foto – lejos de Cuba, en Táchira, Venezuela una altísima negra practica la solidaridad internacionalista ejerciendo su profesión de Cirujana. Es mi “hermana” cubana y se llama Sara Cirila Hernandez Arangurer. Estoy orgulloso de ella. toto
De Colombia a Cuba …….. para aprender a curar amando
por Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
Este es un diálogo con una joven veinteañera, de acento latinoamericano y sueños palpitantes
Mi nombre es Angélica Sotelo Valbuena, vengo de Bogotá, Colombia. Mi ciudad es la capital del país y puede compararse con una metrópoli, es muy grande, tiene variedad de personas y de cultura.
¿Cómo te enteras de la existencia de una beca en Cuba?
Me entero porque mi mamá pertenece al Partido Comunista, provengo de una familia que tuvo una militancia política muy activa. Ella fue quien me comentó de la posibilidad de una beca en Cuba antes de yo graduarme de bachiller. Vi que en Colombia no podía continuar mis estudios, si optaba por trabajar no sería rentable porque aún no tenía los 18 cumplidos y el que me contrataba lo hacía por la mitad del salario que le paga a un trabajador normal. O sea, el pago sería mínimo. Entonces le dije a mi mamá que hiciéramos los trámites para la beca. Hicimos la petición al Partido y luego formalizamos los documentos, hasta que me salió la beca.
¿Por qué no podías continuar estudios en Colombia?
Mi familia es de un status de ingresos financieros muy bajo. Mi mamá es enfermera y hace más de dos años que está desempleada. Se dedica a realizar trabajos eventuales cuando la llaman. Mi papá trabaja en el campo y es agricultor de café. Somos tres hermanas hembras, yo soy la mayor, la que me sigue tuvo que pedir un préstamo a una institución para realizar estudios en un técnico. O sea, se pasa la petición a un Instituto de que quieres estudiar y comunicas las dificultades, ellos evalúan el caso. Lo aprueban, si le es conveniente. Ellos prestan un dinero que al terminar la carrera se tiene que pagar del salario devengado con altas sumas de intereses. Mi otra hermana, la más pequeña se quedó sin estudiar, ahora trabaja.
¿Qué conocías de Cuba?
Mi familia me habló bien de Cuba. Mi mamá viajó dos veces aquí invitada por la Federación de Mujeres Cubanas. Vino en la década de los 80 y quedó maravillada de este país. Ella si pudiera venir cada año lo hacía. También lo visitó en la década del noventa, su pensamiento y admiración es por Cuba. Mis papás, los dos me han inculcado esa mentalidad de amor por Cuba.
¿Qué ocurrió en los primeros años de tu llegada a Cuba?
Matriculo en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina). Para empezar no traía una buena base docente de Colombia. Me vine y fue un choque entre los estudios que realizaba allá y los que tuve que emprender aquí. También nunca estuve separada de la familia y eso repercutió en que me sintiera muy deprimida. Otros compañeros míos lo tomaron de otra forma pero a mí me influyó mucho.
En vuelo hacia La Habana, qué pensaste que pudieras encontrar en Cuba?
Lo que mi mamá me contó de su viaje, me imaginé un país muy parecido al paraíso. Todo estaba resuelto, no había dificultades y la economía era muy estable. Yo no conocía que los cubanos pasaron por un Período Especial tan fuerte y que el bloqueo hiciera tanto daño. Lo que se cuenta en Colombia de Cuba, es paisaje turístico, ron, tabaco y ya. Pero llegar aquí y convivir con el pueblo es conocer a mucha gente con buena formación. Saber que un trabajador de la calle pueda tener muchos títulos, como los pueda tener el gerente de cualquier empresa. Esa igualdad de condiciones es lo que me gusta de Cuba.
¿Qué te disgustó?
Me chocó, estar lejos de mi familia y el cambio cultural. En tres horas de vuelo te encontrabas con un lugar totalmente diferente.
¿Se nota la diferencia entre el nivel académico concluido allá y el que debía empezar?
