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Subject: [Cuba-c] El estigma del discurso colonial (Segunda parte, final)
Date: Sun, 9 Aug 2015 18:29:16 -0400
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Subject: [Cuba-c] El estigma del discurso colonial (Segunda parte, final)
Date: Sun, 9 Aug 2015 18:29:16 -0400
Por Juan Jesús Guanche Pérez *
De mulatos, pardos, morenos y de color: la marca del racismo
De manera análoga a la identificación de las personas negras de piel, el término mulato tiene diverso origen. Una versión lo deriva de mula; o sea, del cruce entre caballo o yegua y burro o burra. Debido al racismo y la posición subordinada de las personas esclavizadas, se relacionaba el burro con el hombre negro y la yegua con la mujer blanca. En la práctica este criterio tiene un fundamento absurdo pues la inmensa mayoría de este tipo de relaciones matrimoniales en América se efectuó entre hombre europeo y mujer africana; es decir, al revés.
Otro criterio señala que el término tiene origen árabe, en el que se usaba la palabra muwallad para designar personas nacidas de un progenitor árabe y uno no-árabe. Esto se remite al término wallad, que significa parir o engendrar individuos mezclados. Un tercer criterio se deriva también del árabe muladí/es empleado para designar a tres grupos sociales presentes en la Península Hispánica durante la Edad Media: a) el cristiano que abandonaba el cristianismo, se convertía al Islam y vivía entre musulmanes. Se diferenciaba del mozárabe en que éste último conservaba su religión cristiana en áreas de dominio musulmán; b) el hijo de un matrimonio mixto cristiano-musulmán y de religión musulmana; y c) la población de origen hispanorromano y visigodo que adoptó la religión, la lengua y las costumbres del Islam para disfrutar de los mismos derechos que los musulmanes tras la formación de Al-Ándalus. En este sentido, el criterio b se relaciona con la mezcla de fenotipos y con una práctica religiosa no católica, vista entonces con gran desprecio desde el referente catolicocéntrico durante toda la época colonial.
De este modo, el criterio de lo «mezclado» se oponía al mito de lo «puro», cuando en la práctica la humanidad no ha hecho más que mezclarse incesantemente de un continente a otro a través de los múltiples flujos y reflujos de los procesos migratorios masivos, voluntarios o forzados.
Si de manera coloquial también se les denominó a las personas mulatas con el apelativo de «café con leche», por el gran parecido de su color de piel con el de esta mezcla; cuando en el Medioevo los europeos trataron de categorizar de modo arbitrario a las personas en supuestas «razas», para lo tenido como «puro» usaron los términos «blanco, indígena, negro» y sus diversas mezclas como «mestizo, mulato y zambo», más por los rasgos epiteliales que por otros criterios.
Uno de múltiples ejemplos en Cuba son los censos de la época colonial que usan diversos términos al respecto. Los correspondientes a los años 1774, 1792, 1817 y 1827 emplean los criterios de «blancos, negros y mulatos»; pero ya el propio resumen del censo de 1827 introduce los términos de «blancos, morenos y pardos» para sustituir y homologar en los dos últimos casos al de «negros y mulatos». Este criterio de «blancos, morenos y pardos» se observa también en el censo de 1841 pero en las tablas comparativas de la propia fuente se introducen las categorías de «blancos y de color», para fundir en el absurdo término «de color» a quienes aparecen identificados como «morenos y pardos», como si los otros carecieran de algún color.
Los censos anulan o desestiman lo que también es identificado en los archivos parroquiales con el término «indio» para establecer diferencias hasta muy entrado el siglo XIX respecto de quienes son registrados como «blancos o españoles» y «pardos y morenos». Ya a mediados del siglo XIX también aparece el término «asiático» para hacer referencia a los inmigrantes chinos, pero este último término no se emplea, porque desde la primera mitad del siglo XIX ya chino/na es un sustantivo que designa:
El hijo o hija de Mulato y Negra, o viceversa. ║[Otra acepción hace referencia a] El que viene de aquel país contratado para servir en esta Isla, distinguido por otros con sus denominaciones de Asiático o Colono para no confundirle con el de Chino hijo de Mulata y Negra. ║[Una tercera acepción lo identifica como] Vocativo familiar afectuosísimo (1)
Estas acepciones denotan tanto la diversidad de fenotipos humanos, las nuevas corrientes migratorias como las relaciones afectivas.
Esta terminología colonial influyó sobremanera en el imaginario social y aun se emplea de manera coloquial el término «de color» para hacer referencia a las personas ricas en melanina como si las demás personas fueran transparentes o carecieran de algún color. Para la mentalidad colonial y su secuela en otros tiempos no era posible pensar que, sin excepción, todos somos de color.
El censo de 1861 introduce nuevos términos, el de «raza blanca» y «raza de color», dos criterios tan absurdos como los anteriores, pues se produce la dicotomía ausencia de color o despigmentación y presencia de color o pigmentación para hacer referencia a seres humanos con diversos fenotipos. Los últimos censos coloniales de 1877 y 1887 conservan estos mismos criterios (2), que luego se arrastran con nuevos matices en los de la República neocolonial y en los de la etapa 1970-2012 en relación con el color de la piel vistos más desde la autopercepción del entrevistado y en otras desde el criterio del entrevistador según el imaginario social, que desde los conocimientos científicos sobre la diversidad de fenotipos humanos.
Actualmente existen diversas poblaciones donde es muy común observar grados de mixtura en toda una gama de matices en el color de la piel, como en las zonas africanas al norte del Sáhara, en EE. UU. (donde predomina el estigma racista de la gota de tinta en el vaso de leche) (3), en la mayoría de los países latinoamericanos, como Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. En Asia existen también grupos de personas identificables en lo epitelial como mulatas.
Sin embargo, en cuanto a la falsa noción de «raza» se trata de un término ya superado por el conocimiento científico, que implicaba la absurda existencia de personas «puramente blancas» o «puramente negras» y el individuo identificado como «mulato/ta» era el resultado de la mezcla de ambos; algo así como el 50% de cada quien en un pulcro laboratorio biológico. Actualmente, genetistas, antropólogos, historiadores y otros campos del conocimiento rechazan el concepto de «raza» en relación con los seres humanos y aceptan la existencia de la especie Homo sapiens común a toda la humanidad.
Los nuevos hechos científicos colocados en la palestra pública como negación de las «razas humanas» en el sentido biológico, no elimina el largo impacto social de los prejuicios y la discriminación racial como resultado de la ideología racista relacionada indisolublemente con la desigualdad social. La «raza» como construcción cultural es un hecho sumamente engañoso y perverso, pues de igual manera que resulta imposible combatir lo que no existe, este combate ha logrado desviar la atención hacia lo fundamental del problema, que es la desigualdad social derivada de la estamentación humana entre explotados y explotadores. Por lo anterior, la lucha contra el racismo y la discriminación es un proceso altamente complejo que debe atenderse en todas sus aristas, desde el imaginario individual y colectivo hasta las instituciones del Estado.
