lunes, 17 de abril de 2017

RV: CUBA.- HOMBRES DE GIRON-





De: Hortensia Fernández <lasena@infomed.sld.cu>

   CUBA.- HOMBRES DE GIRON.

 

Pr: Dr. Néstor García Iturbe

14 de abril 2017

 

El libro HOMBRES DE GIRON lo escribí como homenaje a los valientes cubanos que se enfrentaron a la invasión mercenaria dirigida, financiada y apoyada por Estados Unidos para tratar de derrocar la Revolución Cubana.         El libro fue publicado por la Editorial Historia, en el año 2011.

 

Este es un libro testimonio, donde cada compañero relata cómo era su vida antes del triunfo de la Revolución, su incorporación a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sus vivencias en los combates efectuados en distintos lugares de la Península de Zapata y las actividades que desarrollo después de la Victoria.

 

En esta oportunidad, en homenaje a esos hombres y a todos los que participaron en aquella Victoria, voy a tomar unos párrafos del relato de cada uno y eso será lo que les haré llegar a ustedes.

 

ADOLFO COLOMBIÉ LONDRES (PIQUIN)

Batallón de la Policía Nacional Revolucionaria

 

…Cuando llegaron nuestros tanques cerca de las posiciones enemigas y comenzaron a disparar, averiaron un tanque del enemigo  y los mercenarios  se desorganizaron y comenzaron a huir, pero la cosa fue dura de todas formas, el tiro sonaba por cualquier lugar. Después que los tanques nos abrieron camino, la gente del Batallón avanzo tirándoles a los mercenarios y se formó una fuerte balacera de fusilería y ametralladora calibre 50.

 

Nosotros tuvimos varios combates con los mercenarios y de nuestro batallón hubo una buena cantidad de muertos antes de llegar a Girón. A mi lado había otro policía, el Capitán Luis Artemio Carbó Ricardo, nacido en Sagua de Tánamo, que era mi pareja en el combate. Artemio  vivía por la plaza de Cuatro Caminos, en la Habana. Él se casaba el día 17 de abril, el día del cumpleaños de la novia que se llamaba Mercedes y  me decía, "Piquin yo me casaba ayer 17 y mírame aquí  el 18, combatiendo".  Una bala le atravesó el cuello y murió…

Realmente el combate estaba difícil, pero cuando llegó la artillería todo se puso a favor nuestro. Los tanques enemigos estaban bien posesionados en el trayecto de Playa Larga a Girón, tenían el cañón a la altura de la carretera, estaban hundidos en la arena. También los mercenarios tenían  camiones artillados con  una ametralladora calibre 50 en la cama del camión. Realmente tenían un armamento de primera, pero les faltaba el corazón, la razón y los cojones para pelear, según decía repetidamente el Comandante Efigenio Ameijeriras.

 

En uno de los últimos combates yo estaba avanzando detrás de los tanques y cayó cerca de nosotros un obús de mortero, varias de las esquirlas del proyectil me alcanzaron en la mano izquierda,  las que me dejaron inutilizados de por vida algunos dedos. Cuando me hirieron yo consideré que no era grave y seguí tirando y avanzando con el resto del Batallón hasta que entramos  y tomamos Girón. Allí pude ver un grupo de mercenarios que ya habíamos cogido prisionero, algunos muertos en la arena y la gran cantidad de armas que tenían.

 

 Cuando cayó la noche el Capitán Sandino se enteró que yo estaba herido y vino a verme. Se quitó la camiseta que traía y me la amarro en la mano pues ese era el único vendaje que teníamos en aquel momento. Inmediatamente mandó que me llevaran  a Jagüey Grande para que me curaran…

 

ARNALDO   ORTA SANTANA

Milicias Nacionales Revolucionarias

Batallón 113

 

Después de caminar unos cuatro kilómetros se terminaron los cañaverales y comenzó la ciénaga, lo cual era fácilmente reconocible por el tipo de vegetación, arbustos, la zona pantanosa y todo lo característico de ese lugar. La carretera había sido construida como un metro y medio sobre el nivel de la ciénaga, el talud había sido construido con relleno, principalmente piedras. Nosotros continuamos avanzando en dos columnas, cada una por ambos extremo de la carretera.

Continuamos avanzando hasta que el enemigo abrió fuego contra nosotros.  Ellos estaban en San Blas en una posición que los favorecía. Los mercenarios habían llegado allí por dos vías, primero los paracaidistas, que inclusive habían dejado sus paracaídas tirados en un terreno cercano a un pequeño batey que tenía unas cinco casas.  El enemigo se había fortificado en la carretera, allí tenían una ametralladora calibre 50, morteros y otras armas. Estaban a la salida de una curva que tenía  la carretera, lo que hacía casi imposible avanzar por la misma y enfrentar las fuerzas enemigas.

