lunes, 5 de febrero de 2018

Cuba Cultura pura Casa de las Américas, no.615 museo Che Guevara Caballito Feria del Libro Cuba

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Enviado el: lunes, 5 de febrero de 2018 11:45
La Ventana / Boletín electrónico de la Casa de las Américas, no.615

 

 

 

 

Número 615  (Nueva Etapa)

 2 de febrero, 2018

 

 

En esta edición...

 

  • El hombre que amaba decirlo todo, por Laidi Fernández de Juan
  • La canción en Cuba a cinco voces, por Radamés Giro 
  • Gisèle Pineau en La Casa en la Feria
  • "Ojalá tuviéramos más Casas de las Américas"
  • La Casa en la Feria

 

 

Y además...

·         Detalles del Premio Unesco-UNAM Jaime Torres Bodet 2017

EL HOMBRE QUE AMABA DECIRLO TODO

 

Palabras de presentación del libro Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana), de Guillermo Rodríguez Rivera, editados por el sello Ojalá.

 

Por Laidi Fernández de Juan

 

Debo comenzar esta presentación con dos consideraciones personales: me siento abrumadoramente honrada desde que Silvio me pidió que fuera la encargada de decir algunas palabras hoy, compromiso que cumpliré intentando disimular la emoción que implica hablar no solo de un libro fundamental, sino de su autor, un hombre que amaba decirlo todo, sin guardarse nada, como quien se abre el pecho y dice ya sé que lo herirás. Es un privilegio, como todo lo que regala Silvio, impagable. La segunda, es que celebro con júbilo el nacimiento del sello editorial Ojalá, que publicará además de este, otros textos que seguramente veremos arder, como dijo un poeta, aunque espero que no sea tomado literalmente el verbo arder. Hay que curarse en salud, recomienda la sabiduría popular,  e insisto en ello, ya que previsoramente incendiarios serán los libros que esta casa editorial, como la famosa era, parirá.

No puedo decir que fui amiga personal de Guillermo Rodríguez Rivera, como muchos colegas suyos que aparecen más de una vez y con total justeza en el esclarecedor volumen que presentamos, y ello me permite cierta objetividad al juzgar sus textos. No obstante, sostuve varias conversaciones con él, que me cautivaron hasta dejarme rendida a sus pies, porque Guillermo derrochaba una intensa e infrecuente combinación de sapiencia con buen humor, y amaba decirlo todo, como ya he señalado: practicaba el hábito de sincerarse hasta que no le quedara nada por dentro, a lo cual se añade un optimismo admirable, y un sentido casi cómico de la vida, una capacidad jubilosa que lo acompañó hasta el fin de sus días. Dicho esto, debo añadir que su novela "Canción de amor en tierra extraña", publicada por Ediciones UNIÓN en 2007, misteriosamente ausente de librerías, de notas críticas, de comentarios aunque fueran adversos, coincidente en fechas con el momento de la llamada "Guerrita de los emails", que tanto revuelo causó como puede comprobarse en más de uno de los acápites de este libro,  es un feliz antecedente de  "Decirlo todo. Políticas culturales en la Revolución cubana", al igual que su delicioso ensayo "Por el camino de la mar. Los cubanos". Traigo a colación ambos títulos por la coherencia argumental que guardan con el presente volumen. Creo que sin los anteriores libros, este de hoy no hubiera alcanzado la profunda huella que deja, imprescindible para el entendimiento no de una política sino de las múltiples políticas culturales inscritas en el desenvolvimiento de un único proceso revolucionario. Hay quien dice que los escritores solo tenemos una obsesión, un tema, un delirio que elaboramos una y otra vez, aunque utilicemos diferentes formatos o géneros. Obviamente, a Guillermo lo martillaba la concepción de cubanía, de esa identidad que nos tipifica con todas las luminosidades y también con todas las manchas del astro rey. Él, perteneciente a una generación intermedia entre quienes lograron con las armas la independencia de Cuba y las más actuales, quienes no vivimos los intensos días de espléndidos, viscerales sacrificios y de hondos desaciertos, posee toda la autoridad moral para hacernos el cuento completo, desde los inicios hasta el presente. Como si fuera una Historia Clínica (ya que Jorge Fornet subtituló su excelente libro El 71, anatomía de una crisis), este de Rodríguez Rivera contiene los antecedentes, la condición premórbida, la descripción de las condicionantes, la erupción del volcán revolucionario, su acmé, y llega hasta las postrimerías de una convulsa lava, cuyas mareas más agudas habían sido más o menos disimuladas, y ahora sacadas a la luz, gracias a este libro. La aspiración de Guillermo (no confundir aspiración con ambición, maligna degeneración del primer término: hablamos de una criatura ajena por completo al egocentrismo de los ambiciosos, esos enfermos de mimiyoismo que abundan) es poner todas las cartas sobre el tapete, apuntar con pelos y señales no sólo los porqués y los cuándo, sino también  quiénes condujeron los aciertos y quiénes los disparates, que pese a todo, no lo hicieron flaquear nunca. En una nota suya al libro  El arte de la espera, de Rafael Rojas, ya había adelantado lo que reitera en Decirlo Todo: "La opción socialista fue la única que pudo adoptar la revolución cubana de 1959 para sobrevivir. Sobrevivió por su decisión y por el alto precio que hemos pagado –en sangre y en privaciones– los cubanos que decidimos permanecer en Cuba".

