jueves, 5 de agosto de 2010

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¡¡ fuerza Alicia !!              

 

CANTATA   PARA   LA  ESCUELA  DE   HUONG  PHUC  

 

 A  To  Hnu, Che Lan Vien y Cu Huy Can, Poetas del Pueblo de Viet Nam.

 

Ese aire ciego de cisternas profundas, olvidadas,

Ese relente de sal triste enterrada,

Y esa densa oquedad en la colina

De sonrisas quemadas

                                      ¿Es Huong Phuc?

 

Es Huong Phuc, provincia de Ha Tinh

Al norte  de  Viet Nam

Lo que está señalado, fue una escuela.

Yo quisiera contar bien, contar fielmente

La historia de la escuela  Huong Phuc.

 

-    Capitán James Sanawic  ¿Quisiera Ud. ayudarme a relatar fielmente

      la historia de la escuela   Huong Phuc?

 

El Capitan James Sanawic no responde.

 

-         Piloto Cole Black, ¿Quisiera usted ayudarme a narrar esta historia

de Huong Phuc?

 

El piloto Cole Black inclina la cabeza y no responde.

 

-         Piloto Thomas Mitchel Mc Nish, ¿Tal vez ud. pudiera ayudarme a contar

  –  quiero contarla bien –   la  historia  de  la  escuela de Huong Phuc?

 

 El  piloto Thomas  Mitchel  Mc Nish  vuelve   la cara, mirando a otro lado y calla.

 

-  Teniente James Hutton,   piloto Edward Anthony  Davis,  capitan  Bruce  Seber,

   comandante James  Bond  Stockdal,  teniente Wendell Risner,  piloto de la

   Armada Richard Taymond,  reservista  naval  David  Renmann, capitán  Murphy 

   Neal  Jones,  mayor  Gedeón Willard,  ¿Quisiera  uno  de  uds.  ayudarme  a contar 

   bien   la  historia  de  esta  escuela?.

 

Nadie  responde,  todos  inclinan  la cabeza, miran  hacia  otro  lado,  cierran  los 

ojos,  callan.

 

-         ¿Es  que  acaso  no  pueden  ayudarme? ¿Acaso  no  reúnen  todas  las 

 condiciones para  hacerlo?.

 

Pueden  hacerlo.   Todos  las  reunen.

 

-         ¿ Es  que  tal  vez  hay  historias  que  no pueden  contarse  aunque  se  haya 

   podido ser  su  protagonista?   ¿O  historias   tan terribles,  que  no  pueden

   ser  puestas  en los  libros ?

 

Interrogo,  demando,  busco,  inquiero, pregunto.  Son  muchos,  decenas  y 

decenas, centenares  tal  vez,  los  silenciosos  prisioneros de  Hanoi.

                                                      Todos callan.

 

Pero  uno  como  ustedes,  tal  vez  uno  de ustedes,  el   9   de  Febrero  estuvo   allí.

                                                       Todos callan.

 

-         Pero  uno  como  ustedes,  tal  vez  uno  de ustedes  fue  quién  buscó  la  casa 

de  la escuela,  quien  la  buscó  entre  todas  las casas  de   Huong Phoc,   porque 

traían  sus bombas  señaladas,  marcadas,   destinadas: “Bombas  U.S.A. 

para  la   escuela ”.

 

Era  uno  de  ustedes,  tal  vez  uno  como ustedes.

                                                         Todos callan

 

Era  uno  como  ustedes,  tal  vez  uno  de ustedes,  el  que  llevó  a  la  muerte  de

  la  mano,  cuando  la  pequeña   Thi Noa,  de  pie  junto  al pupitre,  decía  su 

lección,  de  la  mano  de  ustedes,  la  muerte,  cuando  entró  en  la  escuela 

de   Huong  Phuc.

Teniente,   Capitán,   Mayor,   Piloto,  Reservista  naval,   Comandante,  mano  con

mano,  ustedes  con  la  muerte.   Thi Noa   no pudo  terminar  su  lección,  teniente, 

no  pudo terminarla  capitán,  no  pudo  comandante, porque  la  muerte  había 

entrado  en  la  escuela  de   Huong   Phuc.

 

Fue  el  9  de  Febrero,  cuando  uno  como ustedes,  tal  vez  uno  de  ustedes..........

 

Los  nazis  no  pudieron  lograr  tanto,  teniente, capitán,    mayor,    piloto,  

reservista  naval:

 

ASESINADOS  :   34    NIÑOS

Y    24    MAS   HERIDOS,    MUTILADOS, MORIBUNDOS.

   

 Los   nazis   no  pudieron   lograr   tanto.

 

Ahora  todos  responden,  todos  en  coro hablan,  recobran  de  repente  la  palabra:

 

-         Cumplíamos  órdenes,  somos  militares.