Lo afrocubano, la nación fragmentada
La noción de lo supuestamente «afrocubano» como aparente defensa del legado africano en la cultura cubana en pleno siglo XXI, también tiene su evolución en el tiempo y en diversos usos que se le ha dado al término.
Al abordar este tema en la década de los ochenta del siglo pasado me refería entonces:
Con el propósito de reconocer, estudiar y defender en ese momento histórico neocolonial, la presencia de los elementos de la cultura africana, cuando Fernando Ortiz publica Los negros brujos en 1906, introduce el uso del vocablo afrocubano, el cual, según el propio autor: «evitaba riesgos de emplear voces de acepciones prejuiciadas y expresaba con exactitud la dualidad originaria de los fenómenos sociales que se proponía estudiar». Aunque esta palabra ya había sido empleada en Cuba hacia 1847 por Antonio de Veitía, no había cuajado en el lenguaje general como cuando la empleó Ortiz posteriormente.
Sin embargo, aunque el término afrocubano fue necesario en el período histórico de la República neocolonial para designar y sobre todo defender la presencia de elementos culturales africanos en la formación de la cultura cubana; hoy, en el proceso de construcción socialista, ya es un vocablo impropio y anacrónico, pues cuando hablamos de cultura cubana, con plena conciencia nacional de pueblo para sí, sobrentendemos el complejo proceso transcultural esencialmente hispanoafricano que dio lugar a una formación cultural nueva y distinta de sus elementos antecedentes. Emplearlo hoy como lugar común, significa sobreafricanizar o deshispanizar procesos o manifestaciones culturales que el propio desarrollo dialéctico transformó cualitativamente, hace más de un siglo, en cubano (4).
El punto de vista de Ortiz entraba en contradicción con los resultados de múltiples investigaciones que luego realizó y que lo condujeron a la crítica del concepto asimilacionista aculturación (aculturation) cuando propone transculturación como categoría interactiva y muy dinámica de los grupos humanos de diverso origen en contacto, pues lo supuestamente «afrocubano» resultaba ser tan cubano como cualesquiera de los procesos culturales transformados con el paso de varias generaciones.
Por ello, cuando escribe y divulga Los factores humanos de la cubanidad (5) enfatiza en la concepción inclusiva de Cuba cual un ajiaco, para hacer un símil con la alimentación tradicional de los primeros pobladores. En una de sus reflexiones sobre los aportes culturales africanos señala:
El aporte del negro a la cubanidad no ha sido escaso. Aparte de su inmensa fuerza de trabajo, que hizo posible la incorporación económica de Cuba a la civilización mundial, y además de su pugnacidad libertadora, que franqueó el advenimiento de la independencia patria, su influencia cultural puede ser advertida en los alimentos, en la cocina, en el vocabulario; en la verbosidad, en la oratoria, en la amorosidad, en el materialismo, en la descrianza infantil, en esa reacción social que es el choteo, etc.; pero sobre todo en tres manifestaciones de la cubanidad: en el arte, en la religión y en el tono de la emotividad colectiva.
En el arte, la música le pertenece. El extraordinario vigor y la cautivadora originalidad de la música cubana es creación mulata. Toda la música original, de belleza regalada por la América al otro mundo, es música blanquinegra. [Tempranamente] poseemos una gloria de tangos, habaneras, danzones, sones y rumbas, amén de otros bailes mestizos que desde el siglo XVI salían de La Habana con las flotas para esparcirse por ultramar. Hoy baila música afrocubana, es decir, mulata, de Cuba, el mundo entero (6).
Con más de cuatro décadas de experiencia y su nivel de conocimientos lo «afrocubano» es equiparado ya con lo mulato, o sea, con la plena mezcla humana de toda la población desde sus orígenes hasta el presente. Aquí se observa el contexto de lo que denomina por única vez en el texto como «afrocubano» como parte plena de la cubanidad devenida cubanía y como una condición sustancial de la cultura nacional, no como algo ajeno a ella.
Para desarrollar el anterior criterio Ortiz deja claro el decisivo papel de las culturas en contacto y desecha abiertamente el falso criterio de lo tenido entonces por «raza».
Sería fútil y erróneo estudiar los factores humanos de Cuba por sus razas. Aparte de lo convencional e indefinible de muchas categorías raciales, hay que reconocer su real insignificancia para la cubanidad, que no es sino una categoría de cultura. Para comprender el alma cubana no hay que estudiar las razas sino las culturas (7).
Este punto de vista de Ortiz no tiene que haber sido leído ni interpretado por otros autores cubanos que han empleado lo supuestamente «afrocubano» con un sentido positivo o dignificador del papel de la población identificada como negra y/o mulata en sus respectivos textos (8), que además, desde el contexto de la otredad se ha puesto muy de moda en el discurso internacional que trata de dividir la realidad de nuestro país en compartimentos estancos; o sea para fragmentarlo.
No podemos olvidar que un término absurdo o una mentira repetida y divulgada muchas veces son creídos y asumidos como ciertos, especialmente en la sociedad global de la información y las comunicaciones. Veamos cómo se comporta el término en la web.
Una revisión de la web a través del buscador GoogleCuba nos indica que el término cubano tiene una alta presencia pues aparecen unos 10.100.000 resultados en solo 0,40 segundos (9). El término se asocia principalmente con la lengua, el cine, las comunicaciones, la medicina y otros temas cotidianos de la Isla y su presencia internacional. De igual manera, el término afrocubano posee una alta visibilidad pues aparecen 334.000 resultados en 0,49 segundos (10). En este caso se asocia más con una marca comercial relacionada con la música, el baile, así como con las instituciones y personas que proponen clases para su aprendizaje. Resulta evidente que el término cubano es 297 veces superior a «afrocubano» en español.
La presencia en la Wikipedia se observa también en una definición categorial para un conjunto de 28 personas incluidas como supuestos «afrocubanos»: «Esta categoría reúne a personas de nacionalidad cubana pertenecientes a la etnia afroamericana (ya sea por línea paterna y/o materna) originarios del África negra». Es decir, lo cubano es solo la nacionalidad y la pretendida «etnia» es la misma que se le impone a otras personas en el resto de América y se les da como «originarios del África negra»; es decir, es un brevísimo y malsano tratado de "disparatología".