A través de ocho capítulos, Guillermo recorre la historia cultural cubana, sin dejar fuera casi ninguna manifestación artística, no solo porque su sentido amplio de justicia y de una valentía que roza con la intrepidez  asi lo guían, sino porque sus vastos conocimientos y sobre todo, su afán de buen maestro que no se guarda nada para así, le impiden la más mínima gota de egoísmo. Así, el polémico cine, la música, de la cual era un experto, el teatro, que tanto admiraba, y, sobre todo, la literatura, su gran oficio, están reflejadas en la mayoría de las doscientas sesenta páginas de esta recopilación de ensayos, que son mucho más que eso, son lecciones, instrumentos documentales, referentes imposibles de soslayar. En ninguno de los capítulos existe empeño de didactismo, sino todo lo contrario: Guillermo, con esa gracia increíble y a ratos ácida que tanto nos divertía, incluye anécdotas, confesiones, testimonios propios y de sus más cercanos cómplices culturales, de manera que resulten irrefutables sus análisis. No dice "creo que es mentira" sino "Fulano miente por tal y más cual argumento", y desmenuza calumnias, infamias y tergiversaciones hasta hacerlos ripios, porque la verdad, como la justicia, tendrán brazos largos y patas cortas, pero aunque demoren, siempre llegan y recolocan las cosas en el sitio adonde pertenecen. Según la mística cosmogónica de la Edad Media (y es fácil imaginar la cara de Guillermo si me escuchara ahora mismo), el número ocho corresponde al cielo de las estrellas fijas, y simboliza el perfeccionamiento de los influjos planetarios. Si puedes verme, Guillermo, sabrás que no eres el único autorizado a joder un poco, asi que me divierto con el ocho, esperanzada con el hecho poco probable pero no imposible de que los efluvios celestiales te hayan situado en el privilegiado estrellato que te corresponde y desde ese sitial, nos observes  a todos: a los malos y a los buenos, a los farsantes que denuncias en el libro, y a las víctimas que como tú, supieron salir adelante. Para que el público vaya saboreando lo que enseguida podrá estudiar (este libro es para aprender, insisto), nombro los ocho acápites, algunos de los cuales helarán la sangre a más de uno:

"Antecedentes"; "1959, el año de la fiesta cubana"; "El fin del edén"; "La vida cultural en 1965"; "El camino de Santiago (permiso para un leve desvío personal)"; "Los polémicos años sesenta"; "El Quinquenio Gris";  y "El fin del Quinquenio Gris. La cultura de los tiempos que corren".

