. Ignorante de las leyes que rigen la dialéctica histórica la derecha cree que la larga marcha de Latinoamérica y el Caribe hacia su segunda y definitiva independencia es la obra maléfica de algunos espíritus malignos, como Fidel, el Che y Chávez. Parafraseando aquel célebre título del discurso de Fidel en el juicio por el Moncada, a la derecha imperial y sus voceros locales “la historia los condenará.”

Fuente: Alai-Amlatina

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TEMAS QUE ROMNEY Y OBAMA EVITAN

por Noam Chomsky

Ahora que el espectáculo cuatrienal de la elección presidencial está alcanzando la cúspide, es útil preguntar cómo las campañas políticas están abordando los temas más cruciales que enfrentamos. La respuesta es sencilla: mal, o para nada. En tal caso, surgen algunas preguntas importantes: ¿por qué, y qué podemos hacer al respecto? Estos son dos temas de abrumadora importancia, porque el destino de las especies está en juego: desastre ambiental y guerra nuclear.

El primero aparece regularmente en las primeras planas. El 19 de septiembre, por ejemplo, Justin Gillis reportó en The New York Times que el derretimiento del hielo del mar Ártico había terminado para este año, pero no antes de demoler el récord anterior, y hacer sonar nuevas alarmas sobre el rápido ritmo del cambio en la región.

El derretimiento es mucho más veloz de lo que habían previsto sofisticados modelos computacionales y el más reciente informe de la ONU sobre el calentamiento global. Los nuevos datos indican que el hielo de verano podría haber desaparecido para el 2020, con graves consecuencias. Estimaciones previas consideraban la desaparición del hielo de verano para 2050.

Pero los gobiernos no han respondido al cambio con alguna urgencia mayor para limitar las emisiones de gases de invernadero, escribe Gillis. Por el contrario, su respuesta principal ha sido planear la explotación de los minerales recientemente accesibles en el Ártico, incluida la perforación para extraer más petróleo; es decir, acelerar la catástrofe.

Esta reacción demuestra una extraordinaria disposición a sacrificar las vidas de nuestros hijos y nietos a cambio de una ganancia a corto plazo. O, quizá, una igualmente notable disposición a cerrar los ojos para no ver el inminente peligro. Eso no es todo. Un nuevo estudio del Monitor de la Vulnerabilidad Climática ha encontrado que el cambio climático causado por el calentamiento global está desacelerando la producción económica mundial en 1.6 por ciento al año y conducirá a una duplicación de los costos en las próximas dos décadas. El estudio fue ampliamente reportado en todas partes, pero a los estadunidenses se les ahorró la inquietante noticia.

Las plataformas demócrata y republicana oficiales sobre los asuntos climáticos son revisadas en la edición del 14 de septiembre de la revista Science. En un raro caso de bipartidismo, ambos partidos demandan que empeoremos el problema. En 2008, ambas plataformas partidistas habían dedicado cierta atención a la forma en que el gobierno debería abordar el cambio climático. Hoy, el tema casi ha desaparecido de la plataforma republicana; la cual, sin embargo, demanda que el Congreso emprenda rápida acción para evitar que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), establecida por el ex presidente republicano Richard Nixon en días más sensatos, regule los gases de invernadero. Y debemos abrir el refugio ártico de Alaska a la perforación para aprovechar todos nuestros recursos estadunidenses concedidos por Dios. No podemos desobedecer al Señor, después de todo.

La plataforma también declara que debemos restablecer la integridad científica a nuestras instituciones públicas de investigación y retirar los incentivos políticos a la investigación financiada públicamente; palabras en código para la ciencia climática.

El candidato republicano, Mitt Romney, en busca de escapar del estigma de lo que entendía hace años sobre el cambio climático, ha declarado que no hay consenso científico, así que deberíamos apoyar más debate e investigación; pero no la acción, excepto para agravar más los problemas.

Los demócratas mencionan en su plataforma que existe un problema, y recomiendan que deberíamos trabajar hacia un acuerdo para establecer límites a las emisiones al unísono con otras potencias emergentes. Pero eso es todo.

