martes, 16 de septiembre de 2008

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BOLIVIA:

DEMOCRACIA BURGUESA, INDIGENISMO Y CUESTION AMERICANA

En estos días recibimos un correo electrónico del Partido Patria y Pueblo bajo el pretexto de respaldar al compañero Evo Morales Aima frente al embate de la reacción proimperialista, sin embargo, al final del comunicado surge la siguiente frase:

“Esta ola divisionista que aqueja a Bolivia, cabe decirlo finalmente, no es ajena a la porfiada ilusión seudoindigenista que, desde los más altos niveles de la conducción del MAS, han dado argumentos a los separatistas cruceños proponiendo la dilución boliviana en 36 ‘naciones étnicas’. El gobierno de Bolivia necesita arrojar ese lastre por la borda para volver a contar con el nacionalismo unificador de la inmensa masa de su población indocriolla y restaurar así la lucha por la unidad del Estado sobre su verdadera base de sustentación”

¿Supone, acaso, Patria y Pueblo que la reacción proimperialista cambiaría en algo si el MAS retirara su intención de reconocimiento de las naciones indígenas preexistentes como constituyente fundamental de la nación boliviana, intención que, por otra parte, busca remedar una injusticia histórica superando una contradicción que represento un refreno a las luchas emancipatorias de aquel país? ¿Supone eso Patria y Pueblo? ¿No será, en cambio, que la reacción proimperialista se fundamenta en las acciones concretas del MAS por recortar los márgenes de ganancia del Bloque Dominante y la decisión de avanzar sobre reformas sociales y políticas que tienden a la derogación del Estado democrático-burgués que ha sido resorte fundamental del estatuto del coloniaje en el último cuarto de siglo? ¿No revelará con semejante “observación” que incluso las expresiones más avanzadas ideológicamente de la lucha revolucionaria americana son intrínsecamente permeables a las desviaciones cipayas y colonialistas? ¿No revelará que se sigue con la desviación de intentar explicar los complejos procesos revolucionarios americanos desde la óptica específica del desarrollo de las clases en los alrededores del puerto de Buenos Aires y el Litoral argentino?

RAZÓN DEMOCRÁTICO-BURGUESA

Y RAZÓN REVOLUCIONARIA


¿Podemos suponer que un gobierno a un escaso mes de ser ratificado por el 67 % de los votos lleve una política incorrecta o que no represente los intereses estratégicos del campo popular? Si fuéramos demócratas burgueses, la respuesta es claramente que no. Sin embargo, la historia no enseña a los revolucionarios que esto no es tan cierto. Recordemos casos cercanos y recientes como son los rotundos triunfos electorales del menemismo, o, tiempo más atrás, la aplastante victoria de Juan Domingo Perón en 1973. Aquel 62 % de los votos, lejos de marcar una profundización del rumbo revolucionario que habían tomado las contradicciones en la Argentina, significa un intento bonapartista que procuraba retrotraer el estado de la lucha de clases a las condiciones existentes del 16 de septiembre de 1955. Así, de ningún modo, podemos juzgar el carácter favorable al desarrollo revolucionario de un gobierno por los mecanismos de legitimidad democrático-burgueses.

Cuando entendemos, por ejemplo, que si el Peronismo significó entre 1945 y 1973 un momento revolucionario en nuestra historia, no es por sus aplastantes victorias electorales, sino por su desarrollo de masas que significó la presencia en su seno de una “alianza plebeya”, y no sólo eso, sino también la presencia hacia su interior de formas organizativas que contribuían en esta “alianza plebeya” al desarrollo de su conciencia histórica de clase. Entonces, cuando analizamos el gobierno del compañero Evo Morales Aima en Bolivia, no podemos atarnos a las razones democrático-burguesas, sino que debemos indagar en los sectores sociales que sostienen su gobierno y cuales son los que buscan desestabilizarlo.

LA RAZON INDÍGENA Y LA RAZON COLONIAL

La historia de la lucha revolucionaria en América es la historia de los pueblos americanos por su emancipación nacional, social y cultural, es la lucha del americano por ser dueño y señor de su propio destino, y, en un sentido más trascendental, es la lucha del americano por ser.

Las relaciones materiales de dominación trazadas por el imperialismo son imposibles sin la subyugación social y cultural que representa el verdadero sostén del estatuto del coloniaje. Nuestra lucha revolucionaria es contra las condiciones materiales de dominación, pero nuestro triunfo sería una empresa imposible sin que paralelamente derrumbemos las estructuras sociales y culturales impuestas por el coloniaje para negar nuestra existencia y herencia histórica, es decir, no hay revolución social posible sin que de su seno surja la conciencia de lo americano como razón histórica de unidad y existencia de todos los pueblos del continente.