Si observamos las personas a las que alude esta página, aumenta el enfoque tendencioso y racista (11), pues lo mismo hay hombres y mujeres muy representativos en melanina como Bola de Nieve, Claudio José Brindis de Salas, Carlota, Celia Cruz y Chano Pozo, como personas de epidermis mucho más clara como Juan Almeida Bosque, Juan Gualberto Gómez, Omara Portuondo y Nancy Morejón, lo que desdibuja o anula el origen de uno de sus progenitores. Se repite así el estigma de la gota de tinta en el vaso de leche, pero fuera del territorio estadounidense.
Mucho más visibilidad tiene el término afro cuban con 3.800.000 resultados en solo 0,27 segundos; es decir en casi la mitad del tiempo que los dos anteriores, cual muy alto índice del posicionamiento y 11 veces superior a su versión en español (12). Aquí también el término opera como marca comercial para dar énfasis al jazz, la discografía, sus estrellas, los tecladistas y percusionistas, así como la posibilidad de ver y bajar videos y música. Algo semejante sucede cuando buscamos su versión francesa en afro cubaine, con 363,000 resultados en 0,34 segundos, es decir, 29 mil resultados más en 0.15 segundos menos que su versión en español. La versión alemana de afrokuban nos vuelve a remitir a su versión en inglés, cuya lengua es dominante en la web.
Esta situación de las autopistas de la información está en plena sintonía con las acciones de los think tanks o tanques pensantes y su labor de largo alcance. Este grupo de expertos se diferencia de otras instituciones universitarias en que cumplen una función especializada de investigación y asesoramiento a gobiernos u organizaciones políticas, y asumen o se comprometen con determinada línea política o proyecto político, por lo que no existen think tanks neutros.
La eficiencia de estos grupos aumenta en la medida que mantiene su autonomía como organizaciones independientes.
La experiencia nos dice que si se crean think tanks en el marco de estructuras gubernamentales éstas sufren excesivo estrés e intermitencia en sus procesos de investigación, ya que padecen prácticamente la misma presión a la está sujeto todo ministro/a o gobernante; sin embargo, esto no obsta que se organicen unidades de análisis en dependencias públicas y desenvuelvan funciones específicas de apoyo a sus autoridades (13).
Uno de tantos expertos sobre el modo de operar los think tanks señala en relación con el uso del tiempo y sus objetivos:
El científico y el político tienen tiempos diferentes: el primero puede concederse tiempos largos; el segundo casi siempre debe decidir en estado de necesidad y urgencia. También sus responsabilidades son diferentes. La responsabilidad del científico es aclarar los términos de un problema; la del político es resolverlo con una decisión, que no puede aplazarse de manera indefinida.
Además los think tanks se emplean como instrumentos de influencia y penetración en la sociedad civil y difusión de ideas, de ahí la gran importancia que en occidente han adquirido como herramientas de geoestrategia, solo es cuestión de observar el rol que cumplieron por ejemplo, en educar en democracia y capitalismo al desmantelado exbloque socialista (14).
La política de subversión ideológica contra Cuba pasa por la creación, empleo, resemantización, difusión y alta visibilidad de términos que contribuyen a crear estados de opinión desfavorable, dudosa o confusa para el proyecto nación y su potencial integración en otros contextos más favorables para el desarrollo sostenible y próspero.
En este sentido, lo afrocubano hoy resulta además de polisémico, antónimo de sí mismo, pues bien se ha usado como recurso categorial para defender los derechos y espacios de las personas negras y mulatas en el contexto nacional, se emplea en diversos contextos como marca comercial y estratégicamente como un fragmentador de la identidad nacional.
Afrodescendientes, ¿cuántos y quiénes?
El término sale a la palestra pública como una denominación genérica, controvertida y dudosa para hacer referencia a las personas nacidas fuera de África que tienen antepasados oriundos de África al sur del Sahara. Designa en Las Américas y el Caribe a las personas descendientes directa e indirectamente de africanos esclavizados desde la época colonial. De modo genérico alude a las personas melanodermas (del color de la piel identificado como «negro») o mezclados con europeos («mulatos») o con aborígenes («mestizos»), nacidas fuera de África desde el punto de vista del fenotipo, especialmente el color de la piel. Sin embargo, desde el punto de vista genético toda la población del orbe es afrodescendiente con múltiples mutaciones y adaptaciones a los más disímiles ecosistemas. El término se emplea más con una acepción política que científica, pues alude a los derechos y aspiraciones de grupos humanos vulnerables y socialmente desfavorecidos. El término tiene variadas acepciones, interpretaciones y posiciones contradictorias:
De manera análoga a la identificación de las personas negras de piel, el término mulato tiene diverso origen. Una versión lo deriva de mula; o sea, del cruce entre caballo o yegua y burro o burra. Debido al racismo y la posición subordinada de las personas esclavizadas, se relacionaba el burro con el hombre negro y la yegua con la mujer blanca. En la práctica este criterio tiene un fundamento absurdo pues la inmensa mayoría de este tipo de relaciones matrimoniales en América se efectuó entre hombre europeo y mujer africana; es decir, al revés.
Otro criterio señala que el término tiene origen árabe, en el que se usaba la palabra muwallad para designar personas nacidas de un progenitor árabe y uno no-árabe. Esto se remite al término wallad, que significa parir o engendrar individuos mezclados. Un tercer criterio se deriva también del árabe muladí/es empleado para designar a tres grupos sociales presentes en la Península Hispánica durante la Edad Media: a) el cristiano que abandonaba el cristianismo, se convertía al Islam y vivía entre musulmanes. Se diferenciaba del mozárabe en que éste último conservaba su religión cristiana en áreas de dominio musulmán; b) el hijo de un matrimonio mixto cristiano-musulmán y de religión musulmana; y c) la población de origen hispanorromano y visigodo que adoptó la religión, la lengua y las costumbres del Islam para disfrutar de los mismos derechos que los musulmanes tras la formación de Al-Ándalus. En este sentido, el criterio b se relaciona con la mezcla de fenotipos y con una práctica religiosa no católica, vista entonces con gran desprecio desde el referente catolicocéntrico durante toda la época colonial.
De este modo, el criterio de lo «mezclado» se oponía al mito de lo «puro», cuando en la práctica la humanidad no ha hecho más que mezclarse incesantemente de un continente a otro a través de los múltiples flujos y reflujos de los procesos migratorios masivos, voluntarios o forzados.
Si de manera coloquial también se les denominó a las personas mulatas con el apelativo de «café con leche», por el gran parecido de su color de piel con el de esta mezcla; cuando en el Medioevo los europeos trataron de categorizar de modo arbitrario a las personas en supuestas «razas», para lo tenido como «puro» usaron los términos «blanco, indígena, negro» y sus diversas mezclas como «mestizo, mulato y zambo», más por los rasgos epiteliales que por otros criterios.
