viernes, 31 de agosto de 2007

Detenido desaparecido Día Internacional, Argentina experta en esto,




Día Internacional del Detenido-Desaparecido

AGOSTO de 2007

1976 |31años| 2007
foto: archivo IEM
www.institutomemoria.org.ar
(...)
Sin embargo hubo veces
en que toda certeza fue borrada,
en que no existió un lunes, ni un domingo,
ni un jueves,
ni un número ritual del calendario
porque nada se supo.
Porque la noche se tragó las sombras,
el grito, el nombre fiel, el apellido.
(...)
Del poema Fechas
de Este Sitio Sin Paz de la Memoria,
de Rafael Vásquez

El 30 de agosto fue instituido por la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), como el Día Internacional del Detenido-Desaparecido. La fecha no conmemora ni se asocia con un hecho particular ligado a esa temática, sino que fue elegida como un día cualquiera, precisamente para dar cuenta de que, un día como cualquier otro, -cualquier día del almanaque- podía registrar una nueva desaparición.
Y fue así. Durante los oscuros años en los que la Argentina vivió bajo las sombras de la Dictadura Militar instaurada el 24 de marzo de 1976, se institucionalizó la represión que hasta el momento era implementada desde grupos parapoliciales y paramilitares, y el país todo fue un gigantesco campo de concentración en el cual muchos lugares fueron diseñados como centros clandestinos de detención destinados al alojamiento ilegal de prisioneros y cualquier dependencia de las fuerzas de seguridad podía convertirse en uno de ellos.
Así, en sótanos y cárceles y salas de tortura instaladas para el hacinamiento de prisioneros, miles de hombres, mujeres y niños, ancianos y mujeres embarazadas eran secuestrados de sus hogares, de sus lugares de trabajo o de la vía pública para ser enterrados en vida. Diseñados para la tortura y exterminio en forma clandestina, y pensados para impedir cualquier posibilidad de resistencia colectiva y organizada, una vez que eran secuestrados por fuerzas de seguridad los prisioneros “desaparecían” literalmente de la faz de la tierra y nada más se sabía de ellos, nadie sabía dónde estaban. Ni ellos mismos. Llevados generalmente en la parte de atrás de vehículos “particulares”, con los ojos vendados, perdían su nombre para convertirse en un despojo humano designado con un código, que podía ser una letra y un número. Apuntando a la despersonalización y aislamiento de los detenidos, éstos permanecían en su mayoría encadenados y “tabicados”. No podían mirar, hablar, reírse, llorar, ni expresar ninguno de estos u otros rasgos de humanidad. Parafraseando las declaraciones del General Videla: “no estaban ni vivos ni muertos, estaban desaparecidos”, “no tenían entidad”. Eran ausentes para siempre.
La desaparición, al tiempo que apuntaba a la lenta agonía y destrucción de la víctima, hacía extensivos estos sentimientos, aunque con otro formato, también a sus familiares que, en la más dolorosa incertidumbre, no sabían cuál había sido el destino de sus seres queridos. Toda respuesta a su búsqueda les era negada, las puertas les eran cerradas. No sabían si debían esperarlos, conservar su lugar en las mesas, en las casas, en sus vidas, en el mundo y al mismo tiempo la sola acción de un mecanismo de defensa, como el pensar que nunca más volverían a verlos, implicaba la culpa de darlos por muertos sin que el Estado asumiera y se hiciera cargo de su responsabilidad en estos crímenes. Mientras, ese mismo Estado ponía su siniestro aparato al servicio de la solución final argentina: el “traslado”, a través del cual los desaparecidos eran arrojados vivos al mar en los llamados “vuelos de la muerte”.
