Aniversario 88 del Comandante Fidel Castro y nosotros
Fidel y nosotros
"Fidel es un país yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro" .
Afirmó en unos versos memorables Juan Gelman ,el gran poeta argentino recientemente fallecido. Por eso nada tiene de extraño que a lo largo y ancho de Cuba y en muchos lugares del mundo este 13 de agosto del 2014 se festeje el aniversario 88 de su natalicio; sin embargo, recuerdo que en los años ochenta en la antigua sede de la Unión de escritores y Artistas de Cuba, en Sancti Spíritus, Cuba, preparábamos misteriosa y artísticamente el festejo debido a la tendencia oficial a no realizar este tipo de celebración personal y porque también existían disposiciones estatales de la propia revolución tendientes a cerrar el camino a cualquier manifestación que pudiera interpretarse como culto a la personalidad. Todo transcurría sin propaganda en medios de difusión ni solicitud de permiso a las autoridades políticas y gubernamentales del territorio, para evitarles responsabilidades. Luego como organización no gubernamental, invitábamos a dirigentes y público, de manera tal, que nadie pudiera tampoco negarnos nuestro derecho a congratularlo como hacemos con los miembros de nuestra organización. Hoy día esta velada es una grata tradición que cuenta ya con casi treinta años de existencia en el territorio.
Es muy frecuente en el panorama mundial observar a gobernantes que a duras penas resisten un mandato de cuatro años; sin embargo, además de ser el líder que derrocó una tiranía, Fidel fue el político que asumió ,además de la jefatura de un estado, los avatares de una revolución: más de medio siglo de bloqueo imperialista ,las crisis económicas, múltiples carencias y dificultades, la perversa demonización mediática, el aislamiento internacional, el hostigamiento , las amenazas, ataques piratas, invasión y guerras biológicas contra cosechas, animales y personas, alzamientos de bandas armadas y desde el exterior,y cientos de intentos de magnicidio, etc. Por eso su imagen representa la dignidad, el heroísmo y la resistencia de todo un pueblo. Fidel es un país, como dijo el poeta, porque reencarnan nuestros sueños y esperanzas y su existencia ya no se puede separar de la nuestra. Tal vez por ello, hoy, desde mi visión personal, quiero evocar algunas aristas de su personalidad y de su conducta que siempre me han impresionado.
La memoria
Fidel es poseedor de una memoria prodigiosa, capaz de recordar sucesos de los primeros años de su vida. De joven leía un texto, lo cerraba confiado de que podía reproducirlo casi fotográficamente. Podía detallar combates y batallas, rectificar fechas, datos equivocados, reconstruir acontecimientos con secuencia de orden y calidad emotiva, como el Bogotazo y la Crisis de Octubre, ocurridos hace decenas de años con una precisión asombrosa, contarlo todo, en fin, como una película que transcurre por su memoria.
La audacia
Danton, figura emblemática de la Revolución Francesa, tenía una máxima: audacia, más audacia, y más audacia. Fidel la hizo suya, pues en este sentido parece no tener límites. Le ha servido para continuar la revolución del 95 y asumir el legado de Martí, para atacar el Moncada y reponerse del revés, para después del descalabro del desembarco del Granma, con tantos fusiles y hombres como dedos de una mano, atreverse a proclamar: ¡Ahora si vamos a ganar la guerra!, gesto que equivalía a derrocar un régimen de 80 mil efectivos militares, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos de América. Audacia para hacer una guerra de guerrilla en contra del ejército y derrocarlo en América donde el dogma teórico aseguraba que solo se podía ganar con el ejército; más audacia para proclamar el socialismo, en vísperas de una invasión armada, en un país subdesarrollado
y que hasta ese momento era considerado el traspatio de los Estados Unidos, y más audacia para convertir en solo un año a un país de miles de analfabetos en el primer territorio libre de analfabetismo de América Latina, para derrotar una invasión extranjera en 72 horas y para atreverse a hacer durante años la riesgosa guerra de África, ganarla y liberar países distantes a miles de kilómetros de su pequeña isla.
