miércoles, 21 de noviembre de 2012

TANGO  INFANTIL  SUBTERRÁNEO  MANUEL GONZALEZ  de "EL AMAGUE"
 
LA VIDA TE HIZO CANTOR.

 
Hoy hago un paréntesis extraño, a mis notas Tangueras referentes al baile, a la noche milonguera, a la música, a los códigos, los estilos de baile y a las técnicas corporales. Y me desvío bastante yendo a una situación o tema social… Esto es mas bien casual y vaya a saber uno porqué lo disparo ahora. Es un episodio que me ocurrió hace unos meses, y que quedó resonando en mi cesera casi tanto como algunos tangos de Pugliese. y quiero compartirlo con ustedes porque tiene al tango mostrado desde su costado mas oscuro, fuerte, jodido y cruel (que mas que un costado es un tres cuartos). Y porque quizá esta historia conteste un poco por qué el tango es sobreviviente como lo somos los argentinos; e inextinguible  como lo son las cucarachas:
 

Notas de un Viaje-… 

Me subo al subte, y aparece este pequeño niño de la calle, que no vende estampitas, ni pide plata regalando collares, ni da papelitos diciendo que en su familia hay hermanitos hambrientos…  Este de hoy, no es como los de todos los días; este me va a sorprender; este canta… y canta tangos… o por lo menos uno, que oportunamente le habrá enseñado su explotador particular.

Se anuncia con un “buenas noches”, pone su gorrito de lana en el medio del piso del vagón con un par de billetes-señuelo y monedas, y con un ademán dice que va a hacer un recital. Acto seguido mira al piso muy serio y concentrado, y con los dedos de su manito derecha sucia y de uñas largas marca el pulso haciendo castañetas. También su zapatilla andrajosa y gastada golpea el suelo del subte tratando de marcar un tempo que no sea el tu-tun del tren en marcha. Así se larga a Gritar, y grita armando un canto que bien conozco. Es Naranjo en flor. La verdad es que para gritar y no saber cantar no lo hace tan mal, pero su voz esta lastimada como si desayunara todos los días ginebra desde los tres años de edad.  Mientras sigue el tema, las venas de su cuello se van hinchando mucho, y se ponen gruesas como las de una persona mayor, ya curtida por el canto. Pero este chico tendrá nueve años, y su voz suena más áspera que la del polaco en sus últimos tiempos.

Tengo una sensación horrorosa, de ver como un chico arruina su garganta cantando un tango, y tratando de que se escuche en el medio del traqueteo de las vías. Pienso en el hijo de puta que lo manda a arruinar sus cuerdas vocales, y pienso en los hijos de puta que dejan que los chicos pasen hambre, trabajen y duerman en la calle, y en seguida me siento un hijo de puta por no poder hacer nada y formar parte de esta sociedad de mierda que permite esto, y miro esto muy atento, al igual que todos los que lo miran desconcertados en el subte, y nadie puede no mirar, todos aunque sea de reojo lo miran, porque el niño nos grita su canto, y todos sabemos y escuchamos que su grito cascado y sufrido dice algo mas que la letra de Homero Expósito.

El pibe termina con pocos aplausos y yo no puedo aplaudir, sería como justificar una violación. Estoy como petrificado observando lo que sucede, con muchos sentimientos cruzados en el pecho y el bocho. Y el pibe empieza a pasar su gorrito de lana.

No soy de dar monedas a nadie y desconfío de el destino del dinero que se le da a un niño de la calle… pero este pibe me ganó... y no por mi sentimiento de culpa, ni su canto, ni sus gritos ni el esfuerzo inhumano, ni cantar tango, ni que el mismo fuera Naranjo en flor. Este me ganó por su humor. El pibe sonríe y mientras pasa recolectando monedas pregona: _“Una moneda para mis 20 hijos que tienen hambre”! , Y yo me cago de risa…; luego se le acerca a un señor elegante y extendiendo el gorrito le susurra” Si se equivoca con un billete mejor don”.

Es evidente de que tiene mucha calle, además de vivir y probablemente dormir en ella. Habla con soltura y picardía, y así es que me ganó una moneda. Con su humor y pese a toda la mierda que lo rodea el pibe sonríe y nos jode a todos.

Al salir del subte, tengo muchas cosas adentro, y muy pocas son lindas… Tengo que sacarlas de alguna manera de allí, o tal vez no sacarlas, pero si transformarlas en algo. Todo es una imagen fuerte que tengo que nombrar. Y es así como me siento en el escalón de la entrada de un edificio moderno y como loco saco de mi mochila un papel  y una birome. Con una letra apurada y desprolija sobre lo que era un volante arrugado, escribo algo que sale de un tirón, y que parece tener alguna intención poética.

En fin, quería compartir todo esto con ustedes porque siempre me gustaron las historias, y creo que esta es digna de ser contada, y pensada. Los dejo y les dejo, además de la historia, lo que escribí a los ponchazos en aquel pequeño papel arrugado. Es este escrito que tiene por nombre:

 

LA VIDA TE HIZO CANTOR.

 

La vida te hizo cantor.

Y si no fue la vida, fue algún hijo de puta.

Nueve años tendrás, niño cantante del subte

y la vida te hizo cantor.

Gritás “Naranjo en Flor” a voz en cuello

marcando el pulso con tus deditos sucios

y tus venas del cuello se ven gruesas y rojas

por tantos vagones que te escucharon.

Cantás tus gritos haciendo equilibrio,

tratando de alzar tu pequeño y ya áspero canto

por sobre el rugir de los metales del tren.

 Sos risueño al terminar y hasta jodón y picarón

como buen argentino.

Cómo va  a morir el tango?, que es la voz del que sufre.

Hoy vi vivir el tango en tu voz con mucha vergüenza.

La vida te hizo cantor… y muchos hijos de puta también.

 

MEG

21-9-09

Manuel González



 

 

Publicada en la revista

“Punto Tango” 


 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

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