Uno de múltiples ejemplos en Cuba son los censos de la época colonial que usan diversos términos al respecto. Los correspondientes a los años 1774, 1792, 1817 y 1827 emplean los criterios de «blancos, negros y mulatos»; pero ya el propio resumen del censo de 1827 introduce los términos de «blancos, morenos y pardos» para sustituir y homologar en los dos últimos casos al de «negros y mulatos». Este criterio de «blancos, morenos y pardos» se observa también en el censo de 1841 pero en las tablas comparativas de la propia fuente se introducen las categorías de «blancos y de color», para fundir en el absurdo término «de color» a quienes aparecen identificados como «morenos y pardos», como si los otros carecieran de algún color.
Los censos anulan o desestiman lo que también es identificado en los archivos parroquiales con el término «indio» para establecer diferencias hasta muy entrado el siglo XIX respecto de quienes son registrados como «blancos o españoles» y «pardos y morenos». Ya a mediados del siglo XIX también aparece el término «asiático» para hacer referencia a los inmigrantes chinos, pero este último término no se emplea, porque desde la primera mitad del siglo XIX ya chino/na es un sustantivo que designa:
El hijo o hija de Mulato y Negra, o viceversa. ║[Otra acepción hace referencia a] El que viene de aquel país contratado para servir en esta Isla, distinguido por otros con sus denominaciones de Asiático o Colono para no confundirle con el de Chino hijo de Mulata y Negra. ║[Una tercera acepción lo identifica como] Vocativo familiar afectuosísimo (1)
Estas acepciones denotan tanto la diversidad de fenotipos humanos, las nuevas corrientes migratorias como las relaciones afectivas.
Esta terminología colonial influyó sobremanera en el imaginario social y aun se emplea de manera coloquial el término «de color» para hacer referencia a las personas ricas en melanina como si las demás personas fueran transparentes o carecieran de algún color. Para la mentalidad colonial y su secuela en otros tiempos no era posible pensar que, sin excepción, todos somos de color.
El censo de 1861 introduce nuevos términos, el de «raza blanca» y «raza de color», dos criterios tan absurdos como los anteriores, pues se produce la dicotomía ausencia de color o despigmentación y presencia de color o pigmentación para hacer referencia a seres humanos con diversos fenotipos. Los últimos censos coloniales de 1877 y 1887 conservan estos mismos criterios (2), que luego se arrastran con nuevos matices en los de la República neocolonial y en los de la etapa 1970-2012 en relación con el color de la piel vistos más desde la autopercepción del entrevistado y en otras desde el criterio del entrevistador según el imaginario social, que desde los conocimientos científicos sobre la diversidad de fenotipos humanos.
Actualmente existen diversas poblaciones donde es muy común observar grados de mixtura en toda una gama de matices en el color de la piel, como en las zonas africanas al norte del Sáhara, en EE. UU. (donde predomina el estigma racista de la gota de tinta en el vaso de leche) (3), en la mayoría de los países latinoamericanos, como Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. En Asia existen también grupos de personas identificables en lo epitelial como mulatas.
Sin embargo, en cuanto a la falsa noción de «raza» se trata de un término ya superado por el conocimiento científico, que implicaba la absurda existencia de personas «puramente blancas» o «puramente negras» y el individuo identificado como «mulato/ta» era el resultado de la mezcla de ambos; algo así como el 50% de cada quien en un pulcro laboratorio biológico. Actualmente, genetistas, antropólogos, historiadores y otros campos del conocimiento rechazan el concepto de «raza» en relación con los seres humanos y aceptan la existencia de la especie Homo sapiens común a toda la humanidad.
Los nuevos hechos científicos colocados en la palestra pública como negación de las «razas humanas» en el sentido biológico, no elimina el largo impacto social de los prejuicios y la discriminación racial como resultado de la ideología racista relacionada indisolublemente con la desigualdad social. La «raza» como construcción cultural es un hecho sumamente engañoso y perverso, pues de igual manera que resulta imposible combatir lo que no existe, este combate ha logrado desviar la atención hacia lo fundamental del problema, que es la desigualdad social derivada de la estamentación humana entre explotados y explotadores. Por lo anterior, la lucha contra el racismo y la discriminación es un proceso altamente complejo que debe atenderse en todas sus aristas, desde el imaginario individual y colectivo hasta las instituciones del Estado.
Lo afrocubano, la nación fragmentada
La noción de lo supuestamente «afrocubano» como aparente defensa del legado africano en la cultura cubana en pleno siglo XXI, también tiene su evolución en el tiempo y en diversos usos que se le ha dado al término.
Al abordar este tema en la década de los ochenta del siglo pasado me refería entonces:
Con el propósito de reconocer, estudiar y defender en ese momento histórico neocolonial, la presencia de los elementos de la cultura africana, cuando Fernando Ortiz publica Los negros brujos en 1906, introduce el uso del vocablo afrocubano, el cual, según el propio autor: «evitaba riesgos de emplear voces de acepciones prejuiciadas y expresaba con exactitud la dualidad originaria de los fenómenos sociales que se proponía estudiar». Aunque esta palabra ya había sido empleada en Cuba hacia 1847 por Antonio de Veitía, no había cuajado en el lenguaje general como cuando la empleó Ortiz posteriormente.
Sin embargo, aunque el término afrocubano fue necesario en el período histórico de la República neocolonial para designar y sobre todo defender la presencia de elementos culturales africanos en la formación de la cultura cubana; hoy, en el proceso de construcción socialista, ya es un vocablo impropio y anacrónico, pues cuando hablamos de cultura cubana, con plena conciencia nacional de pueblo para sí, sobrentendemos el complejo proceso transcultural esencialmente hispanoafricano que dio lugar a una formación cultural nueva y distinta de sus elementos antecedentes. Emplearlo hoy como lugar común, significa sobreafricanizar o deshispanizar procesos o manifestaciones culturales que el propio desarrollo dialéctico transformó cualitativamente, hace más de un siglo, en cubano (4).
El punto de vista de Ortiz entraba en contradicción con los resultados de múltiples investigaciones que luego realizó y que lo condujeron a la crítica del concepto asimilacionista aculturación (aculturation) cuando propone transculturación como categoría interactiva y muy dinámica de los grupos humanos de diverso origen en contacto, pues lo supuestamente «afrocubano» resultaba ser tan cubano como cualesquiera de los procesos culturales transformados con el paso de varias generaciones.