En cuanto comenzó el fuego enemigo nos tiramos en ambos talud de la carretera, estábamos uno al lado del otro, era como si hubieran puesto un dominó formado por los milicianos. En aquellos momentos el único que pudo responder al fuego enemigo fue el primer pelotón, que había avanzado lo suficiente como para poder repeler la agresión.  Aquel combate duró un poco más de dos horas, nuestro batallón tuvo un muerto y varios heridos, entre ellos el Jefe de la Compañía, cuyo nombre era Eradio Hernández.

El segundo enfrentamiento lo desarrollamos en la carretera que comunica San Blas con Playa Girón. Las fuerzas mercenarias tenían un fuerte armamento, cuando nuestros tanques se acercaron le rompieron la estera a uno de ellos de un cohetazo, además de eso, los que chocaron con nosotros tenían un camión artillado con una ametralladora calibre 50 que barría la carretera. En medio del combate se apareció un avión de nuestra fuerza aérea, un T 33 que pulverizó el camión con un cohete que le lanzó.

Cerca de donde nosotros nos encontrábamos estaba el Comandante Dreke.  Este llegó al combate y mostró gran valentía avanzando por el medio de la carretera mientras se fajaba a tiros con los mercenarios. En el combate Dreke es herido en el estómago y otro oficial, el cual nunca pudimos saber cómo se llamaba, un hombre fornido, de barba muy negra, que decían era un Capitán que se llamaba León, bajo los tiros fue al lugar donde había caído Dreke, lo recogió y lo sacó de allí, lo montó en un jeep y se lo llevó. En aquellas operaciones el que iba al frente del batallón era el Comandante Olivera, al que le decían "el cojo", pero corría y se movía más rápido que cualquiera de nosotros.

 

CARLOS LÁZARO CEPERO VERA

Milicias Nacionales Revolucionarias

Batallón 339.

 

En la madrugada del 17 de abril se trasladó para Playa Larga parte del batallón, estando yo entre los que se trasladaron. El movimiento se realizó en camiones que fueron apareciendo esporádicamente, pues el Batallón no contaba con transporte propio. Esto implicó también que las fuerzas fueron llegando esporádicamente al teatro de operaciones, no llegamos en una caravana. Cuando aparecía un camión se llenaba de milicianos y se enviaba para el frente. Dentro de todo eso fue necesario descargar un camión que se encontraba cargando azúcar en el Central Australia para utilizarlo en el transporte de nuestras fuerzas. En la medida que se aparecía un camión se requisaba.

El camión en que yo me transporté junto con otros combatientes, nos dejó en un lugar conocido por el cartel del INRA existente en el mismo, próximo a Playa Larga. En ese lugar se forma un triángulo por las carreteras que comunican el Central Australia con Buena Ventura.

En aquel lugar tuvimos nuestro primer combate con las fuerzas mercenarias, en cuanto nosotros llegamos nos recibieron a tiro limpio, con un alto poder de fuego, mayor que el nuestro, pues ellos tenían un armamento muy superior al que nosotros llevábamos que era el propio de una unidad ligera de infantería.

Nuestros hombres comenzaron a tirar con lo que tenían, sin amedrentarse, por lo que se formó un amplio intercambio de disparos.  Algunos de nuestros compañeros resultaron muertos en aquel intercambio inicial y desigual, otros resultaron heridos. Puedo decir que algunos cayeron a mi lado o muy cerca de donde yo me encontraba.

Uno de los que murieron en el combate fue el Jefe de nuestro pelotón, José Luis Chaviano Chávez, alcanzado por una bomba de napalm del enemigo, murió carbonizado. José Luis era zapatero y desde muy joven se había integrado a la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Alfredo Placeres Barcaza que muere cuando es transportado herido y un avión enemigo le dispara un rocket al jeep donde viajaba. Alfredo era huérfano, se había criado en un orfanato y conocía los horres de la etapa anterior al triunfo de la Revolución. Ángel de Jesús Villafuerte Vázquez, que murió destrozado por los proyectiles de una ametralladora calibre 50, pero con el FAl en la mano, avanzando y disparándole al enemigo. Un joven que en aquel momentos tenía 21 años, pero que estaba determinado a luchar por esta Revolución. A esta lista pudiera agregarse la de los heridos que también fueron unos cuantos, entre los que recuerdo a Gregorio González, combatiente del pelotón al que yo pertenecía, al cual tuve que socorrer en medio de la batalla.

