miércoles, 21 de octubre de 2015

los Peredo Leigue revolucionarios bolivianos del Che Guevara y su guerrilla Chaubloqueo Museo Che guevara Buenos Aires Bagatela

terminé de transcribir este trabajo que tenía de hace años, no recuerdo
quien me lo dio.   toto

INTI  Y   COCO   PEREDO  LEIGUE
Inti escribió en “Mi Campaña junto al Che” estas frases:  “Coco y yo éramos – si así cabe decirlo – más que hermanos.  Camaradas inseparables de muchas aventuras, juntos militamos en el Partido Comunista, juntos sentimos el peso de la represión policial en muchas oportunidades y compartimos la cárcel, juntos trabajamos en Tipuani, juntos recorrimos el Mamoré, aprendimos agricultura y pasamos largas jornadas cazando caimanes, juntos ingresamos a la guerrilla.  En esta nueva aventura no lo veré a mi lado pero siento su presencia, exigiéndome cada vez más.”  En un escueto párrafo, Inti está rememorando toda una vida que, aunque corta en ambos, estuvo llena de experiencias que fueron formando en ellos una personalidad fuerte y definida.  Esas aventuras, que Inti repasa tan rápidamente, terminaron en el pensamiento y el sentimiento.
Guido Alvaro (Inti) nació el 30 de Abril de 1938 y Roberto (Coco) Peredo Leigue, el 23 de Mayo de 1939.
Delgado, de mejillas hundidas, el pelo alborotado y la mirada penetrante bajo las espesas cejas (en realidad, las cejas abundantes y juntas, son una característica de todos sus hermanos,  Inti tiene un temperamento cambiante: a veces huraño y a veces expansivo, pero con una cualidad sobresaliente, su definición ante los problemas, para los cuales siempre tiene una respuesta que defiende y pone en práctica, más allá del límite de sus posibilidades.  Poco comunicativo, tendrá escasos amigos, pero confiará en ellos enteramente, con la misma honestidad con la que actúa.  Coco es más alto, pese a su minoridad, de ojos claros y mirada dulce en un rostro de facciones regulares y escasa barba.  Afable y conversador, hace fácilmente amistad y resulta atractivo en los medios más diversos.  Pero, por sobre sus diferencias de carácter, resultan sus cualidades comunes: una fuerte sensibilidad que les lleva a compartir y penetrar las aflicciones de todos, tenacidad para abordar las tareas difíciles, humildad que los aparta de los triunfos fáciles, honestidad que les permite reconocer sus errores y, sobre la base de su experiencia, construir nuevamente.  Nacen en Trinidad, capital del Departamento del Beni, ciudad pequeña adormecida en el calor tropical, desvinculadas de los centros urbanos, pero pujante en su desafío a la selva.  Sus veinte primeros años serán un constante conocer y reconocerse, en los ámbitos bolivianos: De la tranquila Trinidad, a la risueña Cochabamba, ciudad de valles opulentos y hombres sencillos; la abigarrada La Paz, con su pulso discontínuo de pasiones y rutinas; el irreal Tipuani, cuyo pesado lastre de oro lo asemeja a los legendarios pueblos del Far West, el serpenteante Mamoré que surca el Beni como una carretera de agua; hasta el mítico río Iténez donde la caza del caimán es una diaria aventura.  En esas alternativas geográficas, a veces son partícipes, víctimas ó actores de la historia que periódicamente remece a Bolivia, o bien apenas llegan a conocerla, alejados como están en esos momentos de los centros vitales.  Aún no tienen conciencia de su existencia, cuando la muerte del Presidente Busch en 1939, preanuncia la violencia del próximo decenio.  Esta muerte (asesinato ó suicidio) está ligada estrechamente a las moderadas medidas nacionalistas que rozaron por primera vez los intereses de la oligarquía minero – feudal (la rosca, como se la conoció en Bolivia).  El acceso de Villarroel a la Presidencia, otro militar nacionalista y su sangriento derrocamiento en 1946, con su secuela de confusiones, los arrebata de una vida ordenada y los enfrenta, todavía niños a una dura realidad. La guerra civil de 1949, es apenas un eco desagradable en la escondida Trinidad; la preocupación de esos años es ún la lucha por el pan que la madre sola, tiene que llevar cumplidamente al hogar.  Por último, la revolución nacionalista de 1952, los absorbe en su vorágine, llevándolos hasta la ciudad de La Paz, tenso nervio de esa conmoción que no solo sacude a Bolivia sino a todo el continente.  