Por ello, cuando escribe y divulga Los factores humanos de la cubanidad (5) enfatiza en la concepción inclusiva de Cuba cual un ajiaco, para hacer un símil con la alimentación tradicional de los primeros pobladores. En una de sus reflexiones sobre los aportes culturales africanos señala:
El aporte del negro a la cubanidad no ha sido escaso. Aparte de su inmensa fuerza de trabajo, que hizo posible la incorporación económica de Cuba a la civilización mundial, y además de su pugnacidad libertadora, que franqueó el advenimiento de la independencia patria, su influencia cultural puede ser advertida en los alimentos, en la cocina, en el vocabulario; en la verbosidad, en la oratoria, en la amorosidad, en el materialismo, en la descrianza infantil, en esa reacción social que es el choteo, etc.; pero sobre todo en tres manifestaciones de la cubanidad: en el arte, en la religión y en el tono de la emotividad colectiva.
En el arte, la música le pertenece. El extraordinario vigor y la cautivadora originalidad de la música cubana es creación mulata. Toda la música original, de belleza regalada por la América al otro mundo, es música blanquinegra. [Tempranamente] poseemos una gloria de tangos, habaneras, danzones, sones y rumbas, amén de otros bailes mestizos que desde el siglo XVI salían de La Habana con las flotas para esparcirse por ultramar. Hoy baila música afrocubana, es decir, mulata, de Cuba, el mundo entero (6).
Con más de cuatro décadas de experiencia y su nivel de conocimientos lo «afrocubano» es equiparado ya con lo mulato, o sea, con la plena mezcla humana de toda la población desde sus orígenes hasta el presente. Aquí se observa el contexto de lo que denomina por única vez en el texto como «afrocubano» como parte plena de la cubanidad devenida cubanía y como una condición sustancial de la cultura nacional, no como algo ajeno a ella.
Para desarrollar el anterior criterio Ortiz deja claro el decisivo papel de las culturas en contacto y desecha abiertamente el falso criterio de lo tenido entonces por «raza».
Sería fútil y erróneo estudiar los factores humanos de Cuba por sus razas. Aparte de lo convencional e indefinible de muchas categorías raciales, hay que reconocer su real insignificancia para la cubanidad, que no es sino una categoría de cultura. Para comprender el alma cubana no hay que estudiar las razas sino las culturas (7).
Este punto de vista de Ortiz no tiene que haber sido leído ni interpretado por otros autores cubanos que han empleado lo supuestamente «afrocubano» con un sentido positivo o dignificador del papel de la población identificada como negra y/o mulata en sus respectivos textos (8), que además, desde el contexto de la otredad se ha puesto muy de moda en el discurso internacional que trata de dividir la realidad de nuestro país en compartimentos estancos; o sea para fragmentarlo.
No podemos olvidar que un término absurdo o una mentira repetida y divulgada muchas veces son creídos y asumidos como ciertos, especialmente en la sociedad global de la información y las comunicaciones. Veamos cómo se comporta el término en la web.
Una revisión de la web a través del buscador GoogleCuba nos indica que el término cubano tiene una alta presencia pues aparecen unos 10.100.000 resultados en solo 0,40 segundos (9). El término se asocia principalmente con la lengua, el cine, las comunicaciones, la medicina y otros temas cotidianos de la Isla y su presencia internacional. De igual manera, el término afrocubano posee una alta visibilidad pues aparecen 334.000 resultados en 0,49 segundos (10). En este caso se asocia más con una marca comercial relacionada con la música, el baile, así como con las instituciones y personas que proponen clases para su aprendizaje. Resulta evidente que el término cubano es 297 veces superior a «afrocubano» en español.
La presencia en la Wikipedia se observa también en una definición categorial para un conjunto de 28 personas incluidas como supuestos «afrocubanos»: «Esta categoría reúne a personas de nacionalidad cubana pertenecientes a la etnia afroamericana (ya sea por línea paterna y/o materna) originarios del África negra». Es decir, lo cubano es solo la nacionalidad y la pretendida «etnia» es la misma que se le impone a otras personas en el resto de América y se les da como «originarios del África negra»; es decir, es un brevísimo y malsano tratado de "disparatología".
Si observamos las personas a las que alude esta página, aumenta el enfoque tendencioso y racista (11), pues lo mismo hay hombres y mujeres muy representativos en melanina como Bola de Nieve, Claudio José Brindis de Salas, Carlota, Celia Cruz y Chano Pozo, como personas de epidermis mucho más clara como Juan Almeida Bosque, Juan Gualberto Gómez, Omara Portuondo y Nancy Morejón, lo que desdibuja o anula el origen de uno de sus progenitores. Se repite así el estigma de la gota de tinta en el vaso de leche, pero fuera del territorio estadounidense.
Mucho más visibilidad tiene el término afro cuban con 3.800.000 resultados en solo 0,27 segundos; es decir en casi la mitad del tiempo que los dos anteriores, cual muy alto índice del posicionamiento y 11 veces superior a su versión en español (12). Aquí también el término opera como marca comercial para dar énfasis al jazz, la discografía, sus estrellas, los tecladistas y percusionistas, así como la posibilidad de ver y bajar videos y música. Algo semejante sucede cuando buscamos su versión francesa en afro cubaine, con 363,000 resultados en 0,34 segundos, es decir, 29 mil resultados más en 0.15 segundos menos que su versión en español. La versión alemana de afrokuban nos vuelve a remitir a su versión en inglés, cuya lengua es dominante en la web.
Esta situación de las autopistas de la información está en plena sintonía con las acciones de los think tanks o tanques pensantes y su labor de largo alcance. Este grupo de expertos se diferencia de otras instituciones universitarias en que cumplen una función especializada de investigación y asesoramiento a gobiernos u organizaciones políticas, y asumen o se comprometen con determinada línea política o proyecto político, por lo que no existen think tanks neutros.
La eficiencia de estos grupos aumenta en la medida que mantiene su autonomía como organizaciones independientes.
La experiencia nos dice que si se crean think tanks en el marco de estructuras gubernamentales éstas sufren excesivo estrés e intermitencia en sus procesos de investigación, ya que padecen prácticamente la misma presión a la está sujeto todo ministro/a o gobernante; sin embargo, esto no obsta que se organicen unidades de análisis en dependencias públicas y desenvuelvan funciones específicas de apoyo a sus autoridades (13).
Uno de tantos expertos sobre el modo de operar los think tanks señala en relación con el uso del tiempo y sus objetivos:
El científico y el político tienen tiempos diferentes: el primero puede concederse tiempos largos; el segundo casi siempre debe decidir en estado de necesidad y urgencia. También sus responsabilidades son diferentes. La responsabilidad del científico es aclarar los términos de un problema; la del político es resolverlo con una decisión, que no puede aplazarse de manera indefinida.