 

NELSON DOMÍNGUEZ MORERA Y

HÉCTOR VÁZQUEZ DOMÍNGUEZ

 

Milicias Nacionales Revolucionarias

Batallón  119

 

 

Héctor, en el único camión de la caravana, viajaba con unos pocos, delante del autobús donde se trasladaba Noel. El camión era una peligrosa montaña de cajas de  obuses de morteros de  82  mm., lo cual mantenía preocupado al primo hermano, que lo observaba  a través del   parabrisas del ómnibus…

La imponente caravana de vehículos reinició su lenta marcha, dobló izquierda en  Playa Larga y continuó por el arenoso terraplén hacia la  playa siguiente: Girón. Iban embelesados mirando el Houston arder y haciéndole bromas a Guerra, el negro cocinero, que desde el asiento delantero era el único que escrudiñaba el cielo, infructuosamente  en busca de  aviones enemigos.

 

 Transcurrieron unos breves minutos hasta que espantado y señalando hacia el cielo, Guerra dio la voz de alarma….¨ ¡Ahí vienen los hijos de puta! ¨….. Dos aviones -B-26 picaron  sobre la caravana, la cual transitaba desprovista del necesario apoyo antiaéreo, que la premura o la inexperiencia no alcanzó a incorporar.

 

El chofer del autobús, un civil, solo atinó abrir la puerta delantera y ponerse a buen recaudo. Los demás lo hicieron  atropelladamente, corriendo por el pasillo del autobús hasta ganar la puerta delantera para salir a la mayor velocidad posible con la esperanza de guarecerse entre el terraplén y el arrecife.

 

 Noel echó una mirada al primer avión y como estaba pintado con nuestras insignias, se sintió transitoriamente aliviado. Esta sensación terminó bruscamente cuando el tirador de cola del aparato comenzó a escupir plomo de su calibre 50 contra los vehículos estancados en el camino de gravilla blanca.

 

Era el  bautizo de fuego. Todos indefensos, con armas ligeras insuficientes para enfrentar aquella vorágine de ametrallamientos sucesivos realizados por los vuelos de pases rasantes. Las piezas de los morteros habían quedado en los    autobuses, como también quedó  Galarraga (Enrique  Galarraga Rodríguez), el espigado y alegre negro alfabetizador, quien no pudo abandonar el ómnibus e intentó guarecerse en el espacio  entre el último escalón y la puerta trasera, que desgraciadamente se encontraba cerrada.

 

Las primeras ráfagas lo alcanzaron, por lo que resultó herido. Posteriormente, cuando era trasladado hacia el hospital en una ambulancia,  esta fue atacada, a pesar de llevar visible la identificación de la Cruz Roja.  Un avión enemigo descargó sus ametralladoras contra el vehículo, lo cual le causó la muerte.  Fue el primero de los mártires de la batería.

 El resto de la desorganizada tropa, atrapada entre los arrecifes y el terraplén, totalmente a la descampada, solo atinaba a mirar al cielo y ver las lengüetas de fuego sobre ellos…

 

Cuando  pensaron  que lo peor había pasado, comenzaron otras estridentes explosiones unidas a un abrazador impacto de calor sofocante.   "¡Están bombardeando con  napalm!¨  se escuchó un gritó de alguien que no ocultaba el temor que sintió en aquel momento. Efectivamente, de los aviones se veían caer  unos bultos que sin un orden o dirección precisos, descendían rápidamente dando irregulares vueltas y al chocar con cualquier  superficie -  ómnibus, arrecifes o peor aún, sobre  cuerpos humanos-, explotaban.  Su contenido se expandía de inmediato por metros que parecían leguas, diseminando a  su alrededor un fuego brillante, potente y  gelatinoso.

 

Algunas de las víctimas alcanzadas por aquella sustancia,  envueltas por el fuego y desesperadas, corrieron hacia el mar cercano,  se hundieron en él para volver a salir  en idénticas condiciones:  el cuerpo en llamas y lanzando terribles alaridos.  "¡Revuélcate, revuélcate en la arena!¨ vociferaban los más ecuánimes, presumiendo de una experiencia, por demás, nunca antes conocida y sin embargo, solo así se lograban apagar  aquellas impresionantes antorchas humanas. 

 

 

HUGO ISRAEL ALFONSO ADAY

Milicias Nacionales Revolucionarias

Batallón 339

 

Cuando se produjeron los ataques aéreos a los aeropuertos de Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños nuestro Batallón estaba en dicho central.  El día 17 de abril, durante la madrugada, se recibió en la microonda del central un mensaje de los compañeros del batallón que se encontraban en Playa Larga. Estos informaban que fuerzas enemigas estaban desembarcando en el lugar.