Son años de crueles y grandiosas decisiones en esa tierra.  Ni las guerras marcaron tan profundamente el destino histórico de los bolivianos, aún considerando que las huellas de las guerras no han desaparecido.  Años en que las luchas del pueblo adquieren una significación cada vez mayor hasta desembocar, como era indefectible, en la Revolución Nacionalista.  En esa efervescencia, se va formando la personalidad de Coco e Inti.  Pero también va haciéndose en esa aventura personal que es el enfrentamiento con la naturaleza en Tipuani, con su mendaz promesa de oro; el río Mamoré que parece revivir anacronismos salidos de las obras de Mark Twain ó el rio Iténez, donde la caza del caimán no es un deporte, sino un límite difuso entre la vida y la muerte. A mediados de la década del cincuenta, ya militan en el Partido Comunista. En realidad, han participado en la fundación de un núcleo comunista en Trinidad a principios de ese decenio, pero es solo en La Paz que comienza para ellos una verdadera militancia con sus exigencias de arrojo y disciplina, todavía no terminada, pero por eso mismo, mucha más conflictiva para sus espíritus. Son los años del partido pequeño, los militantes se conocen del primero al último, tanto porque son pocos, como porque las tareas son muchas y son los mismos los que deben realizarlas.  La venta del periódico  - un quincenario que se edita con alarmante irregularidad -  es la tarea de agitación más importante.  El PC, vive en la semi-legalidad: el gobierno tolera sus actividades proselitistas, pero reprime sus acciones de agitación y propaganda.  Inti se distingue rápidamente en la venta del impreso, organizando mitines relámpago ó simplemente voceándolo.  Más de una vez, esto significa que la Policía Política del régimen los encierra por varios días, en frecuentes oportunidades. Coco e Inti caen juntos en las redadas policiales, porque nunca actúan separados; se necesitan y se complementan. Coco encuentra en Inti el arrojo, la tenacidad y la decisión.   A su vez Inti halla en Coco el apoyo, la serenidad. Con los años, con el trabajo unido, ambos llegarán a tener en conjunto estas cualidades.  Pero esa actividad es discontinua, interrumpida por sus deseos de encontrar la aventura.  Es en ese tiempo que viajan a Tipuani, donde trabajan en una primitiva embotelladora de bebidas gaseosas, el tiempo que conocen y viven la penuria del buscador de oro que semana a semana subsiste con el producto de su precario trabajo que casi nunca alcanza a un gramo de oro y sueño con el nunca cumplido milagro de una veta que lo hará rico de la noche a la mañana.   Conocen también la sórdida vida a lo largo del río Mamoré remontando la corriente hacia el norte, hasta la frontera con el Brasil, o volviendo hasta Trinidad, para volver a hacer el viaje una y otra semana.  Hombres sedientos de comunicación, que han estado ocho o diez meses cultivando una o dos hectáreas de arroz o yuca, sin otra compañía que los ruidos de la selva y que, felices, se dejan engañar por los rescatadores, pensando sólo en el vaso de alcohol que los liberará de su mutismo.   Y llegan más adentro: al río Iténez donde el Príncipe de Beira es leyenda, pero más cercana que la civilización.  Todavía se puede encontrar algunos grupos de caimanes que significan la posibilidad de vivir algunos meses y si hay suerte, hasta presumir de derrochador durante una noche.  La caza del caimán lo trastorna todo: cazar de noche, secar durante el día, comer a la hora que se puede y lo que haya.  Los cueros se van acumulando uno encima de otro, hasta que llega el momento de comerciarlos, que es como decir el momento de las desilusiones.  Pero finalmente retornan a La Paz, fuertemente atraídos por las tareas políticas que, en definitiva, serán la razón principal de todas sus actividades. Ha pasado casi un decenio desde la fundación del Partido Comunista.  El papel de activistas que han desarrollado se transforma cualitativamente:  comienzan a tomar responsabilidades de dirección.  Apenas se empinan sobre los veinte años y ya son respetados por sus camaradas y reconocidos como dirigentes.  