TODAVÍA NO HUBO UNA RESPUESTA DE CRISTINA FERNÁNDEZ
“Paren de fumigar” es un pedido justo y la Mesa de Enlace se hace la sorda
Desde sectores sociales se viene demostrando el daño ambiental y humano que causan las fumigaciones. A fines de agosto hubo un encuentro de médicos que hizo varias exhortaciones. Por ahora, silencio de radio.
EMILIO MARÍN
Las denuncias contra la sojización del campo, el desmonte a fin de centrarse en ese cultivo “estrella”, la utilización de agrotóxicos, etc, vienen sumando más y más voces.
Al principio los que dieron el alerta fueron los pobladores de barrios contiguos a los campos, que sufrían más directamente el daño. Ellos eran a lo sumo respaldados por médicos del lugar. Después se sumaron ambientalistas que ya existían o que surgían a raíz de esas calamidades. Buena parte de los intendentes no salieron en defensa de sus vecinos, entusiasmados como estaban con “el progreso” de sus localidades, las ventas de las concesionarias de autos y la apertura de algunos negocios.
Afortunadamente otros intendentes sí tuvieron conciencia o la fueron adquiriendo. En Santa Fe hubo protestas que motivaron una legislación para que las fumigaciones aéreas se prohibieran en un radio de 1.500 metros de las primeras viviendas del pueblo San Jorge.
En Córdoba, que venía de varios años de protestas de los vecinos de Barrio Ituzaingó, en la salida este de la ciudad capital, el movimiento contra las fumigaciones creció impetuoso. El número de personas con cáncer, que se había empinado en la zona, los llevó a elevar también sus protestas, a pesar que varias de las causas promovidas no tuvieron un final feliz. Con el Tribunal Superior de Justicia que tiene Córdoba, funcional a las grandes empresas y privatizadas como Aguas Cordobesas (Roggio-grupo Suez), ese desenlace se podía predecir.
La magnitud de los obstáculos interpuestos en Córdoba se puede deducir del hecho de ser la primera provincia en producción de la oleaginosa. En consecuencia, hay un sector enriquecido del campo –expresado en la Sociedad Rural, Cartez, Coninagro y la Federación Agraria- que hizo hasta lo imposible para mantener soterradas aquellas denuncias sobre fumigaciones y afectación del medio ambiente y la salud humana.
Sin embargo, como ocurre en tantos otros órdenes de la vida, las poblaciones afectadas en su vida y bienestar, luego de los trámites administrativos y legales de rigor, por lo general ninguneados por las autoridades respectivas y los grandes medios de desinformación, se pusieron manos a la obra.
Hasta ahora el cronista registra doce Encuentros Provinciales de “Paren de Fumigar” en el distrito mediterráneo. La décima edición fue en noviembre de 2009 en Villa Ciudad Parque Los Reartes; la undécima en enero de 2010 en la Escuela San Francisco de Asís, en Santa Rosa de Calamuchita, y el 12º Encuentro de Pueblos Fumigados en Oncativo, el 9 de julio pasado. El citado en primer término, de Villa Ciudad Parque Los Reartes, adoptó entre otras resoluciones el impulso a un Encuentro Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados. Después de mucho esfuerzo, tal iniciativa maduró y se realizó a fines de agosto último, en un evento muy importante a nivel nacional.
Palabra de especialistas
Esa reunión de médicos sesionó el 27 y 28 de agosto en la Universidad Nacional de Córdoba, con participación de dos centenares de doctores, investigadores, alumnos y militantes de entidades ecologistas, organizaciones sociales, gremios, etc. Entre los sindicatos estuvieron como auspiciantes el de docentes universitarios (Adiuc), ATE, Luz y Fuerza y la central CTA.
“Durante estos dos días disertaron profesionales de seis universidades públicas nacionales. No tenemos dudas, tenemos evidencia suficiente de lo perjudicial del uso de agrotóxicos”, dijo Medardo Ávila Vázquez, coordinador del evento, docente universitario y ex secretario de Salud de la Municipalidad de Córdoba.
Las casas de estudio representadas fueron la anfitriona, UNC, más las universidades de Río Cuarto, Litoral, del Nordeste UNNE), Rosario y UBA.
Fueron organizadoras la Cátedra de Clínica Pediátrica y la de Semiología (Clínica Médica I), pertenecientes a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue significativo que el decano de la facultad, Gustavo Irico, hablara en la apertura del Encuentro, dándole un claro aval institucional.
