Viaje multifamiliar y multireligioso a Brasil, imaginen……. Irene, Demián y Manuel de unos once años, la familia de Natalio Kirstein con sus dos vástagos y otra pareja judía con dos hijos también.
El blanco Cristo del Corcovado, el verde (de la vegetación), el negro (de los negros) el mar.
Caminamos por la arena de la playa de Copacabana y por la avenida que la bordea me sumé a un hermosa manifestación de protesta, de unas ochenta personas, que era toda una celebración musical.
Sin saber portugués terminé cantando algo muy rítmico del Gremio de los Taxistas junto a su líder, que me miraba entre asombrado y divertido.
Era muy energizante e inevitable para mí moverme con ese ritmo negro y desfilar bailando, aunque fuera por los derechos de los vendedores de ballenitas ciegos, avanzando por la panamericana de noche y contramano.
Pero algo me faltaba. Los del hotel no paraban de advertirnos que no nos alejáramos caminando…. "cuiden a la crianza", recomendaban. (por los secuestros).
Cuando logré me entendieran y entenderlos un poco, me dijeron que a cinco cuadras estaba el cura que yo buscaba en una iglesia.
Allá fui, a media cuadra del hotel tres chiquitos, de siete u ocho años juegan a algo en el cordón de la vereda. Me acerco para ver al que ganó y recoge las monedas mientras otro agita el cubilete.
Debe ser ludoterapia porque se ven andrajosísimos con sus cajoncitos de lustrar zapatos.
Llego a la Casa de Dios, cerrada y cuando toqué timbre salió un cura que no era Fray Betto, aunque tenía su edad.
Mientras le hablaba el sacerdote miraba aterrado por arriba de mis hombros y hacia los laterales, para ver si le estaban apuntado ó una banda de asesinos llegaría en tropel. Fue feo. La cuestión es que no sabía donde estaba Fray Betto, ni lo conocía.
Irene muy organizada utilizó su seguro médico cuando alguna comida típica dejó, de los doce de nuestro grupo, a diez con diarrea, a mí intentando pensar porque no me dolía nada y a ella con estreñimiento.
El doctor brasileño trajeado como un Embajador llegó al Hotel, subió a la habitación conversó con Irene y extendió la receta entregándomela.
Al preguntarle donde quedaba la farmacia me dijo "lo llevo yó". Ya en su magnífico auto recorrimos a 130 km por hora unas 50 cuadras, durante las que apretando mis manos contra el tablero, rezando para adentro y mirando aterrorizado los semáforos rojos que violábamos, no podía hablar.
Por fin me animé y le pregunté el porqué. Me contestó "e muito peligroso" y subió sin frenar a la ancha vereda, quedando pegado a una reja blanca de una gran farmacia, en la que por un pequeño agujero de los barrotes le pasaron el medicamento, contra entrega de los reales.
Casi compro un calmante para los nervios, porque el regreso al hotel me lo imaginaba aterrador, como probó ser.
Nunca en mi vida me despedí con tanta gana de una persona.
Al otro día visitamos un gigantesco Shopping, con el monstruoso edificio de no se cuantas plantas y locales. Aburrido (no me gustan esos lugares) pero curioso de rarezas leo en la vidriera de un local: "Restorán Garrincha" y me voy de cabeza.
El mulato trajeado de la caja, ya mayor, reconoce ser Garrincha y ahí babeándome bendigo mi buena suerte y fotografío a mi querido nene Demián junto al verdadero Rey del balompié. Luego arrastrándolo recorro escaleras mecánicas y cientos de metros de enormes corredores poblados de gente con bolsas de compras para llegar hasta nuestro grupo.
¡¡ Lo encontré (grito) y fotografié a Demi con él !!
¡ No se imaginan, tiene un restaurant en el tercer piso, vengan, vamos Irene, vamos a verlo quiero presentártelo.!"
El rostro de Kirstein me decepcionaba, porque es deportista y muy lúcido. No se había conmovido ni un ápice. Entonces cuando insisto y quiero tomar de la mano a Irene para llevarla, el insensible y despiadado Natalio me atraviesa con: "Che, pero Garrincha murió hace cuatro años".
