EL
DISCURSO DE LA UNIÓN MÁS ESPANTOSO QUE OJOS HUMANOS HAN VISTO
Jesús
Arboleya
Progreso
Semanal, 5 febrero 2020
Puede
resultar una exageración el título de este trabajo, pero como Donald Trump es
adicto a los superlativos, hay que juzgarlo en grande, sin límites racionales
que no vienen al caso.
Resulta
imposible analizar un discurso donde buena parte de lo que se dijo no es
cierto, para eso se inventó el detector de mentiras o la sala de un
psicoterapeuta, porque Donald Trump no es un loco, pero sí una personalidad
enfermiza.
Lo más lógico sería hacer lo que hizo Nancy Pelosi, romperlo,
desaparecerlo de la historia. Me excusan la exuberancia, pero estoy contagiado
de pedantería.
Para
evaluar este discurso solo me vienen a la mente algunos adjetivos.
Perverso,
por ejemplo, si nos referimos al trato a los inmigrantes.
Sádico, cuando
menciona con alarde los asesinatos de enemigos políticos.
Hipócrita, cuando
habla de los afroamericanos y las mujeres.
Falso, cuando se refiere al
prestigio de Estados Unidos en el mundo.
A
Donald Trump solo le faltó decir que había sido el timonel del Myflower, la
historia de Estados Unidos comenzó con él y un circo de congresistas
republicanos lo aplaudió con vehemencia.
También, a veces, los demócratas, aún
a sabiendas que todo era pura demagogia.
En
estos momentos, quizás gracias a un juicio político que no mencionó, su
popularidad ha ascendido al 49 % de la población, el máximo de su
gobierno. A esas personas estuvo dirigido su discurso y el show de mala muerte
que transmitió la televisión norteamericana.
Muchos
votarán por él, incluso puede ser que lo reelijan, porque si algo refleja la
presidencia de Donald Trump es la decadencia de Estados Unidos, no importa lo
bien que coyunturalmente marche la economía.