Como ya se ha informado, fue expositor Raúl Horacio Lucero, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste. Resultó impactante escucharlo desgranar casos de niños malformados que comenzaron a llegar a su consultorio en 1993. La fecha coincide con la autorización del entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá, en el gobierno de Carlos Menem, para la soja transgénica producida por Monsanto.
También habló el doctor Andrés Carrasco, director del laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA. El especialista publicó recientemente su estudio sobre el impacto del glifosato en los anfibios. Y fue invitado para hablar de sus investigaciones en La Leonesa, una localidad de Chaco, donde lamentablemente se frustró su exposición por agresiones del intendente y otros patoteros.
En Córdoba, en cambio, se lo mimó y reservó la intervención de cierre, donde comentó sus ensayos sobre anfibios. “Observamos que el glifosato afecta la expresión de varios grupos de genes, que a su vez determinan alteraciones embrionarias como la microcefalia -cabeza más pequeña-, microftalmia -ojos más pequeños, alteraciones en los arcos bronquiales, alteraciones en el mesodermo cardíaco, alteraciones del eje antero posterior, y ciclopía -presencia de un solo ojo central-”, detalló.
Paren de fumigar
El I Encuentro Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados es un hito de calidad en la denuncia contra los plaguicidas y las fumigaciones, que no son una desgracia caída del cielo por un avión casual. Como se citó, fue una práctica en aumento desde la autorización de Solá-Menem-Cavallo a la multinacional Monsanto, con numerosas y bien calificadas denuncias en su contra (ver “La vida según Monsanto”, de la francesa Marie-Monique Robin).
Del cónclave en La Docta surgió un documento enviado a la presidenta de la Nación y fechado el 27 de agosto, avalado por unanimidad por los representantes de diez provincias allí presentes.
Esa carta le recuerda a Cristina Fernández que “que la utilización de plaguicidas no deja de aumentar año a año, y que el aumento de su consumo creció en 14 años casi un 1000 por ciento. Y que los habitantes de los pueblos fumigados (12 millones de personas) reciben en forma directa las aspersiones con estos venenos, porque se realizan sobre sus viviendas por vía aérea o en forma terrestre hasta el limite mismo de sus casas y localidades”.
En la parte final se exhorta a la jefa de Estado a que adopte medidas “para que se PROHIBA inmediatamente las fumigaciones aéreas en todo el territorio nacional, como ya se estableció en la Unión Europea, y se restrinjan las fumigaciones terrestres alejándolas del límite de las plantas urbanos de los pueblos”.
Ese llamamiento era y es urgente porque los firmantes consideran “que se agrava día a día” las agresiones a la salud humana en las localidades donde se producen fumigaciones constantes. Y con éstas, un reguero de cáncer, abortos espontáneos, malformaciones congénitas y trastornos respiratorios, endocrinos, neurológicos, etc.
Sin embargo, a veinte días de esa solicitud, no ha habido una respuesta de la presidenta. Incluso podría tomarse como un no anticipado sus declaraciones en un acto de Bragado, donde planteó como objetivo “Que la soja salga hecha milanesa” (LA ARENA, 11/8). De todas maneras hay que esperar que esa afirmación tan amigable con los ruralistas pueda ser cambiada por una reflexión o conveniencia política. Cabe recordar que en el primer año de su gestión, Cristina Fernández llevó como primer candidato a Roberto Urquía, dueño de Aceitera General Deheza, y cultivaba una excelente relación con Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), el “rey de la soja”. Luego, con la resolución 125, se alteró esa alianza. Ojalá ahora suceda una reversión positiva.
Ese encuentro de médicos envió una misiva similar a la Mesa de Enlace, lo que fue bien cuestionada por este diario (“Fumigación: llamativa ausencia de La Pampa”, 3/9). Se escribió allí: “aunque digno de elogio, suena un tanto ingenuo que el mensaje se haya direccionado también a la Mesa que nuclea a las entidades agropecuarias, a la que se sabe férrea defensora de los intereses más concentrados”.
Más allá de ese límite, quizás la constitución del Foro Argentino de Salud y Ambiente, anunciado en el I Encuentro, sea la mejor manera de extender la protesta de más vastos sectores sociales contra ese modelo de agro-negocios que siembra muerte por aire, agua y tierra.
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