El presidente Barack Obama ha enfatizado que debemos conseguir 100 años de independencia energética aprovechando la técnica de fracking o fractura hidráulica y otras tecnologías; sin preguntarse cómo luciría el mundo después de un siglo de tales prácticas.

Así que hay diferencias entre los partidos: sobre cuán entusiastamente los ratones deberían marchar hacia el precipicio.

El segundo tema importante, la guerra nuclear, también está en las primeras planas todos los días, pero en una forma que asombraría a un marciano que observara las extrañas actividades en la Tierra.

La amenaza actual está de nuevo en Medio Oriente, específicamente Irán; es decir, al menos según Occidente. En Medio Oriente, Estados Unidos e Israel son considerados amenazas mucho mayores.

A diferencia de Irán, Israel se niega a permitir inspecciones o firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Tiene cientos de armas nucleares y sistemas de lanzamiento avanzados, y un largo historial de violencia, agresión e ilegalidad, gracias al absoluto apoyo estadunidense. Si Irán está buscando desarrollar armas nucleares, el espionaje estadunidense no lo sabe.

En su informe más reciente, la Agencia Internacional de Energía Atómica dice que no puede demostrar la ausencia de material nuclear y actividades no declarados en Irán; una forma indirecta de condenar a Irán, como demanda Estados Unidos, mientras admite que la agencia no puede añadir nada a las conclusiones del espionaje estadunidense.

Por tanto, a Irán debe negársele el derecho a enriquecer uranio que está garantizado por el Tratado de No Proliferación Nuclear, y es apoyado por la mayor parte del mundo, incluidos los países no alineados que acaban de reunirse en Teherán. La posibilidad de que Irán pudiera desarrollar armas nucleares surge en la campaña electoral. (El hecho de que Israel ya las tenga no.) Dos posiciones se contraponen: ¿Estados Unidos debería declarar que atacará si Irán alcanza la capacidad para desarrollar armas nucleares, las cuales disfrutan docenas de países? ¿O Washington debería mantener la línea roja más indefinida?

La segunda postura es la de la Casa Blanca; la primera es la demandada por los belicosos israelíes, y la aceptada por el Congreso de Estados Unidos. El Senado votó 90-uno a favor de apoyar la postura israelí.

Lo inexistente en el debate es la forma obvia de mitigar o poner fin a cualquier amenaza que pudiera creerse representa Irán: Establecer una zona libre de armas nucleares en la región. La oportunidad está fácilmente disponible: una conferencia internacional se reunirá en unos meses para buscar este objetivo, apoyado por casi todo el mundo, incluida una mayoría de los israelíes.

El gobierno de Israel, sin embargo, ha anunciado que no participará hasta que haya un acuerdo de paz general en la región, lo cual es inalcanzable en tanto Israel persista en sus actividades ilegales en los territorios palestinos ocupados. Washington mantiene la misma postura, e insiste en que Israel debe ser excluido de cualquier acuerdo regional de ese tipo.

Pudiéramos estar avanzando hacia una guerra devastadora, posiblemente incluso nuclear. Existen formas claras de superar esta amenaza, pero no se adoptarán a menos que haya un activismo público a gran escala que demande que la oportunidad sea aprovechada. Esto, a su vez, es altamente improbable en tanto estos temas sigan fuera de la agenda, no sólo en el circo electoral, sino en los medios y el gran debate nacional.

Las elecciones son operadas por la industria de las relaciones públicas. Su tarea primaria es la publicidad comercial, que está diseñada para socavar a los mercados creando consumidores desinformados que tomarán decisiones irracionales; totalmente lo opuesto de cómo se supone que funcionan los mercados, pero ciertamente familiar para cualquiera que haya visto la televisión.

Simplemente es natural que cuando es llamada para operar las elecciones, la industria adopte los mismos procedimientos para beneficio de quienes le pagan, quienes ciertamente no quieren ver ciudadanos informados tomando decisiones racionales.

