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ANTISEMITA
No soy antisemita.
Si lo fuera sería también antiárabe
antiebreo
antipueblo.
No podría ser el antitodo
porque sería torpe y averno
ciudadano del mundo.
Soy un simple mortal de paso
y no puedo bendecirme en el desprecio.
No soy un antiBiblia
ni antiCoran… ni antiTalmud
ni antinada que sea historia y muchedumbre.
No guardo en mí
ni el mínimo espacio
para dejar morir en mi amor
esa piel
que la sombra oscura ha marcado para siempre
ni los ojos azules de brillos diferentes
ni el pelo ensortijado y negro de enmarañado viento
ni originarios cuerpos de Pachas ancestrales
ni gredosas manos del labriego del trigo
ni del sucio mameluco del porfiado guerrero de la fragua.
No quiero que el olor a antitodo
me saturé las narices
y vomité el hedor de su flagelo.
Porque no soy antisemita
-aunque alguna vez el Mercader de Venecia
haya dejado huelas en mi mente-.
Los poetas no odiamos religiones
porque somos militantes de la antiguerra
antibombas arrojadas en mezquitas
antisoldado del odio asaltando el barco solidario.
Soy hermano de la Franja de desierto
y hermano de los que confiesan sus pecados
al Muro de sus lamentos
de los que cruzan las aguas con los pies desnudos
de Rebeca cantando en la cocina
de Moisés enclavando las maderas de la mesa.
No soy de los que apañan sangres en las manos
de los que acumulan cañones
para romper la infancia del niño palestino.
No soy antijudío
aunque Israel bese la boca
del criminal sofisma de las gemelas muertes
y aspire el aliento de la pólvora
que mastica con el chicle de su voraz angurria.
No soy antijudío.
Amo a los niños de tu lejana patria
porque disfrutan el parque con sus globos
y miran asombrados a las viajeras golondrinas
en los paisajes que agonizan con el alba.
Soy un poeta de este mundo que nos toca
que le duele el puñal envilecido
y el antisemitismo usado como escudo.
Tal vez sea por eso que el frágil pensamiento
me recorra sin dogmas por el cuerpo
sin miedos
sin los síntomas sectarios del silencio.
Hablo del Lobby judío del imperio
de las armas y el olfato del Mosad
de la ley permitida en las torturas
del “servicio” que prestaron en América
y del mapa de mil nueve setenta y siete.
Clamo por las atómicas bombas que apuntan hacia Irán.
Digo de capitales concentrados en todos los rincones del planeta.
Recuerdas siempre los seis millones de sueños calcinados
y ninguna palabra para Armenia.
Ningún dolor para los millones de sepultados ojos.
¿Por qué solo fue tu pueblo el desgraciado?
Sin embargo pienso
en las noches donde duermen los niños del Kibutz
mientras sueñan con los pájaros del monte
esperando al sol para sentirse vivos
y que vivos despierten sus vecinos
sus juguetes
sus amigos.
¿Porqué fuiste siempre un perseguido?
Desde lejanos tiempos
hay lágrimas ya secas en tu triste territorio.
¿Qué pecado imperdonable cometieron las tribus de tus salmos?
Hermano de la vida
no seas el culpable del antisemitismo.
No seas cómplice de los viejos extravíos.
Dame mejor tus anchos hombros
para abrazaros con mis manos.
Dame el arenque de tu mesa y el sagrado vino
y no digas más antijudío.
Escribo los venenos del sionismo
porque sé que es tu peor enemigo.
Sigue clamando la paz y aparta de tu lado
a los que no son tu pura religión.
Por último.
Te propongo la unidad de las sangres verdaderas.
Juntemos nuestros muertos en el mismo cementerio
y llevemos una flor en cada mano
para siempre.
Oscar Sosa Ríos
Agosto 2010
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Chau CHE
Camilo Emiliano Sosa Ríos
Casa de Amistad Argentino-Cubana de Villa Mercedes (San Luis)
www.amigosdecuba.com.ar - camilososa@msn.com - www.oscarsosarios.com.ar
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