Poder de persuasión
El poder de persuasión del líder histórico de la Revolución Cubana es bien conocido. Desde su largo y famoso discurso de horas en la ONU hasta los que pronunciaba casi a diario, constituyen una labor de persuasión y de comunicación colosal que permitió en los días de la invasión de Girón proclamar el socialismo en un país donde esa palabra era un fantasma tenebroso. Ahora que observamos el zarpazo de los fondos buitres contra Argentina, comprendemos con más nitidez su batalla colosal de años, por crear una conciencia en contra de la deuda externa. En esa batalla esclarecedora convocó a todos, a economistas defensores del sistema capitalista, a teóricos marxistas, y a jóvenes especialistas como Rafael Correa actual presidente del Ecuador. Pero hay una foto muy elocuente, simbólica de su capacidad de persuasión en función del presente y del futuro: en plena Sierra Maestra, cuando ya era Comandante en jefe y podía dar órdenes a cumplir sin objeción, se enfrasca y vence en una discusión larga de muchas horas hasta convencer a los hombres de su pequeño ejercito guerrillero que casi no tenían armas, que parte de las existentes debían ser para el pelotón de mujeres, no por cortesía, sino porque ellas demostraron ser mejores combatientes.
La solidaridad
Esta es quizás la divisa más entrañable de Fidel: la solidaridad personal que se expresa en el aliento en las competencias y en sus visitas frecuentes a deportistas destacados cuando más lo necesitaban en sus lesiones y Enfermedades. Nuestra campeona gravemente accidentada, Ana Fidelia Quirot confesó: "Fidel hizo que mejorara, que volviera a la vida, que hiciera por vivir" Algo similar puede alegar Maradona de su estadía y recuperación en Cuba; así como también la familia de un dirigente político de derecha chileno que guarda en su memoria el relato conmovedor de los días tristes de la enfermedad del hijo y las frecuentes visitas de un Fidel esperanzado en la recuperación que, hasta el final, pareció sufrir junto con el niño. Su preocupación permanente, puntualizada en los más mínimos detalles, detectó los problemas físicos de Hugo Chávez y produjo su esmerada atención médica en Cuba y la batalla por salvarlo. Todo el pueblo pudo comprobar su sensibilidad y solidaridad durante el paso del peligroso y ciclón Flora. Nos angustiamos cuando el vehículo anfibio en el cual rescataba damnificados estuvo a punto de perderse entre el mar de agua dulce y los vientos huracanados. Lo confirmó el Che cuando al ser preso en México, durante los preparativos del Granma, su jefe le dijo "yo no te abandono", aunque esto significara arriesgar la realización de la expedición. La presencia de miles de médicos cubanos en decenas de países del mundo, así como la graduación de decenas de miles formados en nuestro país fueron su gran y hermosa idea. Cuentan Evo Morales y Hugo Chávez que inicialmente dudaron de la idea de Fidel concebida en una operación bien llamada milagro capaz de devolver la visión perdida a millones de personas de América y otros lugares ,pero luego fueron también sus más fieles abanderados ¿Cuántos de los que han sufrido accidentes o pérdidas por desastres meteorológicos o de otra índole, no han sentido su mano sobre el hombro, el aliento y la seguridad de no estar abandonado? Pero no solo ha tenido tiempo y sensibilidad para los momentos tristes o difíciles: Pablo Armando Fernández, nuestro Premio Nacional de Literatura, me ha contado, más con sus ojos felices que con su voz, algo que nunca olvidará: el día en que Fidel, en un entorno sencillo, íntimo y emotivo, le celebró su cumpleaños.
Saber escuchar
Fidel no solo sabe hablar, sabe, sobre todo escuchar: junto a nosotros escritores y artistas permaneció durante días enteros en Congresos y Consejos Nacionales, trabajó por la cultura que dijo era lo primero que había que salvar. Y supo escuchar con proverbial paciencia a todos. Nunca olvidaré aquella larga discrepancia de un actor nuestro durante uno de los debates en que Fidel participó con tacto y luego en el receso observamos su mano sobre el hombro del interlocutor de criterio apasionado como señal de protección, advertencia y respeto. Muchos recordaremos como el difícil tema de la discriminación racial y el racismo que aun subyace en nuestra sociedad tuvo su oído atento, su reconocimiento a la necesidad de profundizar en el asunto y su contribución personal cuando todavía el asunto no era un objeto de debate como en la actualidad.
La honestidad
La honestidad ha transitado todos los caminos de la vida junto a Fidel. Cuando se aborda este tema siempre recuerdo cierta vez, previa a una entrevista mía en una televisora de otro país, en que escuché un ácido debate sobre ofensivos y altos salarios de los gobernantes locales. Me pidieron a continuación mi opinión. Les dije que yo, como visitante, no debía opinar sobre ese tema. Pero podía contarles una anécdota y le hice referencia a la ocasión en que existía fuera de Cuba una eclosión mediática sobre una supuesta fortuna acumulada por el líder de la revolución cubana. Fidel irritado, apareció ante todos los medios y declaró que si alguien demostraba que él tenía un solo dólar en cualquier banco, inmediatamente al otro día presentaba su renuncia. Yo, simplemente, expresé ante las cámaras que me gustaría mucho que todos los gobernantes del mundo pudieran decir lo mismo que Fidel Castro.