A la manera de un secreto a voces, a la manera del trauma, la desaparición se instaló en la sociedad como un saber no sabido, aquello de lo que no se hablaba, y el “por algo será” se fue incorporando como respuesta que, al tiempo que explicaba la acción, exorcizaba al resto de cualquiera de los demonios. Eso le pasaba a los “subversivos”, les pasaba a las madres que no cuidaban a sus hijos, a las familias que no los habían educado bien. Y solas en su dolor, esas madres y familias empezaron a recorrer toda institución que representara algún poder. Ese peregrinar no fue en vano. No porque fueran a encontrar las respuestas perdidas sino porque se encontraron entre ellas y dieron origen así a un movimiento de resistencia y de lucha que, nacido de la desaparición misma, no habría de desaparecer nunca. Inauguraron una nueva manera de leer la historia, una forma distinta de engendrar a los hijos, una práctica dignificante, ética y reparadora de su propia existencia, individual y colectiva. Inauguraron una metodología de lucha. Fueron precursoras y sentaron precedentes y en esa práctica de enseñanza y aprendizaje fueron obteniendo triunfos y revirtiendo derrotas. Y fueron tan grandes como la represión que les dio origen.
En la lucha de los organismos de Derechos Humanos -esos movimientos de resistencia que surgieron en distintos países de Latinoamérica- se forjó la contracara del Plan Cóndor -verdadera internacional del horror, que coordinó la acción represiva y el intercambio de prisioneros a manos de las distintas dictaduras del continente-. Impulsadas y entrenadas desde los Estados Unidos, las Dictaduras fueron la herramienta que en su momento necesitó el poder para instalar modelos económicos de exclusión.
Actualmente los familiares siguen reclamando Justicia porque es ella la enorme deuda pendiente que los Estados tienen aún con las sociedades sometidas a estos regímenes de terror. Y la justicia que les fue negada en estos países, se abrió camino en otras fronteras y así se juzgó el genocidio cometido por ejemplo en Argentina y Chile, en los tribunales de la Audiencia Nacional española.
Hoy, la lucha convirtió la presunción de fallecimiento que no podía nombrar el delito, en desaparición forzada de personas. Hoy, un laboratorio genético creado por primera vez en la Argentina almacena los datos necesarios para identificar a los “desaparecidos con vida”, los nietos que buscan las abuelas, hoy jóvenes adultos, en muchos casos con hijos -nietos de desaparecidos- que también tienen falseada su identidad; poniendo de manifiesto que son muchas las generaciones afectadas. Pero hoy, también, esa metodología se cobró una nueva víctima: Jorge Julio López.
La desaparición de casi una generación de treinta mil personas en Argentina da cuenta de que, mientras no haya justicia, es la sociedad toda la víctima. Aquí y en cualquier lugar del mundo en donde alguna vez el delito de la desaparición forzada de personas haya sido una práctica. Aquí y en cualquier lugar del mundo en donde se lee la realidad desde la ética y la dignidad de quienes aspiran a vivir mejor.
Ana María Careaga
Directora Ejecutiva del IEM