Mucho, considero que yo no estaba preparada para iniciar estudios superiores. Eso lo digo ahora, pero cuando llegué no podía darme cuenta. Tuve el apoyo de todos los profesores. Mira te pongo un ejemplo. Allá en Colombia el profesor llega, dicta su clase y se va. Nunca sabe si sus alumnos aprenden o no, si entendieron bien y, si no, no le importa. Aquí en Cuba el profesor te sigue, da consultas, repasos, puedes preguntarle duda a cualquier hora y en cualquier momento. Estaban ahí pendientes, te motivaban con la bibliografía y te hacían estudiar. Interesados porque los alumnos aprendan.
Menciona algún grato recuerdo de la ELAM
La convivencia con personas de muchos países. Eso nos enriqueció culturalmente. En un cuarto podemos vivir muchachas de varias nacionalidades. Ahí todos somos familia y sufrimos las mismas vicisitudes: estamos lejos de la casa, del país y entonces nos volvemos una familia. Nos apoyamos, convivimos, lloramos, reímos, corremos, hacemos deportes y estudiamos. Eso nos hizo unirnos a pesar de las diferencias.
¿Cuál fue la asignatura que te causó problemas?
Bioquímica
Al conocer la noticia de no poder continuar en la ELAM por desaprobar una asignatura por qué decidiste quedarte en Cuba
Sinceramente por mi familia y por mi sentimiento de superación. Regresar a Colombia sería buscar trabajo, nada más, sin tener conocimientos, ni título, ni carrera.
¿Quién te ofreció quedarte en Cuba?
En la misma ELAM nos propusieron varias especialidades vinculadas a la medicina. Más o menos unas 14 especialidades, puedo mencionarte optometría, estomatología, enfermería. Quedaba a decisión personal: regresar o intentar comenzar desde el principio en otra especialidad. Yo me quedé y ya concluí el segundo año de traumatología.
¿Ahora donde estudias?
En la facultad de Ciencias Médicas de Camagüey. Cuando nos dieron la posibilidad de continuar estudios nos distribuyeron en las distintas facultades de medicina en toda Cuba, atendiendo a la especialidad que iniciaríamos. A mí me tocó en Camagüey.
¿Qué te parece la ciudad de Camagüey?
Aquella ciudad me gusta porque es un lugar muy bonito. Te puedo hablar de su arquitectura y de la forma colonial en que están distribuidas sus calles y casas. Incluso te puedo asegurar que los precios de los productos son más baratos que en La Habana.
¿Los camagüeyanos?
Son gente muy amigable y solidaria. Pienso que es así todo el pueblo cubano.
¿Por qué?
Todos me dieron aliento cuando desaprobé en la ELAM. A mis profesores y tutores le importaba que yo continuara y no me desanimara. Por eso me quedé. A todo el mundo le importó. Nadie me dijo: “Usted no puede y se va”. Sino que me hicieron ofertas para que continuara. Todos me aconsejaron y me apoyaron para que intentara nuevamente.
¿Cuánto te costaría la misma carrera en Colombia?
En este momento por el sistema gubernamental que existe allá y por la crisis no hay ninguna institución que preste dinero para estudios como ocurrió con mi hermana. Allá nada es gratuito y todo se tiene que pagar. Uno saca las cuentas y son millones y millones que tiene que invertir en educación. Un semestre de medicina saldría en siete millones de pesos colombianos que equivale a unos tres mil dólares cada semestre. Sólo en matrícula. No se incluyen los libros, ni el transporte, ni el hospedaje, ni la alimentación. En Cuba nada de eso se paga, solo el transporte. Mi beca (el lugar donde resido) queda en la misma facultad por lo que no necesito transporte para desplazarme y asistir a clase. Tampoco debo devolver dinero al finalizar mis estudios por deudas contraídas con alguna institución.
¿Qué mensaje le enviarías al pueblo cubano y en especial a sus jóvenes?