En cualquier caso, las víctimas, sin embargo, no tienen que obedecer. La pasividad podría ser el rumbo fácil, pero difícilmente es el honorable.
 
Noam Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Massachusetts.

Fuente: Cubasí

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OLIGARQUÍA, AUSTERIDAD Y REPRESIÓN

por Alberto Rabilotta

Sobre la situación en la zona euro (ZE) hay mucho que decir, pero mejor leer el excelente análisis titulado “Crónica de una muerte anunciada” de Bernardo Kilksberg, Gran maestro de la Universidad de Buenos Aires, quien además de ser doctor en economía conoció y vivió la realidad de las políticas de austeridad en su Argentina natal: “En economía hay muchas incertidumbres, pero una de las cosas que hoy se saben después de experiencias como las de Argentina y México en los 90 y Europa actualmente de cuáles son los efectos de los ajustes ortodoxos. Son, parafraseando a García Márquez, la “Crónica de una muerte anunciada”.

Y como dice Kilksberg, la “propuesta ortodoxa es ante todo mala economía, produce efectos letales. Sin embargo, beneficia a sectores, particularmente financieros, del uno por ciento que hoy es el dueño de nada menos que el 43 por ciento del Producto Bruto Mundial y que necesita de un relato de la economía que lo legitime y proteja sus intereses”.

Y en materia de protección de sus intereses, agregaría este periodista, los oligarcas tienen a su servicio los Estados, que cuanto más endeudados están mayor uso hacen de su “monopolio de la violencia legitima”. ¿Alguien vio que el FMI haya alguna vez reclamado cortes en el gasto militar y de la seguridad pública a los países latinoamericanos que hace dos o tres décadas tuvieron que ejecutar los severos planes de austeridad que exigía el Consenso de Washington? No, eso jamás sucedió. Más bien al contrario, la experiencia muestra que con los planes de austeridad aumentó la resistencia popular y se disparó tanto la represión como el gasto en la “seguridad pública”.

Las cifras del Instituto de Investigaciones sobre la Paz Internacional de Estocolmo (Sipri, en inglés) muestran que en el 2011 los 27 países miembros de la UE gastaron 281 mil millones de dólares estadounidenses en el rubro de “Defensa”, apenas ocho mil millones menos que en el 2008, lo que coincide con las cifras del organismo de la UE que se ocupa de las estadísticas, Eurostat, que sitúa en 1.6 por ciento del PIB el gasto destinado a la Defensa por parte de los países miembros entre el 2002 y el 2010.

Pero en el capitulo de la “seguridad pública”, es decir en las fuerzas policiales, prisiones y organismos judiciales para “mantener el orden”, el gasto de los países de la UE pasó de 1.8 por ciento en 2002 a 1.9 por ciento en 2010, y probablemente aumentó en el 2011 si tenemos en cuenta que los cortes en el gasto estatal en muchos países de la UE, para reducir los déficits públicos, no afectan al gasto militar ni tampocob al de la “seguridad pública”.

Todo esto para recordar que las políticas de austeridad que están aplicando los gobiernos de la UE bajo el dictado de la oligarquía financiera, causantes del empobrecimiento masivo, el desempleo y la miseria de millones de europeos, tienen necesariamente que venir acompañadas de políticas represivas, y a veces de golpes de Estado y dictaduras cuando se trata o se trataba de países latinoamericanos.

Cuando la oligarquía tiene el poder la democracia cesa de tener vigencia.

Ese uno por ciento, la oligarquía que domina el mundo, tiene temores. El más grande es que los pueblos decidan despojarlos de su “riqueza obscena”, como escribe el Blogger “masaccio” al señalar que según el columnista Kenneth Rapoza, de la revista Forbes –la que leen los oligarcas para saber en que lugar se encuentran entre los 500 más ricos del mundo- lo que los ricos temen más es que “congresistas falderos” de pronto empiecen a plasmar las demandas del electorado. O que “haya violencia en las calles”, como escribe Robert Frank en la sección Reporte sobre la Riqueza del diario Wall Street.