Esta característica otorga a la revolución americana un plano simbólico e ideológico que era totalmente impensable para la construcción del pensamiento marxista anclado históricamente en la especificidad de la formación social europea occidental. Efectivamente, Marx estudia una formación social homogeneizada, donde las raíces históricas, sociales y culturales de sus componentes resultan exactamente idénticas, por tanto, la única razón para explicar las desigualdades sociales está dada en la materialidad de las relaciones de producción. Pero la realidad de las formaciones sociales americanas, en específico, y de los países periféricos, en general, son diametralmente divergentes al caso analizado por Marx.

Así, el marxismo, en su variante reduccionista, resulta para América tan reaccionario como el más cabal liberalismo, pues insiste en el sometimiento y negación del sujeto social americano, con lo cual no hay revolución social posible pues esta ha de ser la emancipación del sujeto social americano concreto y no de una clase obrera abstracta y ahistórica fundada en el análisis de las clases europeas del siglo XIX y no de las americanas del siglo XXI.

La revolución americana habrá de romper con la razón colonial o no será nada. Aquí entra en juego la “razón indígena”, el cual reza en sus vertientes más próximas al clasismo:

“Cuando se habla del pensamiento obrero, se debe hablar del pensamiento originario; porque si la clase obrera tiene algún pensamiento, ése no es otro que el pensamiento indígena. Porque a fin de cuentas es la sangre que piensa. Y en las venas, del obrero boliviano no hay otra sangre que la sangre india, legítima propietaria de estos territorios”[1]

La crítica que debemos hacer a este razonamiento es su naturaleza estática que termina por negar el dinamismo propio de las formaciones sociales capitalistas. En otros términos, esta “razón indígena” aparece estancada en un momento dado y específico del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción, quedando fatalmente cegada ante el hecho que, producto del desarrollo capitalista, los sectores más bajos del bloque colonial tienden a fundirse con la mayoritaria masa poblacional indígena de América.

No obstante, la utilidad de este razonamiento es la efectiva denuncia que la realidad última de la dominación imperialista en América no está fundada en un sistema de clases, sino que un sistema de castas y, por lo tanto, si la lucha política y social no tiende a esa derogación del sistema de castas, la razón colonial, no estaremos de ningún modo ante una auténtica lucha revolucionaria por la emancipación nacional, social y cultural de América.

Así, la pretendida categoría de lo “indocriollo” esgrimida por Patria y Pueblo no es más que un adefesio intelectual solamente posible desde una visión de lo americano signada por la penetración del coloniaje en la perspectiva porteñocéntrica de la pequeño burguesía criolla. Lo “indígena” y lo “criollo” no pueden reunirse en una suerte de categoría mixta e híbrida, representan castas sociales diferentes y, por tanto, impermeables unas de otras. La lógica indica, que, aunque así lo quisiera, el gobierno revolucionario del compañero Evo Morales Aima no podría respaldarse en algo que no es más que una especulación intelectual, es decir, algo inexistente, una entelequia forjada por el coloniaje.

La superación del sistema de castas americano no puede ser una lucubración intelectual, sino que ha de nacer una síntesis dialéctica sostenida en la aplicación político-revolucionario del materialismo histórico. No hay “indocriollismo” posible, sino que el accionar revolucionario ha de fundarse en una “razón americana” que reúna en un nosotros común a la mayoría poblacional indígena de América con los sectores marginados, semiproletarios y proletarios del bloque colonial. Precisamente, esto es a lo que apunta el gobierno revolucionario de Evo Morales Aima, a, sobre las cenizas del Estado Colonial Boliviano, gestar la nueva Nación Boliviana, primer Estado Americano de nuestro continente desde la infamante guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay de nuestro mártir Mariscal Francisco Solano López.

EL INDIGENISMO Y LA CUESTIÓN AMERICANA

La mayoría de la población americana, al día de hoy, es de origen indígena. La pretensión colonial del “mestizaje” no hace más que ocultar el intento de vedarnos a los americanos esta realidad incontrastable. Lo mestizo significa un no lugar, en la pretensión que dicho concepto caracteriza a la realidad americana se observa la necesidad colonial de convencernos que la lucha por nuestra liberación nació de las ideas de la Revolución Francesa adoptadas por un reducido grupo ilustrado de la pequeño burguesía de los grandes centros portuarios. De un plumazo, como lo americano es mestizo y por tanto no puede haber lucha americana sin que la lucha fuese mestiza, se niegan tres siglos de resistencia y lucha emancipatoria en nuestro continente.