De inmediato recibimos la orden de avanzar hacia Playa Larga. En esos momentos yo pertenecía a la Plana Mayor del Batallón, como chofer. El Batallón o contaba con transporte para su traslado, por lo que fue necesario utilizar cuanto transporte civil pudimos conseguir para hacer el traslado.

 

En los camiones llegamos hasta la entrada del Centro Turístico existente en el lugar, allí se nos ordena bajarnos y desplazarnos hacia la derecha de la carretera y quedarnos en un lugar que era una explanada donde estaban sacando material rocoso para las construcciones del centro. Fue allí donde recibimos el bautismo de fuego, el enemigo disparaba profusamente con armas de distintos calibres, era de noche y se veía el rastro de las balas trazadoras.  Nosotros respondimos el fuego con lo que teníamos. Como era de noche, para guiar el tiro utilizábamos las propias balas trazadoras del enemigo, pues disparábamos al lugar de donde estas salían.

 Toda la madrugada la pasamos moviéndonos de un lado para otro. Cuando amaneció el día 17 el cielo se veía gris por la pólvora de los combates.  En las primeras horas de la mañana se aparecieron dos aviones B-26 con las insignias de la Fuerza Aérea Revolucionaria pintadas en el fuselaje. Nosotros pensábamos que aquellos aviones eran nuestros, sin embargo comenzaron a disparar contra nuestras posiciones, inicialmente consideramos que era un error de los pilotos, pero después nos dimos cuenta que era un ardid del enemigo para que ganáramos confianza. Como resultado del ametrallamiento de los aviones tuvimos algunos muertos y varios heridos.

Surgió otro avión en el cielo, este al parecer era de transporte, pues lanzó un grupo de paracaidistas en la zona de Pálpite, la cual había sido anteriormente bombardeada por los B-26 que nos atacaron…

 

De nuevo entablamos combate con los mercenarios, esta vez en las inmediaciones del centro turístico, en un lugar llamado el triángulo de Caletón. A mi lado se encontraba Francisco Marrero, al que cariñosamente le decíamos "Pancho", este ocupaba el puesto de  ayudante de Alfredo Placeres Barcaza, el cual operaba una ametralladora VZ.  La  ametralladora se había descompuesto, pero  al fin Alfredo logra arreglarla, más no llegó a dispararla, pues antes de que lo hiciera fue alcanzado por un proyectil que lo hirió gravemente. Pudimos montarlo en un jeep para que lo llevaran a curar, pero en el trayecto un rocket del enemigo alcanzó el jeep y lo destrozó.

 

LUIS CARLOS CLEMENTE CARRALERO

Milicias  Nacionales Revolucionarias

Batallón 339.

 

 

Cuando los compañeros que estaban en Playa Larga, entre la una y las dos de la madrugada, informaron por la planta de radio que estaban observando un barco grande entrando en la bahía, se entabló un diálogo con el Capitán, que les ordena estar alerta, informar todo lo que está sucediendo y enfrentarse al enemigo si este desembarcaba.

Al rato se presenta en Playa Larga una lancha de motor que comienza a merodear en las inmediaciones de la costa.  Cuando la lancha pasó cerca de las posiciones de nuestros compañeros estos le dan el alto, teniendo como  respuesta de la lancha una ráfaga de ametralladora contra nuestras fuerzas, por lo que los milicianos que se encontraban en el lugar ripostan la agresión.  Conociendo lo que está sucediendo en Playa Larga se da la orden de mover el Batallón hacia el lugar… 

 

   

Viré a la izquierda hacia Playa Larga, el camión seguía a toda velocidad, va con las luces prendidas, pues es de madrugada. Al entrar en el centro turístico me sorprende una emboscada enemiga.  Apago las luces y ordeno que la tropa baje del camión, pero que no disparen, para que el enemigo no conozca que estamos armados.

 

Bajamos a la cuneta y comenzamos a ver una gran cantidad de luces de bengala,  cientos de balas trazadoras cruzando de un lugar a otro y un volumen de fuego mucho mayor que el que poseía nuestro Batallón. Ordeno al segundo al mando que  recorra nuestra posición para conocer si hay bajas, solamente tenemos un herido, Luis Tellería, herido a sedal en una pierna.

Otras luces se acercan por la carretera, son las del Jeep del Capitán Cordero que es recibido por los mercenarios con un fuego cerrado.  Se apagan las luces del jeep y se retira.  En ese momento las fuerzas enemigas abren fuego con ametralladoras pesadas calibre 50.