Además los think tanks se emplean como instrumentos de influencia y penetración en la sociedad civil y difusión de ideas, de ahí la gran importancia que en occidente han adquirido como herramientas de geoestrategia, solo es cuestión de observar el rol que cumplieron por ejemplo, en educar en democracia y capitalismo al desmantelado exbloque socialista (14).
La política de subversión ideológica contra Cuba pasa por la creación, empleo, resemantización, difusión y alta visibilidad de términos que contribuyen a crear estados de opinión desfavorable, dudosa o confusa para el proyecto nación y su potencial integración en otros contextos más favorables para el desarrollo sostenible y próspero.
En este sentido, lo afrocubano hoy resulta además de polisémico, antónimo de sí mismo, pues bien se ha usado como recurso categorial para defender los derechos y espacios de las personas negras y mulatas en el contexto nacional, se emplea en diversos contextos como marca comercial y estratégicamente como un fragmentador de la identidad nacional.
Afrodescendientes, ¿cuántos y quiénes?
El término sale a la palestra pública como una denominación genérica, controvertida y dudosa para hacer referencia a las personas nacidas fuera de África que tienen antepasados oriundos de África al sur del Sahara. Designa en Las Américas y el Caribe a las personas descendientes directa e indirectamente de africanos esclavizados desde la época colonial. De modo genérico alude a las personas melanodermas (del color de la piel identificado como «negro») o mezclados con europeos («mulatos») o con aborígenes («mestizos»), nacidas fuera de África desde el punto de vista del fenotipo, especialmente el color de la piel. Sin embargo, desde el punto de vista genético toda la población del orbe es afrodescendiente con múltiples mutaciones y adaptaciones a los más disímiles ecosistemas. El término se emplea más con una acepción política que científica, pues alude a los derechos y aspiraciones de grupos humanos vulnerables y socialmente desfavorecidos. El término tiene variadas acepciones, interpretaciones y posiciones contradictorias:
- -Desde el punto de vista de la antropogénesis más general, todos los seres humanos somos afrodescendientes, por lo que el término envuelve a toda la humanidad y no se encuentra circunscrita a una parte de ella. Esta acepción es inclusiva, antirracista y antidiscriminatoria. Es la acepción menos empleada por las personas melanodermas que reclaman derechos.
- -Se emplea como una denominación particular que sustituye al término negro o negra, como en EE.UU., donde se le ha dado una connotación despectiva, y el nuevo término adquiere una connotación distintiva, dignificadora y diferenciadora de otros fenotipos humanos. También ha sido interpretado como un tipo de racismo en dirección contraria o como rechazo al racismo estructural implementado en ese país.
- -La anterior acepción es trasladada de múltiples maneras a las demandas reivindicadoras de grupos humanos en América Latina y el Caribe, por lo que de modo consciente o inconsciente, niega, neutraliza, silencia o sustituye las denominaciones nacionales (gentilicios) y el reconocimiento a la formación de los estados nacionales históricamente nuevos: brasileño por afrobrasileño, uruguayo por afrouruguayo, por ejemplo; es decir un discurso diferenciador y separatista en un contexto regional de abierta integración.
- -Por su intencional polisemia, el término es aceptado por unos y rechazado por otros, pues tiene una significación más política que sociocultural, científica o étnica.
No obstante, se ha ido imponiendo como un término operatorio para reclamar derechos, oportunidades, convocar y activar a la opinión pública nacional e internacional (15). Su presencia en la web también es alta pues aparecen unos 538.000 resultados en solo 0,24 segundos con estrecha relación hacia Latinoamérica (16).
Por tal motivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 64a Sesión aprobó declarar el año 2011 Año Internacional de las personas afrodescendientes para fortalecer medidas nacionales y la cooperación regional e internacional en beneficio de estas poblaciones en relación con el goce pleno de sus derechos económicos, culturales, sociales, civiles y políticos, su participación e inclusión en todas las esferas de la sociedad, la promoción de un mayor respeto y conocimiento de la diversidad, su herencia y su cultura. La Asamblea General encomendó al Secretario General que presente un informe donde incluya un proyecto de programa de actividades para el Año Internacional de las personas afrodescendientes a partir de las opiniones y recomendaciones de los Estados Miembro, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Grupo de trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes del Consejo de Derechos Humanos, entre otros (17).
La Cumbre Iberoamericana de Alto Nivel para Conmemorar el Año Internacional de las personas afrodescendientes que se efectuó en la ciudad de Bahía, Brasil, el 19 de noviembre de 2011, realizó la Declaración de Salvador en la que «Enfatizaron que la Cumbre asumió una relevancia particular, teniendo en cuenta que América Latina y el Caribe tienen la mayor población de los «afrodescendientes», calculada en 150 a 200 millones de personas, y fue el destino primario de la diáspora africana» (18) trasatlántica, transamericana y caribeña.
El 19 de diciembre de 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas da a conocer el Proyecto de resolución presentado por el Presidente de la Asamblea General sobre la Proclamación del Decenio Internacional de los Afrodescendientes, que comenzará el 1 de enero de 2015 y terminará el 31 de diciembre de 2024, con el tema Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo, que se inaugurará de forma oficial inmediatamente después del debate general del sexagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General (19).
El término, como otros de muy dudosa procedencia, debe emplearse con la cautela pertinente de cara a la consolidación de las naciones y a los perspectivos procesos de integración, sin perder de vista su connotación polisémica diferenciadora y fragmentadora de la diversidad fenotípica de las personas y de la unidad de la especie humana en las Américas y el Caribe.
Ante tantas secuelas de términos que condicionan ideas, modos de pensar y de interpretar la realidad desde la época colonial hasta nuestros días, podemos decir a estas alturas, con el debido apoyo de los estudios sobre el ADN, que sin dudas somos mestizos, de color y afrodescendientes. Todo depende del prisma con que se evalúa, de los alcances del texto con que se fragua el discurso y de las complejidades, compromisos y responsabilidades de cada contexto.
Pero al mismo tiempo, si bien en el campo de la física la histéresis es la tendencia de un material a conservar una de sus propiedades, en ausencia del estímulo que la ha generado; en al ámbito de las ideas la histéresis ha sido resemantizada como la resistencia de las mentalidades al cambio histórico.
Una valoración de esta resistencia señala:
En efecto, existe un desajuste evidente entre la velocidad vertiginosa de los cambios tecnológicos y la cuasi inercia de las mentalidades. Desde la historia de estas últimas, F. Braudel ha comparado, en uno de sus textos más conocidos (20), las mentalidades a los fondos oceánicos, casi al abrigo de las corrientes marinas y, por ende, sólidamente instaladas en la mayor inercia; las mentalidades son estructuras profundas y pesadas que resisten en general al cambio. Con toda seguridad, podemos afirmar que una mentalidad, en tanto que vasto constructo ideacional petrificado es, por lo mismo, aquella estructura que menos se adapta a las transformaciones culturales, políticas, sociales, económicas, es decir que menos capacidad autopoiética tiene (21).