Los organismos de derechos humanos y sobre todo FEDEFAM han luchado durante 23 años para obtener la Convención contra la Desaparición Forzada, cosa que se ha podido lograr el 20 de diciembre de 2006, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York votó y aceptó la Convención.
Pero nuestra lucha no termina, nuestra lucha continúa porque todavía faltan distintos pasos. En cada país hay que conseguir que las leyes nacionales tipifiquen y reconozcan la desaparición forzada como delito. En nuestro país, por ejemplo, hasta ahora no es un delito, estamos luchando por eso y queremos que sea reconocido como delito de lesa humanidad porque es un delito permanente. Es un delito que no permite la extradición, es un delito sistemático y entonces nosotros queremos que se pueda juzgar a todos aquellos que actuaron en la época tremenda de la Dictadura Militar y que todavía hoy estamos buscando. Queremos justicia, no queremos venganza. Eso a nivel de todos los países de Latinoamérica que conforman la Federación y otras organizaciones. No deseamos nunca la venganza pero sí la Verdad y la Justicia. Y trabajamos mucho también por la Memoria, para evitar el olvido y en contra de la impunidad.
Marta Vásquez
Miembro de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y ex presidenta de FEDEFAM


La figura del detenido-desaparecido nos remite al accionar de las dictaduras. Es una figura que ha quedado no sólo para nuestros países hermanos de Latinoamérica sino también a nivel mundial, para señalar un mecanismo destinado no solamente a destruir personas, sino que a través de ellas, a las familias, al entorno. Esta figura además de denunciar la forma en que el Terrorismo de Estado vulnera toda lógica, toda coherencia humana, denuncia también la violación del derecho fundamental a tener una identidad y un cuerpo al cual llorar. Cuando se instala la cultura de asesinar y desaparecer, la figura del detenido-desaparecido constituye uno de los peores delitos que se cometen. No abarca solamente al detenido desaparecido con todos los sufrimientos que implica para la persona en particular. También abarca a toda la familia porque esa sensación de incertidumbre, de no saber qué pasó con ellos, permanece. Por eso la desaparición forzada es considerada un delito de lesa humanidad, un delito cometido por un Estado Terrorista, ya sea desde el Estado mismo o por miembros o personas que actúan con la licencia del Estado. En Bolivia se está trabajando para que esta figura se incorpore al código penal, para que nunca más suceda.
Gracias al movimiento social latinoamericano que también incluye a México, por ejemplo, hemos conseguido imponer esta figura del detenido-desaparecido para reivindicar la lucha por la Verdad y la Justicia.
Nilda Heredia
Ministra de Salud de Bolivia, ex presidenta de FEDEFAM


En este día en que se conmemora el Día Internacional del Detenido-Desaparecido, y a tantos años de la vuelta a la democracia en los países del Cono Sur, nuestra Comisión de Derechos Humanos de Uruguayos en Argentina, se encuentra desandando el camino de conceptos que se tenían como ciertos en épocas en que en nuestros países se instaurase el Plan Cóndor.
Se decía por entonces que este plan sistemático se había aplicado con diferencias en los distintos países de América del Sur donde funcionara, y estas eran las siguientes, que en Chile se había fusilado a los detenidos, que en Uruguay se los encarcelaba y que en Argentina se los desaparecía.
Una vez anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y abiertas las causas, tanto en Argentina como en Uruguay, vemos que en nuestro país, a pesar de haber sido uno de los países donde más presos políticos hubo –en relación a su población-, también hubo gran cantidad de desaparecidos. A la fecha se siguen presentando familiares a denunciar desapariciones y en los juicios abiertos se siguen recibiendo testimonios de traslados de detenidos uruguayos en Argentina hacia Uruguay, los cuales luego fueron desaparecidos en nuestro país.
Esto demuestra una vez más, que la figura de Desaparición Forzada de Personas, fue una práctica habitual en estos países, y que recién ahora en Uruguay, el gobierno y la sociedad toda se ven obligados a reconocer que hubieron desaparecidos, y en realidad muchos más de los que se creía.
El compromiso de nuestra Comisión, es continuar en el esfuerzo junto a la sociedad de escribir la verdadera historia, donde conste que en nuestros países se cometió un genocidio, que se rescate la memoria, pero no una memoria para el bronce, sino una memoria viva, que reivindique la lucha de los compañeros por un mundo más justo y solidario. Buscamos la Justicia, el juicio y castigo a los responsables de estos hechos tan oprobiosos, pues sólo sobre esta base podremos poner los cimientos de este mundo nuevo que queremos construir.
Ana María Parnas
Miembro de la Comisión de DD. HH. de Uruguayos en Argentina