Logramos salir del lugar a rastras y llegar hasta donde está Cordero, que me pide le informe cual es la situación. Le dije que el enemigo tenía tomada toda la zona, desde el embarcadero cercano hasta el caserío que se encontraba en construcción. La respuesta de Cordero fue, "Tenemos un pelotón en Caleta del Rosario y cinco hombres en Playa Larga con la planta de radio, o los rescatamos o quedamos todos aquí en la playa."

 

LUIS MARINO TORRES TORRENS

Milicias Nacionales Revolucionarias

Batallón 339

 

 

El primer movimiento lo realizó el Jefe del Batallón, al cual yo acompañaba en el jeep. Salimos con algunas fuerzas hasta el entronque de Buenaventura con la carretera que va de Playa Larga al Central Australia, ese lugar se conoce también como la curva de Playa Larga.  Allí comenzó a concentrarse el batallón en la medida que los vehículos iban llegando.  Fue en ese preciso lugar que recibimos el primer embate de la fuerza mercenaria.

 

Cuando comenzó el combate una buena parte del batallón se replegó hacia la zona de Pálpite. En ese momento se aparecen unos aviones sobrevolando la zona. Inicialmente pensábamos eran de nuestra fuerza aérea, pues venían pintados con los colores de nuestra enseña nacional. Como es natural se creó una tremenda duda cuando dichos aviones comenzaron a disparar cohetes hacia nuestras posiciones.

 

MANUEL  ACOSTA  CONTRERAS

Batallón de la Policía Nacional Revolucionaria

 

Cuando nos bajaron de las rastras comenzamos a ocupar posiciones a lo largo de la carretera, a mano izquierda había unas cercas con alambre de púas, como las que normalmente se colocan para delimitar las fincas. Al poco tiempo de haber llegado al lugar comenzaron a dispararnos y mucha gente trató de guarecerse a la izquierda de la carretera, pero como era de noche y no se veía prácticamente nada, se lanzaban contra la cerca y se clavaban las púas. Puede decirse que tuvimos más heridos por las púas que por los disparos.

 

Bien temprano en la mañana comenzamos el avance por la carretera en dirección a Playa Larga, a un lado la cerca de púas y al otro el arrecife y el mar. No hicimos más que comenzar a movernos y comenzaron a caernos arriba los obuses del enemigo, además de una lluvia de balas que al principio nadie sabía ni de donde provenían. Esto  paralizó nuestra marcha pues en ese momento todo el mundo trataba de guarecerse como pudiera.

Después de unos minutos donde solamente se escuchaba el fuego del enemigo, nuestros hombres comenzaron a contestar, por lo que se generalizó un fuerte intercambio de disparos entre ambas partes, mientras los morteros enemigos continuaban tirando. Aquí cayeron un buen número de compañeros y otros resultaron heridos-

 

Los heridos se comenzaron a trasladar para el hospital, no había ambulancias, por lo que se utilizaban autos particulares a los que se les había puesto en el techo una sábana blanca con una cruz roja. En este primer enfrentamiento con el enemigo es que mueren Julián y Juan Dioscórides, además puedo decir que en ese combate de nuestra Compañía hubo cerca de siete muertos.

 


Cuando llegaron nuestros tanques cambió totalmente el balance del combate y fue eso lo que nos permitió avanzar detrás de los tanques.   Allí entra a jugar el capitán Luis Artemio Carbó Ricardo uno altísimo, tenía más de seis pies,  era de los que habían peleado en la tropa de Efigenio en la Sierra Maestra.  Carbó había sido herido en ambos brazos y cuando trataba de subir a uno de nuestros tanques una  bala le atravesó debajo de la barbilla, saliéndole por la parte posterior del cuello y es allí donde los mercenarios lo matan.  Durante  el combate gritaba "! Entréguense bandidos¡ ¡Adelante compañeros, aplastemos a los cobardes!", realmente era un hombre de coraje que sirvió de inspiración a todos los que estábamos en aquel combate, para enfrentarnos al enemigo.

 

 

MARIO   CRISTÓBAL  GUTIÉRREZ  GONZÁLEZ

Milicia Nacional Revolucionaria

Artillería Antiaérea

 

En aquellos momentos teníamos algunos problemas con la técnica y la ametralladora que yo utilizaba iba amarrada al jeep con un cable, pues no contaba con el enganche correspondiente. Esto  implicaba que cuando la ametralladora se  movía de un lado a otro, también el jeep se movía. Esto hacía particularmente peligroso el viaje, pues en cualquier momento podíamos volcarnos.

