jueves, 27 de diciembre de 2012

DESPRECIO A CHARLTON HESTON HOY QUE TENGO SETENTA AÑOS,  CUANDO TENIA QUINCE AÑOS LO ADMIRABA Y QUERIA.  ELADIO GONZALEZ DIRECTOR MUSEO CHE GUEVARA


SIGUEN LOS TIROTEOS EN UNIVERSIDADES, CINES Y ESCUELAS Estados Unidos, a los tiros afuera y a los tiros adentro 

En forma recurrente hay masacres en EE UU, producidas por ex soldados, ex convictos y personas aparentemente normales hasta la víspera de sus crímenes. ¿Locos sueltos o un país enfermo de violencia?

EMILIO MARÍN 

En julio un joven armado con fusiles entró a un complejo de cines en Aurora, Denver (Colorado), donde se estrenada una película sobre Batman, The Dark Knight Rises. Hubo 12 muertos y 50 heridos. James Holmes (25), teñido de colorado, fue visto luego en audiencias del juicio y fuera de algunos destellos en su mirada, parecía un tipo normal.

Al mes siguiente fue el turno de Greenfield, en Oak Creek (Wisconsin), en un templo de la religión sij. El domingo, en vez de orar, una persona empezó a los tiros con el saldo de siete muertos, contando al tirador, abatido por la policía. Hasta las aguas del cercano Lago Michigan se vieron conmovidas por tanta muerte. Es que a esa altura de los acontecimientos la manida explicación de “un loco suelto” ya no le cerraba a nadie. Demasiados locos sueltos...en este caso un ex soldado estadounidense, Wade Michael Page (40), que había servido en el ejército entre 1992 y 1998 en operaciones psicológicas. Según el Pentágono había recibido “varias condecoraciones por buena conducta”.

Y en diciembre aumentó esa estadística. Lo más grave ocurrió en la escuela Sandy Hook, de Newton, (Connecticut), donde concurrían 450 niños, cuando Adam Lanza (20) llegó con fusiles y abundante munición, y disparó cien veces contra chicos y maestras. Según el recuento, 20 escolares y 6 maestras perdieron la vida, incluyendo la directora del establecimiento. Más la madre de Lanza, que había sido asesinada en la casa, el saldo fue de 27 muertos. Más el asesino, abatido, 28, aunque la estadística norteamericana habla de 26, para no incluir a los dos Lanza.

Todavía no repuestos de tanta tragedia, un ex convicto William Spengler (62), prendió fuego a su auto y su casa, en Webster, suburbio de Rochester, (Nueva York). Fue ex profeso para emboscar a los bomberos. Cuando éstos llegaron a apagar el fuego fueron recibidos con disparos y murieron dos. Otro par quedó herido. El asesino se pegó un tiro y la policía halló una carta suya donde decía: “todavía tengo que prepararme para ver cuánto del barrio puedo incendiar y hacer lo que más me gusta, que es matar gente”.

La obra de Spengler salió como lo planeaba, pues debido al tiroteo los bomberos no pudieron ocuparse del incendio y se quemaron siete casas.

Estos fueron los hechos más dramáticos del año, aunque es imposible no rememorar la matanza del colegio de Columbine, Littleton (Colorado), en 1999, donde hubo 13 muertos, materia de un excelente documental de Michael Moore (“Bowling for Columbine”). Y de la muerte de 32 personas en la Universidad Técnica de Virginia, Blacksburg (Virginia), en 2007, la más letal de la serie, aunque estos récords pueden ser siempre batidos en el imperio de la violencia.

 

Rayados al por mayor

La lista indicativa de algunos hechos y en absoluto completa, revela que las masacres se han producido no en uno sino en varios estados, y que los atacantes han sido jóvenes, gente adulta y otros que ya habían soplado las 60 velitas. Esto revela un problema nacional y general, no generacional ni zonal.

Dentro de esa diversidad, lo usual ha sido el empleo de armas automáticas y fusiles de asalto tipo  Bushmaster AR-15, como los de Holmes y Lanza. Aunque no es ninguna solución al problema, la prohibición de este tipo de armamento le hubiera dificultado al criminal producir tantas muertes, pues debió cargar y recargar varias veces el arma. Algunas víctimas se habrían salvado...

Esas limitaciones rigieron algunos años, impuestas por Bill Clinton, seguramente bajo el impacto de las balaceras de esos tiempos. Luego la acción depredadora de su sucesor Bush, más el lobby del complejo armamentístico en el Congreso -que paga a demócratas y republicanos casi por igual- determinó el cese de los escollos. Y los criminales pudieron volver a las andadas: un solo tirador puede disparar cien veces sin poner otro cargador.

