Stinney tenía la edad de Aby Denise y fue ejecutado en la silla eléctrica. toto
Cronopiando
Koldo Campos Sagaseta
La justicia en los Estados Unidos
(Gara)
Habrá quien reproche a la justicia en Estados Unidos su lentitud, demorarse en archivos y despachos a la espera de ser, muchos años más tarde, igualmente discreta y oportuna, pero cualquier aficionado al cine y que, además, no la haya padecido, convendrá conmigo que, aunque esa justicia tarde más de lo debido, al final llega. Tarde pero segura.
Y si al bueno de George Stinney le sobrevive algún pariente seguro que le servirá de consuelo la reciente sentencia de un tribunal declarando a Stinney inocente de los cargos de asesinato de dos niñas blancas. Stinney, de 14 años, fue ejecutado en 1944, tras deliberar durante diez minutos un jurado compuesto por 12 ciudadanos blancos.
Stinney era negro y aunque su inocencia fue respaldada por testigos y ni siquiera tuvo abogado, fue condenado a la silla eléctrica. Hubo que sentarlo encima de un libro para que la corriente hiciera su trabajo. Bastantes menos años que esos 70 que esperó Stinney han tenido que esperar los cientos de presos confinados en Guantánamo, secuestrados y sometidos a torturas, sin cargos, juicio ni defensa y que ahora, al parecer, comienzan a salir en libertad.
Casi los mismos años que ha debido esperar la sociedad estadounidense para enterarse de las torturas de la CIA luego de que se publicaran algunas páginas de un extenso informe todavía secreto, aunque no tantos años como los 66 que esa misma sociedad deberá aguardar a que se desclasifiquen (caso de que así se considere en 1929) los documentos relacionados con el golpe de estado de 1963 y el asesinato del presidente Kennedy.
Quince años se han pasado en cárceles estadounidenses los cinco patriotas cubanos condenados por prevenir el terrorismo y 55 años lleva esperando Cuba que se levante un bloqueo injusto y condenado en decenas de resoluciones por las Naciones Unidas con el respaldo de todo el mundo excepto Estados Unidos, Israel y, a veces, las Islas Marshall de la Polinesia.
Prueba, sin embargo, de que la justicia estadounidense va mejorando sus plazos la vamos a tener estas Navidades, cuando el presidente Obama, como manda la tradición estadounidense, vuelva a indultar a un pavo. Ni un año va a tener que esperar.
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