Celebro que el Instituto Espacio para la Memoria, dedique un boletín al tema de los Detenidos-Desaparecidos porque hay urgencia en que la opinión pública sepa lo que significan estas dos palabras: “detenido”, “desaparecido”. La persona denominada así, ha dejado de ser "persona" para los represores, "no es nada más", "no existe". Para los familiares, los amigos, los compañeros, la persona sigue siendo exactamente la misma y su vida se convierte en un objetivo incansable de búsqueda. La desaparición forzada es la síntesis de todas las violaciones a los Derechos Humanos. La persona que es ubicada en ese rango, ha pasado por todas las torturas inimaginables. Nuestro continente está lleno de víctimas de la desaparición forzada, un crimen que sigue cometiéndose, mientras no se encuentre a cada una de las personas. En lo personal, me afecta la desaparición forzada de amigos entrañables y compañeros con los que compartimos las aulas y los sueños de justicia y libertad. En lo personal también, tengo la inmensa satisfacción de haber contribuido el 22 de diciembre de 1992, con el descubrimiento de los archivos de la policía política de la dictadura de Alfredo Stroessner, documentos con los que, en muchos casos, se encontraron las evidencias de la desaparición forzada de militantes y luchadores de diversos países latinoamericanos. Sin embargo, esto nos impulsa a seguir la lucha contra la impunidad. En el caso de Paraguay, actualmente trabaja la Comisión de Verdad y Justicia creada por iniciativa de las organizaciones de la MESA MEMORIA HISTORICA Y ARCHIVOS DE LA REPRESIÓN mediante la Ley nacional 2.225. Esperamos para julio del año próximo el Informe Final que nos dará la cifra más oficial, pero sabemos que los detenidos-desaparecidos superan las 500 personas identificadas, de las cuales una tercera parte desapareció en la Argentina mientras vivía su refugio y su exilio político y económico.
Sabemos también que la cifra real es muy superior, porque en Paraguay se iniciaron los vuelos de la muerte sobre los tupidos bosques de este país. Para avanzar en la verdad es necesario vencer el miedo de la gente y lograr que las familias hablen. Aquí vemos la magnitud de estos crímenes, porque los afectados también son las víctimas invisibles de la familias. Es necesario asumir que estamos en otro momento histórico y que cada uno de nosotros debe aportar un grano de arena para la construcción de nuevos sistemas democráticos, donde se vuelva a los valores esenciales: donde la vida sea sagrada y donde la cadena VERDAD, JUSTICIA y MEMORIA, se retroalimente diariamente, porque mientras haya un solo detenido-desaparecido, nuestra lucha continúa y nosotros lo seguiremos buscando mientras nuestro corazón se acongoja de dolor y se alegra con los recuerdos compartidos, con la juventud compartida. De ese modo, con los recuerdos recuperados, compartidos con la comunidad, se harán posibles las reuniones familiares y la eclosión de la memoria, las jornadas de Memoria Histórica, donde se juntan las emociones y la reanudación de nuestro compromiso con la VERDAD, LA JUSTICIA y la MEMORIA.-
Martín Almada
Descubridor de los Archivos de la Policía Política de Stroessner en Paraguay
Premio Nóbel Alternativo de la Paz.


¿Qué se propone una tecnología de poder cuando no sólo arranca de nuestra sociedad a una parte sustancial (tanto por su número como por sus características) de sus miembros sino que, además, “desaparece” su destino, su pasado y su futuro? ¿Qué más nos “desaparecen” cuando “desaparecen” sus cuerpos, la información sobre qué ha sido de ellos, sus prácticas, sus ideas, sus pasiones, sus discusiones, sus risas, sus dudas?
El “detenido-desaparecido” fue una de las peculiaridades por las que las prácticas sociales genocidas (destinadas en algunas de sus experiencias históricas a desarticular y reorganizar a las sociedades en las que se aplicaron) lograron alienarnos de nosotros mismos, obstaculizar los modos en que hubiésemos podido (quizás) intentar procesar el horror que la muerte y la ausencia produjeron y siguen produciendo en nuestra identidad individual y colectiva.
Quizás no sólo sería hora de preguntarnos qué ha producido en nosotros la “detención-desaparición”, sino también qué es lo que ha podido o no ha podido “aparecer” a casi 25 años del fin de la dictadura.
¿Fuimos, somos, capaces de ver a los “aparecidos”, a aquellos que volvieron del horror con un título que los asemejaba a espectros o fantasmas? ¿O siguen siendo invisibles, entidades que en tanto “desaparecidas” no pueden volver a interpelarnos, aún cuando sus cuerpos y sus voces y sus memorias y sus relatos traten de atravesar el puente del terror para decirnos que tienen algo para decirnos, incluso algo más profundo que la mera narración del horror?
¿Seremos capaces de lograr que algo de lo que nosotros, o nuestros padres, o nuestros abuelos han sido “aparezca”?
Daniel Feierstein
Sociólogo y Docente titular de la materia "Análisis de las prácticas sociales genocidas", Carrera de Sociología de la UBA.