 

Cuando llegamos a la zona de operaciones comenzaron a situar las ametralladoras en distintos lugares.  En aquel momento no pudimos desamarrar del jeep  la ametralladora  que yo utilizaba, por lo que fue necesario emplazarla con jeep y todo. Yo estaba situado en una pequeña altura y detrás de mí, a unos cuantos metros,  había emplazada otra ametralladora.  Cuando el avión, que era una cosa gigantesca, apareció, todos comenzamos a disparar y las balas trazadora de la ametralladora situada a mis espaldas pasaban sobre mi cabeza, en mi criterio bastante cercanas a nosotros. En definitiva el avión no se pudo derribar pues según leí años después, el piloto era un Coronel de las fuerzas armadas de Estados Unidos, que era una persona inteligente y de gran experiencia. Cuando vio el fuego de ametralladoras descendió rápidamente, se pegó a la costa, viró y cuando estaba lejos del lugar abandonó nuestro espacio aéreo…

 

En cada camión habíamos dos compañeros, se suponía que uno de ellos era el jefe de la dotación y el otro el tirador, pero eso era muy relativo, a mi me nombraron jefe. La ametralladora antiaérea estaba emplazada en la cama del camión, en un trípode que permitía al artillero estar de pie al dispara la misma. Allí  había también una plancha de hierro que siempre nos imaginamos era para ponérsela a la ametralladora en algún lugar, con el fin de   proteger al artillero del tiro aéreo, pero ni  nosotros ni los que iban en los otros camiones,  encontramos como poner la plancha de hierro, por lo que se quedó sin poner…

Después de esa parada continuamos hasta San Blas.  A partir de allí los tanques comenzaron a desplegarse y a nosotros nos dejaron parados en una especie de semicírculo. Yo recuerdo que tenía puesto un pie en una de las barandas del camión, estaba fumando y cuando los tanques comenzaron a desplazarse y a la vez a tirar, los milicianos caminaban detrás de los tanques y yo en aquel momento pensé que eso se parecía a una película de guerra.

En ese momento vi una columna de humo aproximadamente cien metros de donde nos encontrábamos, yo pienso que era un proyectil de mortero que cayó en el lugar. Después de salir la columna de humo se formó el tiroteo. Los tanque a tirar en esa dirección, todo el mundo tirando y nosotros a tirar también, en dirección a la vegetación desde donde salían los tiros.  A donde se tiraba y a que cosa, no sabíamos, pero tirábamos para ese lugar que era desde donde nos tiraban.

El que comenzó a tirar con la ametralladora de nuestro camión fue mi compañero.  Yo me tiré en el piso de la cama del camión, entonces mi compañero gritó "cartuchos" lo cual indicaba que se había quedado sin parque. Las balas silbaban por todas partes y yo que estaba tirado en el piso lo pensé para levantarme.

El compañero se parapetó detrás de la famosa plancha de hierro y fue entonces que me levanté, fui hacia la ametralladora, le cambié la cinta y comencé a disparar, en aquel momento sentí una calma interna que me permitió continuar disparando, todo esto en un tiempo que no fue mayor de dos minutos.

 

ALBERTO  PAU  URIARTE

Milicias Nacionales Revolucionarias

Bon 117

 

El 17 de abril a las cinco y treinta de la mañana llegó al lugar el Comandante Tomasevich con una caravana de camiones ZIL-157 y ordenó que el Batallón se preparara para salir de inmediato.  Fue entonces que nos enteramos  esa madrugada fuerzas mercenarias habían desembarcado en Playa Larga y Playa Girón. Se nos dijo que nuestro Batallón se dirigía hacia el lugar para actuar contra los mercenarios.

 

Sobre las seis y treinta, a más tardar las siete de la mañana, el batallón estuvo listo y salimos hacia la Ciénaga de Zapata. El Batallón, con la Compañía Ligera de Combate, se concentró en el Central Covadonga.  Las otras fuerzas entraron por el este de Playa Girón. Nosotros llegamos sobre las once de la mañana y nos quedamos en las inmediaciones del central. La jefatura de la compañía se presentó donde estaba la dirección de las operaciones y allí estuvimos hasta cerca de la una de la tarde.

 

Ya conocíamos que sobe las ocho de la mañana se había producido un desembarco aéreo en la carretera que comunica el Central Covadonga con Playa Girón. En esos momentos existían solamente dos o tres vías de comunicación y los mercenarios habían seleccionado muy bien donde fortificarse, acción  con la que pretendían contener nuestras fuerzas. 