Ayyy…. ¡qué papelón! Y bueno, por eso disfruté y me emocioné con un poema que me llegó por mail. Fíjense que Alfredo Zitarrosa lo musicalizó.
Además…. ¿Y si el Cristo del Corcovado obró el milagro para mí?
¿Y si realmente la vidriera decía "Restaurant Lula" y Dios me hizo ver escrito "Garrincha" para obsequiarme ese inolvidable momento?.
¿Acaso mi hija Claudia Marcela Alejandra, no cree en Dios?
Dios pudiera haber traído al mulato (dejando descansar al arquero celestial) y colocarlo allí, para que yo solo y Demián lo viéramos, por un ratito.
¿Acaso Dios no esta lleno de amor por nosotros?.
Los visitantes del shopping que no lo podían ver, pasaban las bolsas a través de Garrincha y el seguía aceptando mi saludo y preguntas.
Pasa que los goi ó cristianos somos muy ingenuos y los judíos como mi Irene, (que me envolvió de joven) y este amigo nuestro, Natalio Kirstein que negó mi encuentro del tercer tipo, con el fallecido Garrincha son gente pragmática. Somos el Yin y el Yan.
Para mí que no me equivoqué, para mí que Dios existe y se ve que era brasilero.
Eladio González toto (el mal abuelo)
Poema de Manuel Picón, que fue musicalizado por Alfredo Zitarrosa, para recordar al genio brasileño de las piernas chuecas y provocadoras de la "alegría del pueblo".
GARRINCHA
Lo lleva atado al pie, como una luna atada al flanco de un jinete,
lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre,
y le pega tan suave, tan corto, tan bello,
que el balón es palomo de comba en el vuelo,
y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo,
que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!
Lo lleva unido al pie, como un equilibrista unido va a la muerte,
lo esconde –no se ve–, le infunde magia y vida y luego lo devuelve,
y se escapa, lo engaña, lo deja, lo quiere,
y el balón le persigue, le cela, le hiere,
y se juntan y danzan y grita la gente,
y se abrazan y ruedan por entre las redes,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!
¿Quién se llevó de pronto la multitud?
¿Quién le robó de pronto la juventud?
¿Quién le quitó de un golpe el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara: –Usted no es nada, ya no es usted?
Ya no es usted, señor, ya no es usted.*
El último balón lo para con el pecho y junto al pie lo duerme,
lo mira y sólo ve cenizas del amor que estremeció a la gente,
y lo pierde en la hierba, lo deja, lo olvida,
no lo quiere, le teme, no puede, no atina,
y se siente de nuevo enterrado en la vida,
y el balón se le escapa entre insultos y risas,
¡y se enfurece la gente, y le abuchea la gente!
¿Quién se llevó de pronto la multitud?
¿Quién le robó de pronto la juventud?
¿Quién le quitó de un golpe el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara: –Usted no es nada, ya no es usted?
Ya no es usted señor, ya no es usted…
Es triste el final del apogeo y la caída del Héroe, pero pensemos ………tal vez Dios en su infinito amor le devuelva cada tanto (cuando un argentino goi llega a Brasil) el placer a Garrincha de ser admirado en vivo y en directo.
Restañando esa herida que la torcida (hinchada) desagradecida provocó en este inolvidable jugador de futbol.
Así son los milagros. ¿O nó ?
Eladio González Toto
Irene Perpiñal y Eladio González - directores calle Rojas 129 local (Caballito) Capital -AAC1405-Buenos Aires-República Argentina telefax: 4-903-3285 email: museocheguevara@fibertel.com.ar
http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
colectivos 1 - 2 - 25 - 26 - 32 - 42 - 53 - 55 - 85 - 86 - 103 - 180
a solo 25 metros de la Estación "Caballito" del Ferrocarril Oeste y a cien metros de la Estación de Subterráneos "Primera Junta" de la vieja línea "A"
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"