¿Qué lugar ocupa esa otra figura del reaparecido, del sobreviviente de la dictadura? Decidimos llamar Detenidos-Aparecidos a nuestro libro sobre los presos políticos de las dos últimas dictaduras porque pensamos que los detenidos-desaparecidos eran también presos políticos. ¿Quién puede negar el carácter político de las desapariciones como forma sistemática de eliminación del disidente? Los mismos presos lo entendieron así en una carta que enviaron a las Madres de Plaza de Mayo, a comienzos de la democracia. “La diferencia entre desaparecidos y presos políticos consiste en que unos son detenidos-desaparecidos y otros somos detenidos-aparecidos: muchos de nosotros estuvimos desaparecidos y muchos fueron, además, asesinados en la cárceles”, dijeron.
Son aparecidos porque sobrevivieron al Terrorismo de Estado, al igual que los que pasaron por los centros clandestinos de detención y formaban parte de la misma generación de militantes políticos. Sin embargo, la mayoría de los trabajos de la memoria se centró en la represión clandestina y en las formas de resistencia al poder dictatorial del movimiento de derechos humanos. El exilio (interno y externo) y la prisión política legal quedaron en un segundo plano frente a la atrocidad vivida en los centros clandestinos, convertidos en íconos de la represión de la Dictadura.
A más de treinta años de ese golpe, los ex presos políticos también son aparecidos porque están haciendo pública sus memorias privadas. ¿Por qué sus historias están apareciendo recién ahora? “¿Qué es lo que no se podía escuchar del discurso de los sobrevivientes? No solo la tortura, ni la vejación, ni el horror: lo que parece inaudible es, por un lado, el balance (personal y político) que estas voces elaboran de su pasado político”, analiza Ana Longoni.
Así lo están haciendo a partir de los relatos colectivos que se organizaron en torno a la cárcel de Coronda o de Devoto, así como con el regreso a la cárcel de Rawson que emprendieron cuando se cumplieron 35 años de la masacre de Trelew. Esas memorias estuvieron demasiado tiempo a la sombra. Es hora de que salgan a la luz.
Santiago Garaño y Werner Pertot
Periodistas y autores de "Detenidos-Aparecidos. Presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura" y de "La otra juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos aires".


Conversación con el Padre Bernardo Hughes
El Obispo Angelelli, "canto rodado con el pueblo ".

El 4 de agosto pasado se cumplieron 31 años del asesinato de Enrique Angelelli. El Padre Bernardo Hughes comparte aquí algunas imágenes y reflexiones.

¿Cómo recuerda a Angelelli?