Otro de los grandes aciertos en Decirlo Todo, además de la osadía de efectivamente, contarnos la totalidad, para cumplir  con el enunciado de  la serie española, "Te cuento cómo pasó", es la contextualización que Guillermo expone como preámbulo a cada sección del libro. Nada resulta fortuito ni descabellado, sino que todo lo dicho implica sus propias causas y sus naturales consecuencias. Guillermo, que fue dañado en momentos difíciles y complejos por más de una razón, jamás permitió que la mezquindad de unos cuantos nublara su fidelidad, y aunque nunca se le confirió la disculpa que merecía, asumió la sentencia de Sartre, a quien tanto admiraba: "El rencor es denso, es mundano; déjalo en la tierra: muere liviano". Si pudiéramos promocionar este libro como si se tratara de un manuscrito hallado entre las ruinas de un foso, sería válido vociferar por altoparlantes: "¿Quiere usted conocer de primera mano las mentiras de Cabrera Infante? Léase "Decirlo todo" "¿Alguna vez ha querido saber quiénes fueron los represores del Quinquenio Gris? Busque Decirlo Todo"; "¿Realmente existieron las execrables UMAP? No deje de leerse  las páginas 123 -127 de este libro que presentamos hoy"; "¿Por fin Heberto Padilla manipuló o no a quienes lo apresaron, era culpable o era inocente? Encuentre las respuestas en este volumen; "¿De veras sabe usted la historia del Caimán Barbudo? Saque sus propias conclusiones leyendo Decirlo todo"; "¿Cuál fue la postura de la Casa de las Américas y del ICAIC en momentos críticos, y cómo se comportaron sus respectivos dirigentes con los incipientes cultivadores de la nueva música que surgía? Encuentre las respuestas aquí", "¿Ha leído usted a Lezama y sabe cuál era su actitud con respecto a la revolución? Compruebe aquí lo que se ha dicho y lo que no", pero reconozco falta de seriedad en el intento,  y no afrontaré tal despropósito, entre otras razones, porque carezco del arrojo y de la fabulosa gracia de Rodríguez Rivera. Ni altoparlantes tengo yo, seguramente porque no es algo que tenía que tener. Ya llegando al final de esta suerte de reseña, no debo obviar el elogio a la ilustradora del libro, Pilar Fernández Melo. La portada no puede ser más elocuente. Recreando el archiconocido cartel que hiciera Rostgaard, ese extraordinario diseñador nuestro que supo captar la esencia de la canción protesta con su rosa sangrante, Decirlo Todo, en virtud de su ilustradora, se anuncia como el complemento literario de la misma rosa, cual escritura de protesta, y con los mismos objetivos de la Nueva Trova, pero en versión no musical. Para terminar, me gustaría citar palabras del autor de este libro, que en boca del protagonista de la novela ya mencionada, expresa un anhelo que hoy se ha cumplido: "quería tener la confianza de haber dejado una palabra o un acto, o las dos cosas". Y vaya si nos dejó mucho más! Este libro, sin ir muy lejos, es prueba fehaciente del inmenso legado de Guillermo Rodríguez Rivera, un hombre que amaba  decirlo todo.  

Febrero, 2018   

LA CANCIÓN EN CUBA A CINCO VOCES

Por Radamés Giro

Como diría Emilio Billillo en la Clave a Martí, "aquí falta señores una voz": la del poeta, ensayista, profesor y entrañable amigo Guillermo Rodríguez Rivera. Como todos nosotros hoy, él estaría de plácemes con la presentación de La canción en Cuba a cinco voces, la obra más completa e importante –a mi juicio-- que se haya escrito sobre el tema en nuestro país.

Estas cinco voces solistas, las de Dulcila Cañizares, Marta Valdés, Guillermo Rodríguez Rivera, Margarita (Maggie) Mateo y Joaquín Borges-Triana, sin embargo, lograron un acople digno del mejor de nuestros quintetos, pues trazaron con sus sellos personalísimos al ser reunidos en este hermoso libro, el panorama que ya nos resultaba imprescindible, con el que pudiéramos contar para obtener una visión abarcadora bien completa de un género variado y característico de la musicalidad cubana, pues lograron entre sus textos una secuencia lógica, apegada a la verdad histórica.

