martes, 20 de julio de 2010

Macri me espiaba tambien a mí dice Ciro James SIDEtoto se trata es arrepentido Chaubloqueo

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CASI SU ÚNICO ARGUMENTO ES PONERSE EN VÍCTIMA DE KIRCHNER

Macri espía hasta a su familia y después le echa todas las culpas al ex presidente 

Mauricio Macri fue procesado en mayo por Norberto Oyarbide como miembro de una asociación ilícita. Ahora la Cámara Federal ratificó ese procesamiento. Su pobre descargo es que todo es culpa de Néstor Kirchner.

EMILIO MARÍN 

Son dos fechas que seguro Macri no olvidará, aún en el hipotético caso que sus tribulaciones judiciales tuvieran un final feliz. Una es el 14 de mayo de 2010, cuando fue procesado por el juez Norberto Oyarbide. Otra el 15 de julio último, fecha en que la Sala I de la Cámara Federal confirmó ese procesamiento. Los cargos fueron cuatro: asociación ilícita, falsedad de documento público, intercepción de llamadas telefónicas y abuso de autoridad.

Todo comenzó cuando Sergio Burstein, familiar de una muerta en el atentado de la AMIA, fue advertido que tenía intervenido el teléfono por el jefe de la Policía Metropolitana, ex comisario Jorge “Fino” Palacios.

La investigación de Oyarbide confirmó tal espionaje, a cargo de Palacios y el espía Ciro James, introducido por aquél en la estructura del gobierno porteño, donde fue disimulado como asesor del ministro de Educación sin que su nombramiento fuera publicado en el Boletín Oficial. Los ingresos de James de las dependencias de la PM no quedaban registrados, a tono con el sentido secreto de la red de espionaje. Palacios la estaba tejiendo con el visto bueno de Macri, según deducción en común del juez y la Cámara.

Entre los espiados figuraban, además de Burstein, el cuñado de Macri, Daniel Leonardo; el empresario Carlos Ávila y políticos de la oposición como Silvia La Ruffa, de la Comisión de Seguridad de la Legislatura; Gonzalo Ruanova, de esa comisión, y Diana Mafia, de la Coalición Cívica.  Tal seguimiento ilegal se hacía desde la incipiente Metropolitana y las empresas privadas de Palacios y su reemplazante al frente de esa fuerza, comisario Osvaldo Chamorro.

Una parte de ese dispositivo tenía fachada legal, pues Palacios-James lograban que jueces y policías de Misiones tramitaran ante la SIDE la intervención de teléfonos invocando causas inexistentes. Misiones, cabe refrescarlo, es el feudo de Ramón Puerta, ex gobernador, ex senador y actual diputado nacional, íntimo amigo de Macri.

Cuando avanzaba la causa, desde el núcleo macrista se desgañitaron con que “Oyarbide es funcional a los K”. Supuestamente la causa estaba instruida por el ex presidente Néstor Kirchner.

Tales críticas al magistrado arreciaron desde el 14 de mayo, cuando resolvió el procesamiento del imputado de asociación ilícita. Los cuestionamientos fueron acompañados por la mayoría de los políticos de la oposición y los medios afines. Elisa Carrió cargó con más violencia contra Oyarbide, enojada porque había sobreseído a los Kirchner en la denuncia por enriquecimiento ilícito. Francisco de Narváez, Eduardo Duhalde, Felipe Solá y el radical Ernesto Sanz también fueron parte del escudo defensivo del flamante procesado. 

Los mamarrachos

Para ese coro político-mediático opositor, Oyarbide era un “mamarracho” por ser “un operador judicial” del patagónico. Sin embargo esa caracterización pasa por alto los hechos que están acreditados en el expediente, al menos al nivel de la instrucción, que complican al empresario devenido en político.

Si de lealtades kirchneristas se acusaba al juez, ¿cómo se compatibilizan con su actuación en la causa de los medicamentos truchos, que llevó a prisión a Juan J. Zanola, de la CGT afín al ex presidente? Allí se ha citado a declarar a quien fuera tesorero de la campaña presidencial de 2007, la que llevó a Balcarce 50 a Cristina Fernández.

Asimismo Oyarbide ha avanzado en causas por corrupción contra Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte y muy allegado a los Kirchner. ¿Cómo se sostiene entonces el brulote de los macristas contra el juez?

Pero aún suponiendo que aquél fuera exactamente lo que el procesado dice que es, ¿cómo se explica que la Cámara Federal integrada por Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah ratificara el procesamiento?

Son tres camaristas de bien ganado prestigio, que llegaron a sus puestos por concursos y que en varias causas han mostrado conocimientos jurídicos e independencia de criterios.

A ese interrogante Macri quiere destruirlo con un manotazo. “Es un mamarracho”, alegó ayer, cuando se refirió a las 30 páginas de la resolución de la Cámara.

