LA LIBERTAD: “UNICO OBJETO DIGNO DEL SACRIFICIO DE LA VIDA DE LOS
HOMBRES”
El modelo socialista
conocido hasta ahora, como el capitalismo, con sus coincidencias y
contradicciones, son expresión del modelo civilizatorio dominante. Lo que
conduce afirmar, que hasta el momento no existe en el planeta tierra, un modelo
de civilización que garantice la libertad del hombre en toda la expresión de su
contenido humano.
ENRIQUE CONTRERAS RAMÍREZ
Ese concepto de libertad que no es otra
cosa, que asumir la sumisión y aceptar la dominación del que posee el poder,
introducido por el angloamericanismo en nuestra América Indiana, ha sido
producto de la manipulación social, económica y política, que nos ha impedido en el marco de esa falsa
conciencia, decidir sobre nuestro propio destino, producto del condicionamiento
ideológico y político alienante, que nos ha hecho esclavos de la ideología del
colonizador/opresor. Ese concepto de libertad inducido por el colonizador es
contranatural, es decir es enseñado, generado y ejercido de acuerdo a
sus intereses y se dirige precisamente contra los instintos naturales de la
vida.
“aquellos terribles bastiones con que
la organización estatal se protegía contra los viejos instintos de la
libertad... hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre,
vagabundo, diesen vuelta atrás y se volviesen contra el hombre mismo” (F.
Nietzsche (1887). Genealogía de la Moral. Alianza Editorial. 2005. Pag. 96).
La libertad, es la expresión de la no
dominación en el más amplio sentido de la palabra, en este escenario sería la
toma de conciencia por parte del ser humano de todas las formas de artificio, vigilancia
y control social, para que luego pudiese resolver por sí mismo, situación que
tiene que ver con la razón consciente que en términos políticos y filosóficos
incluye la seguridad personal, que es concebida como el objetivo, propósito y fin
de la sociedad, que solo puede ser
emanado por medio de garantías como el derecho a la propiedad producto del
trabajo, el respeto a la vida y la dignidad del ser humano, el bien colectivo,
el honor, el mantenimiento de la autonomía entre poderes, la igualdad de los
ciudadanos ante la ley. Estos principios forman parte de las alocuciones del
libertador que ofrece a los legisladores,
factores que para Bolívar se contenían en esa libertad que promovía y donde la justicia es el centro de una relación asociante
con la práctica de la libertad.
Bolívar
sostenía en su discurso de Angostura (1810) que “Para formar un gobierno
estable se requiere la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una
inclinación uniforme hacia dos puntos capitales: moderar la voluntad general y
limitar la autoridad pública”. De esta forma Bolívar comprendía la libertad en
el marco de la razón consciente por medio de la cual se establece el
acatamiento a las leyes, y este acatamiento no se produce por un sometimiento involuntario, sino por el
apego a la razón de los humanos.
Para
Bolívar la libertad admite el perfeccionamiento de las capacidades individuales
y económicas y le concede un valor superior al de la vida y lo afirma en su
discurso de Instalación del
Gobierno de las Provincias de Bogotá (1815) como “único objeto digno del sacrificio de la vida de los hombres”. Bolívar en sus reflexiones y su sólido
pensamiento la vida la concibe donde el ser humano se realiza a plenitud, goza
de su arbitrio y sus derechos.
UNA ALTERNATIVA DISTINTA
Que lejos estamos del verdadero ideario
bolivariano, distorsionado totalmente en el ayer por el viejo y perverso
partidismo y en el presente por un chavismo, hoy encabezado por Nicolás Maduro
que convirtieron el país en una empresa llamado por muchos Estado Corporativo,
donde las mafias de la oposición y el gobierno se enriquecen a costa del hambre
y la miseria de un pueblo, que sigue creyendo que la libertad, la democracia y
la justicia está o se encuentra representada en ellos.
El
modelo socialista conocido hasta ahora, como el capitalismo, con sus
coincidencias y contradicciones, son expresión del modelo civilizatorio
dominante. Lo que conduce afirmar, que hasta el momento no existe en el planeta
tierra, un modelo de civilización que garantice la libertad del hombre en toda
la expresión de su contenido humano.