Llama la atención que varios tiroteos se hayan producido en escuelas y universidades. A los citados habría que agregar que en febrero de 2008 hubo 7 muertos y 15 heridos en la Universidad del Norte de Illinois, y que en abril de 2002 murieron 7 alumnos en la Universidad de Oikos, en Oakland (California), tiroteados por un ex alumno.

Los psiquiatras y especialistas analizan el fenómeno de por qué ex alumnos producen tanta muerte donde supieron estudiar. Argentina, donde esto no es una corriente sino por ahora casos aislados, lo vivió en un colegio de Carmen de Patagones en 2004 (3 muertos y varios heridos).

Frustración, deseos de venganza, delirios de grandeza y varios rayes más deben influir para que esas personas tomen esas determinaciones.

Pero también, conscientes o no, hay otro factor que pesa: su daño está en principio asegurado porque al tratarse de establecimientos educativos, la capacidad de defensa es casi nula. El atacante sabe que puede entrar allí y matar y herir a unos cuantos; después sí vendrá la policía y puede ir preso, ser herido o muerto, o suicidarse. Pero el plan se habrá realizado, según esa mente anormal.

 

Dos pilares

El otro factor ideológico que facilita las masacres de civiles en el imperio es la violencia que campea en éste y que hace flamear en su territorio pero también en la arena internacional. Y a ello se suma el elemento material o técnico, concretamente la producción y libre comercialización de armas de todo tipo y grueso calibre, a quienes tengan los dólares para comprarlas, sin límite de cantidad, certificado de conducta ni otras exigencias que también podrían ser burladas.

El periodista cubano Randy Alonso Falcón, director del programa Mesa Redonda Informativa de la TV, en su nota “Una sociedad enferma de violencia”, tuvo una aproximación al aspecto cuantitativo del armamentismo yanqui. “La cultura de las armas que ha contaminado profundamente a esa nación y se ha hecho parte de sus estandartes, desvela hoy a un país de 315 millones de habitantes con más de 280 millones de armas en su poder: una relación de 89 armas cada 100 ciudadanos” (21/12, Cuba Debate).

La excusa legal del mencionado complejo armamentista es que existe la II Enmienda, casi desde el nacimiento de la Nación, que autoriza a los particulares a tener armas de fuego. Claro que una cosa era un viejo Colt y otra son los fusiles de asalto automáticos o semiautomáticos como el utilizado en Sandy Hook. Además una cosa es tener un arma en la casa, muy discutible, y otra es salir armado hasta los dientes a atacar a otras personas en la calle, una escuela, etc. Semejante diferencia debió ser advertida y motivar las correcciones en la legislación estadounidense, pero fuera de unos escasos límites que duraron casi un suspiro, no las hubo.

Recién ahora, bajo el peso de lo sucedido en Newton, Barack Obama ha encargado al vicepresidente Joe Biden y una comisión el estudio de algunas propuestas de limitación al armamentismo. Durante enero próximo habrá una recomendación y a fines de ese mes quizás figuren en el informe presidencial del “Estado de la Unión”. No hay mucho espacio para el optimismo, por la estrecha ligazón del negocio de fabricación y venta de armas con el sistema político, gobernaciones y el Capitolio.

Los defensores de ese infame negocio citan permanentemente la II Enmienda, pero el capitalismo norteamericano tiene dos bases: la bolsa de Wall Street y el Pentágono, con una derivación comercial en la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Muchos oyeron hablar de la entidad luego del cáustico reportaje de Moore al titular de entonces, el ex actor Charlton Heston.

El vicepresidente de la NRA, Wayne LaPierre, negó de plano cualquier reforma que ponga coto al militarismo, fuente de las ganancias que lubrican su lobby. “La única forma de parar a un tipo malo con una pistola es un tipo bueno con una pistola”, pontificó en una conferencia de prensa donde no se aceptaron preguntas y se expulsaron a dos personas que protestaban con carteles.

En vez de poner límites al armamentismo, LaPierre quiere más armas en las escuelas, en los supuestos “tipos buenos”. Su proyecto se denominará “Escudo Nacional de Escuelas” y la NRA entrenará a guardias armados para la vigilancia escolar. No se detuvo a pensar que si la sociedad enferma llena de policías las escuelas, los potenciales asesinos pueden elegir como escenario otra vez las iglesias, los cines o los parques. “El país -dijo este hombre del rifle- ya protege a los bancos, los aeropuertos, las oficinas, las generadoras eléctricas, los tribunales, e incluso los estadios, todos con seguridad armada”.

No toda la culpa es de personajes como esos líderes de la NRA. Muchas películas de Hollywood y las series de TV yanqui, que rezuman sangre y violencia en cada escena, de principio hasta the end, esa cultura de la violencia ejercida en la realidad -no en la ficción- contra Irak, Afganistán y otros países, más los daños cerebrales producidos por la droga en tanta gente, componen el combo de un imperio decadente que se devora a sus propios escolares y maestras.

 

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Sergio Ortiz

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