jueves, 15 de julio de 2010

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Fidel con Rafael Correa.jpg Fidel Castro es el joven de barba, con él Rafael Correa.

 

En nombre de La Polilla
Jueves, 15 de Julio de 2010

                                                                        FIDEL   CASTRO  RUZ

Por Enrique Ubieta Gómez

Si usted tuvo que salir unos minutos a la calle mientras Fidel en persona hablaba esta tarde por televisión, habrá sentido su voz multiplicada en los hogares. La expectación creada por el anuncio de su vuelta al ruedo –precedida unos días antes por su presencia física en un importante centro de investigaciones y por las fotos que rápidamente recorrieron el ciberespacio-, fue recompensada por la certeza de que el Comandante sigue siendo el temible (para el imperio) estadista y analista político que sorteó todas las variantes posibles de guerra y derrotó a 12 presidentes norteamericanos.

Nada que ver con la idea, absolutamente ajena a la idiosincrasia cubana, de culto a la personalidad. Fidel no es un Dios, es un guerrero que no se deja vencer, ni siquiera por los años. Muchos lo escucharon hoy con ternura; ese hombre que condujo a los revolucionarios del Tercer Mundo durante décadas, aún escudriña en los ojos de su interlocutor con la misma fuerza que mira a los ojos del mundo.

Por unos minutos todas las trasnacionales de prensa lo homenajearon sin pretenderlo: su sola presencia era noticia, era La Noticia. Tanto, que los tontos lacayos del patio gritaban que era una maniobra del Gobierno para hacerse de la atención: pero qué clase de hombre puede interrumpir el tráfico de noticias en el mundo –un tráfico corrupto, de intereses, que desprecia por inútiles a la verdad y el honor-, y acaparar la atención de amigos y enemigos. No basta con decir la verdad, es necesario que quien la diga sea profundamente respetado por todos. ¡Y qué verdades dijo! Tristes certezas que iluminan el oscuro sendero por el que transita de puntillas el imperialismo.

Fidel nos ha llamado a unirnos, en todos los continentes, contra la locura de la avaricia que nos llevará al exterminio. Ese anciano es un joven rebelde que acaba de bajar de la Sierra. “Fidel, Fidel, qué tiene Fidel que los americanos no pueden con él”, recordaba la frase que los latinoamericanos tararearon durante décadas, mientras lo escuchaba. La Revolución vive, vivirá siempre. Viva Fidel.

Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"      Moderadora Lista e-mail Cuba coraje

 

Dirán exactamente de Fidel

Gran conductor, el que incendió la historia, etcétera

pero el pueblo lo llama caballo y es cierto.

Fidel montó sobre Fidel, un día

Se lanzó de cabeza contra el dolor, contra la muerte

Pero más todavía contra el polvo del alma.

La Historia parlará de sus hechos gloriosos

Prefiero recordarlo en el rincón del día

En que miró la tierra y dijo soy la tierra´

En que miró su pueblo y dijo soy el pueblo,

y abolió sus dolores, sus sombras, sus olvidos

y solo contra el mundo levantó en una estaca

su propio corazón, el único que tuvo

lo desplegó en el aire como una gran bandera

como un fuego encendido contra la noche oscura

como un golpe de amor en la cara del miedo

como un hombre que entra temblando en el amor

alzó su corazón lo agitaba en el aire,

lo daba de comer, de beber, de encender,

Fidel es un país,

Yo lo ví con oleajes de rostros en su rostro.

La Historia arreglará sus cuentas allá ella

Pero lo ví cuando subía gente por sus hubieramos,

Buenas noches Historia, agranda tus portales,

Entramos con Fidel, con el Caballo.

 

Juan Gelman  (Sala Dos – 1995)      Premio Nacional de poesía en 1996. 

 

Habitualmente se dice que lo de “Caballo” es por la fuerza, el ímpetu. Pero la mitología popular refiere que al triunfo de la Revolución, en un suburbio de La Habana le negaron atención médica a una madre que llevaba su hijo enfermo al dispensario de la zona. Como era tarde en la noche, la mujer, desesperada, salió en procura de un transporte que la trasladara hasta un hospital. La suerte quiso que pasara el vehículo en que viajaba Fidel. Informado de la situación, se dirigió, llevando consigo a la madre y al niño al mismo dispensario, en donde arremetió a golpes contra la puerta indebidamente cerrada. Desde adentro, la voz del profesional irresponsable contestó: ¿Quién golpea como un caballo?

 

 

 

 

 

 

 

 

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