EE.UU. Grandes sumas para la subversión en Cuba Partidas presupuestadas sin rubor alguno y aprobadas en las sesiones del Congreso o extraídas de los fondos secretos de la CIA y otras agencias gubernamentales, pero divulgadas de manera permanente por la propia prensa norteamericana Javier Rodríguez Estados Unidos asigna cifras millonarias anualmente para costear las actividades de los pequeños grupos aspirantes a estimular un movimiento subversivo en Cuba. Y no puede ser un secreto porque se trata de partidas presupuestadas sin rubor alguno y aprobadas en las sesiones del Congreso o extraídas de los fondos secretos de la CIA y otras agencias gubernamentales, pero divulgadas de manera permanente por la propia prensa norteamericana. Son cuantiosas sumas que, además, se disputan hasta públicamente quienes decidieron aceptar el papel señalado desde Washington y las reciben por distintas vías en La Habana. Los dineros de la conspiración han provocado más de una disputa pública entre el puñado de agrupaciones que apenas cuentan en sus filas con un exiguo número de miembros. Es por eso que no asombran ahora los cables de las agencias de noticias que reflejan la "revisión" reclamada por congresistas norteamericanos de la forma en la cual se gastan los recursos aprobados. Así, por ejemplo, el senador John Kerry vetó la entrega de los últimos 40 millones de dólares destinados a "ayudar a los opositores cubanos" dentro de la Isla hasta lograr un análisis exhaustivo de su utilización. Tampoco sorprende que desde La Habana, con interesada prisa, una señora pulcramente vestida de blanco aplauda la decisión de Kerry y pida a gritos nada menos que una auditoria del empleo de esos millones porque, evidentemente, están entregándole menos de lo deseado por ella. Esa señora es la misma que durante las últimas semanas encabezó minúsculos desfiles por algunas calles de esta capital vociferando contra el sistema político adoptado por decisión del pueblo cubano, añadiendo así más combustible a la campaña mediática contra Cuba. Ella y un pequeño grupo de acompañantes, entre ellos funcionarios diplomáticos norteamericanos y algunos de la vieja y desteñida Europa, recibieron la respuesta de miles de ciudadanos que ejercieron su derecho a disentir de quienes identifican como asalariados de una potencia extranjera. Ahora, la misma señora pelea porque más dinero norteamericano sea vestido también de blanco y protesta con inusitado vigor contra cualquier intento de disminuirle la mesada. (Fuente Prensa Latina) |