La vida del Partido los envuelve totalmente. No se trata solamente de la actividad política.  Es que el Partido se halla en todos los actos de su vida. Termina la década del cincuenta, Coco se casa con una compañera, Mireya Echazú, que representará para él la estabilidad interior, sobre todo a partir del nacimiento de sus hijos.  Su amor paternal estará reforzado por la muerte de su primera hija a los pocos días de nacida.  Después nacerán Robertito, Katia y por último Yuri que serán alegría y dedicación de padres y hermanos, porque el vínculo familiar es muy fuerte y con los años, más bien se acrecienta y solidifica.  Inti en tanto ha viajado algunas veces solo, cumpliendo misiones políticas. Recorre ciudades del interior, viaja a los países vecinos. Cada vez tiene mayores responsabilidades que lo ligan al Secretariado Nacional del P.C.  Llega a ser miembro del Comité Central pero en ese momento todavía se halla en tareas regionales.  Con el triunfo de la Revolución Cubana se ha producido todo un proceso de reorientación política, que aún no es clara, pero que apunta a los objetivos de concretar la revolución. El año 1960 es de crisis interna en el Partido, aunque esta crisis no se resuelva sino tres años después.  Desde el proceso de “desestalinización” el movimiento comunista mundial ha atacado lo que se dio en llamar “el culto a la personalidad”: se discute y trata de implantar la dirección colectiva, con muy pocos resultados.  La cúpula del PC. Se hace anónima, pero sigue siendo una dirección apartada de sus propias bases.  Aquel año decide apoyar la candidatura presidencial de Paz Estensoro, cuando la derechización del régimen movimientista era más evidente.  Indudablemente la Revolución Cubana venía a plantear nuevos conflictos internos.  Aquel partido que, como la mayor parte de sus similares latinoamericanos, no se planteaba la toma del poder como objetivo inmediato, se veía presionado por su militancia para definir posiciones con respecto a la Cuba insurgente.  Hay numerosas actitudes contradictorias que hacen oscilar la actitud de los dirigentes de ese Partido, en uno y otro sentido.   Inti, que en el Primer Congreso ha sido elegido miembro del Comité Central, es ya un decidido partidario de la Revolución Cubana.  Participa en actividades de solidaridad con Cuba; pero no es solamente esto, sino que en ella – igual que un número cada vez mayor de jóvenes y hombres y mujeres de las clases humildes -  ve el ejemplo que debe seguirse, el camino que se abre para luchar por la liberación de los pueblos.    Coco, mientras tanto, sigue siendo un activista disciplinado y en varias oportunidades ha cumplido importantes misiones.  Es entonces que se presenta una tarea delicada; el intento de iniciar un foco guerrillero en la Argentina.  Y el PC.  Designa a Coco y otros compañeros para cooperar al inolvidable Comandante Segundo (nota del transcriptor - el argentino Ricardo Masetti) en su paso por Bolivia, hasta instalarse en las olvidadas regiones del Chaco argentino. (nota del transcriptor - es en la selva salteña) Otra vez se plantea una tarea similar: Ayudar a la iniciación de otro foco en el Perú.  La ruta los llevará hasta Puerto Maldonado.  Esta vez, Inti y Coco toman parte en la expedición, que los lleva a recorrer nuevamente las selvas del Beni, adentrarse en la exultante jungla de Pando, que es como la naciente vorágine del Amazonas.   No son – no pueden ser – misiones simples.  Van asentado en ellos una convicción cada vez más firme de la necesidad revolucionaria, a la vez que les deja una experiencia sobre aciertos y errores en la preparación guerrillera.  Y es ese invalorable contacto con hombres que han tomado el camino de las armas, ese intercambio de impresiones, que va ahondando en sus espíritus.  Cuando concluyen esas misiones, el camino se presenta claro para ellos.   Pero aún tienen que transcurrir, no solo algunos años, sino sobre todo, nuevas y aleccionadoras experiencias.  Se produce la división del Partido Comunista y en el enfrentamiento se ubican sin vacilaciones: No pueden estar por una división que , pese a sus declaraciones y pronunciamientos, no ofrecerá una salida correcta, sino que por el contrario, contribuirá a difuminar y confundir las esperanzas populares.