La visión de Fidel
Quizás lo que más impresione de Fidel es su capacidad de prever los acontecimientos. Su visión de largo alcance. Raúl Roa, el legendario Canciller de la Dignidad, lo resumió así:" Fidel oye la hierba crecer y ve lo que está pasando al doblar de la esquina". Recuerdo cuando nadie imaginaba que la URSS despareciera y él ya nos advertía y preparaba, y nos habló de que debíamos resistir, que luego vendría la ola revolucionaria, precisamente, esta que con sus matices vemos en nuestra América.
La existencia de la propia revolución cubana en medio de tantos avatares mucho debe a su ojo avizor y al estudio profundo de los contextos y de la historia. Baste sólo señalar que cuando comenzaba la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra, Fidel tuvo la visión de designar, entre otros valiosos compañeros, como primer comandante rebelde al Che Guevara quien es hoy un ícono de la lucha universal. Lo mismo que cuando Hugo Chávez comenzaba su carrera política y no sabía si algún día ni por qué vía llegaría al poder, Fidel lo recibió en Cuba con un tratamiento personal especial. "Mientras yo hablaba, el me observaba detenidamente, como examinándome", confesaría luego el Chávez que llegó a ser el jefe de la revolución bolivariana y el más alto símbolo de la integración latinoamericana. El propio Che Guevara, hombre parco para elogios, dijo en su carta de despedida: "Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti y en tu capacidad desde los días iniciales". "Fidel viaja al futuro, regresa y lo explica", expresó en elocuente imagen el presidente argelino Bouteflika.
Durante más de medio siglo Fidel nos enseñó la perseverancia en la lucha, la necesidad de no cansarse. Cuando algunos fuera de Cuba pensaron que no podría vivir sin el poder, le confesó a Tomás Borges que toda la gloria del mundo cabía en un grano de maíz y en el momento necesario cedió su puesto de jefe máximo no para vacacionar en una isla, sino para ocupar el de soldado de la atalaya, para seguir peleando con su voz y su inteligencia, no solo por Cuba, sino por cualquier pueblo del mundo. Hoy no es jefe de estado ni máximo dirigente político, pero su inmenso poder es moral, pasa por el puente de la humildad y mezcla sencillez con grandeza.
Fidel no sólo es un país, o un símbolo vivo nuestro. Silvio Rodríguez expresó: "Fidel Castro merece nuestro respeto porque a entregado al país cada minuto de su existencia". Maradona, durante los días del mundial de futbol en Brasil, refiriéndose a él en su programa deportivo, dijo "es el más grande". Algo similar expresó el reverendo norteamericano Lucius Walker, al declarar: "Fidel sigue siendo el primer estadista del planeta". Pienso que ninguno de los dos exageró .Fidel ha vivido, a hecho, y a empujado la historia. Es, a mi criterio y el de muchos, la más grande personalidad histórica desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente. Y, por encima de errores y equivocaciones humanas, del odio enfermizo de algunos de sus adversarios, de innumerables tergiversaciones, calumnias permanentes y furibunda demonización, tiene el privilegio de haber ganado un espontáneo y singular premio, quizás el más preciado: estar en un sitio querido en la memoria afectiva de su pueblo y de la humanidad. En el poema Fidel que recordé al inicio, el poeta Juan Gelman precisó que cariñosamente el pueblo lo llama y popularmente lo identifica con una imagen que encierra fuerza, energía, empuje que arrastra. Pero sus versos aluden también a un hecho que quizás por cotidiano a veces no aquilatamos, pero que es esencial: Fidel nunca ha estado solo, siempre lo hemos acompañado, siempre ha avanzado con nosotros y con los protagonistas de las mejores causas del mundo. Por eso, en voz baja, aunque se sonroje, podemos decirle: ¡Feliz aniversario, Padre! Y afirmar como Gelman con certeza y orgullo:
Dirán exactamente de Fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
Fidel montó sobre Fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte (…)
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con Fidel con el caballo.
Fidel y nosotros - por Julio M. Llanes cubano
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