Le diría que aprovechen el país en el que están y lo que ofrece el estado. No es fácil tener un gobierno que se ocupe de la salud y la educación, a pesar de estar bloqueado y no tener acceso al mercado internacional. Esa incertidumbre que vivimos de no tener, hablo de dinero, no se vive en Cuba. Aquí todo está a la disposición de todos, entonces toca cuidarlo.
¿Qué les dirías a los colombianos acerca de lo que has vivido en Cuba?
Le diría todo. Hablaría de la paz y la tranquilidad que se vive aquí. A mí me sorprende mucho ver un niño jugando en la calle, feliz, sin miedo a un secuestro o a un problema donde él sería una víctima de una riña con bala u otra arma. Aquí la familia sabe al niño jugando y vive en total tranquilidad. Allá los niños juegan en la calle, pero la vigilancia es extrema y existe un temor muy grande al secuestro o al accidente provocado por peleas de delincuentes. Se vive stresados para que el niño no se pierda, y se le aconseja por las calles a tomar para no ser víctimas de agresiones.
¿Has tenido alguna vivencia negativa en Cuba?
Cuando llegué a Cuba estaba acostumbrada a cubrirme toda para caminar. Digo tener la bolsa aprisionada y estar pendiente a quien te sigue o transita al lado tuyo. En Bogotá caminas con miedo porque cualquiera te puede meter la mano y sacarte el móvil, la plata (el dinero). Ahora estoy acostumbrada a caminar con libertad, con las manos libres y no sé si pueda volver a caminar como antes. Nunca me ha pasado nada. Te lo puedo afirmar.
¿Cuándo te gradúes qué harás?
Veo la graduación un poco lejos. Me faltan tres años, pero de lo que estoy segura es que regresaré a mi país a trabajar. Tomaré mis raíces. Intentaré servir a mi pueblo con esa voluntad solidaria adquirida en Cuba.
La vicerrectora académica, Midalys Castilla aseguró a la prensa que la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) de Cuba cumplió diez años y cuenta con una matrícula de 10.000 estudiantes con cinco promociones (que concluyeron el programa de seis años) lo cual suma 7.248 egresados de 28 países.
En la actualidad estudian muchachos de 55 países -pues se incorporaron de naciones africanas y hasta de pequeñas islas del pacífico- y el 75% de ellos son hijos de obreros y campesinos; además de contar con la presencia de becarios de 104 comunidades originarias de América Latina.
Lo único que se les exige a los jóvenes (de entre 17 y 25 años) es que una vez recibidos regresen a sus localidades o barriadas humildes a ejercer allí y devolver lo aprendido.
Tal fue la situación creada a partir de los 34 graduados estadounidenses - actualmente hay 113- que obligó a la institución a obtener una acreditación de la Junta Médica de California.
En Cuba hay además 11.000 becarios del proyecto ALBA, el acuerdo de integración del Acuerdo Bolivariano de las Américas formado por Venezuela, Bolivia y Ecuador entre otros.
Inicialmente “hubo una gran resistencia en algunos países por parte de los Colegios Médicos”, dijo la vicerrectora académica de la ELAM, pero la preocupación de las asociaciones de galenos fue disminuyendo en la medida en que descubrieron que estos colegas regresaban a sus poblados a donde realmente no les interesaba ir a los otros especialistas.
Incluso gobiernos de la región que miraron con desconfianza -solapada o no- el proyecto luego modificaron su percepción, dijo Castilla.
En lugares como Honduras, México, Brasil y Argentina los propios jóvenes tienen que batallar para que sus títulos sean revalidados. Sin embargo, poco a poco las universidades, las asociaciones médicas y los gobiernos ceden.
Las clases se iniciaron en febrero de 1999 con unos 1.900 jóvenes, especialmente de Centroamérica, ahora también se cuentan con facultades de medicina en otros países asesoradas y atendidas por personal cubano.
Si la historia fuera justa, remarcaría este aporte de Cuba a la humanidad
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¡Salven a los argentinos! "las ballenas"