En aquella breve pero incisiva lucha de ideas que se produce al ocurrir la división, Inti y Coco estarán encargados de muchas tareas, pero fundamentalmente de discutir y aclarar conceptos con células obreras en La Paz.  Es una tarea que los enlaza más directamente con los trabajadores, la experiencia que tienen es, por otra parte, muy dolorosa: comprenden cuán apartadas se hallan las direcciones partidarias de los sectores obreros.  Como dirigente nacional Inti plantea la necesidad, la urgencia de una relación directa que vincule a los dirigentes con la clase obrera.  Presenta la proposición de que todos los dirigentes nacionales trabajen en una fábrica, tres meses de cada año.  Su proposición será rechazada.  Para entonces Inti también se casa.  Matilde Lara, camarada que ha conocido en Cochamba, donde constantemente lo lleva el trabajo partidario.  Su matrimonio será también parte de su vida política.  Decide instalar su hogar en un barrio obrero, con un doble propósito conscientemente analizado; adentrarse en los problemas cotidianos del proletariado y desarrollar su trabajo en las condiciones corrientes de la clase obrera.   Porque Inti es un profesional revolucionario.  Tiene como ingreso únicamente la ayuda económica que reciben los funcionarios.  Y en muchas oportunidades no cuenta ni siquiera con esa mínima seguridad; pero aquello es un entrenamiento que, en vez de acobardarlo , lo entusiasma. Entretanto Coco ha conseguido hacerse de un instrumento de trabajo que, a la par que le soluciona la mantención de su familia, presta servicios al Partido.  Como taxista puede trabajar el tiempo que considere necesario y dedicarse a las tareas políticas cuando sea preciso.  En ambos, es una vida ordenada, metódica, dedicada fundamentalmente a cumplir con sus obligaciones partidarias.  Por el momento, esas tareas son corrientes, casi diríamos rutinarias.  Con el objetivo de la construcción del Partido.  Pero, en medio de esa tarea cotidiana se va haciendo imperiosa la necesidad de establecer claramente los objetivos.   Es entonces que la situación política comienza a tener un desarrollo acelerado.   Doce años de gobierno entreguista, han deteriorado completamente la imagen de la Revolución Nacional de 1952.  El MNR se debate en tales contradicciones internas, que Paz Estensoro – el jefe alrededor del cual se sostiene la camarilla gobernante – no confía en nadie y decide su propia reelección, que precipitará la aparición de la repulsa popular .  Poco a poco, ésta se convierte en un movimiento masivo que tiene ya características peligrosas.  La mantención del régimen pasa a ser la tarea decisiva y el ejército interviene, desplazando a Paz Estensoro para lograr la continuidad: Barrientos – Ovando, los generales que asumen el poder, son los continuadores del entreguismo.   Es curioso lo que ocurre con ambos en el momento en que el ejército toma el poder.  Unos días antes, Inti había caído preso junto con un centenar de estudiantes y obreros y se hallaba en las celdas del tristemente célebre Control Político.  Era estudiante de la Universidad Obrera "Tupac Katari” en la que se concentraba un número considerable de dirigentes obreros y revolucionarios.  De allí surgió una acción que, conjuntamente con la Universidad Central, tuvo las características de un enfrentamiento armado; estudiantes y obreros finalmente rodeados en el edificio universitario principal, fueron detenidos y encarcelados.
Inti fue testigo y casi víctima de las convulsiones del pazestenssorismo.  Cuando la cárcel política fue asaltada por el pueblo, los agenes policiales ametrallaron las celdas.  Salió de allí con el sentimiento de haber sido nada más que testigo de aquel momento.  Coco que se hallaba en la calle, se unió a un grupo que, vitoreando a un líder populista, creyó posible entrar con éste hasta el Palacio de Gobierno y se enfrentó a las balas del ejército, que así se entrenaba en el poder.   En ambos era evidente ya una creciente interrogación respecto a la actitud del Partido Comunista.  ¿Qué se hacia en ese momento? ¿Cuál era la línea política a seguir?  ¿Cuál la conducta a adoptar en esa situación?... Parecía que todo se reducía a ser testigos ó, cuando más actores ocasionales que en nada incidían en el desarrollo de los acontecimientos.   Poco meses después profundizarían aquellas dudas.  El barrientismo no tardó en mostrar su carácter represivo.  En mayo de 1965 se produjo la primera acción represiva y criminal contra los centros mineros y los barrios obreros, en todo el país.  Fue una razzia que quebró todas las ilusiones del populismo y del reformismo.  Los operativos militares, cuidadosamente preparados, destruyeron la débil resistencia que lograron oponer los obreros y en 24 horas, dejó de existir el movimiento sindical.  Un saldo de varias decenas de muertos y heridos, centenares de presos y perseguidos, podía presentar orgullosamente Barrientos al día siguiente, como muestra de su “decisión” de imponer la disminución de haberes en las minas.