Pero hay una sexta voz en este libro, la de su diseñador Ernesto Niebla, quien a través  de su visualidad, la forma de colocar los títulos de las canciones, la ubicación de los manuscritos originales, asistido por Saidi Boza y todos los especialistas en el período asignados por él, demostró sabiduría, buen gusto y pasión sin cuento, y aquí está el resultado, del cual no podemos soslayar el cuidadoso trabajo de las editoras María Elena Vinueza y Carmen Souto, las que tuvieron el acierto de añadir un índice onomástico y referencias de imágenes, que facilita la búsqueda de uno y otro caso en el texto.

Profusamente ilustrado, en este plano las imágenes ofrecen una lectura, otra, de la historia que aquí se nos cuenta.

La canción en Cuba a cinco voces, insisto, es la obra más completa e importante escrita hasta hoy en Cuba sobre un tema nunca agotado. Como la música es su base, se transforma en un libro que seduce e invita a escuchar. ¿No sería bueno que se grabara cinco discos con una selección de las canciones analizadas o citadas en él?

Desde mi punto de vista, este libro pudiera servir de modelo de cómo podría escribirse una nueva historia de la música cubana con la participación de varios autores, siempre y cuando se haga una correcta periodización y se escoja a los autores capaces de desprenderse del yo, para actuar como nosotros.

La canción en Cuba ha sido creación de hombres y mujeres del pueblo, que supieron expresar, cada cual a su manera, a través de sus composiciones el sentir del momento en que les tocó vivir, y todo ello ha sido reflejado en este libro que hoy presentamos, precisamente en el año en que se celebran cincuenta años del Encuentro de la Canción Protesta, efectuado en este mismo recinto de la Casa de las Américas, en presencia de algunos de sus protagonistas, encuentro que contó con la participación de varias personalidades de otros países y con la adhesión de aquellos que no pudieron venir.

Heredera de una tradición, la nueva canción ha sabido mantener vivo el legado de los que la antecedieron, porque "...Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una fuerza viva que anima e informa el presente..." "Bien lejos de involucrar la repetición de lo pasado, la tradición supone la realidad de lo que dura..." "...una tradición se reanuda para hacer algo nuevo..." Todo este proceso se observa en el libro que estamos presentando.     Gracias, Silvio, por este regalo a los que vivimos por y para la música cubana, verdadero aporte a nuestra cultura.

 

GISÈLE PINEAU EN LA CASA EN LA FERIA

La Editorial Oriente en su colección Mariposa, pone a disposición de los cubanos la novela El exilio según Julia, de la reconocida escritora guadalupeña Gisèle Pineau, el jueves 8 a las 4:00 p.m., en la Casa de las Américas.

La novela, que tendrá una primera presentación el día antes en La Cabaña, llega a las manos de los lectores gracias a la traducción de la poeta, editora y caribeñista cubana Laura Ruíz Monte y el cotejo de Guadalupe Vento Martínez.

Pineau es una una de las creadoras caribeñas más representativas de la región y fue la primera mujer en obtener el Premio Carbet del Caribe.  Es autora, entre otros, de las novelas La Grande Drive des esprits; Chair piment; L'Espérance-Macadam; Mes quatre femmes yCent vies et des poussières.  Así como de los relatos para jóvenes Un Papillon dans la cité yLe Cyclone Marilyn. Sus contribuciones al ensayo han aparecido en compendios como Femmes des Antilles; traces et voix cent cinquante ans après l'abolition de l'esclavagey "Écrire en tant que Noire".

El exilio segúnJuliainaugura la edición en Cuba de libros de su autora y es, también, la primera vez que se vierte al español esta importante novela. Dicha traducción obtuvo el más reciente Premio de Traducción Literaria "José Rodríguez Feo".