Me llama la atención la unidad de su vida, pues lo que lo caracterizó fue su compromiso con la verdad. No podía mentir o simular, él era en la puerta de calle lo que era en el fondo. Un hombre sencillo, un hombre de pueblo que unió al individuo y a la sociedad, o el pueblo, como le gustaba decir a él. Unió su ministerio de sacerdote y obispo con las aspiraciones de la gente. Entendió sus gestos, entendió sus silencios y valoró la larga fidelidad que tiene la gente con su propio destino. Por eso le dolió tanto la manipulación de la gente, las mentiras que utilizaron los que finalmente lo mataron para romper el vínculo entre él y su pueblo.
Angelelli compartía esa mirada contemplativa, de la gente sencilla, que tiene más tiempo de silencios que de palabras. Por eso las palabras cuando salían, lo hacían cargadas de sentido. No hacía una diferencia entre Dios en el templo y la gente en la calle. La gente estaba en el templo y Dios estaba en la calle. Quería decir eso cuando expresaba:

“Mezcla de tierra y de cielo,
proyecto de humano y divino,
en cada hombre se hace rostro,
historia se hace pueblo,
es barro que busca la vida,
agua que mezcla lo nuevo,
amor que se hace esperanza
en cada dolor de pueblo”.

¿Cómo cree usted que vivió el compromiso que asumió con su pueblo?

Recuerdo algo que contó en Buenos Aires, cuando fue a visitar a un paisano que no estaba en su casa y al que encontró finalmente en el monte. El paisano era escultor y estaba trabajando la madera. Cuando Angelelli lo ve le pregunta: “Viejo, ¿por qué te viniste tan lejos, hasta acá, al monte para trabajar?”, a lo que le responde: ”Padre, vengo aquí porque necesito el silencio para descubrirle el alma a la madera, porque sin silencio, yo violento la madera y le impongo lo que quiero, y lo que debo hacer es descubrir lo que me ofrece”. Bueno, es una manera de vivir, ¿no? Es lo que dice la gente del pueblo que él quiso. El que expresa en alta voz lo que piensa es una amenaza para muchos y esta fidelidad es la que lo comprometió.
Angelelli no alimentaba la esperanza en la ignorancia de la realidad. Su esperanza se alimentaba en la lucha empecinada del pueblo y en su larga fidelidad. En otro verso dice:

“Advierte, no eres pasado sino historia,
eres proyecto y siempre mensaje,
pueblo que camina y no desierto,
agua que canta y no estanque”.

¿Y que puede decir de su relación con la Iglesia?

Veinticinco años después de ser ordenado cura volvió a Roma. Antes de que llegara él, las noticias e informes sobre su persona y su visión estaban sobre los escritorios del Vaticano. El primer encuentro con Pablo VI fue duro. Volviendo al origen de su ministerio, madurado en el camino y contento en la prueba, Angelelli levanta la apuesta original y dice estos versos:
“Veinticinco años vividos por estos caminos de Dios, con mañanas de Pascuas y tardes de dolor, con fidelidades de hijo y debilidades de pecador, con las manos metidas en la tierra del hombre de este pueblo que es tuyo y que me entregaste, Señor. Mi vida fue como el arroyo, anunciar el Aleluya a los pobres y pulirse en el interior, canto rodado con el pueblo y silencios de encuentros contigo solo Señor. Y mientras se encienden las estrellas allá lejos sigue floreciendo el amor por este sacerdocio que es tuyo y que es mío y de tu pueblo, muchas gracias Señor”.
La Iglesia ha estado vinculada siempre al poder, es una institución de peso que estuvo antes de que naciera la República y ha gozado de privilegios, lo que tiene como contrapartida silencios y también aprobaciones. Por eso yo creo que Angelelli estuvo solo al final de su camino y después. Ha costado mucho que reconocieran que su muerte no fue fruto de que fuera un chambón como chofer, tal como sugirieron los responsables de su muerte.
A fines del año anterior a su muerte, en el 75, un cura y dos muchachos laicos que trabajaban con él fueron detenidos en la frontera de Mendoza. El cura fue liberado y a los otros dos muchachos los metieron en el baúl de un auto y se los llevaron. Estuvieron desaparecidos, pero luego recuperaron la libertad. El obispo fue a verlos y les dijo: “Muchachos, los que estaban con nosotros ya están debajo de la mesa, estamos solos, entonces vengo a pedirles, por favor váyanse porque yo no quiero cargar en mi conciencia la muerte de ustedes”. “¿Y usted?”, le preguntaron y respondió: “Este es mi lugar y no puedo dejar a mi pueblo”. Los muchachos se fueron y nunca se volvieron a ver. Todavía están esperando el próximo abrazo...
¿Qué imagen utilizaría usted para definirlo y recordar lo que representó en su lucha?
Serían varias imágenes, podría ser en una mesa de familia, en un asado, en una marcha, en una procesión, como decía él: “Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio”, eso lo pinta de cuerpo entero.