La razzia barrientista echó por tierra muchos esquemas políticos.  El populismo y el reformismo habían llevado a la clase obrera a un callejón sin salida: sindicatos organizados suficientemente al punto de haber logrado una especie de autonomía , pero sin capacidad combativa ni objetivos políticos.  Ese débil andamiaje descansaba en el engaño de que ningún gobierno era capaz de atacar a la clase obrera impunemente . Los recién estrenados gorilas se encargaron de rectificar ese engaño.  Por entonces, Inti era responsable del Regional La Paz, y sentía el impacto que los sucesos habían producido en la militancia.  Pero había un movimiento confuso, que a nada se resolvía.  Inti concreta algunos planteamientos: El PC no ha sido capaz de desarrollar los mecanismos de lucha de la clase obrera, ni tan siquiera las del propio partido. Va haciéndose campo la necesidad de capacitar al Partido para la lucha armada.   Pero el Congreso y posteriormente otras reuniones nacionales, tienen que aceptar la realidad, aunque la aceptan a su modo.  Dan la conformidad a la formación de una Comisión Militar, la que entregan a Inti como responsable.  Inti acepta a condición de seguir al frente del regional de La Paz.  Y no se equivoca, pues nuevamente se quería separarlo de esas funciones a la vez que se le entregaba la Comisión Militar, como un mecanismo amorfo, sin funciones delimitadas e incluso sin tareas concretas.  Entre tanto Coco ha seguido de cerca toda esta situación su trabajo lo pone en contacto diario con diversas gentes que lo hacían conocer mas claramente, aquel fermento que hervía subterráneamente.  Participante también en las acciones de apoyo a los revolucionarios argentinos y peruanos, hace tiempo que ha tomado decisiones y junto a Inti concreta sus planteamientos y los comparte totalmente .  Es así como Coco pasa a ser colaborador principal de la Comisión Militar e integrará, después, el primer grupo de entrenamiento combativo. Mientras tanto, la suerte de esta misma comision tiene que sortear numerosos obstáculos que le pone, fundamentalmente, el grupo dirigente del PC.  Pero, sin poder oponer argumentos sólidos, tiene que aceptar que ese aparato desarrolla sus actividades, en la esperanza de que en cualquier momento, podrá disolverlo se es necesario.    La necesidad de iniciar los preparativos de un enfrentamiento armado con el enemigo, ha hecho carne ya en diferentes sectores dentro del PC y de otros partidos de izquierda.  Ese mismo año de 1965, un alto dirigente del grupo pro-chino se compromete, con el Che, a iniciar la lucha armada en Bolivia, promesa que no solo incumplirá, sino que traicionará cuando como otras organizaciones, obstaculiza el contacto de la guerrilla con la ciudad en 1967. Las relaciones del PC Boliviano con la Revolución Cubana, en aquellos años de tirantez, que opusieron a todo el reformismo de los PC latinoamericanos con Cuba eran relaciones muy fraternales.  Se daban así por la actitud del PCB hacia los movimientos guerrilleros de Argentina y el Perú. Esta circunstancia hizo posible que la dirigencia del PCB intentara una suerte de mediación que permita, sino solucionar, al menos superar los aspectos más conflictivos de esta situación. Presentó como prueba de queen los PP.CC. no había un rechazo a los métodos de lucha armada, su “propia” posición.  Aquella Comisión Militar, a la que ponía tantos obstáculos, , la muestran entonces como un órgano vital de su Partido y plantean que en esa Comisión se está preparando una columna que iniciaría la lucha armada en las montañas.