En este volumen la narradora caribeña relata historias acontecidastras la partida de Julia, su propia abuela, hacia Francia, la relación con sus nietos, la no inserción en el país de acogida y los avatares de la familia. Recetas de cocina, remedios naturales, plantas y sembrados llegan a estas páginas de la mano de una abuela que no sabe leer ni escribir pero que tiene, sin embargo, el poder de la memoria y la oralidad pararepresentar, comunicar y traspasar un apego al Caribe. El hermoso y doloroso recorrido espiritual de este volumen se acerca a historias verídicas que involucran a la propia autora y a su familia en elexilio y al regreso a las Antillas. Historias que encuentran ecos en lo más hondo de la sensibilidad cubana.

 

"OJALÁ TUVIÉRAMOS MÁS CASAS DE LAS AMÉRICAS"

La ministra de Culturas de Bolivia, Wilma Alanoca Mamani, entregó esta mañana un reconocimiento especial a la Casa de las Américas, "por su aporte a la cultura e integración de los pueblos", que fue recibido por el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de la institución.

"La Casa no es solo una potencia para Cuba, sino para todos nosotros, que compartimos todos los valores de la Revolución ―dijo Alanoca―, ojalá tuviéramos más Casas de las Américas".

La ministra destacó además el diálogo cultural continuo que ha generado la Casa durante sus casi seis décadas de existencia, convirtiéndose en "una esperanza, un faro que ilumina esta batalla de ideas".

Por su parte, Roberto Fernández Retamar, de la mano de las ideas de José de Martí, agradeció profundamente el reconocimiento y aseguró que "para nosotros es muy importante y alentador que el indio haya echado a andar en Bolivia".

El momento sirvió además para conocer que varios representantes de ese país andino participarán en el tercer Coloquio Internacional de Estudios sobre Culturas Originarias de América, que tendrá lugar entre el 9 y el 12 de octubre, y que estará dedicado a las lenguas indígenas de América, expresión, traducción y recuperación. Además, que dos textos de José Martí serán publicados próximamente en Bolivia: La edad de oro y El indio en América.

Durante la entrega del reconocimiento, estuvo presente Juan Ramón Quintana, embajador de esa nación en Cuba, y directores de los diferentes departamentos de la Casa.

 


 

 


DETALLES DEL PREMIO UNESCO-UNAM JAIME TORRES BODET 2017

Por Stella Calloni

En un escenario crispado, cuando en algunos países de Nuestra América se intenta destruir el patrimonio cultural, el arte, la historia, la identidad, el Premio Unesco-UNAM Jaime Torres Bodet 2017 en Ciencias Sociales, Humanidades y Artes entregado a la Casa de las Américas de Cuba es un destello que ilumina los caminos de la resistencia a los intentos de retornos coloniales.

El lauro fue entregado en la sede de la Casa por la directora de la Oficina de la Unesco en México, Nuria Sanz, en nombre de la directora general de ese organismo Audrey Azulay.

Mediante una intervención en video, Nada Al-Nashif, subdirectora general de Ciencias Sociales Humanas de la Unesco, sostuvo que desde su fundación hace ya casi 60 años la Casa de las Américas es una de las instituciones culturales más reconocidas y prominentes en América Latina y el Caribe y destacó el papel crucial 'como espacio intelectual y cultural para numerosos creadores y pensadores de esta región', señala una nota de la misma entidad premiada.

Pero muy importante fue recordar que con este premio se reafirmaban las ideas de José Martí a quien llamó 'cubano universal' en momentos en que se celebra su 165 aniversario agregando que 'nos sentimos muy honrados (por entregar el Premio) pues, al decir de Martí: Honrar, honra'.

Nuria Sanz agradeció la labor de la Casa de las Américas que, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es una institución que confía en los países donde la intelectualidad 'no queda consagrada en las aulas ni en las bibliotecas, sino que se forma a través del esfuerzo público y, sobre todo, se entiende y expresa como un bien público'.

La Casa de las Américas 'ha sido un instrumento verdaderamente importante para construir en Nuestra América un sentido de identidad, un sentido de hermandad, un sentido de progreso. Esta entrega es un paso más en la construcción de los valores que nos dan sentido como sociedad', sostuvo por su parte Rubén Ruiz Guerra, director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, en representación de la UNAM.