A 35 años de la masacre de Trelew, el relato de Alejandro Ferreyra
La fuga de Rawson
A la memoria de los Héroes de Trelew

[...] El comité militar de Capital se reunió al día siguiente de la llegada de Lucas desde el sur. Este informó todo el relevamiento que había realizado. La conclusión fue unánime: la única alternativa para la fuga era el avión de línea de Austral que salía desde Comodoro Rivadavia y hacía escala en Trelew a las 18 hs.
No me gusta, dijo Alberto, tener una sola posibilidad es muy arriesgado, son más de cien compañeros.
Esto ya lo hemos discutido muchas veces, contestó el Colorado. Hemos buscado todas las alternativas posibles sabiendo que era muy probable que no las encontráramos. Hay que hacer la operación, las posibilidades que haya alguna dificultad con el vuelo son absolutamente mínimas.
El problema sigue siendo el de siempre, contestó el Gallego, es posible hacer la acción, pero hay que ensamblar varias piezas perfectamente y no es sencillo, ya que somos dos organizaciones. En alguna parte puede haber problemas y no va a ser fácil que el resto se entere, las distancias son grandes, el tiempo va a correr en contra, muchos pueden quedar comprometidos. Finalmente si ocurre una desgracia, ¿quién se hará responsable?
No podemos repetir esta discusión, desde el buró le hemos enviado una nota a Robi a la cárcel, donde le expresamos la posición que la dirección de la operación la tengan los compañeros de afuera. Esperemos a ver qué nos contestan. [...]
A la semana siguiente llegó la respuesta de Robi desde la cárcel. De mal humor se intentaba un acuerdo. Si se realizaba hasta el 15 de agosto, se aceptaba que la dirección de la fuga estuviera afuera. Si superaba esa fecha la conducción de la operación estaba adentro. Los presos estaban preocupados por algunas medidas de seguridad internas que se habían instrumentado en los últimos tiempos, y creían que estirar más los plazos comprometería la fuga.
Tenemos fecha dijo el Gallego, se hará el 15 de agosto ¿están de acuerdo? Todos afirmaron. [...]
Un día antes los transportes llegaron a Trelew. El Colorado con otro compañero lo hicieron por su lado y la mañana del 15 de agosto, avisaron a los presos con la seña de un trapo rojo, que todo estaba en marcha.
El Gallego y Lucas viajaron el día anterior a Comodoro Rivadavia, se instalaron en un hotel, y a mediodía del 15 de agosto, se comunicaron con Trelew, para confirmar que los vuelos estaban bien, y que los presos estaban avisados y tomarían el penal esa tarde.
Mientras volaban desde Comodoro a Trelew en el avión de Austral, el penal de Rawson era tomado por los presos políticos con total éxito. Sólo al final hubo un disparo de una compañera en la guardia externa. Los encargados de introducir los vehículos lo escucharon. Carlos Goldemberg, de las FAR, que manejaba un Falcon, interpretó que el disparo era de los compañeros y entró; los otros vehículos se confundieron y creyeron que el disparo era de los guardiacárceles y se retiraron. Así sólo pudieron salir seis compañeros.
El avión de Austral esperaba en la cabecera de la pista, [...]. A los pocos minutos, apareció un grupo de hombres corriendo, poco visibles porque ya estaba oscureciendo. Al frente del grupo, unos metros adelante venía uno con uniforme de oficial del Ejército, esto lo desconcertó a Lucas y le apuntó listo a disparar, pero se contuvo un momento convencido que solo podían ser los compañeros. Entonces escuchó el grito de: “Lucas somos nosotros, soy Marcos”. Salvada la confusión subieron al avión, el del uniforme era Fernando Vaca Narvaja. De inmediato se abrió una comunicación con la torre de control para ver si llegaban los demás compañeros. Pasaban los minutos y no se tenía noticias, tampoco se tenía certeza de que llegarían. El mando lo había asumido Santucho, tomaron la decisión de partir hacia Chile. [...]
Después de muchas peripecias, otro grupo de compañeros consiguió un transporte y se dirigió al aeropuerto, pero llegaron tarde, el avión con el primer grupo ya había partido. Estos compañeros luego de dar una conferencia de prensa y entregarse, con el compromiso del juez Quiroga de respetarles la vida, fueron llevados a la base Almirante Zar, donde los asesinaron (el 22 de agosto de 1972). Se los conoce como los Héroes de Trelew. Los ejecutores de la masacre fueron los capitanes Luis Sosa y Roberto Bravo, y el jefe del Estado Mayor Conjunto que dio la orden, el almirante Hermes Quijada. [...]
Alejandro Ferreyra
Ex militante del ERP-PRT, miembro de la conducción militar de Capital. Participó de la toma del avión que permitió la fuga a Chile.
Este texto es un extracto del trabajo que el autor publicará próximamente.