En el 2010, según el economista Emmanuel Saez de la Universidad de California en Berkeley, los ricos estadounidenses, el uno por ciento de la población, se apropió del 93 por ciento del aumento del ingreso, y según un análisis de Peter Robinson de la agencia Bloomberg (2 de octubre 2012) en el 2011 la brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos superó, en desigualdad en los ingresos, a las de Uganda y Kazajstán.

Y como los pueblos tienen en un momento dado la tendencia a protestar y exigir cambios de política, como política de principio la oligarquía exige que el Estado utilice su “monopolio de la violencia legítima”, o sea que reprima cualquier manifestación de protesta o crítica al sistema.

A la vista está la muchas veces brutal represión policial contra los manifestantes de Ocupemos Wall Street en Estados Unidos, o contra los manifestantes en Grecia y España, por ejemplo. Y quienes hemos vivido la realidad latinoamericana sabemos que no solamente la represión aumentará a medida que se incremente la protesta social, sino que irá adquiriendo todas las características de violencia y arbitrariedad que corresponden a una dictadura, a la dictadura del capital financiero.

Las fuerzas democráticas europeas, aquellas que realmente se oponen a esta oligarquía, deben estudiar lo que sucedió cuando el FMI –con el apoyo de la oligarquía local y de los militares- obligó a ciertos países latinoamericanos a llevar a cabo políticas de austeridad similares, o quizás un poco más severas que las aplicadas actualmente en Grecia o España.

Oligarquía, austeridad y represión van unidas contra los pueblos. La democracia y la protesta no tienen cabida en esa ecuación, esa es la realidad hasta el momento en que masivamente los pueblos dicen ¡Basta! y ¡Que se vayan todos!

Fuente: América Latina en Movimiento

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GUERRA Y CANTO

por David Brooks

La guerra/ ¿para qué sirve?/ absolutamente para nada (War, de Edwin Starr)

Este 7 de octubre marcó el décimoprimer aniversario de la guerra de Estados Unidos en Afganistán, ahora la conflagración más larga en la historia de Washington. Es un aniversario casi encubierto y nadie en las calles del país se da cuenta, con la excepción notable de las miles de familias que tienen a un soldado allá o que falleció, veteranos que han regresado y los necios activistas que se oponen a las políticas bélicas.

Eso genera una sensación muy extraña de vivir en un país que bombardea, aniquila, destruye y ensangrienta a otro, sin que aquí se sienta nada –no se oyen los gritos de agonía, ni el rugir del cañón, ni el llanto inaguantable de miles de madres, tanto allá como aquí mismo, ni las vidas destruidas de los jóvenes allá ni aquí.

No es que no haya agrupaciones por todas partes del país que realizan plantones, marchas, manifestaciones y foros sobre esta y las otras guerras. De hecho, abrumadoras mayorías de la ciudadanía –en algunas encuestas hasta 80 por ciento– no aprueban esta aventura bélica.

Tal vez el trabajo más extraordinario aquí sobre los conflictos es el impulsado por los propios ex combatientes, como los Veteranos de Irak Contra la Guerra, que ahora también incorporan a veteranos de Afganistán y que se están organizando contra las políticas militaristas.

Pero a pesar de las acciones de disidencia y de la opinión pública, no se expresa una ola de oposición masiva ni una amplia conciencia popular sobre esta u otras guerras.

Desde que empezó la guerra, el 7 de octubre de 2001, han muerto poco más de 2 mil soldados estadunidenses. Unos 2 millones 400 mil soldados de ese país han participado en las guerras en Irak y Afganistán. Los efectos en casa de esas conflagraciones son masivos: cientos de miles de veteranos son tratados por el "síndrome de desorden postraumático", el nivel de suicidios impuso récord este año, miles más regresan a un país donde sus familias han perdido sus viviendas y/o no encuentran empleo. Mientras tanto, nadie lleva la cuenta exacta de la destrucción de vidas y pueblos en Afganistán e Irak.