Por ello, superar el estigma del discurso colonial es también un acto de liberación mental, representa un verdadero antídoto contra la histéresis, cual resistencia del pensamiento ya establecido y sedimentado frente al cambio de época. Es oponer la crítica consecuente de concepciones obsoletas frente a un discurso novedoso que sea fuente necesaria de acciones renovadoras. (Fin)
*Lic. en Historia del Arte (Universidad de La Habana). Dr. en Ciencias Históricas con especialidad en Antropología Cultural del Instituto de Etnografía (Academia de Ciencias, URSS). Profesor Titular (UH) e Investigador Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana y de la Fundación Fernando Ortiz, donde es Miembro de la Junta Directiva. Es miembro del Grupo de Expertos del Consejo de Redacción y del Colectivo de Autores del Atlas Etnográfico de Cuba, del Atlas de los instrumentos de la música Folclórica popular de Cuba y del Diccionario de la música española e hispanoamericana.
NOTAS
(1) Véase Esteban Pichardo. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976:216.
(2) Véase Los censos de población y vivienda en Cuba, t. I, vol. 2., La Habana, 1988.
(3) Ver obra de Harris.
(4) Véase Jesús Guanche. Procesos etnoculturales de Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983:462.
(5) Conferencia leída en un ciclo organizado por la fraternidad estudiantil «lota-Eta», en el anfiteatro Varona de la Universidad de La Habana, el 28 de noviembre de 1939. Publicada en la Revista Bimestre Cubana, La Habana, marzo-abril de 1940, vol. XIX, no. 2, pp. [161]-186.
(6) Véase Fernando Ortiz. «Los factores humanos de la cubanidad», en Fernando Ortiz y la cubanidad, Colección La Fuente Viva, no 1, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 1996:26-27.
(7) Op. Cit.:16.
(8) Véanse Tomás Fernández Robaina, Identidad afrocubana: cultura y nacionalidad, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2010; y Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales, selección de textos: Daisy Rubiera e Inés M. Martiatu, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011.
(9) Búsquedas relacionadas con cubano el jueves 20 de febrero de 2014, 8:10 PM. cubano letra, chat cubano, lenguaje cubano, cubano font, cubano hablando, cine cubano, cubano las pastillas, cubano bar
(10) Búsquedas relacionadas con afrocubano el jueves 20 de febrero de2014, 8:15 PM. afrocubano wikipedia, cultura afrocubana, afrocubano música, afrocubano baile, definición afrocubano, clases afrocubano
(11) Esta categoría incluye las siguientes 28 páginas: Equis Alfonso, Juan Almeida Bosque, Fulgencio Batista, Mario Bauzá, Bola de Nieve, Bola de Nieve, Claudio José Brindis de Salas, Cándido Camero, Carlota (esclava), Celia Cruz, Guillermo Fariñas, Ibrahim Ferrer, Juan Gualberto Gómez, Nicolás Guillén, Pedro Knight, Antonio Maceo, Machito (músico), Benny Moré, Nancy Morejón, Ángel Moya Acosta, Ignacio Piñeiro, Omara Portuondo, Chano Pozo, Arsenio Rodríguez, Mongo Santamaría, Berta Soler, Chucho Valdés, Bebo Valdés, y Yusa.
(12) Búsquedas relacionadas con afro cuban el jueves 20 de febrero de2014, 8:20 PM. afro cuban all stars discografia, afro cuban all stars videos, afro cuban keyboard grooves pdf, afro cuban keyboard grooves, afro cuban grooves for bass and drums, afro cuban all stars, afro cuban all stars discografia descargar, afro cuban latin jazz
(13) Véase Mario Ramos. La geopolítica de los think tanks (versión en PDF).
(14) Ibídem. Ramos cit. Bobbio.
(15) Véase Jesús Guanche y Carmen María Corral. Op.cit. (Versión digital, 2014:30). Para hacer referencia a personas cubanas negras y mulatas véase también Gisela Arandia Cobarrubias. Población afrodescendiente cubana actual. Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), La Habana, 2012.
(16) Búsquedas relacionadas con afrodescendiente, 25 de febrero de 2014, 5:52 PM afrodescendiente definicion, cultura afrodescendiente, gastronomia afrodescendiente, musica afrodescendiente, indigena, movimiento afrodescendiente, historia afrodescendiente, que es afrodescendiente yahoo
(17) Véase Resolución aprobada por la Asamblea General [sobre la base del informe de la Tercera Comisión (A/64/439/Add.2 (Parte II))] 64/169. Año Internacional de los Afrodescendientes.
(18) Véase CUMBRE IBEROAMERICANA DE ALTO NIVEL PARA CONMEMORAR EL AÑO INTERNACIONAL DE LOS AFRODESCENDIENTES, "DECLARACIÓN DE SALVADOR", versión en PDF.
(19) Véase Sexagésimo octavo período de sesiones Tema 67 b) del programa. Eliminación del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia: aplicación y seguimiento generales de la Declaración y el Programa de Acción de Durban.
(20) Se refiere a La dynamique du capitalisme (París, 1971).
(21) Véase Manuel Antonio Baeza. Cambio histórico versus mentalidades: el fenómeno de histéresis a través de la llamada "revolución tecnológica", Universidad de Concepción, Argentina (versión en PDF).
FOTO Roberto Chile "Maestra"
Nota de la editora de los blogs: Ha sido virtualmente imposible reproducir en las notas del trabajo (8, 9, 10, 11 Y 16), todas los links de las búsquedas en Google o en Wikipedia realizadas por el autor de este trabajo; las menciones a trabajos en pdf no venían vinculadas en el original: ruego disculpen las molestias ocasionadas.
Por tal motivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 64a Sesión aprobó declarar el año 2011 Año Internacional de las personas afrodescendientes para fortalecer medidas nacionales y la cooperación regional e internacional en beneficio de estas poblaciones en relación con el goce pleno de sus derechos económicos, culturales, sociales, civiles y políticos, su participación e inclusión en todas las esferas de la sociedad, la promoción de un mayor respeto y conocimiento de la diversidad, su herencia y su cultura. La Asamblea General encomendó al Secretario General que presente un informe donde incluya un proyecto de programa de actividades para el Año Internacional de las personas afrodescendientes a partir de las opiniones y recomendaciones de los Estados Miembro, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Grupo de trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes del Consejo de Derechos Humanos, entre otros (17).