-         ¿ Dónde  escuchamos  antes  esas  palabras? ¿ Quién  usó  ese  argumento  como

-         máscara ?  ¿ Quién  ante  sí  lo  puso  como escudo   protector ?

 

Fue en Nuremberg.  Fue en 1945.  Fueron los nazis, ya sin arrogancia, ya sin uniformes

con negros correajes,  ya sin cruces gamadas en el brazo, ya  sin  alegar su origen ario,

ante el Tribunal para los Crímenes de Guerra.

 

Pero no, capitán, no comandante, no piloto naval:

 

No dudamos que la orden, fuera dada:  El Tribunal de Nuremberg no exterminó al

nazismo.  Su espíritu de tinieblas se desplazó a Washington, encontró un nuevo cuerpo

en el Pentágono.  La orden fué, pero ¿Quién la cumplió?

 

-         Somos militares.  Recibimos órdenes.

 

¡NO!

 

Ya ustedes no son hombres.  Los grandes asesinos del aire y de la tierra de Viet Nam,

Con sus propias manos se arrancaron la condición humana.

 

Pero eran hombres todavía

Cuando las órdenes fueron impartidas

Y en el nombre del hombre, en su defensa,

Les decimos: “A un hombre solo puede obligársele a morír”.

Solamente a morir

Ustedes, en Saigón, solo pudieron

Obligar a Van Troi

A nada más pudieron

Y nadie, nadie puede,

Nadie, obligar a un hombre a remontarse

Al cielo de Huong Phuc

Al cielo de Huong Phuc con una carga

De bombas señaladas, marcadas, destinadas

A convertir en polvo, en sangre, en llamas

La casa de la escuela en el momento en que Thi Hoa, de pié junto al pupitre

La sonrisa en los labios, decía su lección.

Nadie, teniente, nadie, capitán, puede obligar a un hombre ser el asesino de 34 niños

Y esto, incontables veces

Lo han hecho ustedes en Viet Nam

No, Mayor Willard,

No, Teniente Hutton,

No Capitán Seeber,

No, Comandante Bona Stockdal

No, Piloto Mitchell Mc Nish

No, todos ustedes, los centenares

De miembros de U.S. AIR FORCES, prisioneros en Hanoi

NO.

 

Hay órdenes que nadie está obligado a cumplir

Hay órdenes que un hombre verdadero nunca podrá cumplir.

¿ Es  que  usted,  mayor  Willard,  o   usted , teniente  Hutton,  o  usted,  capitán  Seeber, 

o usted  piloto  Richard  Taymond  las  cumpliría siempre ?

¿ Siempre  mayor,  teniente,  capitán, comandante,  piloto,  reservista  naval ?

¿ Siempre ?

¿ Aún  si  esta  orden  fuera  la de  arrojar  las bombas  sobre  la  casa  de  la  escuela, 

allá  en el  pueblecito  de  Nevada,  de  Tenessee  ó Wisconsin,  de  Carolina  o  de  New York,

donde  estuvieran  sus  pequeños  hijos estudiando  gramática  ó  historia ?

 

¿ En  el  momento  en  que  su  hija  Nelly,  -  o Mary,  o  Betty,  o  Sarah,  o  Nancy,  o  Jane

 – de  pie  junto  al  pupitre,  sonriendo,  decía  su lección ?

 

¿ Cumplirían   esa   orden ?

 

                                     De  nuevo,  todos  callan.

 

Hay  órdenes  a  las  que  un  hombre  verdadero siempre  dice  que  no.

 

      Dennis   Mora   dijo  que  no.

 

      David   Samas   dijo  que  no.

 

       James   Johns   dijo  que   no.

 

El  pentágono  quiso  enviarlos  a    Viet  Nam, quiso  que  ellos  hicieran  lo  que  

ustedes hicieron,  quiso  ponerles  en  el  pecho,  la medalla  de  34 niños  asesinados.

 

Pero   David  Samas,   James  Johns   y   Dennis Mora,   dijeron   que   no.

 

Dijeron:   “Preferimos   ir   a   la   cárcel,   a   que   ustedes   nos   conviertan   en   asesinos”.

 

Los   tres   eran   militares   del   ejército   de  los   Estados   Unidos.

 

Los  tres  sabían  que  a  un  hombre,  no  se  le puede  obligar  más  que  a  morir.

 

Los  tres  dijeron  que  no  al  pentágono.

 

Muchos  como  ellos,  han  dicho  que  no  al pentágono,  porque  hay  órdenes  que 

nadie está  obligado  a  cumplir,  órdenes  que  en defensa  del  hombre,  un  hombre

 verdadero  no  cumplirá  jamás.

 

                                                                    FELIX   PITA   RODRIGUEZ