CHE GUEVARA EN BOLIVIA VALLE GRANDE QUEBRADA DEL CHURO
PESEBRE UNIVERSAL
Desde muy lejos vienen cabalgando en un etéreo vuelo
espiritual, no son los jinetes del Apocalipsis,
Son Aquellos que luchando por la Dignidad del hombre
dieron su vida y hoy regresan convertidos
en "Ángeles", en el sublime Canto Libertad,
Libertad, Libertad. Gracias Espíritu Excelso del Che y
de sus Compañeros. Dejaron un hálito de ternura en las
palabras de El Negro José Villegas Pombo
Recordar tiempos pasados es muy lindo,cuando encierra
recuerdos tan queridos y agradece el corazón lo que ha vivido, dejándonos
Unidos a los Pueblos Americanos.
Gracias por vuestra Lealtad, la cual no se compra ni se
vende.
Leticia W. P. de la Riestra
El 8 de noviembre de 2012 21:30, rolo scheidegger <rolitosch@hotmail.com>
escribió:
TOTO
Es una hermosísima parte
de nuestra historia revolucionaria por esta constancia tan directa de uno de
los hombres involucrados en la causa de
nuestra América irredenta y que no fue inventado por ninguna
prensa espúrea. Gracias por tu envío.
Un abrazo
Rolo tío belgraniano y guevarista
Thu, 8 Nov 2012
El Negro José boliviano El Negro José Harry Villegas Pombo salvado
“Expresión del compromiso del pueblo boliviano con la causa del Che”
Por Diego Molinas
El
Che había sido sobrepasado en número, herido, estropeado su fusil y fue tomado
prisionero para ser luego asesinado. Este acontecimiento conmovió y movió a los
corazones de miles en el mundo, especialmente de aquellos que en la lucha de
este gigante revolucionario vieron una esperanza de justicia y dignidad. Pero
lo cierto es que la historia del Che, la historia de la guerrilla de Ñancahuazú
no fue apagada por el disparo cobarde que quiso acallar tanta vida.
Un
ejemplo de esto es Efraín Quicáñez Aguilar, “El negro José”, autor del libro
“Pan Comido” en el cual relata la travesía que realizó junto a los
sobrevivientes de la guerrilla para romper el cerco del ejército Boliviano y
escapar con vida rumbo a Chile.
El
libro fue presentado en Valle Grande en el marco de los actos conmemorativos
por un nuevo aniversario de la guerrilla de Ñancahuazú. En
el salón parroquial de la Iglesia de Valle Grande no se escucha ni el
más pequeño ruido. Los ojos de todos los que llenan las bancas antiguas del
recinto miran fijo al “Negro José”, quien, micrófono en mano, relata
con precisión cada uno de los detalles de esta historia épica que se inició
luego de la muerte del Che, donde tres de los combatientes cubanos habían
sobrevivido a los enfrentamientos con el ejército y debían regresar con vida a
Cuba. En esa coyuntura el Partido Comunista Boliviano se había reunido y
consultado a sus cuadros políticos sobre cuál era la mejor vía para que los
guerrilleros pudiesen escapar. Cuando se planteaba la posibilidad de escapar
rumbo a Chile se le consultó al “Negro José”, conocedor de la zona fronteriza y
militante del partido en las apartadas regiones cercanas al territorio
fronterizo, quien con simpleza propia de pueblo respondió que eso es “Pan
Comido” y es con estas simples palabras que entra a la historia como el
responsable de la operación que logró que Pombo (Harry Villegas Tamayo),
Benigno (Daniel Alarcón Ramírez) y Urbano (Leonardo Tamayo Núñez) pudieran
regresar a su patria con vida.
Cuarenta
y cinco años después, vestido de camisa blanca y pantalón de gimnasia, frente a
delegaciones de nueve países, está parado el “Negro José”, compartiendo su
historia que también es la historia de medio continente y que durante muchos
años había estado guardada o mal contada. A su lado, mirándolo con gran
asombro, están el embajador de Cuba en Bolivia, Rolando Gómez y “Calica” Ferrer
compañero de viaje del Che. Con su mano izquierda sostiene el micrófono,
mientras que con la otra dibuja en el aire imágenes que van ilustrando su
relato. En ellas se pueden ver las serranías por las cuales caminaron
perseguidos por el ejército boliviano, o también los tolares que iban pisando
sus pies cansados y mojados, luego de atravesar ríos y aguantar las intensas
lluvias.
Ya
no vuela ni una pluma en el viejo salón parroquial de Valle Grande... El negro
José relata cómo luego de vencer numerosas dificultades lograron llegar a
territorio chileno. Cuenta que al llegar se encontraron con un periodista
quien, con su presencia, les garantizó que continuaran vivos cuando se
entregaron a las autoridades del país trasandino, y con emoción agradece a la
movilización del pueblo Chileno. El recinto responde con un cerrado aplauso.
Antes que callaran las primeras palmas, una compañera de la delegación de Chile
grita con toda la potencia de su garganta “¡Yo tenía 10 años y participe con mi
padre de las movilizaciones por la llegada de ustedes a Chile!”. “El Negro
José” abraza con sus dos manos el micrófono y dice "¡GRACIAS!", aprovecha
también para rendir homenaje al en ese entonces senador Salvador Allende, y lo
expresa en sencillas pero profundas palabras “hizo honor a su nombre, fue
nuestro SALVADOR”.
La
emoción ya nos cruza el pecho a todos los que estamos siendo parte de esta
maravillosa experiencia de hacer memoria de una porción tan valiosa de nuestra
historia latinoamericana. Los sobrevivientes salen de Santiago rumbo a Tahití,
previa escala en la Isla de Pascua, y luego de un largo recorrido por Europa
parten hacia La Habana, Cuba. Es en la llegada a aquella isla donde acontece lo
que el “Negro José” nombra como el momento más importante de su vida. Con
emoción en las pupilas nos cuenta que él fue el primero en bajar del avión y
que al descender las escaleras divisó una alfombra roja y a los costados de
ésta, mares de uniforme verde olivo que lo saludaban. Cuando concluyó todos los
escalones que lo llevaron a tierra se encontró con el abrazo inmenso del
“Comandante de los Comandantes”, y dice el “Negro José” que ese abrazo de Fidel
pagó con creces tanto esfuerzo y sacrificio por la causa revolucionaria.
¡El
auditorio de pie aplaude! En la mayoría de los ojos de los que concurrimos a
este maravilloso encuentro con la historia se puede ver la húmeda sensación de
la emoción, que no distingue nacionalidades, idiomas, ni inmunidades
diplomáticas. Todos los que estamos en este rincón de la hermana tierra
boliviana agradecemos a la vida, al Che y al “Negro José”, por ser testigos de
esta historia americana que es nuestra y que aún se sigue escribiendo en la
vida de hombres y mujeres anónimos que entregan todo por la causa de una
sociedad más justa.