5+1: MANIPULACION PELIGROSA
Jorge Gómez Barata
El presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, aceptó la sugerencia del sabio alemán Albert Einstein y ante el peligro de que Hitler se anticipara, aprobó el Proyecto Manhattan que, partiendo de cero y en secreto, construyó tres bombas atómicas. Los desafíos científicos, tecnológicos, de ingeniería, así como los costos económicos fueron enormes. Roosevelt murió antes de que estuvieran listas.
Años después, durante la Guerra de Corea, tal vez espantado por las devastadoras consecuencias de su empleo en Hiroshima y Nagasaki, Harry Truman, quien había ordenado lanzarlas, frenó al general Douglas MacArthur, comandante aliado en la Guerra de Corea, quien propuso utilizarlas contra China.
Primero como Comandante en jefe de la OTAN (1951) y luego como presidente de los Estados Unidos (1953-1961), Dwight Eisenhower lidió con los inicios de la carrera de armamentos atómicos característica de la Guerra Fría. Fue el primero de los mandatarios norteamericanos en percibir los riesgos de la proliferación nuclear y, para intentar frenarla, puso en marcha el programa “Átomos para la Paz”. Por aquel proyecto, Irán y otros países, recibieron sus primeros reactores y las primeras cantidades de uranio.
John F. Kennedy administró la Crisis de los Misiles de 1962 y pronosticó que de no detener la proliferación, para el año 2000, podía haber cuarenta o más países con bombas atómicas. En 1964, en la zaga de aquella dramática crisis, las administraciones del presidente Lyndon Johnson y del líder soviético Nikita Kruzchov, realizaron las primeras aproximaciones para explorar las posibilidades de llegar a acuerdos sobre el control de las armas nucleares.
El primer paso sustantivo es esa dirección se dio cuando en 1968, ante los enormes peligros que significaban la difusión de las armas atómicas, con los auspicios de la ONU y el patrocinio de las superpotencias, 113 estados suscribieron el Tratado de No Proliferación Nuclear.
Un año después, en Helsinki comenzaron las conversaciones conocidas como SALT I que en 1972 condujeron a la firma de un Tratado sobre Misiles Anti Balísticos (ABM) y un Acuerdo sobre Limitación de Armas Ofensivas.
En 1982 el presidente Ronald Reagan lanzó una iniciativa para la reducción de las armas estratégicas que, aunque no tuvo éxito, permitió que en 1987 se firmara un Tratado de las Armas Nucleares de Alcance Medio. En 1991, George W Bush suscribió con su homólogo ruso Boris Yeltsin el Tratado START II.
La verdad histórica es que desde hace setenta años, todos los presidentes norteamericanos, los expertos que en cada caso los han asistido y los mandos militares vinculados a tales asuntos, han acumulado vastas experiencias en cómo negociar tales asuntos, determinar qué compromisos pueden ser contraídos y cómo controlarlos adecuadamente. Nunca han cometido errores de los cuales se hayan arrepentido.
Al margen de emociones, temores y prejuicios, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu no ha ofrecido un solo argumento válido para invalidar el acuerdo suscrito por las cinco potencias nucleares del planeta y Alemania con Irán. Tampoco lo han hecho los congresistas republicanos que tratan de anular lo acordado.
En este caso, más que de convicciones debidamente fundamentadas, parece tratarse de una oposición de oficio que Netanyahu ejerce siempre que intervenga la palabra Irán y ciertos republicanos cuando se menciona a Obama. No es una alianza ni una coincidencia, sino una peligrosa manipulación política con potencial para poner en peligro la paz mundial. Allá nos vemos.
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Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "
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Coordinador Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
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