La Cumbre Iberoamericana de Alto Nivel para Conmemorar el Año Internacional de las personas afrodescendientes que se efectuó en la ciudad de Bahía, Brasil, el 19 de noviembre de 2011, realizó la Declaración de Salvador en la que «Enfatizaron que la Cumbre asumió una relevancia particular, teniendo en cuenta que América Latina y el Caribe tienen la mayor población de los «afrodescendientes», calculada en 150 a 200 millones de personas, y fue el destino primario de la diáspora africana» (18) trasatlántica, transamericana y caribeña.
El 19 de diciembre de 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas da a conocer el Proyecto de resolución presentado por el Presidente de la Asamblea General sobre la Proclamación del Decenio Internacional de los Afrodescendientes, que comenzará el 1 de enero de 2015 y terminará el 31 de diciembre de 2024, con el tema Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo, que se inaugurará de forma oficial inmediatamente después del debate general del sexagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General (19).
El término, como otros de muy dudosa procedencia, debe emplearse con la cautela pertinente de cara a la consolidación de las naciones y a los perspectivos procesos de integración, sin perder de vista su connotación polisémica diferenciadora y fragmentadora de la diversidad fenotípica de las personas y de la unidad de la especie humana en las Américas y el Caribe.
Ante tantas secuelas de términos que condicionan ideas, modos de pensar y de interpretar la realidad desde la época colonial hasta nuestros días, podemos decir a estas alturas, con el debido apoyo de los estudios sobre el ADN, que sin dudas somos mestizos, de color y afrodescendientes. Todo depende del prisma con que se evalúa, de los alcances del texto con que se fragua el discurso y de las complejidades, compromisos y responsabilidades de cada contexto.
Pero al mismo tiempo, si bien en el campo de la física la histéresis es la tendencia de un material a conservar una de sus propiedades, en ausencia del estímulo que la ha generado; en al ámbito de las ideas la histéresis ha sido resemantizada como la resistencia de las mentalidades al cambio histórico.
Una valoración de esta resistencia señala:
En efecto, existe un desajuste evidente entre la velocidad vertiginosa de los cambios tecnológicos y la cuasi inercia de las mentalidades. Desde la historia de estas últimas, F. Braudel ha comparado, en uno de sus textos más conocidos (20), las mentalidades a los fondos oceánicos, casi al abrigo de las corrientes marinas y, por ende, sólidamente instaladas en la mayor inercia; las mentalidades son estructuras profundas y pesadas que resisten en general al cambio. Con toda seguridad, podemos afirmar que una mentalidad, en tanto que vasto constructo ideacional petrificado es, por lo mismo, aquella estructura que menos se adapta a las transformaciones culturales, políticas, sociales, económicas, es decir que menos capacidad autopoiética tiene (21).
Por ello, superar el estigma del discurso colonial es también un acto de liberación mental, representa un verdadero antídoto contra la histéresis, cual resistencia del pensamiento ya establecido y sedimentado frente al cambio de época. Es oponer la crítica consecuente de concepciones obsoletas frente a un discurso novedoso que sea fuente necesaria de acciones renovadoras. (Fin)
*Lic. en Historia del Arte (Universidad de La Habana). Dr. en Ciencias Históricas con especialidad en Antropología Cultural del Instituto de Etnografía (Academia de Ciencias, URSS). Profesor Titular (UH) e Investigador Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana y de la Fundación Fernando Ortiz, donde es Miembro de la Junta Directiva. Es miembro del Grupo de Expertos del Consejo de Redacción y del Colectivo de Autores del Atlas Etnográfico de Cuba, del Atlas de los instrumentos de la música Folclórica popular de Cuba y del Diccionario de la música española e hispanoamericana.
NOTAS
(1) Véase Esteban Pichardo. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976:216.
(2) Véase Los censos de población y vivienda en Cuba, t. I, vol. 2., La Habana, 1988.
(3) Ver obra de Harris.
(4) Véase Jesús Guanche. Procesos etnoculturales de Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983:462.
(5) Conferencia leída en un ciclo organizado por la fraternidad estudiantil «lota-Eta», en el anfiteatro Varona de la Universidad de La Habana, el 28 de noviembre de 1939. Publicada en la Revista Bimestre Cubana, La Habana, marzo-abril de 1940, vol. XIX, no. 2, pp. [161]-186.
(6) Véase Fernando Ortiz. «Los factores humanos de la cubanidad», en Fernando Ortiz y la cubanidad, Colección La Fuente Viva, no 1, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 1996:26-27.
(7) Op. Cit.:16.
(8) Véanse Tomás Fernández Robaina, Identidad afrocubana: cultura y nacionalidad, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2010; y Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales, selección de textos: Daisy Rubiera e Inés M. Martiatu, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011.
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(13) Véase Mario Ramos. La geopolítica de los think tanks (versión en PDF).
(14) Ibídem. Ramos cit. Bobbio.
(15) Véase Jesús Guanche y Carmen María Corral. Op.cit. (Versión digital, 2014:30). Para hacer referencia a personas cubanas negras y mulatas véase también Gisela Arandia Cobarrubias. Población afrodescendiente cubana actual. Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), La Habana, 2012.
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(17) Véase Resolución aprobada por la Asamblea General [sobre la base del informe de la Tercera Comisión (A/64/439/Add.2 (Parte II))] 64/169. Año Internacional de los Afrodescendientes.
(18) Véase CUMBRE IBEROAMERICANA DE ALTO NIVEL PARA CONMEMORAR EL AÑO INTERNACIONAL DE LOS AFRODESCENDIENTES, "DECLARACIÓN DE SALVADOR", versión en PDF.
(19) Véase Sexagésimo octavo período de sesiones Tema 67 b) del programa. Eliminación del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia: aplicación y seguimiento generales de la Declaración y el Programa de Acción de Durban.
(20) Se refiere a La dynamique du capitalisme (París, 1971).
(21) Véase Manuel Antonio Baeza. Cambio histórico versus mentalidades: el fenómeno de histéresis a través de la llamada "revolución tecnológica", Universidad de Concepción, Argentina (versión en PDF).
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Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"
Moderadora Lista Cuba coraje, miembro de Red Social Hermes y miembro fundador de la Red de Trincheras Amigas
Twitter @LaPolillaCubana
"Deme Venezuela en qué servirla, ella tiene en mi un hijo" / José Martí
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informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires (AAC 1405) Argentina
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba “ CHAUBLOQUEO ”
Registro donantes voluntarios de Células Madre (INCUCAI)
Coordinador Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
Tel. 4 903 3285 Irene Rosa Perpiñal - Eladio González (Toto)
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