El Comandante Ernesto Che Guevara, que hacía tiempo consideraba que su deber era aportar su experiencia allí donde sea más necesaria, allí donde las condiciones sean propicias a la aparición de las formas de la lucha armada, compromete su participación en Bolivia, junto a aquellos grupos que se están preparando. 1966 es un año de vertiginosos preparativos. Sobre Coco e Inti recaen las responsabilidades principales.  Coco es encargado de un grupo, que componen Jorge Vasquez, Rodolfo Saldaña y otros más, cuya misión será la de preparar condiciones.  Mientras tanto, se entrenan otros grupos y el trabajo de preparación en la ciudad se desarrolla en forma incesante.  La campaña electoral de ese año, que para Barrientos significa el comienzo de su afianzamiento definitivo, representa para Inti y Coco, para los compañeros que están inmersos en esta nueva tarea, el comienzo de una etapa distinta de la revolución boliviana y en definitiva, de la revolución latinoamericana.    Será a fines de noviembre, cuando ya todos los preparativos están cumplidos, que Inti llegará a Ñancahuasú.  A esa finca donde ha llegado el Che junto a varios combatientes cubanos y a donde llegarán más adelante otros revolucionarios, para iniciar la gesta que marca un nuevo despertar en América Latina.  De allí en adelante, si la vida de Coco e Inti estuvo fuertemente unida por complementación de caracteres , por similitud de aspiraciones, por la identidad de su pensamiento, será una vida de absoluta unidad en la que, hasta las más pequeñas inquietudes llevarán el sello de un solo ideal, al punto que cuando el Che tiene que evaluar a ambos, sólo puede hacerlo en forma conjunta para decir: “Hay que considerar que despuntan cada vez más firmemente como cuadros revolucionarios y militares Inti y Coco”.   Esa identidad tan absoluta, traspondrá incluso la misma muerte de Coco, pues Inti permanentemente acudirá a sus recuerdos para entablar una especie de diálogo con Coco.  Y para Inti, las opiniones de Coco seguirán siendo valederas en las tareas futuras, como afianzando sus propias opiniones y dando más firmeza a sus convicciones.  Desde aquel 23 de Marzo de 1967 cuando estalla la guerrilla de Ñancahuasú, Coco e Inti comenzarán su nueva escuela revolucionaria, la escuela que, como dijo el Che, los convertirá en hombres real y valederamente.  
¿“pero no es delito hacer guerrillas en Bolivia?
Arguedas:  “El delito de guerrillas no está tipificado en la legislación boliviana sino en la llamada “Ley de Seguridad del Estado” que es inconstitucional.  Un tribunal burgués, con solo respetar el ordenamiento jurídico, se hubiera visto obligado a absolver de culpa al Comandante Guevara. Creo que, si bien la decisión de su muerte según me dijo Barrientos – fue iniciativa de unos generales de escasas luces, es probable que ellos captaron más que ninguno el mandato imperialista de acabar con el Comandante guerrillero.   La perficia del General Ovando radica en que además de haber impartido la orden de ejecución del Che ha intentado mellar el inmaculado prestigio del guerrillero atribuyéndole la frase.. ”he fracasado”.
Si bien el mando militar demostraba su satisfacción por la victoria obtenida, tanto los soldados, como los pobladores de la Higuera comenzaron a intuir la proximidad del trágico fin de los prisioneros y su importancia para poder cambiar la situación que veían injusta, subalternos de la tropa y oficiales brindaban con sendos vasos de cerveza y vociferaban que la captura del Che significaba la derrota del movimiento guerrillero.   Fue en ese ambiente en el que el coronel Miguel Ayerce Montano recibió la orden que le conminaba “saludar a papá”.  Transmitió la misma al teniente Pérez Pansol y este luego al suboficial Mario Terán Ortuño y al Teniente Bernardino Huanca. Inicialmente se pretendió simular un motín entre la tropa para que en la confusión el “Che” fuese muerto, dando así al asesinato cierto aspecto de legalidad.  Pero los soldados obrando con súbita inteligencia y nobleza, se resistieron a obedecer la argucia de los oficiales y fue por eso que se tuvo que recurrir a Terán y a Huanca como último recurso.   Los victimarios empuñaron sus carabinas “M-1”.  En el “Lacay” termino que quiere decir construcción ruinosa en lengua aymará que estaba al lado del aula donde se encontraba el Che yacía amarrado Simón Cuba, “Willy”.  Cuando Terán apareció al lugar Cuba comenzó a insultar al militar.  Este respondió disparándole con un tiro en la cabeza, lo mismo hizo Bernardino Huanca con Aniceto Reynaga quien se encontraba en el aula vecina a la del Che.