También destacó que la UNAM y la Unesco, unidas por fuertes vínculos, trabajan constantemente por impulsar una educación, una ciencia y una cultura para la paz.

De esta manera, estaba reconociendo el inmenso legado de la Casa de las Américas a una cultura para la paz, tan simbólicamente rescatada en un mundo donde los sonidos de la guerra no logran apagar la memoria de los pueblos del mundo.

Después de agradecer el Premio a nombre no sólo de los trabajadores de la Casa, 'sino de todos aquellos que, en muchos países, como solía proclamar la inolvidable Haydée Santamaría, hacen posible que mantengamos el afán de cumplir en el campo de la cultura, el sueño bolivariano, martiano y fidelista de integración de nuestra Patria Grande', el poeta Roberto Fernández Retamar se refirió a Jaime Torres Bodet, calificándolo como un gran humanista, al que tuvo el privilegio de conocer.

Bodet cuyo nombre lleva este premio de la Unesco fue uno de los fundadores de esta institución y su Director General.

Fernández Retamar consideró como un inmenso honor recibir este reconocimiento concedido por dos organismos tan importantes como la Unesco, 'verdadero oasis de cultura, tolerancia y paz en el convulso mundo en que vivimos', y la UNAM, con la cual la Casa ha mantenido estrechos vínculos.

Recordó que la medalla Haydée Santa María, creada como homenaje póstumo a la reconocida fundadora de Casa de las Américas, que otorga el Consejo de Estado de Cuba a propuesta de esta institución, ha sido recibida por prominentes personalidades.

La entrega del Premio Jaime Torres Bodet en la sede de la Casa en Cuba creó un clima de fuerte emoción, como se pudo advertir en un video que registró ese momento histórico. Desde su fundación a sólo meses del triunfo de la Revolución cubana, la Casa de las Américas ha dado voz a centenares de escritores, publicando sus libros, invitándolos a los encuentros y debates claves a nivel regional y mundial, De la misma manera auspició a músicos, cantantes, artistas plásticos, al teatro latinoamericano y a investigadores y estudiosos, lo que ha sido reconocido en todo el mundo.
Cada año , aún en los momentos más difíciles por los que pasó Cuba -un pequeño e inmenso país, una isla a sólo 90 millas de Estaos Unidos, el imperio que la bloquea desde hace más de medio siglo, con un verdadero sitio medioeval-, la Casa de las Américas entrega un premio, con su nombre, que no sólo es uno de los más antiguos y prestigiosos de la literatura latinoamericana y caribeña, lo que ha permitido a centenares de escritores ser reconocidos, pero además ha ayudado a tejer una red cultural intelectual asombrosa.

El reconocimiento a Cuba es mundial, por haber podido mantenerse en una situación de guerra permanente, ataques terroristas de Estados Unidos y sus mercenarios, lo que no le ha impedido, estar a la cabeza de la educación en la región y en el mundo, mantener un sistema de salud gratuito para su pueblo, entre otros logros increíbles, pero además en ambos casos compartido solidariamente con los pueblos de América Latina y el Caribe. Y mucho más allá de estos límites.

Este Premio en estos momentos es simbólico y aparece como un destello en esta avanzada imperial recolonizadora del siglo XXI, un destello en la oscuridad, que nos ayuda a todos en Nuestra América, que estamos luchando contra los intentos de hacernos retroceder más de un siglo.

En estos últimos dos años, Argentina ha perdido muchos centros culturales populares y son cotidianos los ataques y censuras a la prensa, al arte, a la cultura, al teatro, al cine, y la condena social a todo el pueblo.

Como un ejemplo. En estos últimos días el gobierno decidió cerrar el Ballet Nacional Popular encargado de llevar a todos los lugares de nuestro país, la maravilla de la danza, Los 80 integrantes que simbolizan también la situación de centenares de despedidos y perseguidos, bailaron para el público en las calles porteñas y al finalizar colocaron una cinta que atravesaba una importante avenida y colgaron sus zapatillas. Imposible no comparar este hecho, con la esperanzadora mirada de lo sucedido en la última semana en la entrañable y amada Cuba.
 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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