De pronto, la lucha revolucionaria se convierte en propiedad exclusiva del “criollo”, del blanco, niega, así, todo germen de lo americano en las luchas emancipatorias de los siglos XVIII y XIX.

Esta historia falsificada es la misma que imprime el carácter de primer movimiento revolucionario en el Río de La Plata al de Mayo de 1810, cuando su único mérito está dado por constituir una comunidad coyuntural entre los intereses de los sectores librecambistas con lo más avanzado del pensamiento revolucionario y la larga lucha que las fuerzas populares venían dando contra la opresión española. No se niegan así sólo las luchas indígenas, sino que se niega la comunión de hecho entre los indígenas y los sectores más bajos de la pirámide social del bloque colonial. Se limpia de un plumazo la historia de Tupaj Katari (Julián Apaza) o de José Antonio Galán, quienes efectivamente expresaron caminos mucho más profundos que los emprendidos por los movimientos independentistas posteriores.

La lucha por la independencia política en el siglo XIX fue capitaneada por la burguesía comercial de las grandes ciudades puerto, por esto mismo, su apoyo en la capa mayoritaria de la población, la indígena, fue diverso. Sin equivocarse, el indígena americano no veía otra cosa que un cambio de amo, reemplazando a los oídores de la corona española por los agentes comerciales del imperialismo inglés. En su gran mayoría, la población indígena fue ajena a la lucha independentista del siglo XIX, cuando no, directamente contraria.

Este aspecto fue entendido por los grandes revolucionarios del siglo XIX como San Martín o Belgrano, quienes rendían una casi pleitesía a liderazgos como los de Güemes o de Padilla que lograban unificar el reclamo indígena con el de los sectores más bajos del bloque colonial. El olvido histórico de Padilla, el lugar marginal otorgado a Güemes, la sumisión a un dato pintoresco de liderazgos como el de Andresito Artigas, el olvido del importante apoyo de los líderes indígenas a los distintos caudillos federales durante la guerra interna, todo ello contribuye a la falsificación histórica mitro-sarmientina, a confundirnos y hacernos suponer que la causa de las burguesías comerciales es la causa de todos los americanos, cuando la historia habla de otra cosa: la permanente traición del Partido Criollo al Partido Americano.

¿Evo Morales Aima debe apoyarse en la irreal hipótesis del “indocriollismo” para unificar la lucha en favor del Estado Colonial de castas? No, es precisamente todo lo contrario. La acción separatista es consecuente con el permanente interés del Partido Criollo, defensor del régimen de castas que resulta base necesaria para el coloniaje.

¿Evo Morales Aima debería respaldarse en los mismos sectores que garantizaron los fracasos del MNR y del MIR? No, es precisamente todo lo contrario. No se puede retrotraer el camino revolucionario iniciado en Bolivia al plano del nacional chauvinismo o del izquierdismo colonial, es necesario que el compañero Evo Morales Aima refuerce su lazo con la inmensa mayoría indígena de Bolivia y gane para su causa a los sectores marginados, semiproletarios y proletarios de la minoría criolla. El triunfo revolucionario está en que Evo Morales Aima deje los devaneos academicistas de un sector de su gobierno para avanzar hacia un americanismo radical, un americanismo impensable sin dar plena justicia a la mayoría indígena de nuestra población.

Las “36 naciones” no son una bandera renunciable en la lucha revolucionaria, sin fuesen dadas como moneda de cambio significarían la traición y la defección. Si las “36 naciones” no son reconocidas en pie de igualdad al criollo, el sistema de castas americano seguirá intacto y, de tal manera, no habrá revolución posible.

Evo Morales Aima se ha comprometido a “Vencer o Morir” en esta batalla, y, mientras el germen de otra Triple Alianza toma fuerza, los revolucionarios no podemos hacer otra cosa que respaldar sin ningún atisbo de duda el nacimiento de un Partido Americano tras la conducción de Evo Morales Aima y siguiendo el camino iniciado por Tupaj Katari, José Antonio Galán, Manuel Padilla, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes, José de San Martín, José Gervasio Artigas, Andresito Artigas, Francisco Solano López y demás héroes de la lucha por la Liberación Nacional, Social y Cultural de nuestra América.

en evo morales refulge el espíritu del inkari

a vencer o morir por la patria americana
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[1] Willka Net; “Tesis India: XX. Proletarios o… Propietarios!!!”; http://www.willka.net/Documentos-filer/(XX).htm