Esas livianas y desesperadas descalificaciones del líder del PRO tienen la consistencia de un flan. Tan desorientado está que en la conferencia de prensa de ayer expresó que quiere ir cuanto antes a un juicio oral. ¿Si eventualmente el tribunal que lo juzgue terminara condenándolo, será un “mamarracho”? Y si la Cámara de Casación, apelada tal hipotética sentencia en su contra, decidiera confirmarla, ¿también será “mamarracho”? Obviamente esa será también su etiqueta a pegar en la Corte Suprema de Justicia, si esa causa llegara alguna vez a su consideración y ratificara lo actuado. ¿No será que el mamarracho es el propio Macri?

Cuando la justicia lo procesó en 1993 por evasión impositiva y contrabando agravado de la empresa Sevel, y luego por administración fraudulenta en el Club Boca Juniors, y terminó sobreseído, fue para él una de “excelencia”. No importó que el primer sobreseimiento llegara en 2000 con Julio Nazareno y los menemistas cortesanos de entonces.

Es al revés. En términos comparativos, aquella justicia era mediocre y sospechosa; la actual luce como más independiente y capaz. 

Tres defensores y un padre

Como la Cámara reiteró el procesamiento, algunos ex defensores han dado un paso al costado. Lo hizo dando explicaciones Carrió, en tanto Sanz se llamó a silencio. Si el procesado insiste en no comparecer ante la Legislatura –donde su presencia es requerida por varias bancadas- y su tropa se niega a conformar una comisión investigadora como la que viene proponiendo Diego Kravetz “en los términos del artículo 83 inciso 3° de la Constitución de la Ciudad”, entonces es posible que los defensores se raleen aún más.

Es que serían signos contradictorios con la imagen de inocencia que alega Macri. Si fuera tan inocente, ¿qué problema tiene en ser investigado por la Legislatura donde cuenta con 24 legisladores sobre 60?

Hoy es obvio que Macri no ganaría en Capital con el 62 por ciento de los votos, como en 2007, pero hubo tres periodistas que vinieron bancando al titular del PRO. “Escollos para el regreso de Kirchner”, tituló Eduardo van der Kooy en Clarín. “Demasiado pronto, entre la ruina y la gloria”, eligió Joaquín Morales Solá para bautizar su columna. Mariano Grondona optó por “La apropiación kirchnerista del Bicentenario”, todas del 16 de mayo.

Este último, ex asesor de la Fuerza Aérea durante la dictadura, escribió: “el juez Oyarbide, ¿no es por su parte otro de los verdugos de Kirchner, esta vez en el campo judicial? Es difícil interpretar su apresurado procesamiento de Macri a menos que se incluya en esta interpretación el hecho de que, no teniendo todavía ni el radicalismo ni el peronismo federal sus candidatos presidenciales, el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires es por ahora el único rival de Kirchner”. Así empleaba la muletilla coincidente de sus dos colegas y del mismo PRO.

Luego de la decisión de Ballestero-Freiler-Farah, esos columnistas han debido tomar cierta distancia, sin abandonar por completo al precandidato de la derecha neoliberal.

Morales Solá escribió este domingo: “vacila el futuro político de Mauricio Macri. Tres jueces que no cargan con el desprestigio público de Oyarbide coincidieron en que existen elementos suficientes como para procesar al jefe del gobierno capitalino por el delito de asociación ilícita”.

El más macrista del terceto parece Grondona, quien sostuvo –apoyado en leyendas romanas- que Kirchner es el gran responsable de las desgracias de su conmilitón de la derecha. “El plan es vencerlos uno por uno a partir de Macri”, tituló. El ex presidente habría logrado ese procesamiento “con la complicidad de aquellos jueces que todavía le responden, comenzando con el juez Norberto Oyarbide y siguiendo con los miembros de la Cámara Federal”.

El procesado está dolido porque algunos de sus defensores ahora dudan y callan. Un caso aparte es su padre, Franco Macri, quien lo refutó pues dijo no creer que el gobierno estuviera detrás de sus problemas judiciales.

Federico Pinedo argumentó que Mauricio es Macri y Franco es Kirchner, como si éste fuera la causa del disturbio familiar. El diputado debería ser menos perezoso y leer el libro “El pibe”, de Gabriela Cerruti, para saber que esas diferencias tienen larga data. E incluyen un juicio de insanía promovido por Mauricio y sus hermanos contra el padre. “Doctor, ¿ud está seguro? Mis hijos, mi propia sangre, ¿quieren declararme loco para sacarme mis empresas?” (pág. 341), le preguntaba un dolorido Franco Macri a su psicólogo (pág. 341).

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 sonrisa total de frente sin boina

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