Mario Terán Ortuño fue señalado por el destino para matar al Comandante Guevara.   Cuando “Willy” expiraba, Terán salió del lacay pensando en su próxima víctima.   Pero consideró que su M-1 no sería eficaz para abatir al coloso y desviando su camino se dirigió al lugar donde se encontraba el teniente Pérez Panoso y le pidió una carabina “M-2” que produce ráfaga y con esta arma más rápida se encaminó a acometer el crimen.   Presentaremos la escena de la muerte gloriosa del  “Che” Guevara con las propias palabras de la víctima y el verdugo.  Pero se impone la presentación de este último que nos hace el señor Arguedas. El suboficial Mario Terán Ortuño es un hombre bajito de 1.60 metros ó unos centímetros más.  Debe pesar unos 65 kilos.  Es de nariz delgada y bajo ella bigote ralo.  De tez morena y ojos pequeños de color castaño.   En los primeros meses de 1968 yo estaba haciendo apuntes sobre la guerrilla para tener un mejor conocimiento de la misma.  Un oficial me dijo que en aquel entonces, se encontraba en La Paz, el victimario del “Che” Guevara y quise conocerlo.  El oficial dijo a Terán que acudiera conmigo y que a lo mejor yo podría ayudarle en el asunto que él andaba solicitando.  Pidió audiencia.  Se la concedí y ya en mi despacho le pregunté:
¿Usted es el hombre que ejecutó al Che Guevara? Cuénteme como fue. 
Terán me dijo que el gobierno había querido premiarlo por tal acto, pero sucedía que el beneficiario había sido otro Terán y no él; que solamente se le había entregado un reloj ordinario corriente, de esos que apenas valen ochenta pesos.  En la confusión el otro Terán sin “mérito” alguno, había sido enviado a estudiar con los “Boinas Verdes” disfrutando de una beca.
Este es el relato del suboficial Terán:
Terán.-  Cuando llegué al aula, el “Che” estaba sentado en un banco.  Al verme, dijo:
“Che”.-  ¿Usted ha venido a matarme?
Terán.-  Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin                responder nada.     Entonces él preguntó: 
“Che”.-  ¿Qué han dicho los otros?
Terán.-  No han dicho nada – respondí apresuradamente.
“Che”.-  Eran unos valientes – comentó el Che refiriéndose a los recién muertos.
Esta conversación apenas ni tomó treinta segundos.  Mientras que el “Che” Guevara aparecía sereno, consciente de su fin, lúcido y con toda su vida concentrada en el busto y el resto.  Terán temblaba, como si el suelo vacilase bajo sus pies.
Terán.-  Comentando su debilidad: “No, no me atrevía a disparar. En ese momento ví al “Che” grande, muy grande, enorme.  Sus ojos brillaban intensamente.  Yo sentía que se me echaba encima y cuando me vió fijamente, me dió un mareo.  Pensé que, con un movimiento rápido, el Che podía quitarme el arma.”
Luego Terán permaneció en silencio.  La víctima iba a dar al verdugo conciencia plena del acto que no podía realizar.
“Che”.- Póngase sereno.  Apunte bien. Va usted a matar a un hombre.
Terán.- Dí un paso atrás hacia el umbral de la puerta. Cerré los ojos y disparé la primera ráfaga.  El “Che” con las piernas destrozadas, cayó al suelo.  Se contorsionó y comenzó a regar muchísima sangre.  Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga que le hirió en el brazo, en el hombro y en el corazón.  El Comandante GUEVARA había muerto. Cuando esto sucedía, el general Ovando ya se encontraba en Valle Grande, impaciente porque el cadáver del CHE no llegaba para mostrarlo a la prensa nacional e internacional.  La realidad es que se calculó mal y hubo demora en La Higuera para matar al guerrillero.  Cuando Ovando volaba en un avión, acompañado de los periodistas, la víctima todavía estaba con vida y ya se le daba por muerto.
La madrugada era húmeda, casi fría, alborando, como a las seis, llegó al lugar un helicóptero, piloteado por el Capital Niño de Guzmán. Traía como pasajero al coronel Joaquín Zenteno Anaya y al agente de la CIA Félix Ramos Medina, quien había sido policía en Cuba durante la época de Batista.  El coronel Zenteno se dirigió al teniente Huerta, indicándole le condujese a la habitación donde se encontraba el “Che”.  Cuando Zenteno salió, el agente Ramos Medina, interrogó al preso durante una hora y media.  Esta grabación fue llevada a los Estados Unidos y ni siquiera las autoridades de Bolivia conocen su contenido. El agente se retiró como a las once, quedándose sólo el herido.  Poco tiempo después se produjo en La Higuera un curioso movimiento, Oficiales, soldados y pueblo exigieron ser retratados con el “Che”.