 

Una parte de nuestro Batallón, la cuarta compañía, recibió la orden de avanzar hacia Jocuma.  Aproximadamente a las doce del día se produjeron encuentros de fuego con las primeras unidades de nuestro  batallón. En la zona se encontraban las milicias campesinas del Central, que se habían  armado con lo que tenían, escopetas de cartucho, armas cortas, fusiles calibre 22 y habían salido en la mañana a ver como estaba la situación, con el objetivo de presentar resistencia a los invasores.

 

Estas milicias del central habían tenido intercambio de fuego con los mercenarios,  cuando llegaron nuestras unidades se incorporaron a las mismas y participaron en los encuentros posteriores. La compañía Ligera de Combate recibió la misión de avanzar  hasta llegar a las posiciones enemigas, lo que teníamos que hacer, a pie, por un terraplén totalmente descubierto.  Debido al desconocimiento de la táctica militar,  formamos dos hileras  que avanzaron por cada lado de la carretera.

 

Yo iba montado en un jeep que habíamos incautado en el trayecto. Eso era una práctica del momento, el incautar camiones, jeeps y cualquier otro medio de transporte. Se le daban al propietario los datos del que incautaba y la promesa de que se le devolvería lo incautado.

 

El jeep lo venía manejando el Teniente Jefe de la Compañía, Carlos Martín Alpizar. A su derecha estaba Daniel, el segundo jefe de la compañía, un negrito bajito, fornido, tipo conguito.     En aquellos momentos yo no tenía la misión de ser mensajero de la compañía, pues cuando se realizó la movilización el Sargento Mayor no se presentó y entonces me designaron en ese puesto, de ahí la razón de  que yo viajara en el jeep. 

También estaba en el vehículo otro compañero que era nacido y criado en la Ciénaga, específicamente  en la zona del Central Covadonga y aunque hacía diez años que no visitaba la misma, la conocía perfectamente, por lo que fue designado como práctico de la zona. El mismo se llamaba Primitivo Filgueiras, tenía más de cincuenta años y había sido militante  del Partido Socialista Popular.

 

Siempre he pensado que ese mismo B-26 pasó por encima de nuestra columna cuando estábamos llegando al Central Covadonga. En aquel momento hizo un paneo con las alas, lo que interpretamos como una señal de saludo. Después, conociendo que los invasores habían pintado sus aviones con las insignias de Cuba, llegamos a la conclusión que ese avión era de los mercenarios y no nos había atacado cuando volaba hacia el central porque allí había muchos medios de defensa antiaérea y ellos los habían detectado.

 

En aquel momento nuestra unidad marchaba por la carretera, totalmente desprotegida, pues no contábamos con medios de defensa antiaérea cercanos, éramos un blanco fácil sobre aquel terraplén, por lo que el piloto decidió atacarnos con el fuego de sus ametralladoras. El B-26 contaba con ametralladoras en la torreta y en las alas por lo que la lluvia de balas era un espectáculo semejante a un fuerte aguacero que  viene avanzando hacia donde uno se encuentra, así mismo era la balacera que venía sobre nosotros.

 

Nos tiramos del jeep. Los compañeros que avanzaban caminando por la carretera se lanzaron hacia las cunetas buscando protección. Allí encontraron,  para más desgracia, una cerca de alambre de púas que la bordeaba a todo lo largo.  La vegetación del lugar estaba compuesta por unas matas muy pequeñas, más bien arbustos, que no ofrecían una adecuada protección para la lluvia de balas que les venía encima, pero el instinto de conservación es tremendo, detrás de aquellos arbustos se trataron de proteger los miembros de nuestra compañía.

 El jefe de la compañía se quedó medio petrificado, con  el timón en sus manos, mirando el avión que se le venía encima.  Daniel, el segundo al mando, lo cogió por la camisa y lo haló hacia el lado derecho, logrando sacarlo del jeep. Yo me tiré de cabeza para guarecerme detrás del jeep, que se encontraba en la mitad derecha del terraplén. Primitivo, que iba al lado mío se tiró hacia la izquierda del jeep. El compañero de la milicia campesina también se lanzó hacia el lado derecho. El único que quedó hacia el lado izquierdo fue Primitivo.

 

Cuando el avión terminó de pasar sobre nosotros, los compañeros, en una acción que no resultó efectiva pero propia del instinto de repeler la agresión, le hicieron fuego con los FAL y hasta con las subametralladoras, cuyo alcance nunca permitiría darle al avión. Inmediatamente, previendo el retorno del avión, se plantea salir del medio del terraplén y  metemos en unos matorrales existentes a la derecha, que eran mucho más altos que los arbustos de la carretera.