N. de la R. El día 30 de abril de 1973 Víctor Fernández Palmeiro, “El Gallego”, mata a Hermes Quijada en la esquina de Junín y Cangallo, en esa operación es herido y muere poco más tarde. Enterrado en el Cementerio de la Chacarita, una bomba colocada en la sepultura el 5 de junio de 1973, destruye su lápida. En junio de 2002, en el marco de las tareas de recuperación del predio donde funcionara el Centro Clandestino de Detención “Club Atlético” fueron hallados fragmentos de esa placa que, al lado de una estrella del ERP 22 de agosto, dice:
Víctor Fernández Palmeiro, fall. 30-4-1973, a los 27 años.
“Hasta La Victoria Siempre”

Entrevista con Fernando Vaca Narvaja

Fragmentos extraídos de, "Lo pasado pensado" de Felipe Pigna.
Grupo Editorial Planeta S.A.I.C., 2005, ps.192,194.

¿Cómo se planificó la fuga de Rawson, que terminó en la masacre de Trelew del 22 de agosto de 1972?

Fernando Vaca Narvaja: Era normal que a cualquier hora un pelotón del Ejército irrumpiera e hiciera destrozos. Entonces, pensamos que si esto era lo normal y el sistema de seguridad contemplaba un movimiento de inspección militar, había que hacer eso. El uniforme militar lo iba a vestir yo, que había hecho cinco años de Liceo y tenía una idea de cómo eran los movimientos de un oficial del Ejército. Se formaron distintos grupos: un primer grupo de seis que se fuga, uno segundo de 19 que es el que queda en el aeropuerto y un tercer grupo de 110 que no alcanzó a fugarse. Otros, como Agustín Tosco, decidieron no fugarse.

¿Por qué se produjo la masacre?

Fernando Vaca Narvaja: Lanusse sacó de jurisdicción al penal de Rawson y al Aeropuerto de Trelew y decretó el estado de sitio en el momento en que se estaba negociando. De esta forma, la máxima autoridad ya no era el juez civil sino el jefe militar de la base. Entonces, en vez de reintegrarlos al penal, se los trasladó a la base militar Almirante Zar y en la madrugada del 22 se da esta salvajada del fusilamiento. Los responsables directos fueron los capitanes Sosa y Bravo y parte del cuerpo de suboficiales de la Marina.

Fernando Vaca Narvaja
Ex dirigente de Montoneros
uno de los seis presos políticos que logró fugarse del penal.

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