Este fue desamarrado y sacado afuera y en todos los grupos fue puesto al centro.  A su lado posaron todos los notables.  El coronel, el telegrafista y la maestra de quien tanto se ha hablado.  Ella fue la que más interés tenía en salir en las fotos.  Por cierto que no fue ella que proporcionó comida al “Che”, sino que este se la procuró pidiéndola a uno de los soldados.
“¿Tienes alimento par patos?”, dijo el “Che” refiriéndose al “mote”, especie de maíz cocido que los soldados llevan en sus mochilas.  El interpelado dijo que no.   El soldado Aliaga sacó cincuenta centavos par comprar una pequeña porción de “mote”.  Mientras el comandante comía, habló con su guardián, el soldado Aliaga, su voz reposada y triste, ya que estaba recordando a su esposa, Aleida y a sus hijos, ausentes en Cuba.  Aliaga escuchaba con atención y hasta con ternura.  Entonces le dijo el “Che”: “si algún dia tu logras conversar con mi esposa y mis hijos, dile que me siento orgulloso de lo que he sido y que quisiera que mis hijos siguiesen  mi ejemplo.  Luego volviéndose a un tono de voz más sereno el “Che” habló larga y elogiosamente de Fidel Castro y del afecto que le tenía.
Cuando el “Che” expiró su cadáver aún caliente, fue arrastrado y acomodado en una camilla y llevado al sitio donde sería recogido por un helicóptero.  El aula donde murió quedó regada de sangre en la pared y el suelo y ninguno de los soldados quería limpiarla.  Fue un cura alemán avisado del hecho, el que pacientemente limpió las manchas.  Luego, en un pañuelo guardó los proyectiles que habían segado la vida del Héroe.
Cuando llegó el helicóptero la camilla fue atada al patín de la nave y el cuerpo, aún vestido de su campera, cubierto con un lienzo blanco cualquiera.  Como transcurrieron minutos, entre la muerte y el arribo del cuerpo a Valle Grande, este no adquirir aún rigidez cadavérica pero ninguno de los periodistas allí presentes, en los que se supone sagacidad, se acercó para comprobar la reciente muerte del “Che” y la contradicción con los datos oficiales.  El primero que se acercó a la máquina fue el agente de la CIA  Eduardo (Eddy) González, un gusano que en La Habana había regenteado un Cabaret.  En ese momento pudo desfogar un asqueroso odio de gangster y en lugar de contemplar con reverencia el viril rostro del caído, lo abofeteó, la cobardía de tal acto no solamente es imputable a un elemento de tal laya, sino a la prensa, que no registró el dato.  Muerto el “Che Guevara”, con su cuerpo se hicieron destrozos y con sus efectos repartos.  Su voz la tiene impresa, enviada a los Estados Unidos, su diario de campaña y otros documentos están en poder de las fuerzas armadas. El fusil quedó en manos de Joaquín Zenteno Anaya.  El reloj Rolex en el brazo del general Ovando. La pipa la tiene y ojalá no en la boca el sargento Bernardino Huanca.  La campera ensangrentada se afirma que la guarda amorosamente el pueblo de Valle Grande que no quiere soltarla a  ningún precio. Uno de los soldados que participaron en las operaciones trató de heredar los pobres mocasines hechos para el Comandante Guevara con piel de animal montuno pero como eran de cuero maltratados con la humedad se descompusieron.

18 octubre 2015 terminé de transcribir este trabajo que no recuerdo quien me lo dió.    El original era en papel carta para avión (liviano) escrito a máquina y con cada hoja numerada . (total nueve carillas)
Eladio González toto   director
informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
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Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
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Tel.  4 903 3285   Irene Rosa Perpiñal  -  Eladio González (Toto)  
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Calle Rojas 129, esquina Yerbal en Caballito, CABA. 
De Lunes a Viernes desde las 10 a las 19 horas corrido. 
promovemos donación Células Madre, sangre y órganos.
Teléfono 4 903 3285  Cambiamos tu sonrisa por la nuestra.
Vení. Eladio González – Toto – eladiogonzaleztoto@gmail.com