Guerra, no es más que algo que te parte el alma/ tiene sólo un amigo/ es el funerario/ ha destrozado los sueños de muchos jóvenes/ los ha hecho discapacitados, amargados y malos… La guerra no puede dar vida, sólo la puede quitar. (War)

Esta canción de los años 60, junto con tantas más, reaparecen al pensar este aniversario. Bruce Springsteen dedicó su versión de la canción de Starr a los jóvenes en un concierto en 1985, recordándoles que en la década de los 60 los estadunidenses veían la guerra de Vietnam por televisión todos los días, mientras cenaban, y que a muchos de sus amigos a los 17 o 18 años "no nos dieron la oportunidad de preguntarnos qué pensábamos de las cosas". Advierte a los jóvenes que "la próxima vez te van estar viendo a ti. Y vas a necesitar mucha información para saber qué vas hacer. Porque en 1985 la fe ciega en tus líderes o en cualquier cosa te matará".

Van reapareciendo muchas canciones más en el archivo de la memoria colectiva. Las clásicas de los años 70 y viejos himnos pacifistas y otras recién hechas, muchas expresadas en baladas y lamentos desde la Guerra Civil a Vietnam, otras dedicadas contra intervenciones y políticas bélicas de este país en los años recientes. Algunas viejas hacen eco de las expresiones de protestas contemporáneas, como las de Ocupa Wall Street, vinculando al sector empresarial con las guerras.

“Y uno, dos, tres, ¿para qué estamos luchando?/ no me preguntes, no me importa/ próxima parada, Vietnam/ y cinco, seis, siete/ abre las rejas del cielo/ no hay tiempo de preguntarse por qué/ Whoopee, todos vamos a morir. Apúrate Wall Street, no seas lento/ oye man esta es una guerra a go-go/ mucha lana se puede ganar/ supliendo al ejército con las herramientas del negocio… Vengan padres y no duden en enviar a sus hijos antes de que sea demasiado tarde/ así pueden ser los primeros en su cuadra/ a quienes les entreguen a su hijo en una caja….

(I feel like i’m fixing to die rag, de Country Joe and the Fish –ver la versión en vivo en Woodstock).


Y tal vez la más furiosa y devastadora de todas, Maestros de la guerra, de Bob Dylan: Ustedes que nunca han hecho nada/ más que construir para destruir/ juegan con mi mundo/ como si fuera su juguetito... Ustedes arman todos los gatillos/ para que otros los disparen/ y se hacen para atrás para observar/ cómo el conteo de la muerte sube/ se esconden en sus mansiones/ mientras la sangre de los jóvenes/ fluye de sus cuerpos/ y se entierra en el lodo. Ustedes han aventado el peor miedo/ que se puede arrojar/ temor de traer niños a este mundo/ por amenazar a mi bebé/ aún no nacido ni nombrado/ ustedes no valen la sangre/ que corre en sus venas… Aun Jesús jamás/ perdonaría lo que hacen. Ver versión de Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam.

Pero mientras uno se va dando cuenta de las canciones que hay de todo tipo –lamentos, blues, himnos, baladas, folk, rock, punk, rap– contra las guerras, eso también empieza a revelar el hecho de que no ha habido una década en casi 150 años de historia estadunidense sin algún conflicto, intervención, operación militar u otra acción bélica. ¿Cuántos aniversarios hay –tienen que ser cientos– para marcar cada acción bélica estadunidense en su breve historia?

Estas canciones son registro de la presencia de la furia y la rebeldía frente a los maestros de guerra, pero también marcan que aún no se logra detenerlos y menos derrotarlos. Como cantó el gran satírico Tom Lehrer con enorme y triste ironía, al comentar sobre la guerra contra el fascismo en España: “Ellos podrán haber ganado todas las batallas, pero nosotros teníamos todas las mejores canciones”.

Tal vez no se ha logrado cantar lo suficientemente fuerte como para que nunca más se marquen más aniversarios como el de hoy.

Fuente: Sur y Sur

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Cubarte, 2008.