 

RODOLFO  RODRIGUEZ  FERNANDEZ

Milicias Nacionales Revolucionarias

Bon 339

 

Cuando llegamos a la entrada de Playa Larga, un lugar conocido como el Cartel del INRA, debido a que en el mismo existía una valla que anunciaba la Zona de Desarrollo Agrario LV 7, los camiones se detuvieron y se ordenó bajar de los mismos. El Jefe del Batallón, Capitán José Ramón Cordero  mandó  que 20 hombres (yo era el No 17)  fueran a  rescatar  los 5 compañeros que desde hacía cuatro días se encontraban como observadores en Playa Larga y a la vez  operaban la planta de radio.

 

Antes de que pudiéramos salir para cumplir la orden se escuchó un intercambio de disparos aproximadamente a 100 metros de donde nos encontrábamos.  Esta acción la estaban desarrollando los compañeros del pelotón de apoyo, que en un  pequeño camión de volteo se habían adelantado al resto del Batallón, ellos fueron los que tuvieron el primer contacto con los mercenarios.

 

La oscuridad  y desorganización no nos permitió percatarnos inicialmente de lo que sucedía, de ahí que el capitán Cordero  ordenó  nos desplazáramos hacia la derecha, con el objetivo de acercarnos a la orilla de la carretera que conduce a Caletón y Buenaventura, donde estábamos más protegidos y podíamos contestar el fuego del enemigo. Durante toda la noche  estuvimos en posición de tendido respondiendo, de la mejor forma posible, los disparos que se hacían desde el otro lado de la carretera.

 

Desde Buenaventura había salido un camión plancha con mujeres, niños y algunos hombres que estaban en un "mortuorio".   Al llegar al Cartel del INRA el camión dobló hacia la carretera por donde nosotros habíamos venido (hacia el Central Australia). Ráfagas de ametralladora calibre 30 y 50  disparadas por los mercenarios volcaron el camión, sus ocupantes cayeron en la carretera muertos y  heridos, entre ellos se encontraban varias mujeres y niños.

 

Algo digno de resaltar es que durante las 4 horas más o menos desde que llegamos y amaneciera, bajo el rigor del combate, sonando los tiros a derecha e izquierda, acostados en la carretera. Varias veces se cantó el Himno Nacional y al terminar este se escuchaban decenas de gritos de "Patria o Muerte" y "Viva Fidel".

 

ANGEL FERNANDEZ VILA                                                                         Ejército rebelde

 

El 19 de abril, al atardecer, aproximadamente  a las 15:30 horas, nos reunimos en El Helechal las tropas bajo las órdenes de los comandantes Oivera, Borges, Duque, Saborit, René de los Santos, Miret, Faustino pérez, Tomasevich, otros comandantes rebeldes y jefes de tropas.  Ya los mercenarios se habían replegado hacia Playa Girón.

 

Existían entre nosotros criterios diferentes en cuanto a la táctica a seguir. La discusión se mantenía caldeada. De pronto alrededor de la 16:30 horas, vimos un grupo de combatientes en el terraplén.  Entre ellos estaba Fidel, quien al incorporarse al grupo dijo de inmediato que aquella batalla se iba a dirigir con un solo criterio. Rápidamente dispuso la forma en que se iba a realizar el avance hacia la playa, incluso el orden de los tanques que precederían la marcha hacia Girón.

 

Cómo lo más emocionante de aquellos momentos, recuerdo la arenga de Fidel, quien, con un valor y patriotismo extraordinarios advirtió:

 

"El enemigo trata de reembarcarse y simular ante el mundo que el ataque ha sido una comedia de nuestra parte.

¡No permitamos que escape uno solo de ellos!¡Adelante!¡ No nos detengamos hasta llegar a la playa!¡Si cae el primero, llega el segundo; si cae el segundo, llega el tercero, pero se llega ahora mismo a la playa!¡Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra Patria!

 

En cuanto terminó la arenga subió a un tanque SAU 100.  Todos nos preocupamos.  El comandante Faustino Pérez gritó "Fidel tu no debes…" Entonces, sin dejarlo terminar, Fidel nos recordó a todos, con palabras fuertes, que él era el Jefe y como tal no se le podía discutir su derecho a estar en la primera línea de combate.

 

Estos relatos, aquí sintetizados, nos demuestran la valentía y determinación de lucha de nuestro pueblo en defensa de la Revolución Cubana, a lo que sin duda debe sumarse el ejemplo de nuestro Comandante en Jefe, fuente de inspiración para la realización de estas acciones y muchas mas que después fue necesario realizar.

 

Termino como termina el Epilogo del libro.

 

Cómo los guerreros de Nubia, regresaremos con el escudo o sobre el escudo.

 

 

 

 

 

 



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