Entiendo
en éste sentido, que todo aquello que no surja y nazca de la libertad de
elección del ser humano, no pertenece a él, a su verdadero ser, de allí que
todo lo impuesto es ajeno a su condición de hombre libre y por lo tanto ajeno a
su naturaleza auténtica. Esta y otras reflexiones, en el campo de los que
soñamos con un modelo civilizatorio distinto a los que conocemos, la que anda
buscando caminos alternativos emancipatorios, de manera integral, es lo que
puede poner en marcha una rica discusión, con criterios filosóficos y políticos
que generen realmente una ruptura creadora en el pensamiento, contrapuesta a la
lógica de la dominación, sustentada en una racionalidad de valores invertidos
que aliena y muchas veces no permite dar el salto cualitativo, que requieren
las muchedumbres y producir de esta manera el rearme ideológico y político de
nuestros pueblos.
Esa dominación, antinomia de la
libertad siempre está expresada, en la concentración y centralización del poder
y de sus propios aparatos ideológicos,
hoy toman más fuerza, a través de
ese nuevo paradigma económico del neoliberalismo llamado globalización, donde
se expresa el pensamiento único, para controlar el mundo, sus espacios, su
comercio y todo lo que signifique energía (agua, gas, petróleo, carbón, coltan,
thorium, biodiversidad). Para tales hechos, construyen leyes, para poder
controlar y vigilar a los que quieren subvertir el orden establecido, somete a
pueblos y naciones con desprecio, además de violentar su soberanía, derechos
humanos y libertades democráticas.
Es
un proceso de deshumanización, intervencionismo y guerra que desbastan y
saquean a los pueblos, alimentando de esta manera la desesperanza, para poder
aplastar la capacidad de soñar, reír, conversar, discutir, recitar, amar,
jugar, imaginar y poder destruir todo camino que se labre para alcanzar la
utopía –entendiendo esta- como una expresión de rebelión frente a lo dado en la
realidad, cuya propuesta es una transformación radical, que pasa necesariamente
por un verdadero proceso revolucionario.
Pensar
desde el punto de vista latinoamericano exige, pues, también el rescate del
valor subversivo, agitador, movilizador, propagador y liberador de la utopía,
como dimensión que integra de modo absolutamente legítimo, todo intento de
lucha por la emancipación y la construcción de la civilización del futuro.
LA TAREA
Hoy decimos que los que vivimos en el
planeta tierra requerimos, romper con las viejas civilizaciones, dar el salto
cualitativo para producir la rebelión integral del pensamiento, para acabar con
las imposiciones y modelos económico-sociales conocidos hasta ahora, tarea
difícil, aventurera, utópica, legendaria, pero que nos permite replantearnos el
futuro y la vida, en función de lograr la libertad en su más amplia
connotación, para dignificar la vida.
Como militante de la utopía, considero que se
requiere entonces replantearse con extraordinario esfuerzo y con mucha
creatividad e imaginación, la posibilidad de que al calor de las luchas sociales, económicas y políticas
que conduzca el pueblo, tengamos la
posibilidad de inventar un paradigma social y económico, capaz de garantizar la
libertad en toda su dimensión humana, la igualdad y la felicidad de cada uno de
los que integran la sociedad, el modelo civilizatorio nuevo, atendiendo a las
situaciones particulares de cada región y de cada pueblo.
Es asumir de manera radical y
subversiva, el rompimiento con las viejas civilizaciones. En medio de esta discusión, que en la actualidad
sacude el mundo y particularmente América Latina, se hace necesario –como
señalara nuestro Simón Rodríguez-
inventamos o erramos, es la búsqueda de un TERCER CAMINO, tarea nada fácil, porque se
trata de construir el mismo, de empezar a romper con el pensamiento de la vieja
civilización, con esa lógica de la dominación, con las “verdades” impuestas de
corrientes del pensamiento teórico metodológicas, que nacieron fuera de nuestro
contexto real e impuestas en el marco del colonialismo, que sentaron las bases
para tener en la actualidad un hombre enajenado y resignado a vivir
recolonizado, sin otro destino que vivir en la opresión.
Un TERCER CAMINO O TERCEROS CAMINOS,
para inventar el futuro, para producir un nuevo pensamiento, un camino
original, que se traduzca en parir una sociedad verdaderamente justa, digna y
libre, una sociedad que como dijera Dewey, John “…el objetivo definitivo de la
producción no fuera la producción de bienes, sino la producción de seres
humanos libres, relacionados unos con otros en términos de absoluta igualdad.”